jueves, septiembre 27, 2007

En Madrid también se vive en Oruro – Medardo Fraile


Se ha publicado recientemente, en Bolivia, una nueva antología de relatos de Medardo Fraile, y la responsable ha sido la editorial Correveidile, coordinada por el autor Manuel Vargas. Se trata de un volumen que reúne diecisiete relatos de Fraile, de los cuales catorce ya habían aparecido en la última edición de cuentos completos, “Escritura y verdad” (Ed. Páginas de Espuma), y los otros tres son inéditos: “Postrimerías”, en el que un hombre que cumple sesenta y ocho años se siente de pronto angustiado por el destino que correrán sus libros y papeles cuando muera, “Amor”, que expone de un modo cargado de humor la famosa dicotomía entre cerebro y corazón, y “El sillón”, en el que un objeto materializa los sueños y frustraciones de una familia.

Medardo Fraile es uno de los autores más importantes de cuantos han cultivado el relato, un renovador del género, un gran observador que nos cuenta grandes historias y nos presenta personajes inolvidables a partir de anécdotas mínimas, de momentos aparentemente intrascendentes.

Encontramos aquí algunos de sus cuentos más famosos, como “El Álbum”, “Mecanógrafa o reina” o el hipnótico “La camisa”. Y también relatos más recientes, cargados de humor, como “Defensa” o “Lecciones de inglés”, por citar unos cuantos.

Medardo Fraile reside entre Escocia y España. Tiene relatos suyos traducidos al inglés, francés, portugués, alemán, búlgaro, polaco, iraquí, árabe y coreano. Aquí, se editarán pronto sus memorias, que muchos esperamos con verdadero interés. Y no deja de ser curioso que su única novela, la que él escribió para demostrar que sabía hacerlo y conseguir que lo dejaran en paz, se titule “Autobiografía”, lo cual le impedirá titular del mismo modo este segundo trabajo de larga extensión.
Hay que celebrar la iniciativa de esta editorial boliviana, por ayudar a difundir la obra de un autor imprescindible.

domingo, septiembre 23, 2007

Proceso de averiguación

Dice Javier Marías en una entrevista (EPS 23-09-2007):

No acepto eso de que los libros le vayan conduciendo a uno o que los personajes se rebelen frente a la voluntad del escritor. Uno conduce el libro, faltaría más. Uno improvisa, uno decide. Tú decides siempre. A mí lo que más me gusta del acto de escribir es el proceso de averiguación. Yo averiguo la novela que estoy escribiendo y sólo la entiendo cuando la he terminado.

En esta respuesta ¿No hace Marías un enunciado para negarlo a continuación? Yo creo que cuando un escritor dice eso de que los personajes se le rebelan y empiezan a tomar decisiones, se refiere precisamente a eso que Marías llama “proceso de averiguación”. El personaje evoluciona y, de pronto, el escritor (por supuesto), se da cuenta de que la historia ganaría si en lugar de emprender el camino A, emprendiese el B, porque además podría unirse luego en el D, y etc. Desde luego, es el escritor quien decide, un personaje no tiene vida propia por muy buena caracterización que llegue a adquirir sobre el papel. Por eso yo entiendo la respuesta de Marías como una ironía.

El caso contrario es el del escritor que tiene absolutamente planificado el libro, sin cabos sueltos, y se dedica a escribir la historia, sin más, sin sorpresas, algo que a mí, particularmente, siempre me ha parecido más aburrido. Me gusta que la historia vaya adquiriendo su propio sentido, su lógica, que vaya creciendo y cogiendo fuerza, siempre como si se fuera a desbocar.

martes, septiembre 18, 2007

2ª Edición del Hay Festival en Segovia


Vuelve el Hay Festival a Segovia y vuelvo a hacer las maletas. Sí, me voy otra vez.
El Festival se celebra entre el 27 y el 30 de Septiembre. El programa se puede consultar en la página oficial. Yo llegaré el viernes 28. Ya tengo entradas para nueve de los eventos.

Estará Ian Rankin, Wole Soyinka, Hanif Kureishi, Daniel Alarcón, Santiago Roncagliolo, Javier Cercas, Juan Gelman, Rodríguez Mallo, etc.
Una cita que se va haciendo ineludible.

martes, septiembre 11, 2007

Don DeLillo y "El hombre del salto"

La editorial Seix Barral publica el último libro del autor norteamericano Don DeLillo, “El hombre del salto”, una novela ambientada en el atentado de Nueva York del 11 de Septiembre de 2001. Con este motivo, se publican artículos sobre este autor en revistas y suplementos.
Don DeLillo es uno de los nombres claves de la literatura norteamericana, con una sólida obra a sus espaldas y el reconocimiento expreso de autores de la talla de Paul Auster, quien incluso le dedica su libro “Leviatán”, una novela que empieza, precisamente, con una explosión, quizá porque DeLillo siempre se sintió atraído por el terrorismo y las conspiraciones.

