lunes, junio 27, 2011

El discurso del rey


La épica se encuentra en la lucha contra nuestras limitaciones. El discurso del rey es un auténtico thriller en el que el malvado rival que hace la vida imposible al protagonista es su propia tartamudez, defecto enormemente importante para alguien que está obligado a dar discursos solemnes. La relación del rey Jorge VI con un particular instructor, Lionel Logue, que le ayudará a dominar el problema, es la base sobre la que se sustenta el film. Dos antagonistas unidos por un fin común, preparándose para lo que ha de ser la prueba de fuego, el discurso más importante, aquel en el que se informa al pueblo inglés del inicio de la guerra con Alemania. No pueden cometerse fallos en un momento así. Gran película, rodada de una forma amena, con momentos divertidos y siempre respetuosa con los personajes. Tanto Colin Firth como Geoffrey Rush están enormes en sus interpretaciones, y lo mismo para Helena Bonham Carter.
Acaba de editarse en DVD.

lunes, junio 20, 2011

Lo que fue de nosotros


Carlos Manzano es uno de esos escritores que realiza su labor discreta pero incansablemente, un narrador nato con una prosa estilísticamente muy cuidada. Tiene dotes más que suficientes para que su nombre aparezca siempre que se hable de autores que han de tenerse en cuenta. Gente con mucho menos mérito y menos capacidad anda por ahí haciendo mucho ruido. Y es que a veces la literatura se mueve al ritmo de esos ruidos, de lo que uno sea capaz de gritar. Es muy difícil que un libro, por sí solo, por bueno que sea, se abra camino. Es necesario un golpe de suerte muy grande. Y es una pena. Hay que destacar este tipo de obras y este tipo de escritores. Y no sólo cuando al autor le acompañe una circunstancia personal que pueda resultar cuanto menos “curiosa”, como un trabajo en una fábrica o conduciendo un autobús, por decir algo, sino cuando realmente el libro tenga méritos suficientes para ser recomendado sin dudas ni rubores, con la seguridad de que quien se acerque a ese libro no va a salir defraudado y se va a encontrar con una lectura estimulante.
Carlos Manzano nació en 1965, en Zaragoza, es autor de las novelas “Fósforos en manos de unos niños”, “Vivir para nada” y “Sombras de lo cotidiano”, publicados todas ellas por la editorial Mira. También es autor de la novela corta “Las fuentes del Nilo”, que resultó finalista del I Premio Letras de Novela Corta en 2003, de “El desierto”, que fue ganadora del I Concurso Literario Villa de Benasque, y de la novela “Lo que fue de nosotros”, editada por ediciones Nuevos Rumbos. Manzano, hombre de gran curiosidad y voracidad literaria es también el coordinador de la revista digital “Narrativas”.
Me llevé el libro “Lo que fue de nosotros” en el viaje que hice hace poco a Alicante. La lectura del libro de Carlos Manzano me absorbió de inmediato, en cuanto leí las primeras frases:
Hay tragedias que nunca se superan. La muerte de un hijo, por ejemplo. O peor aún: su asesinato cobarde. Un asesinato sin culpables, un crimen nunca aclarado, sin nadie sobre quien verter tu odio, tu rabia, tu resentimiento inagotable. Sé muy bien de lo que hablo: a mi hijo de tres años lo mataron salvajemente porque sí, sin motivo alguno, por el simple placer de matar.
Un principio así te corta la respiración y te obliga a cambiar de postura en el asiento (al menos eso me ocurrió a mí) y seguir leyendo. La primera parte alterna las voces de los padres del niño asesinado, que se han separado y han decidido afrontar la desgracia desde posiciones muy diferentes. El padre, obsesivo, ha tenido incluso que pasar una temporada en un psiquiátrico. La madre, por su parte, se rebela contra la vida ordenada que ha llevado siempre y se lanza a una experiencia sexual que no parece tener un rumbo definido. La segunda parte de la historia está narrada por el policía encargado del caso, cercano a la jubilación y obsesionado no sólo con el asesinato sino también por la madre del niño. Y, por último, la tercera parte recupera las voces del padre y la madre para cerrar la trágica historia.
Un libro breve, de apenas un centenar de páginas, que nos habla de cómo sobrevivir a una tragedia, del rumbo que damos a nuestras vidas, de las recónditas razones que a veces guían nuestros actos. Una novela que se lee de tirón.



