domingo, abril 29, 2007

Listas

Recientemente he podido ver interesantes iniciativas para resaltar buenos libros.

Miguel Ángel Muñoz, en su blog, “El síndrome Chéjov”, proponía una votación para elegir los mejores libros de relatos de los últimos veinticinco años (1982-2007).

Los ganadores fueron:

Catedral, de Raymond Carver
Llamadas telefónicas, de Roberto Bolaño
La velocidad de los jardines, de Eloy Tizón

Francisco Ortiz, por su parte, en su blog “Novela Negra y Cine Negro”, propuso buscar la mejor novela negra publicada. Los títulos más votados fueron los siguientes:

El sueño eterno, de Raymond Chandler
Los mares del sur, de Manuel Vázquez Montalbán

El blog de crítica literaria “La tormenta en un vaso”, coordinado por Care Santos, también ha elegido, en este caso, los mejores libros de 2006:

Premio Tormenta al mejor libro publicado en castellano en 2006









Parpadeos, Eloy Tizón.
Anagrama, Barcelona, 2006.

Premio Tormenta al mejor libro traducido al castellano en 2006








Me acuerdo, Georges Perec.
Traducción y prólogo de Yolanda Morató.
Berenice, Córdoba, 2006.


Bueno, llegado aquí, lo primero que uno debe hacer es felicitar a Eloy Tizón, ganador de dos de las tres votaciones. Supongo que la de Francisco Ortiz no la ha ganado porque Eloy no escribe novela negra, que si no también.

Y dicho todo esto, uno se pregunta qué sentido tienen las listas, qué finalidad. Creo que resulta imposible establecer un ranking entre libros, porque muchas cosas no son comparables y mucho menos medibles. Cuando uno hace una votación de este tipo, la hace en un momento concreto, consciente de que cinco minutos más tarde su votación sería otra. Nuestras preferencias cambian constantemente. Uno puede establecer una lista de libros importantes para él, e incluso esta lista va cambiando con el tiempo.

¿Se puede elegir el mejor libro de una forma objetiva e incuestionable? Yo creo que no. Todos hemos leído críticas desfavorables, emitidas por gente de respetable criterio, que luego han sido obras maestras.
Ahora bien, el hecho de que muchas personas coincidan en señalar la calidad de un determinado libro o autor es algo muy importante: se trata de la mejor publicidad a la que se puede aspirar.
Pero, por encima del resultado, el valor de estas votaciones que he comentado estuvo en el desfile de libros. Títulos que uno ya no recordaba y que son de nuevo aireados, despertando el interés. Este me parece el mayor aliciente del juego de las listas: la recuperación de títulos que corren el riesgo de ser olvidados.

viernes, abril 27, 2007

Más extraño que la ficción


Harold Crick (Will Ferrell) es un hombre meticuloso, fiel a sus rituales, una de esas personas cuya existencia está cuadriculada, incapaz de romper su rutina. Una voz en off nos presenta al personaje. Es inspector de sanidad y sus compañeros admiran sus rápidas dotes para el cálculo matemático. Esa voz en off nos dice que Harold se cepilla los dientes un determinado número de veces de arriba abajo y de izquierda a derecha y, de pronto, Harold se detiene y mira a su alrededor. La voz se calla. Harold vuelve a cepillarse y la voz retoma su discurso. Entonces Harold empieza a gritar y a registrar la casa. Harold es un personaje que escucha lo que dice la voz que nos narra su historia, y esto es algo que puede volver loco a cualquiera. Por eso visita a varios psiquiatras que se obstinan en decirle que padece esquizofrenia. Pero él sabe, por extraño que resulte, que esa voz es real, porque dice cosas en las que él no había reparado. Y un día, cuando la voz anuncia que Harold morirá en poco tiempo, encontrar a su dueña se convierte en un objetivo vital. La única persona que puede ayudarle es un profesor de literatura (Dustin Hoffman) que, tras un primer momento de rechazo, parece aceptar con cierta naturalidad el hecho de que Harold sea en realidad un personaje de ficción. Lo primero que deben averiguar es si la historia en la que está inmerso Harold pertenece al drama o a la comedia.

