jueves, marzo 08, 2007

La Muerta

Los golpes retumbaban en la puerta, eran golpes de una violencia enajenada, puñetazos y patadas que hacían temblar las paredes del recibidor y cuyo sonido recorría el pasillo en penumbra, como una bala en el cañón de un rifle. Sentados en la mesa de la cocina, frente a frente, un matrimonio contemplaba una serie de objetos que habían depositado entre ellos. Las ollas y la vajilla se estremecían con un inquietante tintineo.
-¡Abridme la puerta de una puta vez! -eran los gritos que acompañaban a los golpes, pronunciados por una voz ronca.
-Todo podía haber sido tan diferente -dijo la mujer.
-Quizá hicimos algo mal -dijo el hombre mientras sujetaba entre sus manos una pequeña muñeca de cabellos rubios y rizados.
-No digas eso. Dios no nos está castigando por nada, no lo olvides. Se trata de una prueba. Para eso estamos en este mundo. Tenemos que superar las pruebas necesarias con el fin de demostrar que somos dignos de entrar en el Reino de los Cielos.
-Quizá le dimos demasiadas cosas -dijo el hombre, como pensando en voz alta-. O quizá le dimos muy pocas...
-Deja ya de culparte. Estas cosas pasan. Es una desgracia. Ocurren un millón de desgracias cada día. O tal vez más.
Oyeron un grito de fiera herida y los golpes se volvieron más rotundos, más contundentes, aunque más lentos; sin duda estaba cargando todo el cuerpo contra la puerta. Pero la puerta no se rompió, así que regresaron las patadas y los puñetazos.
-¡Abridme cabrones! ¡No podéis hacer esto! ¡Soy vuestra hija!
En la cocina hacía frío.
-Es nuestra hija -dijo el hombre.
-No digas tonterías. Sabes perfectamente que nuestra hija está muerta.
-Nuestra pequeña.
-No es ella. Es el diablo que quiere adoptar su forma para tentarnos. Pero tú ya lo has visto. Ese cuerpo de ahí fuera nada tiene que ver con nuestra hija.
-Los vecinos llamarán a la policía.
-Pues que la llamen. ¿Qué puede hacer la policía contra los muertos?
-No sé si hacemos bien. Tal vez deberíamos abrir. Intentarlo de nuevo. Quizá ahora acepte nuestra ayuda.
El hombre apretó con fuerza la muñeca.
-Parece mentira que digas eso. Si abres sabes perfectamente lo que pasará.
-Deberíamos poder hacer algo.
-Puede incluso matarnos. No hay nada que podamos hacer. Tú sufres porque crees que la que está ahí afuera es nuestra hija. Pero debes creerme: no-lo-es. Nuestra hija está en el cielo. Ése es su sitio. Quien nos persigue es una fuerza maligna, y hemos de ser fuertes y resistir. Si te dejas convencer y abres la puerta, se desatará el infierno en esta casa. Una vez más. ¿Acaso lo has olvidado?
El hombre soltó un gemido y su cuerpo se inclinó hacia delante y se estremeció. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Yo también la quería -dijo la mujer-. Pero ahora está mejor que nosotros. Está con Dios.
El hombre negaba con la cabeza, sin poder hablar, sin poder detener el llanto.
La mujer se puso en pie. No era muy alta y estaba gruesa. Vestía una bata de color azul oscuro. Dio la vuelta a la mesa, con unos pasos muy cortos y cansados. Se colocó detrás del marido y apoyó las manos sobre la espalda de él.
-No te atormentes más -le susurró-. Ya es hora de que aceptes los hechos. Es duro perder una hija. No olvides que también era mi hija.
Los golpes no cesaban ni disminuían su fuerza. Las paredes continuaban retumbando y la bombilla de la cocina se balanceaba levemente, así que, cuando la encendieron, porque la tarde se acababa muy deprisa, la luz se puso a oscilar y a distribuir sombras caprichosas.
La estancia se iba quedando cada vez más fría.
-Voy a ponerme una chaqueta y a prepararme un vaso de leche caliente -dijo la mujer-. ¿Quieres que te prepare a ti otro?
El hombre negó con la cabeza.