Su libro anterior, “Sombras de lo cotidiano”, tiene como protagonista a un escritor cuyas obras son rechazadas por falta de vigor y vacío argumental, lo cual le mueve a buscar un tema real sobre el que escribir: el crimen de una familia en Valladolid que fue llevado a cabo, al parecer, por la joven asistenta del hogar, aunque sin que se sepan los motivos que la empujaron a tal atrocidad. Así que el escritor pide vacaciones en su trabajo y se desplaza a Valladolid, dispuesto a indagar en esa historia. La primera noche que pasa en esa ciudad conoce a una perturbadora mujer con la que vive una impetuosa relación. A partir de este momento, la trama, disfrazada de novela negra, indaga en el interior de su personaje y en las cuestiones que rigen nuestra existencia y nuestro destino.
Como dice el protagonista de este libro: Lo importante es el hecho mismo de escribir, es lo que te ayuda a reconciliarte contigo mismo.

domingo, junio 12, 2011

Feria del Libro 2011


Este año se complicó todo y sólo pude estar en la Feria del Libro de Madrid un día. El sábado día 11 realicé un viaje relámpago aprovechando una de las ofertas del AVE y me planté en Madrid. El día fue extremadamente caluroso y la Feria me resultó más larga que otros años. No es de extrañar que por la noche tuviera que poner los pies a remojo.

Me llevé una mochila vacía y la traje llena de libros. Ninguno de un autor alemán, pese a que la Feria estaba dedicada este año a la literatura alemana. Lo cierto es que no percibí ninguna presencia de autores alemanes por allí. En cambio, la que sí visitó el parque del Retiro para firmar infinidad de libros fue Isabel Allende.



La cola de gente esperando una firma suya era, por decirlo de algún modo, escalofriante.



Sentía que debía aprovechar al máximo el tiempo. Estuve consultando los autores que iban a firmar ese día. Bueno, los que aparecen en la lista porque la experiencia dice que luego se encuentra uno con gente firmando que, en principio, no estaba anunciada en ninguna parte. Belén Gopegui firmando su último libro, “Acceso no autorizado”. Elvira Lindo firmaba una recopilación de sus artículos, “Don de gentes”. Rosa Montero, su último libro, “Lágrimas de Lluvia”. Antonio Muñoz Molina, Leopoldo María Panero, Manuel Vicent, Mario Muchnik, Rafael Reig, Benjamín Prado, Lorenzo Silva o Jimina Sabadú, autora de la novela “Celacanto”, ganadora del XVI Premio Lengua de Trapo de novela, entre otros muchos.



Por supuesto, había autores muy solicitados, como Matilde Asensi, María Dueñas, Kate Morton, Javier Sierra, Albert Espinosa, que sigue siendo uno de los más vendidos con su libro “Si tú me dices ven lo dejo todo, pero dime ven”, título extraño donde los haya, Megan Maxwell, Care Santos... También caras conocidas de la televisión, como Nuria Roca o Javier Sardá.




Aproveché para visitar la caseta en la que se encontraba la editorial Traspiés. Allí estaba mi libro y todos los títulos de la colección Vagamundos, entre ellos los dos últimos lanzamientos: “Lecturas y lugares”, de José Luis García Martín, y “Una sombra en Pekín”, de José Ángel Cilleruelo. Me llevé estos dos títulos, firmados amablemente por sus autores.




También compré el último libro de Manuel Longares, “las cuatro esquinas”, en el que reúne cuatro historias ambientadas en Madrid.



El libro de cuentos de Irene Jiménez, “La suma y la resta”, editado por Páginas de Espuma. Éste es su cuarto libro de cuentos, después de “La hora de la siesta”, “El placer de la Y” y “Lugares comunes”. Una autora de la que había oído hablar mucho y que tenía ganas de conocer.



La novela de Esteban Gutiérrez Gómez, “La enfermedad del lado izquierdo”, editada por Eutelequia, que narra la historia de un hombre que se rebela contra una existencia excesivamente programada. Uno de esos libros que se está dando a conocer gracias al boca oreja de sus lectores.



Y, por supuesto, aproveché para comprar el último libro de Miguel Ángel Zapata, “Esquina inferior del cuadro”, editado por Menoscuarto. Al parecer, Zapata, que ya había publicado dos recomendables libros de microrrelatos en la editorial Traspiés, “Baúl de prodigios” y “Revelaciones y magias”, reúne en este nuevo libro historias de mayor extensión cuyos protagonistas, según cuenta la sinopsis, aparecen esquinados, fuera de lugar, ajenos a su tiempo y sus deseos.