Este es el planteamiento de esta película, narrada con brío, que mantiene el interés del espectador, desconcertándolo, y que cuenta con un excelente elenco de actores. La película está llena de escenas memorables, como la que nos muestra a la escritora Karen Eiffel (Emma Thompson) en la sala de urgencias de un hospital, buscando la inspiración para narrar la muerte de su personaje. Y es que nos enfrentamos, ante todo, a una reflexión sobre los elementos narrativos, lo cual establece una distancia que impide que el espectador se relaje, pues cuando cree que está viendo una comedia se encuentra con que está ante un drama. Marc Foster, director de la excelente “Descubriendo Nunca Jamás”, nos ofrece una propuesta atractiva y de hondo contenido, cuya puesta en escena presenta efectivas ideas visuales.

Supongo que es inevitable acordarse de “Niebla”, de Unamuno. El momento en que Augusto acude a ver a su autor para decirle que está pensando en suicidarse y el autor exclama que eso es imposible: “Pues opino que como tú no existes más que en mi fantasía, te lo repito, y como no debes ni puedes hacer sino lo que a mí me dé la gana, y como no me da la real gana de que te suicides, no te suicidarás. ¡Lo dicho!” Claro que en la película de la que estamos hablando, las intenciones del personaje son justo las contrarias: seguir viviendo.

martes, abril 24, 2007

Esperando al enemigo


Gonzalo Calcedo nació en 1961, en Palencia, y reside en Santander. Ha publicado varios libros de relatos y ha obtenido importantes premios. "Esperando al enemigo" fue su primer libro. Reúne relatos en los que aparentemente no pasa nada, retazos de vidas anodinas, historias de motel, conversaciones en la oscuridad, carreteras que no llegan a ninguna parte; relatos que transmiten el mismo sentimiento que cuando observamos las ventanas iluminadas de los edificios en mitad de la noche. Y, sin embargo, transmiten soledad y vacío. Así, en "Hombres con armas", nos encontramos con Mel y Emma, una pareja que ha tenido que pasar la noche en un hotel de carretera porque se les ha estropeado el coche. Viajaban a visitar a la hermana de Emma, que se encuentra agonizando. Desde la habitación llega el sonido de unos disparos que aterrorizan a Emma. Mel sale de la habitación en busca del mecánico y encuentra al autor de los disparos: el encargado de recepción, está practicando puntería contra una puerta. Le ofrece a Mel la oportunidad de disparar y éste la acepta. Luego se ponen a charlar y a tomar café. Cuando por fin regresa a la habitación, ella le reprocha que haya tardado tanto y le dice que "ése loco ha estado disparando todo el rato". Pero él no le dice nada. Su conversación es vacía. Comprendemos de pronto que Mel querría quedarse en aquel lugar, quizá porque es un sitio que a ella le horroriza. En el mejor estilo carveriano, el relato se centra en unas horas de la vida de una pareja, en un acontecimiento nimio que, sin embargo, encierra todas las claves para comprender que el matrimonio de Mel y Emma está acabado. Podría hablar de cualquier otro relato, todos magníficos, como “La temporada próxima” o “La nieve tiene la culpa” o el propio “Esperando al enemigo”, pero resistiré la tentación para no desvelar demasiado. Sólo diré que todos ellos son extractos de situaciones, cortadas con un fino bisturí para abrirlas y dejarnos vislumbrar lo que se esconde en su interior.

Gonzalo Calcedo no puede negar la influencia americana, así que la pone de manifiesto en la cita que abre el libro. Una cita de John Cheever:
…y Bascomb depositó la medalla de Lérmontov a los pies del ángel. A continuación se arrodillo y dijo en voz alta:
—Dios bendiga a Walt Whitman. Dios bendiga a Hart Crane. Dios bendiga a William Faulkner, a Scott Fitzgerald y especialmente a Ernest Hemingway.

Calcedo adopta la tradición americana, el realismo sucio, y lo reproduce a la perfección. Sus paisajes son americanos y sus protagonistas también. Los temas de las historias, los asuntos solapados bajo la excusa de los viajes: las familias rotas, la soledad, la vacuidad de la existencia, son asuntos universales, que nos conciernen a todos.
Sus historias han recibido los más importantes premios literarios. Sus últimos libros han sido: “El peso en gramos de los colibríes” (Castalia), “La carga de la brigada ligera” (Menoscuarto) y “Saqueos del corazón” (Algaida).

viernes, abril 20, 2007

Una manía

Tengo una manía. Cuento los pasos. Cada vez que me desplazo andando a algún sitio cuento los pasos, una manía, no lo puedo evitar. Desde el portal de mi casa hasta el de la oficina hay, exactamente, trescientos veintisiete pasos, ni uno más ni uno menos; siete desde mi cama al cuarto de baño, doce desde mi dormitorio hasta la cocina, seis desde la cocina hasta el comedor, ciento quince desde mi casa hasta el quiosco de prensa de la esquina... Sin embargo, hoy ha ocurrido algo extraño, algo que me ha impulsado a dejar constancia por escrito de tan inusual suceso: hoy he contado, desde el portal de mi casa hasta el de la oficina, trescientos veintinueve pasos, no trescientos veintisiete como siempre, sino trescientos veintinueve, dos pasos más surgidos nadie sabe de dónde. He pensado en ello todo el día. La oficina no pueden haberla llevado más lejos, así que mis pasos se han acortado. Por eso dejo constancia por escrito de este hecho: porque tengo la impresión de que, a partir de hoy, la oficina va a estar cada vez más lejos.

martes, abril 17, 2007

Andy Kaufman




Todo aquel que haya visto la excelente película "The man on the moon" recordará estos números. Ayudan a apreciar la excelente interpretación que realizó Jim Carrey.

domingo, abril 15, 2007

Nadie está a salvo


Superman acaba de salvar el mundo. Su combate con un poderoso mutante alienígena ha sido retransmitido en directo a todos los rincones del planeta. El despliegue informativo no tiene precedentes. Ahora, cuando el Capitolio acaba de derrumbarse con el superhéroe en su interior, todo el mundo aguanta la respiración, temiéndose lo peor. Los segundos parecen horas. Desde Singapur a Costa de Marfil, de Sydney a Ciudad del Cabo, de Brasil a Katmandú, la gente espera con el corazón en un puño.
De pronto, las piedras comienzan a moverse. Y aparece un brazo, y luego otro, y por fin la figura de Superman se alza victoriosa sobre el polvo y las ruinas. Despacio, comienza a caminar, visiblemente agotado.
Una joven reportera, seguida por un agitado cámara, se acerca a él corriendo.
—Superman, ¿cómo te encuentras? ¿Crees que ahora que el mundo por fin está a salvo te casarás con La Chica Maravillosa?
—No quiero hablar de eso.
—Pero todo el mundo sabe que estáis enamorados. ¿Qué opinas de las fotos que han salido donde se os ve juntos en Malibú?
—Dejadme en paz.
—La Antorcha Humana ha estado diciendo en varios programas que lo vuestro es un montaje, ¿qué opinas de eso?
—Deberíais preguntarme por lo que acaba de pasar. He salvado al mundo.
—Y ahora que el mundo está a salvo ¿crees que La Chica Maravillosa se casará contigo o es un montaje como dice Antorcha Humana?
Superman no contesta. Sabe que el Presidente le está esperando para dar una rueda de prensa sobre lo que acaba de ocurrir, pero no aguanta más la situación y, haciendo acopio de las fuerzas que le quedan, emprende el vuelo y desaparece en la lejanía.

jueves, abril 12, 2007

Capote


En Noviembre de 1959, se produjo el brutal asesinato de toda una familia en Holcomb, una localidad de Kansas. Una familia de clase media, un matrimonio y sus dos hijos, todos con un tiro en la cabeza. Un suceso que conmocionó a la opinión pública y que despertó la curiosidad del escritor Truman Capote, quien solicitó en la publicación para la que trabaja, “The New Yorker”, encargarse del caso. A primera vista, Capote no era el escritor ideal para escribir sobre semejante suceso, ya que se trataba de un hombre frívolo, amigo de las fiestas y presencia obligada en los acontecimientos de sociedad por su mordaz sentido del humor.

Acompañado por su amiga Nelle Harper Lee, la autora de “Matar a un ruiseñor”, se traslada a Holcomb e inicia una investigación con la intención inicial de escribir un artículo sobre cómo ha afectado al pueblo tan salvaje suceso.
La presencia de este hombre histriónico no pasa desapercibida. Debe señalarse la excelente actuación que realiza Philip Seymour Hoffman, sin duda uno de los mejores actores de la actualidad. Su composición de este personaje complejo, lleno de contradicciones, tenaz y manipulador, frívolo y responsable, mentiroso y atormentado, es de una contención y una hondura impactante. Poco a poco, la historia se va imponiendo a las intenciones iniciales y se da cuenta que no será un artículo lo que saldrá de allí, sino un libro. Un libro que no va a parecerse a nada de lo que se ha escrito hasta el momento, un libro que cambiará la concepción de la escritura, que inaugurará un género: la novela de no-ficción. De hecho, Capote, en su libro de conversaciones con Lawrence Grobel, dice al respecto: “No escogí ese tema porque me interesara mucho. Fue porque quería escribir lo que yo denominaba una novela real, un libro que se leyera exactamente igual que una novela, sólo que cada palabra de él fuese rigurosamente cierta”.

Así, la película nos introduce en un viaje a la obsesión. Capote se nos muestra como un personaje tenaz, pero también manipulador y dispuesto a todo con tal de conseguir su objetivo. Consigue que los asesinos lo incluyan en su lista de visitas, prometiendo que va a ayudarles. Sin embargo, lo que pretende es escuchar su historia, conocerles e indagar en sus motivaciones. Y la relación que llega a mantener, sobre todo con uno de ellos, Perry Smith, le sume en dolorosos remordimientos, pues es consciente de que le ha mentido en más de una ocasión para poder conseguir sus fines. Cuando por fin escucha de sus labios el relato de los crímenes, dejará de ayudarles en las apelaciones. Parece caer sumido en una especie de enfermedad, como si se escondiera en un agujero, consciente de que si no se cumple la sentencia de muerte no podrá acabar el libro.
La película mantiene el interés en todo momento y está narrada con un ritmo sosegado. Su fotografía es sobria. El conjunto, en general, es de una elegancia y factura impecable.

sábado, abril 07, 2007

Parábola de los talentos


Una antología de relatos de escritores jóvenes e inéditos. Uno de los autores es Matías Candeira, amigo de este espacio. A través de su blog y del correo electrónico, anunció a bombo y platillo la presentación del libro en “La casa encendida” de Madrid. Por fortuna, las circunstancias me permitieron asistir a dicho acto.
Me senté en la última fila. El salón estaba abarrotado de gente, lo cual demuestra la eficacia de internet como medio de comunicación. Recuerdo que asistí a la presentación de un libro de Lorenzo Silva en la Fnac de Valencia y entre todos sumaríamos, poco más o menos, unas diez personas. En el salón de “La casa encendida” calculo que rondaríamos la centena, y no creo que exagere demasiado, por muy malo que sea calculando, que lo soy.
El acto estuvo lleno de frescura y de ilusión. Los autores subieron por turno al escenario y dijeron una palabras, casi unánimemente de agradecimiento, como si fuera una entrega de premios, y no era para menos, pues que te publiquen, en contra de lo que mucha gente piensa, no es algo fácil, por eso cuando ocurre el autor se siente emocionado y agradecido. Tímidos, ilusionados y simpáticos, amenizaron el acto. Cuando acabó saludé a Matías, pese a que tuve la tentación de permanecer en el anonimato. También salude a Ángel Zapata, lo cual me hizo mucha ilusión. Y también estaba Fernando Jáuregui, atento a la intervención de Ignacio Jáuregui, quien, por cierto, fue el que pronunció uno de los discursos más divertidos, pese a su brevedad.
Un acto de altura, como se puede comprobar.

