miércoles, diciembre 23, 2009

Felices Fiestas

En estas fechas quiero aprovechar para desearos unas Felices Fiestas y reiteraros mi agradecimiento por estar ahí.

Os dejo con algunos videos.

La canción "We are the world".

Un anuncio.


Y el poema "No te salves", de Mario Benedetti, en la película "El lado oscuro del corazón".


Con mis mejores deseos.

miércoles, diciembre 16, 2009

Muy fashion

En "El Heraldo del Henares" se publicó un relato mío, en la sección de cuentos que coordina Carolina Molina.
Pueden leerlo aquí.
Y la nómina de autores seguirá creciendo.
Pueden seguir el índice aquí.

miércoles, diciembre 09, 2009

El otro mundo



Hilario J. Rodríguez tiene una sobrada trayectoria como crítico de cine y ha publicado diversos libros sobre el séptimo arte. Sin embargo, sus cualidades como narrador son incuestionables. Lo demostró con un libro de relatos titulado “Aunque vuestro lugar sea el infierno” (Ediciones de la mirada, 1998) y posteriormente con el imprescindible “Construyendo Babel” (Tropismos, 2004). Ahora, en este “El otro mundo”, vuelvo a reconocer su particular mirada, su extrañeza ante lo que le rodea y cómo, pese a todo, las cosas se nos presentan con toda contundencia, aunque estén pigmentadas de cierta irrealidad.
Tuve la suerte de leer este libro cuando aún era un mero borrador. Manifesté en aquel momento mi entusiasmo por esta novela y ahora, al verla tan bellamente editada, al sostenerla entre mis manos, dicho entusiasmo se ha redoblado y la he abierto con cuidado y la he vuelto a leer de cabo a rabo, sin remedio, sin poder apartar los ojos de sus frases ni dejar de pasar páginas de un modo compulsivo.
Hilario se mueve en el terreno autobiográfico, pero no se limita a él sino que lo manipula de modo que el lector no llegue a saber qué hay de verdad y qué de inventado en lo que nos cuenta. El personaje principal, Hilario J. Rodríguez, junto a su esposa Eva y su hijo Samuel, emprende un viaje que adquiere dimensiones épicas. La familia se desplaza a Nueva York, donde vivirá un año, quizá huyendo de su propio pasado, quizá buscando un nuevo horizonte que sea capaz de unir lo que parece que se está desmoronando, un lugar donde empezar de nuevo. Allí pretende Hilario, también, escribir una novela. Nueva York se presenta como un lugar mítico, un sitio en el que, en principio, todo parece posible, punto de encuentro de gente de toda nacionalidad y condición, el sitio en el que se cruzan universales dramas humanos.
En una situación tan penosa, sólo podíamos confiar en la literatura. La realidad no nos había servido para establecer un vínculo firme.
La novela que se gestó en ese viaje ha sido escrita, es la novela que el lector tiene entre sus manos, en la que Hilario va desgranando su experiencia y sus dudas. No es una obra autocomplaciente en la que el autor se dibuje como una persona que hace lo correcto, sino más bien todo lo contrario, se observa con dureza, como alguien que duda de sus decisiones, que se culpa por haber arrastrado a su familia a una experiencia que, en ocasiones, les desborda. Si hay algo que transmite la voz narradora es sinceridad, y eso es lo que da credibilidad a todo lo que nos cuenta. Nos habla directamente, mirándonos a los ojos, y lo hace con una prosa exacta que fluye sin tropiezos, encajando las diferentes piezas del puzzle con un estilo directo y muy pulido, sin retóricas, yendo a la esencia de los hechos. Su prosa resulta hipnótica, tiene la capacidad de atrapar al lector. Hagan la prueba cuando vean esta novela en la librería.
Una serie de personajes secundarios van apareciendo, como punteos jazzísticos, Gueloz Nsingui, E. M. Maisel, el anterior inquilino cuya presencia se deja notar aunque él haya desaparecido, y que sigue recibiendo cartas, Tatjana Stankovic, Mary, el inspector Curtis... Historias cruzadas, algunas esbozadas en un capítulo y retomadas más adelante, creando una red de subtramas que hilvanan la materia ficticia y la dotan de una solidez real. La novela tiene una estructura muy cuidada. Se compone de capítulos cortos, algunos de los cuales podrían funcionar como relatos independientes.
La distancia física no es capaz de alejar a los seres humanos de sus preocupaciones, miedos, necesidades y rutinas. No podemos huir de nuestra propia naturaleza. Es imposible dejar atrás lo que no nos gusta. Es lo que apreciamos en este libro que parece pretender atar cabos, como ocurría en la novela de E. Annie Proulx. Y que nos habla también de lo que podríamos denominar la enfermedad de la literatura, capaz de guiar nuestros pasos, de colarse en nuestra vida, interfiriendo con la realidad de un modo irremediable.
Se nombra a W. G. Sebald en varias ocasiones, es una influencia reconocida; también se aprecian ecos de Paul Auster, pese a que éste no aparezca en la narración. El Nueva York de esta historia tiene muchas conexiones con el Nueva York de Auster.
En resumen, este libro es un ejercicio literario de primera magnitud, una lectura que engancha, que emociona y que no deberían dejar pasar.


EL OTRO MUNDO
Hilario J. Rodríguez
Ediciones del Viento – La Coruña
1ª edición: 2009



El libro se presenta el 10 de Diciembre en Madrid, a las 19:00 horas, en la Sala de Ámbito Cultural de El Corte Inglés, calle Serrano, 52.

jueves, diciembre 03, 2009

Presunto culpable

La noticia saltó de repente. Una niña de tres años, maltratada brutalmente, quizá violada, había ingresado en la sala de urgencias de un hospital. Su padrastro fue detenido como presunto culpable. De hecho, en todos los delitos se debe emplear el término “presunto” aunque le demos el tratamiento de “probado”. No me extrañaría que hasta los objetos inanimados empezaran a llevarlo: “el presunto detenido fue presuntamente esposado y llevado presuntamente en un presunto coche de policía”. Es irrelevante. Esos “presuntos” no impiden que alguien sea linchado por la opinión pública en nombre de las buenas conciencias. Para agravar el asunto, la niña fallece a los pocos días. La foto del “presunto” es exhibida en primera plana en casi todos los periódicos: “Este es el rostro del asesino de la niña”. Ni “presunto” ni nada. La indignación es enorme. Y comprensible. Si este hombre hubiera sido soltado a las puertas del juzgado, seguro que habría sido linchado allí mismo.

Pero hete aquí que de repente las heridas del posible maltrato fueron causadas por una caída de un columpio. Las supuestas quemaduras eran reacciones alérgicas. Los desgarros internos fueron producidos por las maniobras de reanimación. Queda probado que no hubo ninguna clase de abuso sexual. El acusado es puesto en libertad sin cargos. Hay que dar marcha atrás de inmediato, entonar el mea culpa. Son las consecuencias de una sociedad mediática en la que hay que correr para ser el primero en dar una noticia. No se puede uno quedar atrás en la actualidad informativa. Todo sucede deprisa y tiene que ser comunicado de inmediato, sin vacilar. A la gente hay que decirle lo que quiere oír. Un caso así no puede dejarse pasar. Hay que exprimirlo. Hablar de la pena de muerte, de la protección a la infancia, rescatar otros temas que nos sirvan para “enriquecer” el debate…

Todo esto me ha hecho recordar una película interpretada por Martin Sheen y dirigida por Mike Robe en 1986 para la televisión, titulada “Noticias a las once”. Narra la historia de un periodista que no está de acuerdo con la política de su cadena: un canal de televisión local que necesita subir sus índices de audiencia y está dispuesto a recurrir al sensacionalismo. El modo en que su jefe quiere presentar el caso de un profesor que ha sido detenido, acusado de abuso a una menor, pone a prueba sus principios. Los dilemas que plantea siguen estando de máxima actualidad.

viernes, noviembre 27, 2009

Celda 211


“Celda 211” es una película que mantiene pegado al espectador a la butaca hasta el final. Tiene un ritmo vertiginoso, los actores están soberbios y la trama es interesante. Además, es una película de género, de género carcelario, y es española. Vaya todo esto por delante.
En general, es bastante corriente que hablar de “género” sirva para menospreciar la obra que se comenta. Esto lo vemos en diversos ámbitos, también en el literario. Y con mayor virulencia si de lo que se trata es de juzgar una producción hollywoodense. Sin embargo, en cuanto al cine español, cuando aparece un buen film de intriga, suspense o terror, se alza la voz para reivindicar su calidad. A mí esto me parece muy bien, desde luego, ya que por lo general no me gustan las etiquetas, y más si sirven para descalificar. “Celda 211” está basada en una novela del escritor Francisco Pérez Gandul, publicada por Lengua de Trapo. La verdad es que abrir el libro es quedarse enganchado de inmediato. Está narrado como un cruce de voces perfectamente identificadas, jugando así con la voz narrativa y también con la estructura del relato.

La historia cuenta la aventura de un funcionario de prisiones, Juan, que acude a visitar su nuevo destino un día antes de su incorporación oficial. Mientras le enseñan la cárcel, a Juan le da un mareo y lo tienen que acomodar en la celda 211. En ese momento estalla un motín, comandado por un peligroso recluso conocido como Malamadre. Si los presos averiguan que Juan es funcionario de prisiones lo matarán sin dudar, así que su única oportunidad de sobrevivir consiste en hacerse pasar por un preso más, un recién llegado que se une al motín y que afronta sus miedos para resistir en un medio hostil. Juan irá descubriendo aspectos de sí mismo que desconocía. De algún modo, se trata de una historia de aprendizaje.

La película tiene aspectos interesantes, como el hecho de que la moneda de cambio de los presos para negociar con las autoridades sean unos terroristas de ETA. El personaje del policía cruel que ya está acostumbrado a todo, quizá un poco escaso de matices, está muy bien encarnado por el actor Antonio Resines. Alberto Ammann hace creíble, a dura penas, su personaje del funcionario de prisiones atrapado en una situación que le supera. Pero quien merece una mención especial es Luis Tossar, uno de los mejores actores españoles, sin ningún género de dudas, que interpreta al cabecilla del motín, el preso Malamadre, un hombre duro, fiel a su propia ética, de una violencia inusitada y una lealtad sin fisuras.

La película resulta claustrofóbica y su ritmo no decae en ningún momento. El ambiente de la prisión, cómo se mueve la cámara entre el tumulto, cómo sigue a los personajes, son muestras del buen hacer del director Daniel Monzón.
“Celda 211” es una película muy interesante que engancha al espectador por el cuello y no le da tregua, una película dura que nadie debería perderse.





Reseña

En "La biblioteca imaginaria" se ha publicado una reseña sobre el libro "Anónimos". Aquí.

lunes, noviembre 23, 2009

Adiós al Síndrome


El blog de Miguel Ángel Muñoz, “El síndrome Chéjov”, punto de referencia para los amantes del relato ha cerrado, ha terminado. Al leer su impecable texto de despedida, he sentido una punzada en el estómago, una patada más bien. Es una noticia triste que un proyecto de tal calidad y envergadura termine. Recuerdo ahora la encuesta que realizó sobre los mejores libros de cuentos de los últimos años. Uno querría seguir teniendo a su alcance esas entrevistas ejemplares, muy documentadas, llenas de datos de interés, esas recomendaciones, esas curiosidades, como la sección “En camisa de once varas”, donde nos descubría escenas cinematográficas en las que relevantes escritores habían hecho breves cameos, con más o menos fortuna, o su serie “Cheeverianas”. No tuvo reparo incluso en ofrecer su blog como plataforma para presentar nuevos autores inéditos. Se despide con elegancia y sin poder ocultar cierto hastío y decepción. Lo echaremos de menos.
No era un blog escrito a tontas y a locas, no era un blog que te despachara una entrada con cuatro líneas escritas a vuela pluma. Era un blog serio y generoso con sus lectores, privilegiados receptores de un trabajo no remunerado, elaborado por simple amor a la literatura, ni más ni menos.

“El síndrome Chéjov” cogió su nombre del título del primer libro de relatos que publicó Miguel Ángel Muñoz en la editorial “Páginas de espuma”. Un libro recomendable, con grandes aciertos e historias inolvidables. Hace unos meses publicó su segundo libro de cuentos “Quédate donde estás”, en la misma editorial. Así que la lectura de estos libros, y de los que sin duda vendrán, es el consuelo que nos queda a los seguidores de Miguel Ángel.
“Quédate donde estás” reúne trece relatos, limpiamente escritos, fieles al estilo pulcro y cuidado del autor. Un libro que agradará a los amantes de la buena literatura, un peldaño más en la carrera de un narrador vocacional dispuesto a no detenerse y seguir avanzando. El primero de los relatos, toda una declaración de intenciones, se titula “Quiero ser Salinger” y su lectura cobra un nuevo sentido ahora. “Vaivén”, protagonizado por Raymond Carver y Richard Ford, está dedicado a todos los lectores del blog; pese a su brevedad es uno de mis favoritos. “Vitruvio”, una historia fantástica que se lee de un tirón. “Hacer feliz a Franz”, protagonizado por Kafka y que habla sobre la pasión por escribir. O el que da titulo al libro, “Quédate donde estás”, una historia emotiva narrada ensamblando en un único discurso los diálogos, las reflexiones y las secuencias temporales. Por nombrar sólo algunos. Un libro que supone una prueba más de la solvencia de un narrador que se toma en serio su trabajo.
Tendría que eliminar el link a su blog, pero me resisto a hacerlo.

domingo, noviembre 15, 2009

Conozco un atajo que te llevará al infierno


Pepe Cervera, autor del libro de relatos “El tacto de un billete falso”, que ganó el XVI Premio Alhóndiga de narrativa breve, edición 2005, de los Premios Otoño Villa de Chiva, nos presenta ahora “Conozco un atajo que te llevará al infierno” (e.d.a. libros), cuyo título ya abre una serie de expectativas muy sugerentes. El lector sabe que la travesía no va a ser cómoda, ningún viaje al infierno puede serlo. Y lo primero que uno percibe cuando empieza a leer es que Pepe Cervera es un escritor concienzudo, con un estilo muy pulido y directo. Su forma de narrar es contundente y se muestra dispuesto a escarbar en la realidad, a detenerse en esos momentos que nos van definiendo, que van marcando la hoja de ruta de nuestra vida, de un modo sutil, dosificando la información, golpeando mientras nos mira de frente.
El libro se presenta como una serie de relatos interconectados, lo cual da unidad al conjunto, ambientados en un lugar imaginario, Alhofra, identificable con alguna de las poblaciones de la periferia de Valencia, donde el autor reside. Es un libro de relatos pero también puede ser una novela fragmentada en la que el lector va atando cabos, relacionando a los personajes, con naturalidad, gracias a detalles muy visuales y precisos que el autor nos va proporcionando con un tono lacónico, con una eficaz distancia de la voz narradora. Paso a paso va componiendo una historia centrada en las relaciones familiares y la memoria, seleccionando momentos significativos de unos personajes que se entrecruzan, a los que vemos de lejos o que nos hablan en primera persona, como piezas de un rompecabezas que va armándose para mostrarnos algo más grande. Una lectura adictiva que resulta favorecida por la excelente edición.
En estas páginas encontramos a Andrés Tangen, somos testigos de episodios que transcurren en distintos momentos de su vida, nos presenta a amigos y familiares, vemos cómo son y lo que fueron. Y esto lo consigue Cervera con un complejo ensamblaje, con una estructura muy cuidada y una alternancia en las formas narrativas, variando la voz, el punto de vista y la distancia con la que se enfrenta a cada momento. Es evidente que nos encontramos ante un libro bien planificado.
En el relato titulado “Deriva” encuentro una frase que puede aplicarse perfectamente a su forma de narrar: La vida es así, muy parecida a un calidoscopio, y sus formas y sus colores cambian a medida que los años pasan.

El estilo de Cervera es exacto, quirúrgico, directo y capaz de emocionar al lector y transmitir la humanidad de sus personajes. Los relatos suelen finalizar con un momento de soledad, de recogimiento, pinceladas que dibujan cierto sentimiento de nostalgia. El ser humano ante su destino, perdido, solo, luchando con las manos desnudas por abrirse camino. Fragmentos de un único recorrido vital, momentos concretos que forman parte de la biografía de un personaje. El día en que el hermano se marcha de casa para independizarse, o una pelea familiar, o cuando la mujer va a recoger a su marido a la salida de la cárcel y emprenden el viaje de regreso a casa, o cuando el protagonista decide abandonar el instituto, el recuerdo de la muerte de su mejor amigo, o la decisión de tener un hijo, el replanteamiento del futuro, la separación, el asesinato, la difícil relación con el padre… momentos que van encajando en esa historia, que la van dibujando en la mente del lector.
Entre la nómina de autores que va deslizando Cervera por estas páginas, señal inequívoca de sus influencias y filias, encontramos a Fante, Hemingway, Sherwood Anderson, Cheever, Updike, McCullers… Este libro no defraudará a quien se acerque a sus páginas. Pepe Cervera demuestra en “Conozco un atajo que te llevará al infierno” que es un escritor hábil en el manejo de las herramientas de su oficio, un narrador concienzudo que no está dispuesto a darnos tregua.

"CONOZCO UN ATAJO QUE TE LLEVARÁ AL INFIERNO"
Pepe Cervera
E.d.a. libros - Málaga
1ª edición: septiembre – 2009


El 17 de Noviembre se presenta el libro en la Casa del Libro de Valencia, Paseo Ruzafa, nº 2, a las 20:00 horas. El autor está acompañado por el editor Francisco Javier Torres y por el escritor Vicente Gallego.

domingo, noviembre 08, 2009

Hermanos

Nuestros padres se habían perdido y no me separaba del lado de mi hermano, que era dos años mayor que yo. Me sujetaba la mano con fuerza, y eso me hacía sentir bien. Me pegaba a su brazo y, de vez en cuando, miraba su cara. Él tenía la cabeza muy recta y miraba hacia delante. Había mucha gente y nos empujábamos unos a otros. Los gritos me daban miedo. Avanzábamos en fila, arrastrando los pies, todos muy juntos. Llegamos hasta un hombre que nos miró y le dijo a mi hermano que me soltara y que se fuera por otro lado. Yo sujeté su brazo con fuerza, pero él apartó mi mano y obedeció al hombre. Grité y lloré. Me agarraron de la chaqueta y tiraron de mí mientras mi hermano me decía adiós con la mano. Escuché a alguien decir que iban a darnos una ducha.