Además tuve la suerte de poder encontrarme allí con amigos como Pepe Cervera, José Ángel Barrueco, Francisco Javier Torres, Fernando Valls, José Antonio López, Juan Jacinto Muñoz Rengel... y de conocer a Jesús Ortega, autor del libro de relatos “El clavo en la pared” (Cuadernos del Vigía), a David Roas, cuyo último libro se titula “Distorsiones” (Páginas de Espuma), y a Luis Argeo, cineasta y escritor de guías de viaje.

El año que viene espero poder estar más tiempo, tomármelo con un poco más de calma y, con suerte, disfrutar de una Feria muy especial.


viernes, junio 03, 2011

Network


En 1976, Sidney Lumet dirigió una película sobre el mundo de la televisión titulada Network, que llevaba al límite lo que supone para los medios de comunicación su sometimiento a los índices de audiencia, imaginando qué barreras morales podrían saltarse amparándose únicamente en lo que quiere ver la gente. Aquí se estrenó con el subtítulo Un mundo implacable. El guión era de Paddy Chayevsky, y se dice que se inspiraba en el caso real de la presentadora Christine Chubbuck, que se suicidó en directo en su programa.
Un film más que recomendable, con unas interpretaciones excelentes y una carga de denuncia social que se echa de menos en el cine actual. No sólo los medios de comunicación salen mal parados en esta película, también algunos personajes, víctimas de su ambición y que no dudan en justificar sus actos con el argumento de la “profesionalidad”. El caso es que todo lo que plantea Network sigue siendo aplicable en la actualidad, y no es difícil darse cuenta de que algunas cosas incluso han empeorado.
Network cuenta la historia de un presentador de televisión que anuncia que se suicidará en directo, ya que le han comunicado que van a cesarle debido a las bajas audiencias. De inmediato, el programa se convierte en un éxito y las posturas de los directivos de la cadena empiezan a enfrentarse. Unos dicen que hay que retirar al presentador y convencerlo para que se someta a tratamiento, pero otros sostienen que lo más inteligente es explotar este nuevo “filón” y convertir al presentador en una especie de predicador. Con esta premisa, la denuncia sobre los maquiavélicos intereses que pueden determinar la toma de decisiones en un medio de comunicación es demoledora.
Me gustaría colgar uno de los monólogos más impactantes del film. Sólo lo encontré en versión original subtitulado en francés, pero debajo del vídeo está el texto en español. Un discurso que también sigue vigente, especialmente en estos momentos de indignación ciudadana.





No tengo que decirles que las cosas están mal, porque todo el mundo lo sabe. Hay crisis. Mucha gente está sin empleo o con miedo de perder el que tiene. Con un dólar se compra por valor de un centavo, los bancos quiebran, los tenderos guardan un revólver en el cajón, lo maleantes andan sueltos, nadie sabe qué hacer. Y, lo que es peor, no se ve una solución. El aire es tan malo que no se puede respirar, y los alimentos tan malos que no se pueden comer. Seguimos sentados ante el televisor mientras un locutor nos cuenta que durante el día ha habido quince homicidios y sesenta delitos violentos, como si eso fuera lo más corriente del mundo.
Sabemos que las cosas están mal. Peor que mal: están locas. Todo en todas partes se vuelve loco y ya no queremos salir a la calle. Nos quedamos en casa y lentamente el mundo en que vivimos se empequeñece y sólo decimos: “por favor, dejadme vivir tranquilo en mi living, dejadme con mi tostadora, con mi radio, mi televisor y mis electrodomésticos y no diré nada, dejadme en paz”.
Pues yo no voy a dejarles en paz. Quiero que se irriten conmigo. No que protesten ni que hagan manifestaciones, ni que escriban a su diputado, porque yo no sabría decirles qué es lo que deben escribir. No sé qué hacer con la crisis, ni con la inflación, ni con los rusos, ni con el crimen en las calles... Lo único que sé es que tienen ustedes que montar en cólera. Tienen que decir: ¡Soy un ser humano, maldita sea! ¡Mi vida tiene un valor!
Quiero que ahora se levanten todos, que se levanten todos de sus sillones, quiero que se levanten todos y que vayan a sus ventanas, que las abran y que saquen la cabeza gritando: ¡Estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo!
¡Estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo!
¡Estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo!