domingo, noviembre 05, 2006

Una discusión

El bar está casi vacío. Una pareja de unos cincuenta años comparte una botella de vino en una mesa junto a la ventana. En la barra, un hombre apura su tercer vaso de whisky. El barman seca unos vasos con un trapo. El hombre de la barra dice que va a aclararle las cuentas a alguien.
—Le daré una buena patada en el estómago, así aprenderá que nadie puede hablarme como él lo ha hecho. Nadie. No, señor.
El barman le dice que la violencia no arregla las cosas. Se lo dice con tono conciliador. El barman es un hombre grueso y en su rostro uno puede darse cuenta que está acostumbrado a tratar gente con problemas.
—La violencia sólo genera violencia. No soluciona nada. Nunca.
El hombre de la barra le mira. Da un golpe seco con el vaso y acusa al barman de decir eso porque le da miedo que le rompan la cara.
—Se nota que no sabes pelear.
—Todo se arregla más fácilmente hablando.
—Tú ni sabes hablar ni sabes pelear. Sigue fregando cacharros y cierra la boca.
El barman deja lo que está haciendo y sale de detrás de la barra. Le dice al cliente que no le consiente que le hable en ese tono, ante lo cual el cliente lo insulta. El barman aprieta los puños y levanta la voz, advirtiendo otra vez que no le gusta que le hablen en ese tono. El cliente se pone en pie, tira al suelo el taburete sobre el que estaba sentado y se encara con el barman. En un momento dado, se abalanza sobre él y lo empuja. El barman le devuelve el empujón. Todo se precipita de pronto. El cliente saca una navaja e intenta clavársela al barman quien, por su parte, salta hacia atrás esquivando el golpe. La pareja que estaba bebiendo vino se levanta y huye a la calle. El barman corre detrás de la barra y reaparece empuñando una escopeta y, sin pensarlo, le pega dos tiros al cliente. Le alcanza en el cuello y en el pecho. El hombre cae hacia atrás y la sangre comienza a correr por el suelo.
En ese momento, el barman se da cuenta de lo absurdo que resulta lo que acaba de ocurrir. Queda paralizado un momento y, de repente, se echa a reír.
Es así como lo encuentra la policía.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Está estupendo, Miguel. En algún momento quizá habría pausado más la acción, con frases más secas, para acrecentar la tensión. Quizá potenciaría los elementos ambientales -darle un poco más de atmósfera al bar- para que quedara niquelado.
Sólo son apreciaciones personales, y muy probablemente no debas tocarlo más.
Por lo demás, tiene cierta sequedad que me gusta mucho.

Clarice Baricco dijo...

Fuerte y duro.

La inteligencia emocional quedó en el suelo y en un risa.
No la conocían ellos.

El Miope Muñoz dijo...

Coincido con M en esa sequedad narrativa, yo lo llamaría (si se me permite) perplejidad casi, por eso me gusta tanto.

pies diminutos dijo...

Puf! Genial, muy contundente, la historia y el mensaje... hasta las últimas líneas no sabía si era realidad o ficción. Me gusta la tensión "in crescendo". Y, sobre todo, me gusta el veloz contraste que se produce entre palabras y acción. En unas pocas líneas se pasa de condenar la inutilidad de la violencia a hacer uso de ella.


Un saludo!

Andrea González-Villablanca dijo...

TENSIÓN HASTA EL FINAL...
¡¡¡BUENÍSIMA!!!
SALUDOS
ANDREA

Rosa Silverio dijo...

Querido Miguel:

Me gustó tu cuento. Todo transcurre rápido y lo cuentas con precisión, sin adornos, con agudeza.

anilibis dijo...

Muy bueno, Miguel. Creo que compartimos la misma teoría: todos somos lobos disfrazados de cordero.

Anónimo dijo...

Excelente, sencillo y de fácil lectura, pero con la complejidad de la mente humana. Me gusta.

Miguel Sanfeliu dijo...

M, gracias por tu opinión. Tienes razón en lo que dices. Pero tampoco la anécdota daba mucho más de sí.

Clarice, a veces, las circunstancias pueden llevarte justo a donde no querías ir.

Alvy, me alegra que apreciéis esa sequedad. Buscaba contundencia.

Pies Diminutos, me alegra que te guste.

Andrea, saludos también.

Rosa, eso pretendía, prescindir de los adornos.

Anilibis, en efecto. Todo el mundo es capaz de hacer casi cualquier cosa si se dan las circunstancias adecuadas. Eso creo.

Anónimo, gracias por dejar tu opinión.

Un saludo a todos.

Francisco Ortiz dijo...

Muy bien, Miguel: concisión narrativa y plasmación de imágenes que se suceden a buen ritmo. Y nos dejas una meditación de manera certera con esa sonrisa que es contradictoria y muy, muy definitoria. Quizá de todos los relatos tuyos es el que más me gusta.

Elena dijo...

Muy buen relato, Miguel. Imaginaba la reacción del barman, pero me ha gustado mucho. Una historia absurda y macabra a la vez. Como la vida misma a veces, ¿no?
Un abrazo

Miguel Sanfeliu dijo...

Francisco, gracias. Concisión narrativa y plasmación de imagenes, son dos buenas características que procuro potencias en mis textos, aunque no siempre lo consiga.

Perdidaentrelibros, a veces las cosas más nimias pueden tener consecuencias desastrosas. Me alegra que te haya gustado.

Saludos.

sfer dijo...

Me encantó, simplemente. Hay cosas sobre las que no hace falta dar rodeos.

Miguel Sanfeliu dijo...

Muchas gracias, Sfer. Aprecio mucho tu opinión. Un saludo.