Nota (por si a alguien le interesa): En el número 83 de la revista "Clarín" aparece un artículo mío sobre "Libros póstumos".

domingo, noviembre 01, 2009

HFS – Martin Amis


Martin Amis mantuvo una charla con Peter Florence, director del evento. Amis ya había estado en Segovia en la primera edición del Hay Festival.
Comenzó la charla hablando de su último proyecto, todavía inédito, una novela titulada “La viuda embarazada”, que transcurre en los años setenta, en plena época de la revolución sexual, y que habla del proceso de envejecimiento. Leyó un fragmento de dicha novela.

Habló como el escritor ya veterano que es. Dijo que la literatura no nos avisa de lo que ocurre cuando uno envejece. A medida que se avanza en edad, se pierde cierta energía, cierta musicalidad. Por contra, uno maneja mejor el material y cuando se encuentra con una dificultad ya no se desespera, sino que se levanta del escritorio y procura no pensar en ello hasta que regresa y resuelve el problema.
Por otra parte, también la vejez produce un deterioro en el escritor. Piensa que en los últimos libros de Updike se descubren rimas inadvertidas, rupturas en la prosa, cierto desajuste del oído. Y otro problema puede ser que el escritor pierda la capacidad de dar vida a los personajes, como le está ocurriendo, en su opinión, a Philip Roth. Le ocurrió también a Nabokov, dice, que tras “Lolita” y “Pálido fuego” tuvo un periodo magnífico que terminó con el desastre de “Ada o el ardor”. Y le ocurrió lo más terrible de todo, esto es, que el autor se desentienda del lector. Le ocurrió también a James Joyce con “Finnegans Wake”; y a Henry James.
En su opinión, la mayor diferencia entre la novela y la poesía radica en que el novelista trata de dar con una voz universal, mientras que los poetas son ellos mismos.

Sobre el proceso creativo, dijo que la mayor parte del trabajo la hace el subconsciente. Es ahí donde se decide el tema sobre el que se va a trabajar. Luego uno tiene que ir solucionando problemas, avanzando; y con la experiencia se resuelven mejor las cuestiones que se van presentando. Dijo que el desencadenante de su novela sobre el gulag fue enterarse de que había visitas conyugales allí. Se llevaban a cabo en un lugar que se conocía como “casa de los encuentros”, y ese fue también el titulo de su novela.

Luego habló del atentado de las Torres Gemelas en Nueva York. El último libro suyo que se ha publicado en España se titula “El segundo avión”, y en él se recopilan artículos, críticas y un par de relatos en torno al 11 de Septiembre. El primero de los textos está fechado el 18 de Septiembre de 2001. Comentó que todas las novelas sobre el 11 de Septiembre han surgido a partir de 2004, porque siempre hace falta un tiempo para asimilar la información, para madurar el tema. Sin embargo, en el caso del ensayo, éste se empieza a escribir al día siguiente. Afirma que nunca había vivido un suceso tan inesperado y terrible como el del atentado a las Torres Gemelas. Es algo que a uno le deja sin palabras. Pero luego entra en juego el espíritu guerrero y uno se pone a trabajar.
Dice que existe un modo subterráneo en el que las fantasías patológicas, disfrazadas de ideas, son trasladadas a la población por criminales semiliteratos, charlatanes, en beneficio de los iletrados, llegando en ocasiones a ilusionar a segmentos de población importantes. Incluso pueden llegar a tomar el poder político y a cambiar el rumbo de la historia. Ocurrió con el nazismo en Alemania y se puede aplicar a lo que llama alquaedismo.
Rechaza la línea de gente como Chomsky, que dicen que lo que está ocurriendo es una venganza histórica por crímenes de Occidente contra el mundo Islámico. La irracionalidad violenta está irrumpiendo a gran escala. Sebastian Haffner, al narrar la toma del poder por parte de Hitler, dijo que aquello era “paralizantemente irreal”. Y le parece una buena definición para lo que ocurrió el 11-S. De hecho, afirma que entiende ahora menos el origen de este conficto que hace ocho años. Cita una frase de un historiador que dijo que a medida que pasan los años sabía cada vez más y entendía cada vez menos. También contó que cuando a Primo Levi le preguntaron si entendía el Holocausto, contestó que tenemos el deber de no entenderlo, porque entender algo significa, en cierto modo, racionalizarlo y justificarlo.
Recordó, para contestar a quienes dicen que esta guerra con el alquaedismo no tiene nada que ver con la religión, que la idea del martirio y el paraíso tienen componentes religiosos. La religión tiene una gran fuerza. Lenin ejecutó 9.000 clérigos en un solo año y no consiguió acabar con la religión. No puede respetar la creencia religiosa, cree que ésta debe cuestionarse siempre.

Amis no defraudó. Se mantuvo fiel a sí mismo, afirmando con rotundidad sus opiniones, sin importarle que fueran políticamente correctas o no. Después de la charla firmó ejemplares de sus libros. Este fue el último acto del Hay Festival al que asistí este año. Si nada lo impide, el año que viene volveré a estar ahí, inmerso en jornadas literarias que me alejan de la rutina. Y espero seguir contándolo.

lunes, octubre 26, 2009

HFS - Zena El Khalil


No conocía de nada a Zena El Khalil. La única referencia que tenía de ella era la nota que venía en el programa del festival y que explicaba que se trataba de una mujer que en 2006 escribía un blog en el que ofrecía “al mundo su visión particular de la guerra en el Líbano”.

En el escenario de Caja Segovia encontré a una muchacha joven, de una naturalidad pasmosa y una sonrisa amable y permanente. Mantuvo una charla muy interesante con el periodista Guillermo Altares en la que habló de su amiga Maya, su mejor amiga, cuya muerte, a causa de un cáncer, fue el detonante principal del libro “Beirut, I love you”. La muerte de su amiga y la experiencia de la guerra la sumieron en una depresión. Y en ese estado sintió el impulso de escribir sobre lo que le rodeaba, sobre las experiencias personales e íntimas a las que se enfrentaba la gente normal. No se planteó describir la realidad como una periodista sino como una ciudadana.

Cuenta que en el Líbano hay muchos niveles de locura. Allí la vida no es normal, ya que la agresión año tras año tiene sus efectos y la gente tiene que amoldarse a la situación. La gente se empeña en seguir saliendo para encontrarse con sus amigos. Se vive cada día como si fuera el último, pues se es consciente de que la vida puede terminar en cualquier momento.
Cuenta que la ciudad está dividida en dos partes, una musulmana y otra cristiana. Ella sabe que la interpretación de lo que ocurre es diferente según el lugar del Líbano en el que se vive. En este libro ha tratado de plasmar su propia visión, hablando de lo que a ella le interesa. Ha querido documentar esa época bajo su propia experiencia y en ese sentido su libro es un testimonio de su época y de su generación.
Habla sin borrar la sonrisa de su rostro, una sonrisa de amabilidad, diría que también de resignación. Uno se hace idea, escuchándola, de lo duro que debe ser vivir en esas condiciones, de lo que se estrechan los lazos entre las personas cuando se encuentran compartiendo una situación de tal magnitud. Habla del bombardeo de 2006, cuyo nivel de destrucción fue totalmente inaceptable. Barrios enteros fueron arrasados. Cuando se decretó un alto el fuego, los bombardeos se intensificaron antes de que entrara en vigor. Se utilizaron bombas racimo, que son ilegales. La situación fue tremenda. El auditorio parece contener la respiración, escuchándola con atención.



Habla también de la situación de la mujer. La mujer puede votar, pero sus derechos cívicos son cuestionables. Si una mujer se casa con un extranjero, sus hijos no pueden ser libaneses, por ejemplo. Confía, con humildad, que su libro pueda suponer una oportunidad para otras mujeres que quieran emprender proyectos, hacer cosas.

Líbano es una mezcla de personas y religiones que hacen lo que pueden por convivir. Conviven mujeres con minifalda y mujeres con velo. Sus mejores amigos son de religiones distintas. Se respetan sin cuestionarse.
Pero el país es un lugar inestable mientras no se solucione el conflicto con Israel. Sin alzar la voz, sin perder la sonrisa y el tono pausado de su discurso, expresa que todo el mundo tiene derecho a vivir en su casa en un lugar seguro, tanto los palestinos como los israelíes, y clama por una convivencia pacífica. Bromea diciendo que necesitarían que la zona fuese invadida por marcianos para que llegaran por fin a sentirse unidos.

Zena cuenta que en Líbano las ideas se expresan con mucha claridad. Dice que hay mucha información. Tienen diecisiete periódicos locales y cincuenta canales de televisión. Sólo se censura lo que tiene que ver con la seguridad nacional y la pornografía. Ella nació en 1976, así que es de la generación que ha crecido con la televisión.

Dado que en su libro se habla de temas personales, de preocupaciones vitales, de un modo muy abierto, admite que sí le preocupa un poco lo que pudiera pasar si se tradujese al árabe. Por encima de todo, ella quiere llevar una vida normal.
Cuenta que su madre enfermó cuando leyó el libro y que su padre quiso leerlo. Entonces su madre le escondía el libro a su padre. Y él volvía a comprarlo y ella volvía a esconderlo. Afirma que su padre llegó a comprar seis veces el libro hasta que consiguió leerlo en un avión y la llamó para decirle que le había decepcionado, no por lo que ella temía, sino porque decía que lo nombraba poco, que apenas salía en el libro.


