1.- ¿Por qué escribes?
No puedo evitarlo.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Cada vez tengo menos
supersticiones o manías a la hora de escribir o de hacer cualquier otra
cosa. Lo que sí he ido estableciendo es algo parecido a unas costumbres,
derivadas más bien de mi adaptación a la realidad que de mis preferencias. Escribo en los bares porque, si me quedo en
casa, me pongo a hacer otras cosas. Ni
bares muy literarios ni muy cutres.
Agradables, normales, con alguna mesa al fondo y una pared que te
proteja la espalda. Siempre
sola. Una cierta intimidad en un espacio público que, para esas cuestiones, me
resulta más íntimo que mi casa. Allí, mis hijos “pasan” de respetar mi
intimidad.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Creo que vamos rodeando siempre
tres o cuatro temas. Con eso y
veintisiete letras algunos hacen maravillas.
Los demás, lo que podemos. En el
fondo: el amor y la muerte… quizá la guerra y la paz.
Y sus infinitas e interesantes (o tediosas) variaciones.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
No dudar a la hora de tirar a la
basura todo lo que no te convenza. No ser cicatero. Alguien me dijo una vez que el talento, de
existir, es generoso y no tiene miedo a perder palabras pues tiene fe en que en
otro momento sabrá encontrarlas. No
conviene guardar nada porque “más o menos” está bien. Mucha gente escribe más o
menos bien, seguramente eso no nos lleva a ninguna parte. Si no es lo que buscas en ese momento, a la papelera. De todas formas, a mí se me pierden muchas cosas entre
libros, bolsos y carpetas. Mientras estoy escribiendo, el papel es muy
importante; una vez escrito… mi
tendencia al caos me evita alguna decisión dolorosa. No todo vale, incluso para quien haya adquirido ya un cierto
oficio. Hay que tenerlo muy presente.
5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Todo planificado desde el
principio no lo he tenido nunca. He
tenido claro un camino, el esbozo de un personaje, una intención y, a veces, —sobre
todo si lo que escribo es narración— un esquema aproximado. El proceso de escritura debe respirar, igual
que los personajes. Uno va como
controlando diecisiete riendas a la vez, pero sólo avanza porque hay una fuerza que tira de todo y que,
afortunadamente, tiene algo de imprevisible.
Yo voy detrás de ella, nunca por delante. La sigo como puedo. Siempre con atención.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Han variado mucho a lo largo de
los años. Algunos se mantienen a través del tiempo y vuelvo a ellos tarde o
temprano. Más que a determinados autores, vuelvo a determinados libros. Son sobre todo aquellos que llegaron en el
momento oportuno. Esa oportunidad no
siempre tiene que ver con la edad, pero la impronta que me dejaron algunos de
los que leí en mi adolescencia ha sido difícil de superar. Gente muy distinta: Borges y Cortázar (dicen
que tienes que ser de uno o de otro: tonterías), algunos poetas del XVII,
Evelyn Waugh (Retorno a Brideshead), Galdós
(Miau), Gabriel García-Marquez (Cien años de soledad) Lorca y Machado
(más Antonio que Manuel, sin duda alguna) y muchos autores “secundarios” cuya
obra me impresionó en un momento dado. Nombrar a unos u otros es un poco
aleatorio. Pienso en La piel de Curzio Malaparte, cuya brutal
compasión me estremeció cuando en el colegio nos recomendaban Juan
Salvador Gaviota,
Siddharta y cosas edificantes. Las
luces y las sombras del autor me fascinaron también. Los cuentos de Boris Vian. La filosofía en el tocador del Marqués
de Sade (aunque reconozco que la filosofía me la saltaba en aquella época,
centrándome mucho más en el tocador). Casos así. Procuro también dejar un hueco en mi mesilla
para los contemporáneos, porque tengo a medio mundo sin leer. El desprecio previo por lo que ahora se
escribe es una forma de incultura y de soberbia. No todos los autores pueden
estar muertos, angelicos.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Lo último que he publicado es una
novela: El buen amor, escrita hace
tiempo y aparecida en abril en la editorial Nuevos Rumbos.
Lo próximo que saldrá (creo que a la vuelta del verano) es una selección de las
prosas publicadas en mi blog durante los últimos cinco años. Formará parte de
la colección Álogos de Ediciones de la
Isla de Siltolá. Estoy
intentando terminar, sin ninguna prisa, un poemario que comencé en 2011. Con la
poesía uno nunca sabe, no se deja forzar salvo para mentirnos. No creo que se publique antes de 2015.
Olga
Bernad es licenciada en Filología
Hispánica por la
Universidad de Zaragoza. Ha publicado las novelas El
buen amor (2013) y Andábata (2010) y los poemarios El
mar del otro lado (2012),
Nostalgia armada (2011)
y Caricias perplejas (2009).
Ha sido incluida en las antologías YIN. Poetas aragonesas 1960-2010 (2010), Poesía para niños de 4 a 120 años (Antología de poetas contemporáneos,
2010), Poesía a la frontera. Antología
de poetes en llengua catalana, aragonesa i castellana (2011) y traducida al griego para la
antología de poesía española de la editorial Vakxikon (2013). Así
mismo, ha participado en varios libros colectivos y revistas literarias, entre
ellas Turia, Rolde, Revista de Humanidades
Kafka, Narrativas e Isla de Siltolá.
Colabora en el suplemento cultural del diario Heraldo de Aragón —la revista Artes & Letras— y forma parte del consejo de edición de la
revista de poesía Isla de
Siltolá.
1 comentario:
No sé por qué lo de "cierta distancia" si a la autora, Olga Bernad, la siento tan próxima.
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