22 comentarios:

Anónimo dijo...

Un interesante, relato, Miguel, con varias lecturas o interpretaciones. En lo personal creo que sí era la hija, una hija loca, enferma, con problemas, que los padres no aceptaban, que le temen y prefieren darla por muerta.

El personaje que me impresionó fue la madre...

Elena dijo...

Inquietud y miedo. Eso es lo que he sentido al leerlo. Me gustan tus relatos, Miguel, porque tienen fuerza y pintas muy bien los personajes. La madre me parece de una dureza casi inhumana, creo que en realidad ella es la muerta y no su hija. Ni siquiera los muertos tienen tan cerrado el corazón...
Un saludo

Anónimo dijo...

Lo mejor de este relato -y tiene mucho bueno- es la indefinición. En el texto no se abre la puerta a la hija. Pero el modo en que está escrito deja muchas otras puertas abiertas. Además, el abanico de temas que surgen al hilo de lo narrado se despliega así aún más.
De cualquier forma, no quisiera yo dar la impresión de estar en el foro de un taller literario (¡qué horror!). Así que sin tachar lo dicho, quédate sólo con esto: me ha gustado tu cuento. Supongo que es eso lo que realmente importa. ¿O no?
Un abrazo

Ruth dijo...

¿Es monstruoso preferir que la hija que creías perfecta esté muerta a que sea, pongamos por caso, drogadicta o asesina? Me gusta la madre porque muestra facetas que las madres no suelen mostrar. Siempre quieren a sus hijos sean como sean, algo que yo nunca lo he podido entender.
Gran relato.

Clarice Baricco dijo...

Lo he leído dos veces, ayer y hoy, y sigo muda.
Eres muy pero muy buen escritor.

conde-duque dijo...

Buenísimo, Miguel. Veo que sigues ahondando en ese camino de "decir las cosas sin decirlas", de que lo que importante del relato sea lo que no se dice, lo que se sugiere...
Sí, las interpretaciones están muy abiertas.
Creo que la clave (para que no parezca una especie de parábola sin vida) está en los personajes. Me han impresionado mucho los personajes de los padres. Me quedaría escuchando sus diálogos varias horas más. Tienen algo especial...
Buenísimo. Un saludo.

conde-duque dijo...

Espero, Diarios, que el anterior comentario no parezca de taller literario (nunca he estado en ninguno, así que no sé de qué hablan). Saludos a todos.

Rosa Silverio dijo...

Hola, Miguel.
Me pareció muy interesante y bien manejado este relato, pero me quedé con el deseo de leer más, de saber más, me dejaste llena de curiosidad, loca por meterme dentro de esa madre que prefiere suponer que su hija está muerta y ese padre que sufre por la que intenta derrumbar la puerta.

Me encanta leerte.

Un abrazo,

Ro

Miguel Sanfeliu dijo...

Apostillas, gracias por tu opinión. Está claro que hay una información oculta que es la responsable del misterio que rodea la escena.

Elena, intento que los personajes se expresen por sí mismos, a través de lo que hacen y lo que dicen. Me alegra que te gusten mis relatos.

DR, tienes razón, eso es lo que importa, te agradezco tus opiniones. Vaya halago si he conseguido todo lo que dices.

Ruth, apuntas un tema que es el que en realidad me inspiró la historia. Una Asociación de Ayuda contra la drogadicción aconsejó a un matrimonio que echaran a su hijo de casa, con el fin de conseguir que accediera a realizar un tratamiento de desintoxicación.

Clarice, ahora me has dejado mudo a mí y me has sonrojado. Gracias.

Conde-Duque, tienes razón, ese es un camino que intento explorar. Sugerir, contar algo que encierra una razón oculta... Cuidando, eso sí, a los personajes.

Rosa, gracias por tus palabras. Muchas de mis historias apuntan un episodio concreto que podría extenderse mucho más, es cierto, pero es el apunte el que me interesa, el instante concreto que encierra toda esa historia que se intuye aunque queda sin desplegar.

