domingo, octubre 31, 2010

Introitus Lapidis



“Introitus Lapidis”, titulada originariamente “Stone Junction”, del escritor norteamericano Jim Dodge, es una especie de road movie. También es una historia de aprendizaje. Una historia desbaratada, una locura, una sucesión de personajes estrafalarios pero cautivadores. Es el relato de un robo. Pero quizá es el relato de una venganza. Es la crónica de un viaje a un lado oculto de la realidad. Una escuela alternativa de saberes prohibidos. Pero también es una historia sobre la búsqueda del amor y la felicidad. Es un libro que nos sorprende y nos dice cada vez que pasamos una página: no te esperabas esto ¿verdad?
Si este libro tiene más de quinientas páginas es, sencillamente, porque no paran de suceder cosas. El autor va al grano, no se demora en detalles superfluos, pero su imaginación no parece tener límites. Por momentos, recuerda a las películas de los hermanos Cohen.

Annalee es una joven de carácter fuerte y decidido. Con dieciséis años queda embarazada y nada más dar a luz decide marcharse con su bebé de la institución religiosa en la que se encuentra acogida. La primera persona a la que se encuentra es Smiling Jack, un joven camionero que le ofrece ocuparse de un rancho solitario, un rancho que más tarde pasará a desempeñar la función de refugio de extraños personajes. Uno de estos personajes será quien le hablará por primera vez de una sociedad secreta: La Alianza de Magos y Forajidos, la AMO. Una Alianza que empieza a ser evidente que ha estado presente desde el principio y que será la que después se encargará de la educación del hijo de Annalee, Daniel Pearse. El joven irá pasando de un maestro a otro y cada uno de ellos lo instruirá en una materia: meditación, drogas, abrir cerraduras, jugar a las cartas o el arte del disfraz. Un periplo que le preparará para llevar a cabo el robo de un extraño diamante. Este es, a grandes rasgos, el eje argumental del libro, aunque, por supuesto, hay mucho más.

Con esta novela he descubierto a un escritor muy original, ajeno a corrientes y modas, con una imaginación desbordante. Jim Dodge, de quien no había leído nada hasta ahora, nació en 1945 y publicó su primer libro con treinta y ocho años. No es, desde luego, un escritor precoz. Un autor fiel a sí mismo, a sus obsesiones y a sus pasiones. Su estilo es un torrente imparable de locuras narradas con la lógica de lo cotidiano, un viaje en una montaña rusa que no sabemos si tendrá un final o si nos lanzará al espacio, una alucinación con apariencia real y unos hechos reales que parecen pesadillas. Leer a Jim Dodge ha sido una experiencia alucinante.

miércoles, octubre 27, 2010

HFS – David Trueba y Félix Romeo


David Trueba y Félix Romeo hablaron de cine. Lo hicieron con humor, desenfado, y mostraron algunos fragmentos de películas clásicas que sirvieron para comentar, reflexionar e incluso recordar.
Dice David Trueba que recuerda las películas que influyeron en su infancia de dos en dos, “Nickelodeon” y “Cantando bajo la lluvia”, “Dos hombres y un destino” y “Pat Garrett y Billy The Kid”, y las recuerda así porque las vio en un cine de sesión doble.
También recuerda el programa “La clave”, gracias al cual descubrió películas como “El cochecito”. De hecho, para él “La clave” era un programa de cine más que de debate. Es más, en su opinión, los niños deben ver películas que se consideran de adultos. Las películas de niños se disfrutan más en la madurez que en la niñez. Los niños deben ver “Amarcord” y cosas así.
David Trueba hizo cortos en clase de literatura, con tres compañeros, y esto le sirve para recordar algunas anécdotas sobre la escasa calidad de aquellas películas y la paciencia del profesor de literatura.
En general, le gustan las películas que le hacen reír. Recuerda que Rafael Azcona le decía que sólo iba al cine a ver comedias. Y le parece una buena costumbre.
Para un aficionado al cine, la aparición del video fue un momento muy importante, pero David Trueba tenía un video con el sistema 2000, que fue el primero que desapareció, así que sólo tenía tres películas y un partido de fútbol que habían grabado de la tele y que verían algo así como unas doscientas veces.


