domingo, noviembre 30, 2008

Algunas notas

Las cosas se mueven deprisa en el mundo literario. Se observa gran actividad y, últimamente, se han producido diversos acontecimientos que merece la pena repasar.

En estas fechas tiene lugar la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), una de las más importantes de cuantas se celebran en el mundo. En esta ocasión se va a homenajear la figura del escritor Carlos Fuentes. De momento, ha arrancado concediendo el Premio FIL de Literatura 2008, dotado con 150.000 dólares y que otorga la Asociación Civil del Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, a Antonio Lobo Antunes.

El Premio Nacional de las Letras, dotado con 40.000 euros, ha sido para el escritor Juan Goytisolo quien, según el artículo aparecido en ABC, declaró: “Es una noticia, ni buena ni mala, sólo una noticia. A mi edad, ningún premio hace ilusión. Me lo han dado y punto. Igual me sentiría si hubiese sido el premio Cervantes. No soy grosero, ni tampoco quiero ser descortés, pero no me produce ninguna emoción recibir un premio. Acabo de llegar de México, y lo que realmente me apetecía en estos momentos era dormir un par de horas y darme un buen baño”. Juan Goytisolo es autor de una extensa obra entre la que se encuentran “Señas de identidad”, “Duelo en el paraíso”, “Makbara” o “Paisajes después de la batalla”, entre otros.

El Premio Cervantes, dotado con 125.000 euros, ha sido este año para el escritor Juan Marsé, lo cual ha caído muy bien al mundo literario en general, ya que Marsé es, sin discusión, uno de los autores más importantes de nuestras letras. Se mantiene la alternancia entre un autor hispanoamericano y uno español, ya que el año pasado lo obtuvo Juan Gelman. Entre los candidatos de este año figuraban Nicanor Parra, Bryce Echenique, Mario Benedetti, Ana María Matute, Caballero Bonald, Francisco Nieva y Javier Marías, entre otros. En esta edición se ha cambiado la composición del jurado, dándosele mayor relevancia a gente de las letras en detrimento de aquellos relacionados con instituciones públicas. Juan Marsé, autor de títulos ya clásicos como “Últimas tardes con Teresa”, “Encerrados con un solo juguete”, “Si te dicen que caí”, “Ronda del Guinardó”, “El embrujo de Shanghai” o “Rabos de lagartija”, se mostró ilusionado por el galardón, aunque puntualizó que la literatura no tiene nada que ver con los premios.

No deja de resultar curioso que Juan Marsé y Juan Goytisolo sean los dos únicos escritores españoles que hayan recibido el Premio FIL de Literatura, según compruebo en la lista que aparece en la página de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Otros premios que se han concedido recientemente son los siguientes:

El premio Herralde de novela 2008 recayó en su última edición en el mexicano Daniel Sada, por su obra “Casi nunca”. Y el finalista fue Iván Thays con “Un lugar llamado Oreja de Perro”. Thays es el autor de uno de los mejores blogs literarios de la red: “Moleskine”. Ayer fui a comprar su libro. No lo encontraba, pregunté por él y un dependiente fue a la sección de narrativa extranjera y me entregó uno de los tres ejemplares que allí había. Le hice notar que el autor era peruano y que debería estar en la sección de narrativa española y latinoamericana. Dijo que alguien se habría equivocado y se marchó sin cambiar los libros de sitio.

El premio internacional de novela “Luis Berenguer”, concedido por el Ayuntamiento de Cádiz ha sido para el escritor Javier Puebla por su novela “La hija de la cucaracha”. Javier Puebla se dio a conocer en 2004 al quedar finalista del premio Nadal con su novela “Sonríe Delgado”.

El Premio de Narrativa Antonin Artaud ha sido para el libro “Pétalos y otras historias incómodas”, de Guadalupe Nettel, un libro de relatos que leí hace unos meses y que me pareció muy interesante.

El premio de Narrativa “Dulce Chacón” ha sido para “Crematorio”, de Rafael Chirbes.

Y dos premios de poesía: el Premio internacional de poesía Claudio Rodríguez ha recaído en Ángel Petisme, por su poemario “Cinta transportadora”. Y Cristina Peri Rossi ganó el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe.



Por otra parte, y cambiando de tema, el viernes hubo en Madrid dos actos de los que me quiero hacer eco.