Después de la charla, durante la firma de libros, los volúmenes de “Beirut, I love you” se agotaron. Creo que ha sido la primera vez que ha ocurrido algo así.

miércoles, octubre 21, 2009

HFS – Antony Beevor – Russian Red


Antony Beevor es uno de los más importantes historiadores de la actualidad. Es autor de libros sobre la guerra civil española, sobre la batalla de Stalingrado, sobre la caída de Berlín, sobre la batalla de Creta… Su libro sobre Vasily Grossman, “Un escritor en guerra” me lo han recomendado encarecidamente. Lo último que se ha publicado de él se titula “El día D. La batalla de Normandía”.

Al ir a escucharle, pensé que nos hablaría de su método de trabajo, de los problemas con los que se encuentra un historiador a la hora de documentarse, de si considera necesario visitar los sitios sobre los que se habla o es suficiente con lo que uno puede encontrar en una biblioteca, de su experiencia literaria en suma.

Sin embargo, no fue así. Beevor es un hombre alto, de presencia imponente y voz clara. Entró en el escenario de San Juan de los Caballeros y se colocó en el atril. Sin preámbulos, comenzó a desplegar un relato sobre ciertos aspectos relacionados con el desembarco de Normandía. No nos iba a hablar de su metodología de trabajo, nos la iba a mostrar. Así que comentó aspectos desconocidos de la invasión, nos llevó de un país a otro, analizó decisiones y comportamientos, habló de muertes francesas por los bombardeos aliados, de los distintos modelos de batallas, de los adiestramientos, de actos de cobardía, de indisciplina aliada frente a disciplina germana, de propaganda nazi, de represiones contra los colaboracionistas… Y nosotros seguíamos su relato, envueltos de pronto en el fragor de los combates, viajando en el tiempo.



Su tono de voz, su modulación, el ritmo de lo que iba contando, daba una idea de su capacidad narrativa. Sin embargo, la historia pasada por la voz de la traductora simultánea perdía buena parte de su encanto. En momentos así es cuando lamento no saber inglés.

Más tarde, nos esperaba otro acontecimiento en el Teatro Juan Bravo: el concierto de Russian Red. Abarrotado. Nos sentamos en la parte más alta. Diez de la noche. Sentados en la oscuridad nos dejamos arrastrar por la melodiosa voz de Lourdes Hernández, vestida como si fuera una muñeca de porcelana.


viernes, octubre 16, 2009

HFS – Monica Ali

Monica Ali fue entrevistada por David Trueba a propósito de su último libro, titulado “En la cocina”. Ali es británica, de origen pakistaní, y, según nos cuenta, le interesa el modo en que se integran las diferentes culturas, el fenómeno de la inmigración. En su novela presenta el microcosmos del interior de la cocina de un restaurante cuyo dueño, y protagonista de la historia, se llama Gabriel.

Monica Ali dice que le interesa mucho el mundo de la cocina. Para este libro, tuvo que entrevistar a mucha gente. En una cocina hay una gran presión. En cierto modo, es una metáfora de la ciudad. Bromea con Trueba, parece que la charla va a ser distendida y amigable. Ella ríe al recordar que por la mañana tuvo una rueda de prensa en un restaurante segoviano en el que terminó friendo pimientos.


Ante algunas preguntas suele hacer pausas. “A ver cómo te contesto”. Dice que sus proyectos literarios siempre empiezan por un personaje que parece susurrarle al oído. Su voz se va amplificando y se ve obligada a escribir para aliviar esa locura. El personaje, en este caso, va un poco a la deriva, en un entorno multicultural. Sus propios compromisos personales se están desmoronando. Y, de pronto, aparece un cadáver en el sótano de la cocina. Y empiezan a aparecer elementos, problemas, que le obligan a autoexaminarse, cuestionarse quién es. Tiene una crisis de identidad.

Explica la autora que la literatura le permite explorar el terreno sin tener las respuestas previamente. Se plantea la literatura como una búsqueda.
En este caso habla de la inmigración. En Gran Bretaña ha habido un enorme cambio. Antes la inmigración estaba relacionada con las colonias británicas, pero ahora ya se ven rusos, somalíes, filipinos… Una gran dispersión. El protagonista de su libro, "En la cocina", en un principio es ignorante de estos mundos diferentes que confluyen a su alrededor.

Monica Ali empezó a escribir porque era insomne. Y escribía sobre aquellos asuntos que le preocupaban. Piensa que la función de la ficción es descubrir la verdad. Una novela no es solo una novela. Hablan del caso de Salman Rushdie. Ali cree que hay un problema de falta de compromiso y recuerda que Vargas Llosa dijo que los escritores son perezosos, no se comprometen con los grandes problemas y se preocupan más por vender libros que por hablar del poder y de otros temas importantes. Y eso lo retomó Nélida Piñón en la prensa, mostrándose de acuerdo con el escritor peruano. Sin embargo, Ali cree que la novela puede conseguir a veces lo que no se puede conseguir por otros medios. La ficción tiene también un papel fundamental porque descubre la verdad, la pone de manifiesto de un modo emotivo. Trueba se muestra de acuerdo en esto, recalcando que la ficción nos permite entender la mente de otras personas.



Trueba le pregunta si ella manipula la realidad para tratar de restablecer un orden, si pretende replantear los problemas de siempre, enfocarlos desde otro punto de vista o tan sólo plantearlos para que sea el lector quien los resuelva a su manera. Ella contesta que escribe porque la arrastran los personajes. Le interesa que el texto sea ameno. Sus intereses se derivan de quién es y de cómo ha sido educada. Ha escrito tres libros y los tres son muy diferentes entre sí, aunque hay una serie de temas como el desarraigo, la identidad, el desplazamiento, que siempre aparecen en sus escritos de una forma u otra.



Monica Ali se mostró en todo momento muy cercana. Habló también de su infancia, de su familia, que tuvo que abandonar su país por la guerra civil, y de su padre, que estuvo en un campo de refugiados. En algún momento, Trueba intentó llevar la conversación a temas políticos, pero ella argumentó que si pudiera resolver esa clase de problemas no estaría ahí en ese momento, sino en las Naciones Unidas.

Reconoció por último ser ecléctica en cuanto a sus lecturas y llegó a admitir que le gustaban los libros de Dan Brown y Stephanie Meyers. Por último, citó a Orwell; “un escritor debe escribir siempre con la puerta cerrada”, es decir, sin atender a quienes pretenden decirle lo que puede o no puede decir.

Dos notas





El premio Planeta ha sido ganado por Ángeles Caso, con una novela titulada "Contra el viento". El finalista ha sido Emilio Calderón con su novela "La bailarina y el inglés".






En el blog "La tormenta en un vaso", aparece mi reseña sobre el libro de memorias de Medardo Fraile, acompañada por una entrevista al autor. Les invito a leerlo.



Casi todos los premios de entonces se los llevaba un poeta mediano de Cuenca, hombre simpático y bullanguero, que se llamaba Federico Muelas. No paraba de publicar libros de versos y, por fin, tal vez consciente de su mediocridad o ejerciendo la vanidad al revés, tituló uno de ellos “Apenas esto”. Cuando Concha (Lagos) le enseñó el libro a (Antonio) Gala y él leyó el título, exclamó:
—¡Exagera!
“El cuento de siempre acabar”, Medardo Fraile. Editorial Pre-Textos

jueves, octubre 08, 2009

HFS - Ana María Matute


Llegó acompañada de Ángeles Caso. Vestía de blanco y se apoyaba en una muleta. Pronto mostró su excelente humor y su extraordinaria lucidez y sentido común.
No se considera una intelectual, tan sólo pretende ser “auténtica”. Le molestan los simuladores, los engolados que creen saberlo todo y afirman sus opiniones con rotundidad. Ella siempre duda. No cree que uno, por el mero hecho de ser escritor, lo sepa todo.
Ella forma parte de un grupo de escritores realistas. Sin embargo, sus últimos libros pertenecen al terreno de la fantasía. Explica que siempre quiso escribir fantasía, desde la infancia. Habla con mucho cariño de su novela “Olvidado Rey Gudú”, sin duda el libro que siempre quiso escribir. Lo empezó antes de su periodo de depresión. Una depresión que duró diecinueve años. Luego, gracias a Carmen Balcells, lo terminó. Le costó tres años de escritura, con diecinueve años por medio. Su último libro publicado también es fantástico y se titula “El paraíso inhabitado”. Pero se nota su debilidad por “Olvidado Rey Gudú”. Se emociona cuando habla de ese libro y rememora sus personajes. Reconoce que es el libro que más le gusta, el que siempre quiso escribir. Admite que creció con esa historia. Sin embargo, reconoce que nunca se escribe la obra que quieres escribir, siempre se queda uno un peldaño por debajo de lo que pretendía.
“¿Echa de menos algo de los años pasados, Ana María?”, pregunta Ángeles Caso.
“No. Yo echo de menos los tiempos futuros”.
En su opinión el mundo ha progresado mucho en lo material, pero retrocede en lo espiritual. A los jóvenes se les educa con una absoluta falta de ética. Parece que lo único importante es la fama, el dinero, sacar provecho propio. “O eso me parece a mí, aunque puedo estar equivocada”.
“¿Hacer las cosas bien tiene sus frutos, su recompensa?”
“No, qué va, para qué te voy a mentir.”
Habla de su matrimonio. Desgrana recuerdos íntimos, muy personales. Y todos los asistentes la escuchamos en silencio. Nos cuenta que se casó enamorada, pero que fue una ilusa y se llevó una gran decepción con su marido. Era un sinvergüenza, dice. Intentó aguantar a su lado, hasta que pensó que era un ser humano y que tenía derecho a ser feliz, y entonces se separó. Esto, en aquella época, fue motivo para que le quitaran a su hijo, que tenía ocho años. Dice que es lo peor que le ha ocurrido. Gracias a su suegra podía verlo los sábados, pero cada vez que tenía que despedirse del niño, lloraba amargamente. Esa situación duró tres años.
Pero también ha habido cosas buenas en su vida, cuenta. Conoció un hombre maravilloso con el que vivió veintiocho años muy felices. De hecho, ella siempre habla de su marido el malo y su marido el bueno.
“Todo le sirve a un escritor, quizá lo malo más”. Explica que uno puede escuchar una frase en un supermercado, por casualidad, y esa frase se queda en su cabeza, y ahí, en esa frase, resulta que hay un libro. Es un proceso mágico, como una especie de revelación. “Escribir es vivir, con esfuerzo, con esperanza y con gloria”. Dice que si no hubiera sido escritora, se habría muerto hace mucho tiempo. No concibe la vida sin escribir.