Una escena de “Amanecer”, de Murnau, le demuestra que las condiciones precarias hacen el cine mejor. La técnica, dice, hace el cine más fácil, pero no lo hace mejor.
La escena de “Roma, ciudad abierta”, de Rossellini, le obliga a fijarse en cómo se puede hacer reír en plena tragedia. Y es que el cine era antes más irresponsable. Ahora todo tiene que ser mucho más políticamente correcto. Ahora se delimita mucho más lo cómico y lo trágico. Rossellini fue el primero en sacar la cámara a la calle. Sin él no habría existido la nouvelle vague.
Y al final tiene que ser la gente de la organización del Festival quienes precipiten el final del acto porque ellos habrían seguido, sin duda, mucho más tiempo hablando, y nosotros escuchando.

Aquí termino la crónica de los actos a los que asistí en el Festival Hay Segovia 2010.

domingo, octubre 24, 2010

HFS - Juan Cruz y Manuel Vicent


Apenas entran en el escenario del Museo Estaban Vicente se percibe la complicidad que existe entre ellos. El salón es pequeño y está abarrotado de gente. El calor llega a ser sofocante.
Juan Cruz adopta el papel de entrevistador y Manuel Vicent cuenta una historia tras otra, hilvanando teorías, explicaciones disparatadas, ligando episodios lejanos en el tiempo que nada tienen que ver entre sí.
El factor humano es fundamental para entender cualquier cambio de ideología, dice Vicent. Nuestra mente tiene dos zonas, la mente reptil en la que sentimos las necesidades primarias, sed, hambre, territorio; y la zona en la que residen las emociones, los sentimientos, los dogmas... Lo que se aprende de niños ya no se olvida, de ahí que la Iglesia diga “esos cerebros son míos” y se preocupe por dirigir su educación.
Habla también de cómo la televisión ha cambiado a la humanidad. En su opinión tenemos demasiada información, y la sobreinformación no es la realidad. Se trata en su mayor parte de información fragmentada, mediatizada, de la que sólo puedes defenderte huyendo. La comunicación se presenta como algo inseparable del espectáculo, del negocio y, por tanto, del poder. Dice que si pasas un mes de vacaciones sin escuchar ningún medio de comunicación, a la vuelta te das cuenta de que no ha pasado absolutamente nada, todo está igual


Juan Cruz le pregunta si no existe freno a la información a la hora de opinar y Manuel Vicent parece crecerse. “Cualquier imbécil, hoy día, con un micrófono, es importantísimo y peligrosísimo. Cada chorrada que dice se expande por el Universo, se queda ahí, llegando cada vez más lejos”. Pone como ejemplo la cantidad de tertulias en las que los participantes empiezan diciendo: “Bueno, yo de esto no sé nada, pero...”
En este momento, Vicent recuerda un día que iba paseando con Rafael Azcona y éste le dijo que sólo se escribían lugares comunes. Estaban frente a un establecimiento VIPS y decidieron hacer la prueba. Entraron. Azcona le pidió a Vicent que cogiera el libro que quisiera y que lo abriera por cualquier página al azar y se pusiera a leer. Vicent así lo hizo, y leyó: “No hay mal que por bien no venga”.
Sobre la crisis económica que estamos sufriendo, Vicent está convencido de que nadie sabe nada. Nadie entiende la crisis. Y probablemente pasará sin que nadie haya podido explicarla convincentemente. Y luego volverá a haber problemas otra vez.
De hecho, lo único que hace que merezca la pena que la humanidad haya existido es el arte. Todo lo demás es un desastre, materia con la que Juan Cruz y Manuel Vicent demuestran ser capaces de amenizar una charla y de hacer reír al auditorio.

miércoles, octubre 20, 2010

HFS – György Konrad


Acudo a esta entrevista recordando a Jorge Semprún, cuando advierte que dentro de poco ya no quedarán testimonios directos de la época del holocausto.
En Marzo de 1944 György Konrad tenía once años y huyó a Budapest con su hermana, justo antes de que los nazis detuvieran a los judíos en su pueblo. Cuenta esta experiencia en el último libro que acaba de publicarse en España: “Viaje de ida y vuelta”. Yo espero que hable de esta experiencia.

La charla tiene lugar en el salón de actos de Caja Segovia. György Konrad es entrevistado por Adan Kovacsis, su traductor al español. Conversarán en húngaro, por lo que es necesaria la traducción simultánea. Y creo que ese fue el problema. Conforme avanzaba la conversación entre los dos hombres yo podía constatar que el húngaro era una lengua muy complicada. La voz de la traductora retorcía las frases, con esfuerzo, con dudas, y a veces esas frases no llegaban a su fin, tan sólo quedaban en suspenso y empezaban otras. Muy complicado. Muy difícil seguir el hilo de la conversación.