En la librería “El bandido doblemente armado” se presentó la colección “Vagamundos”, de la editorial Traspiés, una colección de libros ilustrados. Los dos primeros títulos publicados son: “Donde sueñan los tigres”, de Ana Ayuso, y “Una humilde propuesta”, de Jonathan Swift, ilustrados por Juan Gonzalo Lerma y Sergei Furst respectivamente.

Y en el Bukowski Club se presentó el último libro de Carlos Salem, una recopilación de relatos que lleva por título “Yo también puedo escribir una jodida historia de amor”. La primera novela de Carlos Salem, “Camino de ida” fue distinguida en la Semana Negra de Gijón como la mejor primera novela negra publicada en español este año.

Termino aquí este breve repaso a algunos de los acontecimientos literarios de los últimos días.

domingo, noviembre 23, 2008

La marca de Creta


Óscar Esquivias nació en Burgos en 1972 y tiene ya una considerable obra publicada, destacando quizá su trilogía, compuesta por los títulos: “Inquietud en el Paraíso”, “La ciudad del Gran Rey” y “Viene la noche”. También había cultivado el género del cuento, por supuesto, pero hasta ahora no había reunido sus relatos en un volumen. El libro se titula “La marca de Creta” (Ediciones del Viento) y ha sido merecedor del “V Premio Setenil”, en el que un jurado presidido por José María Merino eligió el mejor libro de relatos editado entre abril de 2007 y abril de 2008. En el acta del premio se dice: “estos dieciséis cuentos demuestran la enorme variedad de intereses y registros de Esquivias y su capacidad para sugerir en pocas páginas la inagotable riqueza de la vida”.

Son relatos independientes entre sí, entrelazados por el estilo pulcro y cuidado del autor, porque Oscar Esquivias escribe con precisión de cirujano y, si en sus novelas puede dejarse llevar por la historia en algunos momentos, en los relatos se muestra contenido y exacto. “La marca de Creta” es un libro que se disfruta de principio a fin, un libro francamente recomendable y una buena manera de conocer a un autor de trayectoria imparable y que, seguro, aún tiene que dar mucho que hablar. Un autor discreto que no necesita nada más que su trabajo para ganar lectores.
En sus historias subyace siempre una preocupación por las relaciones humanas, centradas en la familia, la pareja y la amistad. Sus personajes alcanzan una sorprendente consistencia y se mueven en un mundo convencional, entre imposturas y relaciones forzadas, buscando su propia identidad.

“Maternidad” nos cuenta la historia de una mujer que acoge en su casa a un muchacho que busca una habitación de alquiler y llama a su puerta por error, una relación que irá poco a poco adaptándose a la que mantendría cualquier madre con su hijo. En “El padre del fotógrafo” es el hijo quien acoge en su casa al padre ya anciano, un padre no querido con quien se establece una relación fría, cargada de rencor. “La reina del puré”, pese a su brevedad, ofrece una demoledora estampa familiar. “El origen de las especies” se centra en la relación de dos mujeres que manifiestan sus enfados dejando de realizar las tareas del hogar; y cuyas reconciliaciones se sellan con agotadoras jornadas de limpieza, lo cual constituye un eficaz recurso para que Esquivias nos hable del deterioro de su convivencia. “Formas de morir” narra las consecuencias en una familia de la trágica muerte del padre. “El sistema de la tragedia” se centra en la llegada de un hombre a la vieja casa familiar, tras el fallecimiento de la madre, para hacerse cargo de los bienes, y en el enfrentamiento con su hermana. Otras historias, como “Las fiesta más divertida” o “Hijos de Dios” hablan del proceso de madurez, de la salida del refugio familiar para enfrentarse al mundo. Historias y personajes que se nos presentan con gran realismo, historias que crecen más allá de su extensión en el libro, que van recorriendo diversas etapas de la vida y que parecen ordenarse respetando un orden biológico para finalizar con el relato más extenso de todos, el que da titulo al libro, “La marca de Creta”, que se centra en las reflexiones de un anciano que realiza una peculiar valoración de su existencia. Pero en este recorrido que he señalizado destacando unas cuantas historias, hay mucho más: personajes tangenciales, relatos que parecen salirse del esquema marcado para mayor riqueza del conjunto, como “Biológicas: una lectura providencial”, que cuenta la historia de una mujer capaz de predecir el futuro de los recién nacidos de su localidad que, por una u otra causa, van a alcanzar la celebridad. Un libro en el que tiene un lugar destacado el tono distanciado del narrador, punteado con dosis de un humor amargo.
Si en las historias de Esquivias destacan sus personajes, no es menos cierto que ocupa un lugar relevante también la ciudad en la que se mueven. Burgos y su entorno se convierten en otro de los motivos conductores del libro. Motivos que se cruzan, como si de una partitura musical se tratara, en el recorrido hipnótico que nos brinda la prosa rica, elaborada y amena del autor.