“Parábola de los talentos” es un libro desigual, como no podía ser de otra manera, ya que incluye autores con muy diferentes inquietudes, y no digo esto como algo negativo, pues su lectura resulta interesante, sino como un elemento característico del libro, donde encontramos fantasía y realidad, humor y drama, ejercicios de estilo, anécdotas que encierran un secreto y otras que se quedan vacías. Un conjunto heterogéneo también en los resultados. Añadiré que no es suficiente para saber cuántos de estos autores se harán con un mundo propio y tendrán algo que decir en el futuro. Como aspectos a corregir, bajo mi punto de vista, ciertos elementos que aparecen en algunas narraciones para luego quedarse perdidos, sin significado, o cierta información prescindible y que resta sorpresa a lo que se cuenta. Por otra parte, me ha llamado la atención que los modelos tienden más a Cortázar, a Calvino, a Borges… que a autores como Carver o Tobías Wolff. Yo diría que he encontrado más “realismo mágico” que “realismo sucio”.

Los autores aparecen ordenados por orden alfabético. El primero es Matías Candeira, de quien se publican tres relatos, imaginativos, muy bien escritos, con cierto toque fantástico en dos de ellos: el desamparo de esa familia que afronta el final de su nevera como si se tratara del fallecimiento de uno de sus miembros, o el hombre que vive sumergido en un barreño. Yo prefiero el tercero, “Teatro”, por su simplicidad. Maria José Codes narra un reencuentro con el pasado. Un relato de recuerdos y de aire nostálgico. Los dos relatos de José Delclaux son exagerados, en ellos juega con los contrastes. La terrible conversación en un contexto de inexplicable normalidad, o el dolor del honor herido ante la inminencia del Apocalispsis. Un autor con un ácido humor negro y un trasfondo moral. Aldara Fernández de Córdova presenta dos relatos en los que la tragedia irrumpe en una felicidad edulcorada, de forma inesperada, con un árbol de Navidad que aparece en el jardín en pleno mes de julio o con la desaparición de una mascota. Elena González, por su parte, nos habla en sus trabajos del contraste entre el mundo rural y el urbano. La reivindicación de lo natural frente a lo artificial. Los dos relatos de Elena del Hoyo hablan de secretos, de deseos que parecen esconder algo más debajo de su ambigüedad. Ignacio Jáuregui, nos ofrece una aventura en el desierto, de corte clásico, y un ejercicio de estilo; eso sí, ambos caracterizados por el sentido del humor y un ritmo sostenido. Julio Jurado, presenta unos relatos de género fantástico, aunque el primero estaría más cercano al terror. Juan Carlos Márquez propone otro juego literario, quizá el más original y arriesgado, de estilo pulcro y temática cercana a los sueños y a la locura. Inés Mendoza juega en sus relatos con la perplejidad. El primero es una historia sobre una obsesión y el segundo una fantasía simpática. José Luís Pereira presenta dos relatos que consiguieron conmoverme. Historias llenas de aciertos, impecables, con cuidado de los detalles, y en las que los elementos perturbadores no son gratuitos, sino que otorgan densidad al conjunto. Enrique Triana, por último, ofrece dos historias muy dispares: una bastante gore y otra más clásica y, para mi gusto, mejor elaborada, aunque ambas igualmente opresivas, asfixiantes.

Les deseo la mejor de las suertes a todos ellos.