La Primavera de Praga, en 1968, se percibió en Hungría, y se produjo un cierto ambiente de libertad que favoreció la publicación de su primer libro, “El visitante”, que trataba sobre personas marginadas. No tuvo que eliminar nada, pero en cuanto apareció, el periódico del partido publicó un artículo titulado “De un libro malo”. Le dedicaron una página entera. Se agotaron los ejemplares, seguramente gracias a aquel artículo, y es que siempre hay algo bueno en todo lo malo.

Es sociólogo. Dice que ha tenido que desempeñar muchos trabajos a lo largo de su vida. Trabajó en el Instituto de Planificación Urbana de Budapest. Su trabajo estaba relacionado con la defensa de los intereses de los niños. Podía ser doloroso, aunque tenía ventajas, ya que disponía de su propio tiempo. Visitaba a las familias cuando quería, con lo que conseguía tener libres las mañanas. Era un trabajo delicado, pero él podía combinarlo con su conciencia, actuar conforme a su ética. Dice: Las fachadas esconden tragedias. Visitaba semanalmente ciudades del interior y escribía un informe. Pasó ocho años allí y de esa experiencia nació la novela “El fundador de la ciudad”. Este libro, basado en sus experiencias laborales, ya no se publicó en Hungría. Por esta obra la policía estatal redactó informes sobre él, informes que mucho tiempo después tuvo oportunidad de leer.

Su libro “El cómplice” trata precisamente sobre la intelectualidad, sobre los consejeros, confidentes, gente de literatura, jefes de policía... personas de todo tipo. Dice: Si el poder se concentra en manos de unos pocos, a éstos no les gusta que los critiquen.
Sus obras “El reloj de piedra”, “Una fiesta en el jardín” y “Viaje de ida y vuelta” son libros autobiográficos en los que la historia personal de Konrad se funde con la historia de Europa. Son libros en los que intenta reproducir las conexiones de la memoria, realizar una especie de foto de grupo. Pero también son producto de la fantasía. Es inevitable. Le interesa el ejercicio de acordarse de algo. Toda ficción puede ser cierta y todas las realidades ser falsas.

Finaliza la charla y me quedo con la impresión de que han quedado muchos temas sin tratar. György Konrad me ha parecido una persona interesante. Su forma de hablar, su personalidad reposada, corresponden a alguien que ha reflexionado mucho, alguien que ha tratado de entender a los demás, las circunstancias que determinan nuestros actos. Espero encontrar en sus libros las respuestas que me faltan.

jueves, octubre 14, 2010

HFS-Antonio Lobo Antunes



No fue necesaria la traducción simultánea porque Antonio Lobo Antunes charló con Claudio López Lamadrid, su editor, en español. Vestía pantalón vaquero, camisa vaquera por fuera y una cazadora verde. Claudio López advierte a la audiencia de la sordera de Lobo Antunes y pide por tanto que no nos extrañemos si se le pregunta una cosa y responde otra que no tiene nada que ver. La charla se va a centrar en la manera de ver y enfrentar la literatura por parte del autor portugués.

Con voz profunda nos explica que empezó a escribir a los cinco o seis años, pero que nunca pensó en publicar. A los diecisiete o dieciocho años todavía no encontraba un estilo personal. Nunca le ha interesado contar historias en el sentido tradicional del término, con trama, personajes y todo eso. Escribía libros y luego los tiraba a la basura. De muy joven descubrió escritores catalanes como José María Castellet, Moix, Pere Gimferrer... y se dio cuenta de que todo lo que se publicaba era mucho más grande que lo que él escribía.
A los treinta y cuatro tiró un libro a la basura, pero un amigo lo rescató y lo envió a una editorial. Lo publicaron. De modo que él se fue de vacaciones un día y al regresar era famoso. Su primer libro lo publicó pues con treinta y seis años. Se titulaba “Memoria de elefante” y hablaba de la guerra de África, que era algo que no se hacía. No había libros que hablaran de lo que pasaba en Portugal.

Dice que la literatura angloamericana y alemana le ha influido más, por ejemplo, que la francesa. Cuenta que un día recibió una carta de un agente muy conocido de New York. Le decía que quería ser su agente y él pensó que era una broma y no contestó. Recibió una segunda carta, y entonces le contestó que sí, que de acuerdo, pero sin esperar nada, tan sólo para que no le siguiera escribiendo. Pero después de esto, lo publicó Random House en EE.UU. y su libro apareció en la primera página de los principales periódicos norteamericanos. Él no conocía nada ni a nadie del mundo de la edición y, de repente, se vio acosado por todo el mundo.
Empezó a conocer a escritores y fue una desilusión. Es mejor leerlos y no conocerlos: siempre decepcionan. De pronto, dejó de tener vida personal. Le hacían fotos, le pedían autógrafos. Y él no entendía nada, porque no era lógico, él no vivía de su cara, era sólo un nombre detrás de un libro.