viernes, noviembre 14, 2008

Encuentros

Desde que terminé el servicio militar, hace ya más de veinte años, nos habremos encontrado unas cinco veces. Esto quiere decir que nos vemos, aproximadamente, una vez cada cinco años. Vamos cambiando, nuestro pelo se va volviendo cano, o va cayendo, y de año en año ganamos kilos de más. Pero la alegría de nuestros encuentros es sincera. Son breves, porque él va conduciendo o voy conduciendo yo, y apenas nos da tiempo a intercambiar un par de frases, pero cuando se aleja me queda una sonrisa en el rostro que perdura bastante tiempo. El otro día lo volví a ver. Un taxi se detuvo a mi lado, bajó la ventanilla y escuché su saludo: “¡Qué pasa, pues!”

Hicimos la mili en Zaragoza, y allí se escuchaba mucho el “pues” como muletilla, de modo que el saludo es una referencia a lo que nos une: nuestra estancia en el cuartel de artillería antiaérea de Garrapinillos. Él era el peluquero. Recuerdo perfectamente cuando lo designaron para ese puesto. Era un muchacho alto, de ademanes bruscos, que no quería ser peluquero de ninguna forma, pero en aquella situación pocas cosas eran discutibles. Sin embargo, al poco tiempo, cuando paseabas con él por el cuartel, decía: “¿ves a ése?” y a continuación exclamaba: “A ése le corté el pelo yo; ¿a que está bien?”
Era una persona que siempre veía el lado positivo de las cosas. Siempre lo he visto con una enorme sonrisa iluminándole la cara.

Cuando iba de permiso a casa, su madre le contaba a todo el mundo que era peluquero y se pasaba el fin de semana cortando el pelo a los hijos de las vecinas. Nos lo contaba riendo. Yo pensé que era posible que se pusiese a trabajar de peluquero al acabar la mili, pero no fue así. La primera vez que lo encontré conducía un camión de reparto de refrescos. Me lo enseñó con orgullo, siempre contento, siempre riendo.

Ahora conducía un taxi. Me asomé y vi su rostro sonriente. Le estreché la mano. Me dijo que había cambiado el camión por el taxi. Le dije que mi hija mayor cumplía ese mismo día quince años. Nos alegramos de vernos y nos separamos. El semáforo se puso en verde y lo vi alejarse. Quedé mirándolo, con media sonrisa en la cara, con ganas de haber charlado más rato con él, preguntándome cuándo volveríamos a vernos.
Luego, no sé por qué, me dio por pensar que llegará un momento en que ya no nos encontraremos más, y probablemente no seremos conscientes de ello.

viernes, noviembre 07, 2008

Entradas de cine


Cuenta Medardo Fraile en “Entradas de cine” que Rafael Azcona llegó a escribir un guión sobre la novela “Autobiografía”, de la que destacó su erotismo.

“Lo hizo en 1989 con el título de El Laberinto, y se encargó él mismo de buscarle un productor, Eduardo Ducay Berdejo, cuyo último éxito había sido El bosque animado. Ducay me compró los derechos y se puso en contacto con José Luis Cuerda para dirigirla, pero éste, después de aceptar, consideró que una oferta que le habían hecho en televisión era más lucrativa”.

¿Qué habrá sido de ese guión? ¿Alguien se decidirá a filmarlo alguna vez? Hay muchas historias que se han quedado en el papel, sin llegar a convertirse en película. Pero tal vez, algún día, alguien se decida a rescatar ese guión de Azcona. Será todo un acontecimiento.

Medardo Fraile es un amante de las películas y sigue fascinado con ellas. Medardo es capaz de encandilar a los demás con sus reflexiones. Pero en este libro no sólo habla de cine. En ningún momento adopta una posición elevada o pedante para desgranar aspectos técnicos que los comunes mortales no habremos captado, sino que, por el contrario, nos habla de cine desde la butaca de al lado, aprovechando el tema para hablarnos de sí mismo. El cine y la vida, unidos sin remedio. Desgrana Medardo los recuerdos que le asaltan al ver determinada película, o las reflexiones que le suscita cierto elemento fílmico, su forma de ver el mundo, su vida ligada a las imágenes cinematográficas, las películas como parte de la propia biografía.
El cine se ha convertido en elemento importante de nuestra educación, de nuestra formación personal. Momentos, ideas y opiniones pueden ir ligados a una determinada escena, a una línea de diálogo.