Don DeLillo nació en 1936 y no empezó a dedicarse a la literatura hasta los dieciocho años, cuando un verano trabajó como vigilante de un parking, según leo en “El Cultural” de “El Mundo”. Es autor de una obra considerable y compacta que forma ya parte esencial de la historia de la literatura norteamericana, con novelas como “Ruido de fondo”, “Libra”, “Mao II”, “Submundo”, “Cosmópolis”… y ahora “El hombre del salto”.

En el artículo de Muñoz Molina que publica “El País” aparece la siguiente declaración de DeLillo:

Muchas veces mi punto de partida es una imagen visual. Una foto, cualquier cosa. En uno de mis libros era tan sólo la imagen de dos hombres desayunando juntos. En esta novela, la imagen era un hombre caminando entre una nube de humo, de polvo y ceniza. Por algún motivo era importante que llevara en la mano un maletín. Yo tenía una idea para otra novela, pero esta imagen del hombre caminando entre el humo persistía, así que tuve que ponerme a escribir sobre ella. Y la otra novela se desvaneció en la distancia, a medida que este hombre irrumpía en ella caminando. Cuando me puse a documentarme y miré periódicos de aquellos días vi una foto pequeña de un hombre con un traje y un maletín. No sé si se había quedado perdida en mi imaginación durante más de tres años, quizás no. Lo siguiente que comprendí fue que el maletín que ese hombre llevaba en la mano no era suyo. Y eso planteaba un misterio que yo tenía que resolver escribiendo. Así que empecé a escribir. Empecé a contar esa escena. Y como suele decirse, una cosa lleva a otra, y ese hombre se convirtió en alguien que tenía un propósito, que iba a alguna parte. Al principio de la narración él no sabe adónde va y yo tampoco lo sabía. Lo descubrí al mismo tiempo que él, al final del primer capítulo.

Es uno de esos párrafos que suponen, por sí solos, toda una lección sobre el arte de narrar.

“El hombre del salto” se incorpora pues a esa nómina de libros que toman como referencia el atentado del 11-S en Nueva York, libros como “Sábado”, de Ian McEwan, “Terrorista”, de John Updike, “Mundo espejo”, de William Gibson o “Windows on the World”, de Frédéric Beigbeder. Y lo cierto es que resulta sumamente interesante observar cómo un suceso de esa magnitud va siendo incorporado, lentamente, a la ficción, como reflejo del mundo o, mejor dicho, de cómo ha cambiado el mundo. Benjamin Kunkel, en su artículo “Ojos bien abiertos”, en el que se planteaba cómo había cambiado la visión del terrorismo en la literatura a raíz de la catástrofe de las Torres Gemelas, llegaba a decir: “La sobrecogedora nueva realidad del terror llevará a aquellos que se atrevan a conducir el tema hacia un excesivo literalismo por un lado o hacia la fábula por otro”. Yo creo que esta afirmación no está siendo confirmada por la realidad, aunque sí creo que puede ser aplicable a un suceso como el Holocausto, pese a escasas excepciones. En cualquier caso, estamos ante un buen indicador de cómo la ficción se alimenta de la realidad.

Sólo quiero recordar, por último, que los superhéroes de cómic fueron los primeros en estar ahí.

viernes, septiembre 07, 2007

De libros

Bajo el titulo “de libros” comentaré qué me llama la atención en mis paseos por las librerías. Puedo pasar muchas horas curioseando entre los estantes, descubriendo las novedades… Y saco un pequeño papel, doblado y vuelto a doblar, y apunto títulos y autores con la intención de ver qué se dice de ellos en los suplementos, buscar a los autores en internet o, simplemente, ir comprándolos poco a poco.

Septiembre es un mes de novedades y ya van saliendo títulos muy jugosos.