Escribe con ordenador, pero corrige a mano, con lápices de colores. Cuenta que antes dibujaba a sus personajes. De hecho, hay un libro publicado con dibujos suyos.
Ana María Matute empezó a publicar con dieciocho años. Joven y mujer en una época con pocas escritoras. Costaba un enorme esfuerzo abrirse paso. A su familia le disgustó que ella quisiera dedicarse a escribir, sobre todo a su madre. Ahora está en la Real Academia de la Lengua. Son cuatro mujeres. Aún son pocas.
“¿Puedo preguntarte cuántos años tienes?”
“¡Ochenta y cuatro tacos! Después de los setenta, ¿qué importa decirlo?”
Los libros electrónicos no le dan miedo, le dan pena por quienes pierdan la sensación de tener un libro en sus manos, el olor, el tacto… Y le parece peligroso que eso pueda suponer resumir a los clásicos, lo cual es una aberración.
Le preguntan qué está leyendo ahora, pero dice que no está leyendo nada porque cuando está escribiendo procura no leer. Ángeles Caso se asombra. Vaya exclusiva, dice. Le pregunta sobre qué trata su nuevo libro, pero ella dice que tan sólo está ronroneando la idea y que no puede contar nada aún.
Le preguntan también por sus autores preferidos, pero tampoco quiere contestar a eso porque dice que no hay una corporación más sensitiva que la de los escritores. Si no les nombras, te miran con desprecio. “Son un pelín vanidosos”.
La charla termina con Ángeles Caso deseando que Ana María Matute sea la próxima escritora que reciba el premio Cervantes. Hasta el momento, tan sólo dos veces ha sido otorgado a mujeres.

Premio Nobel de Literatura 2009


La escritora alemana de origen rumano Herta Müller ha sido galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2009. Es la decimosegunda mujer que lo consigue y el décimo escritor alemán que recibe este gran reconocimiento.
Esta mujer se ha impuesto a nombres muy conocidos, como Philip Roth, Joyce Carol Oates, Mario Vargas Llosa, Amos Oz o Assia Djebar. En esa lista que se va anunciando desde hace semanas, y en la que los escritores se van clasificando como si se encontraran en una carrera, resulta que Herta Müller saltó del puesto cincuenta al cuarto, en muy poco tiempo, tal como contaba el blog Moleskine.

En España esta escritora ha sido editada por Siruela.

domingo, octubre 04, 2009

HFS - Isabel Fonseca y M. J. Hyland


De Isabel Fonseca sabía que era la mujer de Martin Amis y que acababa de editar dos libros en Anagrama: la novela “Vínculo” y el ensayo “Enterradme de pie”. De M. J. Hyland no sabía nada en absoluto. Ambas estaban moderadas por la periodista cultural Charlotte Higgins. Cada una de ellas leyó un fragmento de su último libro antes de comenzar la charla. Hyland desde la silla, Fonseca en el atril porque dijo que ahí tenía mejor iluminación.

M. J. Hyland se sentó en el centro, con una pierna encima de la silla, y lo primero que hizo fue sacar una foto al público porque dijo que coleccionaba “fotos de públicos”. Nos hizo sonreír, nos sorprendió. Un poco más tarde preguntó cuántos de los presentes la habían leído y sólo tres personas levantaron la mano, ante lo cual exclamó: “¡Bueno, nunca es tarde para empezar!” Dijo que siempre había querido ser escritora. “Nunca he tenido pandillas, he tenido libros”. Durante un tiempo se dedicó a la abogacía, pero aseguró que era una abogado horrible. “Si hubiera sido médico, estaría rodeada de cadáveres”.
Charlotte Higgins supo impulsar la charla entre estas dos mujeres de un modo muy ameno y sin robarles protagonismo.


Sobre la escritura, Isabel Fonseca cree que es algo que uno no escoge, es la escritura la que te escoge a ti, algo que sucede, sin más, sin remedio. Cree que tiene que ver con cierta angustia. Su libro sobre los gitanos, “Enterradme de pie”, y quizá el ensayo en general, tiene que ver con una angustia de tipo público o político, mientras que la ficción surge de una angustia más personal, íntima.
La protagonista de “Vínculo” es una mujer de mediana edad que también es víctima de una sensación de angustia, de una ansiedad relacionada con el envejecimiento. Le interesan esos momentos de cambio en los que uno ha de asumir ciertas cosas.
M. J. Hyland afirma moverse también por un territorio afín, pues también le interesan los cambios en las personas, aunque en su caso hablaría más de una idea de renovación. Sus personajes son personas que quieren cambiar casi todos los aspectos de su vida, reinventarse de nuevo. En cierto modo, es una idea relacionada con la tragedia, pues le interesa la gente normal que tiene problemas, que se siente desubicada.
Sus libros tienen mucho diálogo y le preguntan si ha pensado alguna vez en escribir teatro, pero ella responde que se siente más libre en la novela, tiene menos límites. La novela le permite meterse en la mente del personaje, que el narrador mienta y el lector sepa que está mintiendo.

La mayor dificultad al enfrentarse a su primera novela ha sido, para Fonseca, avanzar ante las múltiples posibilidades que se van abriendo en la trama, elegir uno de los diferentes caminos que se van encontrando. Su personaje, al principio, se encuentra en un momento en que empieza a descuidarse, a perder el interés por lo que le rodea. Entonces, resulta que alguien la encuentra atractiva y esto cambia algo en su interior. Es una novela sobre cómo nos vemos, sobre cómo nos ven. Y esto es muy interesante. La literatura te permite escribir desde la perspectiva de otro, entrar en otras pieles, vivir otras vidas.
Hyland se muestra de acuerdo con esto. Dice que viene a ser como si miraras por primera vez. Enfrentarse al entorno desde otro punto de vista.

M. J. Hyland

La charla se muestra muy animada y fluye con rapidez. Fonseca ha pasado de ser editora a ser escritora, y dice que ha aprendido a escribir en el suplemento literario del Times. Es muy cuidadosa con las descripciones. Hyland también afirma que una de las cosas más importantes para ella es la veracidad. Su última novela ha tardado tres años en escribirla y afirma que ha sido un camino tortuoso. Fonseca dice que no es capaz de definir cuánto le ha costado escribir el libro. Dice que eso depende de cuándo se empiece a contar. Piensa que tal vez este libro ha tardado en escribirlo toda su vida.

Hyland sigue contando, con humor, lo que piensa de la literatura, del oficio. Explica que en la primera versión que escribió de su novela le salió todo mal. Dice también que sus protagonistas suelen ser hombres porque le parecen más simples. Se ríe. Es una broma, en realidad siempre le ha parecido una bobada la diferencia entre hombres y mujeres. Dice que el hecho de que sus protagonistas sean hombres es algo que viene derivado de la idea que va a desarrollar. Pero Fonseca no está de acuerdo con ella. A ella sí le interesa la diferencia que existe entre hombres y mujeres a la hora de interpretar el entorno. Sí cree que existen diferentes formas de mirar. Pero Hyland insiste en que le parece absurdo que las cosas a las que se dedica más tiempo sean aquellas sobre las que no tenemos capacidad de decisión, como el sexo, la raza, la nacionalidad…

Isabel Fonseca
El caso es que M. J. Hyland me sorprendió. Se mostró muy divertida y sus planteamientos me parecieron interesantes. Pensé que podría comprar alguno de sus libros a la salida del acto, pero sólo tenían su última novela en inglés: “This is how”. Más tarde encontré dos títulos suyos que habían sido traducidos y editados por Roca Editorial: “Llévame contigo” y “Mi familia perfecta”. El primero de ellos ya se encuentra en mi poder.

lunes, septiembre 28, 2009

Hay Festival Segovia 2009


Un año más, estuve en el Hay Festival de Segovia. Sábado completo y domingo por la mañana. El festival había empezado varios días antes, el jueves 24 de Septiembre, y por allí habían pasado Álvaro Pombo, Claudio Magris, Yasmina Khadra, Gabriela Adamesteanu, el pianista Philip Glass o la viuda del escritor Guillermo Cabrera Infante entre otros. La elección de los eventos a los que acudiría fue difícil. Finalmente seleccioné los siguientes actos:

M. J. Hyland e Isabel Fonseca en conversación con Charlotte Higgins
Ana María Matute en conversación con Ángeles Caso
Monica Ali en conversación con David Trueba
Antony Beevor
Russian Red en concierto
Zena el Khalil en conversación con Guillermo Altares
Martin Amis en conversación con Peter Florence

Y tuve que renunciar a asistir a las charlas con Luis Mateo Díez, Luis Goytisolo, que parece estar bien situado en las listas de los posibles candidatos al premio Nobel de este año, e Isabel Coixet. Ay, qué quieren que les diga, más lo siento yo…



Este año no fui solo al Festival. Me acompañó Hilario J. Rodríguez, que ha sido una compañía de auténtico lujo. Por cierto, está a punto de aparecer en las librerías su último libro, “El otro mundo” (Ediciones del Viento), que recomiendo vivamente: una novela espléndida que tuve la suerte de leer antes de que se publicase.

Me sigue sorprendiendo el escaso, casi nulo, seguimiento de la prensa a este evento. Los periódicos locales, como “El adelantado” o “El Norte de Castilla”, sí que dedican varias páginas a los diferentes actos, por supuesto, pero no he visto nada en los principales diarios de tirada nacional.
La organización es impecable. Los horarios se cumplen con exactitud. Tan sólo siguen produciéndose atascos a la salida del Salón de Actos de Caja Segovia,
Este año todos los eventos han estado abarrotados de gente, llenos completos, con una importante presencia de público inglés. También me ha llamado la atención no haber visto a ningún escritor español entre los asistentes. Tampoco me encontré con la habitual presencia del fotógrafo Daniel Mordzinski.
Al llegar a Segovia pude comprobar que por fin habían terminado las molestas obras que durante dos años afearon el entorno. Me dirigí sin perder tiempo a la oficina de Información y Turismo situada junto al Acueducto, donde recogí el sobre con las entradas que había comprado por internet.



De allí nos dirigimos a la Iglesia de San Juan de los Caballeros, donde a las 13:30 comenzaría la primera charla a la que íbamos a asistir.

domingo, septiembre 20, 2009

Revista Batarro

Una de las mejores revistas literarias que se editan en nuestro país es, sin ninguna duda, Batarro.
Aunque sus autores la llaman revista literaria, tiene formato de libro y cada número que sacan es un completo monográfico dedicado a un tema, autor o género determinado. No tiene una periodicidad concreta, ni una buena distribución, todo hay que decirlo, pero desde luego vale la pena seguirle la pista. Cada nueva entrega debería anunciarse a bombo y platillo.
El monográfico que le dedicaron a Medardo Fraile, titulado “Palabra en el tiempo”, es un libro que ofrece una completa visión de la trayectoria literaria y humana del escritor, con una entrevista, relatos, semblanzas, críticas, fotografías…

El último número que han editado está dedicado al “Microrrelato en Andalucía”, y reúne a treinta y un escritores que ofrecen una completa y diversa muestra de lo que puede dar de sí un género tan difícil e impactante como el microrrelato.
Los autores incluidos están relacionados con Andalucía, bien por haber nacido o bien por residir allí.
Me encanta encontrar el nombre de algunos amigos como Francisco Ortiz, Mónica Gutiérrez Sancho o Miguel Ángel Muñoz.
Y autores cuyas trayectorias sigo con interés como Ángel Olgoso, José Manuel Benítez Ariza, Manuel Moyano, Salvador Gutiérrez Solís, Luis Manuel Ruiz, Javier Puche, Mario Cuenca Sandoval, Lara Moreno, Antonia Moreno Cañete o Cristina García Morales.
Y nombres que no necesitan presentación, como Manuel Talens, Felipe Benítez Reyes, Guillermo Busutil, Hipólito G. Navarro, Fernando Iwasaki o Vicente Luis Mora.
Y otros escritores igualmente interesantes cuya obra yo desconocía, como Pedro Felipe Sánchez Granados, Fernando de Villena, Antonio Ortega Fernández, Manuel Moya, José Cruz Cabrerizo, José Alberto García Avilés, Reinaldo Jiménez, Javier Mijé, Francisco Silvera, Ubaldo Rodríguez, Marcos Gualda o Pablo García Casado.

Pedro M. Domene, responsable de esta edición, agradece en el prólogo la colaboración de dos nombres de referencia en este difícil género: José María Merino y Fernando Valls. Y cuenta además que hubo quien declinó la invitación a participar, lo que explica la ausencia de algunos autores que uno esperaría ver por aquí.

El género del microrrelato resulta bastante escurridizo y cada uno se enfrenta a él de una forma distinta y muy personal. Unos dan prioridad a la forma y otros al contenido. Unos incluyen textos de pocas líneas y otros se extienden un par de páginas. Es por tanto una muy buena idea que se incluya una poética a modo de presentación, en la que cada uno aclara qué es para él un microrrelato. Así, desde Manuel Talens, que escribe: Para mí un microrrelato es cualquier historia una vez reducida a la más breve expresión verbal y que, sin embargo, aún conserva todo su sentido; hasta Cristina García Morales, que opta por una explicación más creativa: Los cuentos son ovulaciones inesperadas de la imaginación. Cuando la violan nacen las novelas. Todo un sinfín de formas de enfrentarse al género, de entenderlo, de explicarlo, explorarlo y practicarlo. Francisco Ortiz opta por la paradoja: El microrrelato no existe. Pero yo lo cultivo. Detesto el microrrelato. Pero yo escribo textos que no van más allá de una página. Intentos por acotar un género que se resiste a las definiciones categóricas. Mónica Gutiérrez lo compara a un buen perfume, de los de antaño. Pablo García dice que su estructura se acomoda mejor que cualquier otra a las situaciones de tensión. Miguel Ángel Muñoz lo quiere diferenciar del chiste o la paradoja, y lo hace jugando con la idea de aprovechar los recursos naturales, por lo que cree que el microcuentista debe estirarse un poquito, indagar en el posible relato más allá del párrafo ingenioso o presuntamente poético. Javier Mijé elabora todo un “Decálogo del cuentista mínimo”. Y Salvador Gutiérrez Solís escribe: Si fuera coherente y respetuoso con el género, me deberían bastar un par de renglones para explicar mi definición del microcuento. Diversidad de puntos de vista, de concepciones estéticas, de intereses temáticos. Un volumen muy completo, con textos realmente impactantes, con interesantes muestras de un género cuya contundencia es innegable.

Si no encuentran la revista, la pueden pedir en la siguiente dirección:
Revista Batarro
Apartado 172
04600 Huercal-Overa. Almería

Y también por correo electrónico: pdm@cajamar.es

domingo, septiembre 13, 2009

El bloqueo del escritor

Escribe Paul Bowles en “Memorias de un nómada”: El placer consistía en inventar un nuevo problema y dar con la forma de resolverlo. El problema que me planteaba no era distinto al que describía Raymond Roussel en “Comment j’ai écrit certains de mes livres”. Digamos que empezaba con cuatro fragmentos distintos (anécdotas, citas o simples frases fuera de contexto) tomados de distintas fuentes y que incluían una serie de personajes completamente diferentes. La tarea consistía en inventar una trama narrativa de conexión que lograra que los cuatro elementos originales sustentaran por igual la obra resultante.

Es algo que siempre me ha parecido un buen ejercicio para intentar salir de un periodo de bloqueo, aunque en verdad no sé si da resultado.
Creo que todo escritor ha experimentado alguna vez un periodo de bloqueo, una época en la que parece que no se le ocurre nada. Se sienta ante el ordenador y las ideas no vienen, y se entretiene haciendo esto o aquello, pero no avanza en la redacción de ningún texto. Es una sensación angustiosa que genera una insoportable ansiedad.

Victoria Nelson escribió un libro muy interesante titulado “Sobre el bloqueo del escritor” (Ediciones Península). Y me parece una buena terapia recurrir a sus páginas de vez en cuando. El libro se inicia con una cita de Kafka: 7 de junio. Mal día. Hoy no he escrito nada. Mañana no tendré tiempo. Imagino que todo aquel que desea escribir se hace una idea de la angustia contenida en esa frase: mañana no tendré tiempo. De hecho, el motivo principal del bloqueo es la autoexigencia. A veces, uno se impone una meta demasiado ambiciosa y el cuerpo se frena, avisa. Tal vez nos hemos propuesto escribir una obra maestra, perfecta, compleja, pero la primera frase no se presenta. O quizá hemos reservado dos días para escribir todos los textos que tenemos pendientes, en la cabeza, y cuando llega el momento, ninguno parece materializarse. Y la incapacidad de abordar el trabajo autoimpuesto crea más ansiedad y, por consiguiente, menos concentración.

La autora escribe:
El tiempo elegido para escribir es una decisión muy personal. Pero el cuerpo y las emociones se rebelan, a menudo, contra cualquier trabajo forzado.
(…)
¿Qué pasa si está decidido a escribir a pesar de llevar una vida abrumadoramente ocupada? Algunos —muy pocos— asumen la responsabilidad de la distribución de su tiempo de la siguiente manera: «Debo atenerme a este programa porque otras vidas dependen de que me gane el sueldo, pero, a pesar de los pesares, arañaré una hora o dos cada día para mí, porque quiero escribir». Esta decisión requiere sacrificio, aguante, y un tipo especial de coraje para mantener felices tanto al adulto como al niño. Representa un giro crucial en el que surge un pequeño número de escritores en ciernes de entre las filas de quienes se limitan a desear escribir.
(…)
Calentarse significa aprender de nuevo a jugar como un niño y es una actividad que consta de los siguientes pasos fáciles. En primer lugar, permítase no hacer nada hasta sentir una urgencia profunda y genuina de escribir algo concreto. A continuación, escriba sólo lo que quiera escribir. Escriba donde y cuando desee hacerlo. Escriba tanto o tan poco como le apetezca. Cuando se canse de escribir, déjelo.


Pero no creo que sea una tarea fácil. No es una meta cómoda.
Hay tantas cosas por hacer: libros por leer, textos por terminar, ideas por desarrollar…
Ay, mañana no tendré tiempo…

domingo, septiembre 06, 2009

Regreso

Mis vacaciones son un poco raras este año. Periodos cortos de inactividad y días de trabajo. No sé si he conseguido “desconectar”, pero lo he intentado.
Hice algunas cosas. Pocas. Leí. Escribí algo, también. Pasé mucho calor, por supuesto.

Pueden leer un relato mío en la revista Spejismos: Aquí.

Me pregunto si es posible que me cruzara con el actor Viggo Mortensen por la calle Barquillo de Madrid.
En Valencia se celebró el Gran Premio de Fórmula 1. La ciudad patas arriba durante unos días.


Pasé unos días en Asturias.




Es una recomendable excursión acercarse a Moraira y visitar la placa dedicada al escritor de novela negra Chester Himes, que pasó sus últimos años en este idílico rincón alicantino.


Y se murió Willy DeVille.

miércoles, agosto 05, 2009

Howard Phillips Lovecraft



Al margen de la afectación de su estilo, de su abuso de adjetivos, el valor de Lovecraft radica especialmente en su capacidad para componer un mundo propio con una jerarquía de dioses y monstruos como Nyarlathotep, el Gran Dios Cthulhu, Azathoth, Dagón, Yog-Sothoth...; lugares imaginarios como la Universidad de Miskatonic, Arkham, Innsmouth o la ciudad sumergida de R'lyeh...; y libros como el Necronomicón, compendio de saberes prohibidos escrito por el árabe loco Abdul Alhazred, libro imaginario inventado con tal fuerza que mucha gente ha creído en su existencia. Cuenta Derleth que algunos libreros disfrutaron fomentando el engaño sobre la existencia del Necronomicón hasta el punto que llegaron a anunciarlo en sus catálogos o a ofrecerlo en venta a través de anuncios.

Howard Phillips Lovecraft nació el 20 de Agosto de 1890 en Providence, Rhode Island. Fue un muchacho tímido, solitario, inseguro, enfermizo y sin confianza en sí mismo. Sus cartas están llenas de consideraciones autocríticas y sentimientos de culpa. Padecía unas fuertes crisis nerviosas que le apartaron del colegio durante largos periodos y a las que culpó más tarde de truncar su formación universitaria, algo que le avergonzaba. No es extraño que Lovecraft se refugiara en los libros. Fue un lector voraz y un autodidacta que comenzó por su cuenta estudios de astronomía, química o lingüística, con un enorme entusiasmo; aunque luego los abandonó excusándose en su delicado estado de salud.

Lovecraft está lleno de significativas contradicciones. Es conocido su excesivo puritanismo, que rayaba incluso con la aversión al sexo, y también que era un hombre de virulentas ideas racistas. Pese a todo, y aunque dijo sentir una cierta antipatía por la gente en general, los demás le consideraban una persona de trato sumamente educado y agradable. Es más, puede afirmarse que su obra no es más extensa a causa de la gran cantidad de tiempo y energía que dedicó a su correspondencia personal. Escribía varias cartas diarias, puesto que mantenía correspondencia al mismo tiempo con un número de personas que oscilaba entre cincuenta y cien. Algunas de sus cartas sobrepasan las 40 páginas.
Siempre le gustó escribir a mano, con pluma estilográfica. En 1906 compró una máquina Remington que conservó toda su vida y que utilizaba sólo para la redacción definitiva de sus manuscritos, tarea que le suponía toda una tortura, tanto era así que algunos de sus relatos pudieron ser publicados gracias a que sus amigos se ofrecieron a pasarlos a máquina, ya que en algunos casos posponía tanto esta tarea que podía llegar a no realizarla nunca.

Con el relato "El Cuadro", escrito en 1907, se inicia su carrera en el terreno de lo fantástico, pero no será hasta después de los veinte años cuando Lovecraft comience a escribir las historias que habrían de hacerle famoso, siendo "Dagón" su primer relato publicado, en Noviembre de 1919. Lovecraft se lo envió a Edwin F. Baird, director de la revista "Weird Tales", junto con otros cuatro trabajos y una carta de presentación que invitaba a que se los rechazaran: si algún milagro le impulsara a Vd. a publicar mis cuentos sólo tengo una condición que presentar, y es que no deben hacérsele recortes; incluso confesaba que sus textos habían sido rechazados por otras publicaciones. Y a pesar de todo esto, Baird compró las cinco historias y sometió a Lovecraft a una indecible tortura al pedirle, como condición indispensable para su publicación, que las pasara a máquina.
En marzo de 1924, Lovecraft se casó con Sonia Haft Shifirkin Greene. Sonia era una mujer emprendedora, muy activa, que aparentaba ser mucho más joven. Era una mujer alta y elegante que ganaba un sueldo muy elevado como modista. Ella fue la base económica del matrimonio. Se trasladaron a Nueva York, un cambio que Lovecraft no llegó nunca a asimilar, a pesar de que se rodeó de un grupo de aficionados con los que formó el "Kalem Club", entre los cuales se encontraban Samuel Loveman, Frank Belknap Long, James F. Morton, etc. Se reunían una vez a la semana. Sin embargo, no consiguió adaptar sus costumbres a la vida de casado y pronto volvió a recuperar sus hábitos nocturnos. Cuando la situación económica empezó a empeorar, Sonia tuvo que marchar a otras ciudades, por periodos de varios meses, pero Lovecraft nunca la acompañó. Se quedó refugiado en su casa, rodeado por los objetos que le daban seguridad. Se dice que, por aquella época, llevaba siempre un frasco de veneno encima. Su salud se debilitó y, cuando sus tías le propusieron trasladarse con ellas a Providence, aceptó de inmediato. El 25 de marzo de 1929 Sonia y Howard firmaron el acuerdo de divorcio.

Lovecraft se esforzó toda su vida por convertirse en un auténtico caballero, con toda la afectación que se le puede suponer al término. Afirmaba que escribía por placer y defendía el arte por el arte. Alababa la ociosidad y la holganza, manteniendo que a un artista debería proporcionársele todo lo necesario para subsistir con tal de que pudiese ocupar su tiempo en crear. Jamás regateaba ni intentaba comerciar con sus escritos. Cuidaba un aspecto que resultaba anticuado. Y hablaba de forma pedante; según Sprague de Camp, era de los que en vez de decir voy a tomar un trago, decía voy a procurarme un poco de refresco líquido. Según Sonia jamás empleó la palabra amor con ella; solía decirle cariño, no sabes cuanto te aprecio. Todos los que le conocieron coinciden en calificarle como una especie de diccionario parlante. Y sin embargo resultaba sumamente agradable su compañía, era muy amable y en las reuniones la gente se sentía pronto cautivada por la conversación de aquel tipo alto, reservado, dotado de un agudo sentido del humor, inesperado ante su rostro imperturbable.

Lovecraft escribió: Todas mis narraciones, aún cuando no guarden relación entre sí, se basan en la tradición o leyenda según la cual este mundo estuvo habitado en épocas anteriores por otra raza que, como consecuencia de las prácticas de magia negra, perdió su dominio y fue expulsada, pero vive en algún lugar del exterior dispuesta en todo momento a volver a adueñarse de la tierra. En su ensayo "El horror en la Literatura" expone qué es lo que más le preocupaba a la hora de escribir un relato: El factor más importante de todos es la atmósfera, ya que el criterio último de autenticidad no reside en que encaje una trama, sino que se haya sabido crear una determinada sensación.
Quizá porque odiaba el pescado, muchas de sus criaturas tienen forma anfibia y orígenes submarinos. Muchas de sus historias se basan en un esquema según el cual un hombre soltero, solitario, a quien a menudo le gusta pasear por las noches, se siente impulsado a investigar algo misterioso, lo cual le lleva al descubrimiento de fuerzas ancestrales, monstruos de otro tiempo y lugar, nuevas dimensiones... y se queda paralizado por el miedo, a veces viendo cómo van a atraparle. En alguna que otra historia acaba escribiendo algo así como: están ahí, las fuerzas ocultas del Ser Innombrable, vienen a por mí... Yog-Sothoth... se acercan... (Cuando yo leía esto siempre me llamaba la atención que en una situación de este tipo el protagonista tuviese el ánimo de escribir).

De no ser por sus amigos, Lovecraft habría publicado todavía menos de lo que lo hizo. Era sumamente autocrítico y negativo. En cierta ocasión, Lovecraft expresó: siento una especie de repugnancia a enviar nada de lo que ha sido rechazado anteriormente. Mandaba sus relatos a varios de sus corresponsales pidiéndoles su opinión y bastaba con que a uno de ellos no le gustase para que se considerase un escritor fracasado. Derleth siempre le recriminaba su actitud negativa. Su fatalismo podría resultar ridículo si no fuera trágico. Llegó a afirmar que su obra era excesivamente extravagante y melodramática, y carente de profundidad y sutileza... Mi estilo es malo también; está lleno de recursos retóricos evidentes y lugares comunes y repeticiones. Se aleja bastante de la sencillez estricta, objetiva, que es mi meta.
William L. Crawford, que había lanzado una revista llamada “Unusual Stories”, se propuso publicar en 1936 "La sombra sobre Innsmouth" en forma de libro. La falta de dinero puso fin a su proyecto, a pesar de lo cual llegó a imprimir y encuadernar 150 ejemplares que fueron los únicos libros que vio Lovecraft con su nombre en toda su vida.