Muchos de los artículos reunidos en este libro fueron publicados en la revista “Nikel Odeon”, otros en ABC, añadiendo uno publicado en “Lateral” y dos conferencias que permanecían inéditas. Un conjunto reunido en la primera parte del libro, titulada precisamente “Entradas de cine”, un título, por cierto, que me parece magnífico. La siguiente sección lleva por título “Cortometrajes” y reúne algunos textos publicados en “Diarios del Sur” y, por último, dos “Sesiones de cine” que suceden en los relatos “Ojos inquietos” y “Retorno a lo intangible”, todo un lujo.

Habla con admiración de Jane Fonda: “en Jane Fonda intuimos siempre un resto de virginidad inextinguible, un fondo abierto a las revelaciones, una pasión alerta que busca el milagro de seguir hinchando el globo de colores sin sospechar que se rompa”; de las películas basadas en obras de Hemingway: “es fama que Hemingway, a pesar de su invariable descontento con el tratamiento que el mundo del cine daba a sus obras, jamás se preocupó de ver hasta el final ninguno de los films basados en ellas; o se marchaba antes, o se dormía en la butaca”; de “Volver a empezar”, donde nos cuenta que “el film de José Luis Garci comenzó a volverse, para mí, incómodamente personal”; de Orson Welles, de Marilyn Monroe, de Frank Sinatra o de Buñuel, textos todos amenos y directos que, con humor, trascienden los límites del artículo y nos llevan más allá, hacia el espacio que se comparte con un amigo, el terreno neutral de una agradable charla.

“Cuando se dice que un film [...] es el más bello que uno ha visto en la vida, debería llegar más lejos, hasta sorprenderse de esa afirmación e indagar los porqués del entusiasmo, no tanto en la factura del film como en uno mismo, tratando así de conocerse mejor”.

El pasado 24 de Octubre se presentó el libro en el Círculo de Bellas Artes, en Madrid. Medardo Fraile estuvo acompañado por José Luis Garci, Lourdes de Orduña, Juan Cobos y Antonio Huerga. Entre el público, Eduardo Torres-Dulce, Angelina Lamelas, Ángel Zapata, etc. La sala estuvo abarrotada. La charla fue cálida y amena. Fue un privilegio haber podido estar allí.

miércoles, noviembre 05, 2008

El hombre

En 1964, Irving Wallace escribió una novela titulada “El hombre”, que trataba sobre la posibilidad de que un hombre negro llegara a ser presidente de los EE. UU. Este era el texto de la contraportada:

¿Puede un negro llegar a ser presidente de los Estados Unidos? ¿Es posible que logre superar las infranqueables barreras - intereses monopolísticos, grupos de presión, racismo, indiferencia, inoperancia del sistema electoral americano - que indudablemente encontrará a su paso? E incluso en el caso de que consiga franquear todos estos escollos, ¿podrá llevar adelante su empeño de transformar el país, de convertirlo en una auténtica democracia?
En EL HOMBRE, el lector hallará la respuesta a esa serie de interrogantes. Como consecuencia de un terrible accidente, y según prevén las normas de la actual Constitución norteamericana, Douglass Dilman se convierte en el primer presidente negro de los Estados Unidos.
Las repercusiones - públicas y privadas - de esta elección son inmediatas. Dilman, que está en el gobierno pero no tiene el poder, intenta llevar adelante su programa tratando de superar con decisión los problemas nacionales y las crisis internacionales, enfrentándose a la pasividad de ciertos sectores, a la incomprensión de otros y a la abierta hostilidad de sus adversarios.
Combinando hábilmente realidad y ficción, Irving Wallace confirma su talla de excepcional novelista y logra darnos un diagnóstico crítico y contundente sobre uno de los más graves problemas que tiene planteados la nación norteamericana.


Hoy recordé la existencia de este libro, está descatalogado, así que lo he pedido por internet a una librería de segunda mano.