Le sorprende que haya tanta gente escribiendo porque es algo muy difícil. Se vive una tremenda soledad interior. No hay tiempo para hablar. Piensa que el libro ideal sería aquel que tendría espejos en todas sus páginas, ya que todo buen libro da la sensación de haber sido escrito para uno mismo. Cita un verso de Quevedo, refiriéndose a la lectura: Escucho con mis ojos a los muertos.

Escribe a mano. Trabaja doce horas al día. Redacta seis borradores de cada libro. Empieza sin ningún plan preconcebido, sin nada. También el último libro que ha publicado, “Archipiélago del insomnio”, aunque éste ha sido redactado en circunstancias más difíciles.

En 2007 le dieron el premio Juan Rulfo, en Guadalajara. Estando allí se sintió enfermo, con problemas gastrointestinales. Pensó que era el mal de Moctezuma, pero resultó ser un cáncer con el que ha estado luchando mucho tiempo y del que ha conseguido salir bien. En este momento empieza a hablar de la enfermedad, muy despacio, como si recordara, como si tuviera que escoger las palabras con cuidado. Primero sintió sorpresa, dice, luego un vacío. Uno no puede vivir sin futuro.
No había metástasis. Lo operaron. Luego, quimio. Muy largo. Veía gente en el hospital, en la sala de espera. Chicas sin pelo. Recuerda a un hombre que parecía venir de un pueblo, con su mejor chaqueta y sin corbata. Pero llevaba la camisa abotonada hasta el cuello, como si llevara la corbata. Era la corbata más bonita que he visto en mi vida, dice.
No quería estar con amigos. No quería estar con nadie. La gente le dirigía sonrisas falsas, o lloraban, o le decían: mi prima tuvo un cáncer igual y se curó. Él prefería a un tío suyo que había tenido lo mismo y le decía: Aguántate.
Escribir cansa, pero acabó el libro. También perdió peso.

El escritor trabaja con recuerdos, con pequeños detalles, cosas de nada, gestos, emociones... Trabaja con eso. Recrea con palabras un sentimiento. La palabra exacta la conforman las palabras que están antes y las que están después de ella, como cuando intentas recordar un número de teléfono y combinas números, hasta que das con el exacto.

Antonio Lobo Antunes dice que sólo le interesa la literatura. No le interesa el cine, ni la pintura, ni nada. Sin embargo, López Lamadrid le dice que hay algo que sí le interesa últimamente, lo dice con una sonrisa maliciosa y consigue que el escritor confiese que su última obsesión es Belén Esteban. Los programas del corazón en general. Esta tarde dos exmujeres hablaban sobre cómo era un duque en la cama y me quedé sin saberlo por acudir aquí.

Termina hablando de algunos escritores portugueses. Miguel Torga, de quien dijo que tuvo una vida muy difícil y que fue un escritor muy honesto, un hombre hecho de piedra. Y especialmente emotivo su recuerdo hacia Cardoso Pires, a quien definió como su amigo, su hermano mayor. Tenían tal grado de complicidad y de unión que un día Cardoso le llamó y le dijo: quiero felicitarte porque gané un premio. Leían los libros uno del otro, para corregirlos. Lobo le preguntaba: ¿Qué piensas del libro? Y Cardoso respondía: No sé, lo he leído sólo dos veces.
La charla termina, casi a la fuerza. El público aplaude con una sonrisa. El tiempo se nos ha escapado sin que nos diéramos cuenta.

sábado, octubre 09, 2010

HFS – María Dueñas



“El tiempo entre costuras” es el best-seller del año. Un libro que se ha abierto camino lenta pero imparablemente, sin apenas publicidad al principio. Se sitúa en el protectorado español de Marruecos, donde vivió la familia de la autora, así que en parte lo que ha hecho María Dueñas ha sido reconstruir el legado familiar. Blanca Berasategui, directora de El Cultural, habla con ella en la Iglesia San Juan de los Caballeros.
La protagonista de la novela es una modista porque ese era un oficio que, en la época en que está ambientada la historia, podía proporcionar independencia económica y la posibilidad de ascender socialmente, lo cual era importante. Además, un taller de costura es un lugar estupendo para las complicidades y las intrigas.