Por ejemplo, Anagrama acaba de sacar el último libro de relatos de Enrique Vila-Matas, que se titula “Exploradores del abismo”. El titulo me parece excepcional. Para mí, cada nuevo libro de Vila-Matas es un acontecimiento digno de ser reseñado.
En la entrevista que publica la revista “Qué Leer”, Vila Matas cuenta que el primer relato que escribió de los incluidos en el libro narra la insólita propuesta que le hizo la artista francesa Sophie Calle: “Me ofreció la posibilidad de escribir una historia que ella misma trasladaría a la realidad, ya que se sentía bloqueada. Es decir, que actuaría al dictado de lo que yo escribiera, siempre sin matar a nadie”. Es decir, una nueva vuelta de tuerca al juego que siempre lleva a cabo este autor entre la realidad y la ficción.

También encuentro otro libro que llama mi atención inmediatamente. Se trata de “Pura anarquía”, de Woody Allen, editado por Tusquets. Su último libro hasta el momento era “Perfiles”, cuya primera edición en España es de 1980. Hace unos años, Tusquets reunió los tres libros de cuentos del autor que existían hasta entonces (“Cómo acabar de una vez por todas con la cultura”, “Sin plumas” y “Perfiles”) en un solo volumen titulado “Cuentos sin plumas”. Los libros de Woody Allen son ingeniosos, están llenos de inteligencia y de sentido del humor, de frases chocantes, de despropósitos que se van acumulando de forma caótica. Los tres libros de Allen son, probablemente, los más desgastados de mi biblioteca.
Hasta tal punto llega mi vinculación con este hombre que, de hecho, tuve que comentar uno de sus textos en el examen de selectividad. Se trataba del titulado “A media voz… muy bajito”, incluido en “Sin plumas”, en el que ridiculiza como sólo él sabe hacerlo la teoría de que las obras de Shakespeare son en realidad obra de Christopher Marlowe. Una de las primeras cosas que se pregunta es que si Marlowe escribió las obras de Shakespeare, ¿quién escribió las de Marlowe? Bueno, fue algo muy extraño escuchar cómo todo el mundo procuraba reírse bajito en pleno examen.

Por último, en esta primera entrega, quiero decir que también encontré el libro de Antonia Romero, “Peso cero”, una novela sobre la anorexia que ya tengo en mi poder.


Ah, y como esto es un circulo vicioso que se retroalimenta, pues resulta que encuentro en la página de la editorial Anagrama que están a punto de salir libros de Paul Auster, Bill Buford, Belén Gopegui, Ricardo Piglia, W. G. Sebald, Sergi Pámies… Uf.
Y también el último libro de Don DeLillo, en Seix Barral.

domingo, septiembre 02, 2007

Uvas doradas

Acaban las vacaciones y, como siempre, parecen más cortas de lo que en realidad son.
Prácticamente un mes desconectado de la vida normal. Fuera de casa. Entre Asturias y la Sierra de Madrid. Salí huyendo del calor y lo he conseguido. He agradecido la semana de frío que pasé, con el jersey a cuestas.
Pero ya se acaba. Y la rutina la tengo a la vuelta de la esquina. Me quedan unos pocos días para volver al trabajo.
Con el fin del verano llega también la revista Clarín, que en su número 70 incluye un artículo mío titulado “Sobre ideas y cuadernos”.
El final de las vacaciones se ha presentado de un modo trágico. No sólo porque en Agosto se cumplen los aniversarios de la muerte de gente como Lenny Bruce, Elvis Presley, Groucho Marx o Lady Di, sino también por la muerte casi en directo del jugador del Sevilla Antonio Puerta, porque nos dejó la actriz Emma Penella, y porque también se fueron Grace Pailey y Francisco Umbral.
Hasta José Luís de Vilallonga se ha marchado a finales de Agosto.
También habría que añadir el goteo de muertos en las carreteras, del cual hemos sido puntualmente informados con paneles electrónicos.

Sobre Umbral se han lanzado tópicos a los cuatro vientos y hemos podido ver repetidas veces el divertido episodio del programa de televisión al que acudió a hablar de su libro. La verdad es que como homenaje me ha parecido un poco triste y casi burlón. Más significativas las ausencias que las presencias.
En uno de sus textos dice, refiriéndose a Baroja, que “a uno le gustaba más el personaje que el escritor”. Pues a mí con Umbral me pasa lo contrario, me gusta más el escritor que el personaje, debo admitirlo. Su personaje siempre me resultó antipático. Sin embargo, su calidad literaria creo que está fuera de dudas (pese a algunos títulos prescindibles), y por eso mismo hubiera merecido un homenaje un poco más serio.
Dicen que murió intentando dictar un artículo, y por este motivo sus últimas palabras han quedado fuera de contexto, cargadas de misterio: “Uvas doradas”. En cualquier caso, una bella imagen.