Un saludo y gracias por los comentarios.

Portarosa dijo...

Qué mal cuerpo, qué desazón me ha quedado, Miguel.
Me ha gustado mucho.

Un abrazo.

Miguel Sanfeliu dijo...

Siento que se haya quedado usted desasosegado, Sr. Portorosa, y agradezco su comentario.
Un abrazo.

Laura Diaz dijo...

Me encntó tu exto, realmente.
Para mí, ese pobre matrimonio cuya hija murió, sigue sintiendo al fantasma de su hija...es decir, no logran superar la pérdida. La madre, quiere seguir adelante, mientras que el padre, aún no puede... Por eso la madre puede parecer fría.

Lo maravilloso de tu relato es que no lo dices todo!

Un abrazo

Laura Diaz dijo...

Me olvidaba. Un relato pudo tener una intención cuando fue escrito, pero luego, es el lector quien se adueña de él, cobrando vida propia.

Así lo siento yo

Un abrazo

Anónimo dijo...

Buenísimo Miguel. Me ha encantado. Creo, como Clarice y aunque te sonroje, que eres muy pero muy bueno escritor.

Aunque sé que cualquier interpretación reduce la riqueza del relato, no creo que la madre sea tan fría: está loca, el dolor y la violencia (de la hija) la han vuelto loca.

Enhorabuena.

Miguel Sanfeliu dijo...

Laura, muy cierto lo que dices. Cuando un texto se edita deja de pertenecer al autor y pasa a ser del lector. Me gustó tu interpretación.

Malambruno, muchas gracias. También es posible lo que dices, también.

Un abrazo

Antonia Romero dijo...

Me ha encantado. En tu linea, como siempre, ascendente.

Para mí los muertos son ellos, los padres, de ahí el frío que les rodea.

Gracias.

Mónica dijo...

Impresionante. Me ha encantado. Yo también lo he leído dos veces. Desde el principio el ritmo es trepidante y lento. Se mezcla a la perfección.
No me extrañaría que una hija pudiera acabar de la peor de las maneras, criada por una madre tan dominante, fría y fanática religiosa y con un padre tan pobre de espíritu que seguramente nunca se atrevió más que a girar la cara.
Un abrazo

Miguel Sanfeliu dijo...

Antonia, los padres han quedado como muertos en vida, es cierto.

Mónica, los padres volvieron loca a la niña en lugar de ser al revés, podría ser, podría ser...

Me alegra que os haya gustado. Gracias.
Saludos.

Francisco Ortiz dijo...

Tus argumentos son cada vez más tuyos, más imbricados en tu mundo narrativo y tu manera de contar, lo que me parece un acierto, porque estás dando relieve a obsesiones personales mediante una literatura personal y tremendamente sugerente. No me gusta alguna frase del inicio -algo tópica y que no aporta mucho -,pero puedo decirte que la sensación y la atmósfera son tan poderosas que nada las empaña. Estas historias con personajes rotos, con varias lecturas están creando un corpus que te engrandece a mis ojos y te hace ganar más admiración. Así que no pares, Miguel, la línea es perfecta y el camino lo tienes abierto y despejado. Un abrazo.

Miguel Sanfeliu dijo...

Francisco, gracias por tus palabras. Supongo que puedo adivinar a qué frase te refieres y sí, es una comparación prescindible. Respecto a lo demás, sólo puedo decir que tus ánimos son importantes para mí.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Está estupendo, la verdad (aunque en algún momento el diálogo me ha parecido un poco afectado, si me lo permites).
Pero estupendo (y es muy difícil que esas palabras salgan de mi boca, promesa de cuentista).

Tengo que escribirte para agraddecerte la ilusión que me hizo verte por el acto de la parábola.

Miguel Sanfeliu dijo...

M, me alegra que te haya gustado. Los diálogos es posible que suenen un poco a obra de teatro. Pretendía darle un aire un poco irreal, casi onírico.
También a mí me hizo ilusión acudir a la presentación y lo pasé muy bien.
Un abrazo.