María Dueñas es una mujer menuda, de aspecto juvenil, proclive a la sonrisa y que habla con naturalidad del oficio de escribir, o mejor dicho, de la pasión de escribir. La novela ha tardado un año en escribirla, pero pasó varios meses documentándose, tomando notas, viajando a los lugares en los que iba a ambientar la acción. Tiene pocas manías de escritor. La redacción de la novela la ha compaginado con su trabajo en la universidad, escribiendo en el tiempo libre, los fines de semana, sacando horas de donde podía, en vacaciones, por las mañanas cuando tenía las clases por la tarde, etc. No obstante, escribir no consiste sólo en el rato que pasas delante del ordenador. Se escribe todo el tiempo en la cabeza, hilvanando mentalmente la trama. Así que, cuando realmente te sientas a escribir, muchas cosas ya las tienes claras en la cabeza. La necesidad de optimizar el tiempo provoca que se haga mucho trabajo mental.
No presentó el libro directamente a una editorial. Una vez tomó la decisión de publicarla buscó un agente literario. En este caso se trató de Antonia Kerrigan a la que dedicó cariñosos elogios.

En aquella época, Tetuán era una ciudad muy española y, a la vez, muy cosmopolita. Era el escenario ideal para una novela de intriga porque allí la gente podía camuflarse, hacerse pasar por otro, era un sitio idóneo para las conspiraciones. Por otra parte, era interesante recuperar la época del protectorado porque existe un desconocimiento general, es algo que se ha cubierto con un manto de olvido, quizá por un complejo de imperialismo o por considerar que fue algo relacionado con el franquismo.
En el libro aparecen personajes que existieron realmente, lo cual le da verosimilitud. Ha sido muy rigurosa con el tratamiento de los hechos históricos y, de hecho, una de las cosas que más le ha costado es conseguir que la historia ficticia y la real se integraran.

Con el personaje de Juan Luis Beigbeder se encontró por casualidad. No es historiadora. Leyó sobre él en un artículo de internet y le interesó la historia de ese hombre. Se dice que dejó escritos muchos papeles, tal vez sus memorias, y que las tiene un historiador marroquí. Ella está segura de que debe haber muchas cosas interesantes en esos papeles. Cuenta que en el año 43 fue enviado a EE.UU. donde pasó dos años, hasta el final de la guerra. No se sabe qué fue a hacer allí, el caso es que al regresar ya no se reincorporó al servicio activo.
No ha tenido problemas con familiares de las personas reales que aparecen en la novela. De hecho, la sobrina de Beigbeder la visitó en la pasada Feria del Libro, en Madrid, y estuvo muy amable. Tan sólo recibió un mensaje un poco airado de una mujer alemana que se mostró enfadada porque en la novela se decía que su padre había sido un nazi. Y resulta que era cierto que había sido nazi, pero su hija esto no lo sabía. Le envió a la mujer la documentación de que disponía. Fue una sorpresa dolorosa para ella.
Otro personaje fascinante que aparece en la novela y que es totalmente real es el de Rosalinda Powell Fox, espía y amante de Beigbeder. Ella escribió sus memorias en un libro titulado “La hierba y el asfalto”. Falleció en Cádiz hace cuatro o cinco años.

El libro va a ser adaptado en una miniserie de televisión. No sabe el nombre de la actriz que encarnará a la protagonista, pero hay que tener en cuenta que tiene de veinte a treinta años en el transcurso de la historia que narra la novela. No tiene noticia de que se hayan negociado los derechos con ninguna productora Norteamérica, pese a los rumores. Lo que sí es verdad es que se ha publicado en numerosos países, como EE.UU. Gran Bretaña, Taiwán... No sabe como funcionará esta historia en otros países ya que la ve como algo muy nuestro, muy local.