Nadie sabe qué pasará en esta legislatura, cómo podrá Obama resolver la difícil situación que se va a encontrar, nadie sabe si podrá hacerlo, si será un buen presidente o no, pero lo que sí es cierto es que hoy se abre una esperanza, la esperanza de que las cosas puedan cambiar a mejor, y eso es algo que nadie puede negar. Es un día histórico.
Acabo de enterarme del fallecimiento del escritor Michael Crichton, a los 66 años de edad, víctima de un cáncer. Murió ayer, el día de las elecciones estadounidenses.

domingo, noviembre 02, 2008

HFS - Atxaga y Martínez de Pisón

Bernardo Atxaga (seudónimo de Jose Irazu Garmendia) e Ignacio Martínez de Pisón mantuvieron una amena conversación con el periodista Luis Alemany en la Iglesia San Juan de los Caballeros. Ambos escritores tienen una sólida trayectoria literaria. Atxaga es autor de “Obabakoak”, “El hombre solo”, “El hijo del acordeonista”, “Esos cielos”, etc. Martínez de Pisón, por su parte, tiene en su haber títulos como “Alguien te observa en secreto”, “Foto de familia”, “Carreteras secundarias”, “El fin de los buenos tiempos”, “El tiempo de las mujeres”, “Enterrar a los muertos”, “Dientes de leche”, etc.
La charla transcurrió cordial, sin gravedad: fue el encuentro de dos amigos que empezaron a hablar de sus cosas, de su manera de afrontar el reto literario.

Dijo Martínez de Pisón que se siente atraído por la literatura que indaga en la realidad, al modo de Amos Oz en “Una historia de amor y oscuridad” o John Lanchester en “Novela familiar”; una literatura del yo.
Bernardo Atxaga opina que es un error considerar que existe un tema al cual uno se acerca. Es un error de concepto, ya que no es así como se escribe. El libro se va haciendo a medida que se va escribiendo.
Ambos fueron tirando del hilo, intercambiando opiniones sobre el oficio de escribir. Dijeron, por ejemplo, que cuanto más compleja es la realidad, más ayuda en literatura hablar de algo cercano. Se intenta poner orden donde no lo hay. La realidad no se puede explicar.
Un escritor debe intentar siempre huir del cliché. Acudir a la realidad no deja de ser un modo de huir del cliché.

En la elaboración de una obra es muy importante eliminar, valorar los errores. Es necesario observarse desde la distancia. También hace falta tener oído para la prosa, ser capaz de percibir la música. Y, sobre todo, tener claro lo que se quiere contar. Cuando uno tiene claro lo que quiere contar, lo cuenta con sencillez.
También señalaron que se debe huir del efectismo. Es un error eludir lo central e ir por el margen con la intención de crear un efecto sentimental. No se puede eludir el sentimiento, es evidente, pero debe manejarse con cuidado, con sobriedad.

Martínez de Pisón dijo que antes creía que si la novela terminaba mal era mejor que si terminaba bien. Pero un día terminó un libro bien y le gustó. Desde entonces, sus libros terminan bien.
Atxaga quiso profundizar algo más en la idea del sentimiento y, tras pensarlo un poco, dijo que las canciones son sentimentales. Si una canción no habla de amor no la oye nadie. Sonrió y habló de un amigo que se había separado y que, en cierta ocasión, le dijo: “Desde que me separé de mi mujer todo lo que me pasa está en los cuarenta principales”.
El tono resulta distendido, un tanto errático, un punto improvisado.

Piensa Martínez de Pisón que su primer libro de relatos era imperfecto. Habla de personajes pequeños y defectuosos.
Interviene Atxaga y dice que es diferente escribir desde la lejanía, uno se hace más osado, como le ocurrió a Salman Rushdie. Empieza Atxaga a hablar como si pensase en voz alta, como si estuviera aclarando sus ideas allí mismo. Habla de que tuvo que escribir una historia sobre gente que conocía, sobre su entorno y, por la historia, se vio obligado a hablar de la tortura, aunque no quería hacerlo, pero la historia lo requiere y a veces no hay más remedio que dejarse llevar por la historia. Y esas cosas pasan cuando habla de su mundo. No quiere adoptar una postura política, tan sólo hablar de la gente que le rodea. En este sentido, en su literatura existe un “nosotros” limitado. No habla en nombre de todos los vascos, ni mucho menos. En este aspecto sería como cuando a Churchill le preguntaron si le caían bien los franceses y contestó “lo siento, no los conozco a todos”. Definitivamente, ha abandonado el “nosotros”.
Por último habló de lo mucho que le había impresionado el viaje que había hecho recientemente a los EE.UU. Ha visitado reservas indias. El mundo de los Apaches, dijo, mueve a la compasión.

Esta fue la última charla a la que asistí en el Hay Festival de Segovia. Procuraré seguir asistiendo a próximas ediciones y contarles lo que allí vea.