Es en 1936 cuando aparecen lo que él denominaba "trastornos digestivos" y que era en realidad un cáncer de colon que acabó con su vida el 15 de marzo de 1937. El último año lo pasó en la cama, con grandes dolores, apoyado en almohadones, tratando de escribir cartas o dictándolas a su tía. Fue enterrado en el panteón de su abuelo Phillips del cementerio de Swan Point. Su nombre se encuentra inscrito en la losa central, pero ninguna lápida señala su tumba.
La primera recopilación de la obra de Lovecraft fue publicada por "Arkham House" en 1939, con el título "The Outsiders and Others". Desde entonces, la estética lovecraftiana ha influido con indudable fuerza en muchos ámbitos de expresión. No sólo la literatura de terror sino también el cómic y el cine han sucumbido al influjo de este inventor de cosmos. Su sombra está presente en películas como "En la boca del miedo" o la mismísima "Alien".

domingo, agosto 02, 2009

Intermedio

Este blog permanecerá inactivo durante el mes de Agosto. Es necesario un descanso. Dentro de un par de días publicaré un post sobre un escritor que siempre me interesó: Howard Phillips Lovecraft. Espero que les resulte interesante y nos reencontramos en Septiembre.


martes, julio 28, 2009

Medallones



Zofia Nalkowska fue una importante escritora polaca que formó parte de la Comisión de Investigación de los crímenes nazis en Polonia, y fue esa experiencia la que inspiró este libro titulado “Medallones” (editorial Minúscula). Es un libro que nos golpea sin piedad, un libro que uno lee mientras se muerde los nudillos y parpadea con rapidez. Un libro pequeño, breve, pero de una contundencia aniquiladora, no apto para todos los estómagos.
En “Medallones” se reúnen ocho relatos que son testimonios directos de dramáticos acontecimientos sucedidos en torno al exterminio de los judíos. Gente que relata una vivencia atroz, con un tono desapasionado. Un hombre narra su trabajo como ayudante de un médico que hace jabón con cuerpos humanos; en el relato “En el fondo” una mujer describe las torturas sufridas; en “La mujer del cementerio”, se cuenta lo que una mujer oye al otro lado del muro que la separa del guetto (Aunque no lo veamos, lo oímos. Se oye como si algo blando diera contra el suelo. Plaf, plaf… No paran de saltar, prefieren saltar que quemarse vivos…); “Junto a la vía del tren” habla de los cadáveres de quienes intentan huir de los vagones que los llevan como ganado a los campos de concentración; “El hombre es fuerte” cuenta la experiencia de un hombre que trabaja enterrando los cadáveres de los judíos que son gaseados en el interior de los camiones que los transportan… Historias espeluznantes que nos recuerdan que ha habido una época en que la crueldad y el sadismo han llegado a muy altas cotas.
El horror desnudo, despojado de sentimentalismo, presentado en pequeñas y crueles dosis, se convierte en una bola difícil de digerir que nos hiere por donde pasa.

La realidad es soportable porque no la experimentamos en su totalidad. O no la experimentamos toda a la vez. Nos llega en fracciones de acontecimientos, en briznas de relatos, en ecos de disparos, en lejanas humaredas que se desvanecen en el cielo, en incendios de los que dice la historia que «reducen a cenizas», aunque nadie se imagina el alcance de estas palabras. Esa realidad que es lejana y al mismo tiempo se desarrolla al otro lado del muro no parece verdadera. Solo el pensamiento puede intentar recomponerla, fijarla y comprenderla.

Y en otro momento nos dice algo no por obvio menos terrible:

Esta empresa, pensada y realizada con tanto rigor, fue obra de hombres. Fueron hombres quienes la ejecutaron y hombres quienes la padecieron. Fueron hombres quienes a otros hombres depararon semejante destino.

lunes, julio 20, 2009

Publicar tarde

Ha habido escritores que han publicado tarde y aún así han conseguido llamar la atención. Uno de ellos fue Frank McCourt, que acaba de fallecer a los 78 años de edad a causa de una meningitis. McCourt se dio a conocer con la publicación de un libro autobiográfico que se convirtió en un inesperado bestseller: “Las cenizas de Ángela”. Cuando publicó dicho libro tenía 66 años. Ganó el Pulitzer y publicó tres novelas más: “Lo es”, “El profesor” y “Ángela y el niño Jesús”.

Frank McCourt ("El País")

No ha sido el único caso, por supuesto. Hay numerosos ejemplos de escritores que comenzaron su carrera literaria tardíamente.
Gesualdo Buffalino sobrepasaba los 60 años cuando publicó su primera novela “Perorata del apestado”. Yo recuerdo con especial cariño su libro “Las mentiras de la noche”.
“El sueño eterno”, la primera novela de Raymond Chandler, se publicó cuando éste tenía 51 años. Hasta entonces sólo había publicado artículos dispersos en revistas.
José Saramago consiguió publicar una novela a los 25 años de edad que pasó sin pena ni gloria. Se titulaba “Terra de pecado”. Guardó silencio durante más de veinte años. Su siguiente novela, “Manual de pintura e caligrafia”, la publicó en 1977, a los 55 años. Entre ambas había publicado tres poemarios: en 1966, 1970 y 1975. El premio Nobel de literatura se lo dieron en 1998.
Annie Proulx publicó su primera novela a los 51 años de edad, y la segunda, “Atando cabos”, con la que ganó el Pulitzer, la publicó a los 58, en 1993.
Charles Bukowski publicó su primera novela, “Cartero”, en 1969, cuando ya había cumplido los 49.
Luis Landero publicó “Juegos de la edad tardía” a los 41 años.
Eduardo Lago publicó su primer libro, “Cuentos dispersos”, a los 46 años. Y su primera novela, “Llámame Brooklyn”, con la que ganó el premio Nadal, apareció en 2006, y Lago tenía entonces 52 años.
El escritor valenciano Manuel Talens también publicó su primera novela a los 44 años.
Y tampoco podemos olvidar el caso de Alberto Méndez, que publicó “Los girasoles ciegos” a los 63 años. O el del propio Stieg Larsson, que comenzó a escribir novelas policiacas a los 47 años y falleció a los 50, poco antes de que la primera de ellas fuera publicada y se convirtiera en un fenómeno editorial. O el de la ganadora de la primera edición del Premio Nueva Novela, convocado por el periódico argentino Página 12, que resultó ser una joven autora de 85 años llamada Aurora Venturini.

Y la lista no acaba aquí, naturalmente.

jueves, julio 09, 2009

Tribulaciones de un sicario



Estuve en la presentación del libro “Tribulaciones de un sicario”, de Elena Casero, que tuvo lugar en en el local de la banda de música de Patraix. Un lugar amplio que se quedó pequeño para la ocasión. Se respiraba un ambiente amable y distendido. Elena estuvo acompañada por Mariano Vega, de “Editores Policarbonados”, quien alabó su estilo literario y su profesionalidad. Ella estuvo tranquila y habló del libro, de su afición por la escritura, contó que le gusta escribir a mano y que a veces maltrata a sus personajes, todo entre medias sonrisas y complicidades con un público participativo que abarrotaba el local. Pese a que las circunstancias me obligaron a ir corriendo, pude charlar con algunos amigos del espacio virtual, como Raúl, aunque a otros no tuve oportunidad de saludarles.



El caso es que fue un placer asistir a esta presentación y, por supuesto, me llevé a casa el libro “Tribulaciones de un sicario”. Un libro que se lee con interés, que te atrapa y te mete en la historia sin que te des cuenta. Una novela que se acerca a las comedias de situación, y presenta rasgos del género negro con dosis de humor e ironía, escrita con un estilo directo y cuidado. Mientras la leía venían a mi mente nombres como Tom Sharpe, Billy Wilder o el mismo Jardiel Poncela, de quien Elena incluye una cita en su presentación: Sólo unos pocos sueños se cumplen, la mayoría se roncan.

Anselmo de la Rua es un hombre que desciende de una adinerada familia. Las circunstancias le llevaron a la ruina económica y ahora vive en una pensión regentada por doña Celia, una mujer que le proporciona todo lo que necesita. Sin embargo, se siente en la obligación de encontrar trabajo y un compañero de la pensión, Ernesto Rubiales, le pone en contacto con un grupo de sicarios liderados por Matías, un anarquista de ideas radicales. Los miembros de este grupo tienen una circunstancia en común: todos son enfermos terminales, así que Anselmo finge estar también enfermo y consigue que lo acepten en la organización. Le encargan seguir a un hombre que dirige un museo y que vive en la que fue la antigua mansión de la familia de Anselmo.

Yo era un sicario de poca monta, sólo un hombre común al que la necesidad le había empujado a replantearse la vida, a enfrentarse a ella desde la barbarie. Alguien, personas a quienes yo no conocía, había preparado el atentado hasta el último detalle. Yo era, simplemente, el último eslabón de una cadena cuyo principio desconocía.

Y así va avanzando la historia, deambulando en pos de las circunstancias, como Anselmo tras el hombre al que vigila y que le llevará, de un modo inevitable, hasta su propio pasado. Jugará un papel importante en la trama otro de los huéspedes de la pensión, Antonio, maestro de instituto y con quien el protagonista vivirá cómicas situaciones.

Un libro ameno, ideal para llevarse de vacaciones y pasar un rato entretenido, escuchando esa voz narradora que nos transporta, con un punto socarrón, por una intriga bien urdida y divertida.