Berasategui le pregunta por su siguiente proyecto y María Dueñas confiesa que ya está trabajando en la segunda novela, de la que tan sólo cuenta que transcurrirá entre EE.UU. y España, alternando una historia contemporánea con hechos del pasado. Dos líneas narrativas que parecerán independientes pero que luego confluirán en una sola.
Sabe que la segunda novela es un reto, una prueba de fuego y que muchos autores que han tenido un gran éxito con su primer libro sienten una especie de miedo escénico al escribir el segundo. La escritora Julia Navarro ya le ha advertido que con la segunda los críticos te esperan con “la recortada”. Intenta no pensar en ello. Todo ha sucedido de un modo demasiado inesperado, abrumador. De hecho se mantiene al margen de redes sociales, aunque eso no quiere decir que esté en contra, simplemente no puede con más servidumbres. Bastante tiene encima, y muy agradecida. No hace vida social literaria, aunque mantiene cierto contacto con Pérez Reverte, que siempre ha sido muy amable con ella, con Matilde Asensi, con Julia Navarro, con Sánchez Dragó... De hecho, una columna de Dragó titulada “Una novela como las de antes” fue decisiva para que el libro despegara como lo ha hecho.
Debo admitir que no leído este libro, pero salí de esa charla con ganas de hacerlo.

jueves, octubre 07, 2010

Premio Nobel de Literatura 2010



Hoy se ha sabido que el Premio Nobel de Literatura 2010 se ha otorgado a Mario Vargas Llosa. Su nombre figura en la lista de favoritos desde hace años. Pero su primera reacción al recibir la noticia ha sido de incredulidad y afirma que pensó que le estaban gastando una broma. El nombre de Vargas Llosa entra así en la lista de aquellos que han obtenido el más importante galardón que se concede a una trayectoria literaria. Es una excelente noticia.

Vargas Llosa, que nació en Arequipa en 1936 es autor de obras esenciales, como: “La tía Julia y el escribidor”, “La casa verde”, “La ciudad y los perros”, “Conversación en la Catedral” o la más reciente “La fiesta del Chivo”. Su próximo libro se titulará “El sueño del celta” y trata sobre Roger Casement, que fue Cónsul británico en el Congo Belga y uno de los principales denunciantes de los abusos llevados a cabo en esa zona por el regimen de Leopoldo II.

El estilo de su prosa, la arriesgada estructura de muchas de sus novelas, su lucidez como narrador, convierten la escritura de Vargas Llosa en un modelo de dominio del lenguaje y en una de esas experiencias que nos marcan como lectores.

Hace dos años estuvo Vargas Llosa en Segovia, en el Festival Hay.


sábado, octubre 02, 2010

HFS-Periodismo, mujeres y guerras



La Iglesia San Juan de los Caballeros se encuentra abarrotada de gente. Es evidente que hay muchas personas ávidas de este tipo de eventos. En el escenario se encuentran Rosa María Calaf, que trabajó como corresponsal de TVE en Oriente hasta que fue víctima de un ERE, y preside el Centro Internacional de Prensa de Barcelona; Olga Rodríguez, que ha trabajado para la Cadena Ser, El País, el canal de televisión “Cuatro”, y ha cubierto informaciones en Israel, Irán, Kosovo, etc. también es autora del libro “El hombre mojado no teme a la lluvia, voces de Oriente Medio”; y Mayte Carrasco, reportera freelance que ha estado en zonas de conflicto en África, en Rusia y en Asia Central principalmente y ha trabajado para El Mundo, Público, Telecinco o Punto Radio entre otros. Todas ellas moderadas por Aurelio Martín.

Le da la palabra el moderador a Olga Rodríguez y ésta empieza a disparar con determinación, con la convicción de quien hace una denuncia justa. Dice que la información debe ser libre y que ahora mismo importa más aparentar que se informa que informar de verdad. Pone ejemplos. Para cubrir las elecciones de Irak mandan un reportero tres días antes de que se produzcan. No hay tiempo de conocer la realidad, y eso parece no importar, tan sólo es importante decir que se informa desde el sitio.
Dos grandes agencias centralizan la información: Reuters y Europa Press. Ellos son quienes deciden de qué se habla y cómo se habla. Se está prescindiendo de los reporteros, esto es un problema generalizado y, por tanto, desaparece algo tan necesario como la multiplicidad de miradas. Vemos la misma noticia, de la misma manera, con las mismas imágenes, en todas las cadenas. El periodismo informativo se está perdiendo a favor del periodismo espectáculo.

Rosa María Calaf dice que la opinión es libre, pero los hechos son los que son y a ellos hay que acercarse con rigor e independencia, algo que es prácticamente imposible en la actualidad. En general, se busca el impacto y no la información. Lo único importante es que no resulte aburrido, así que no hay lugar para los análisis. Los informativos, como negocios, convierten la noticia en mercancía, pero la noticia no es un producto sino un derecho y una obligación. El ciudadano debe exigir esa información, ese rigor. Al parecer, existe la creencia de que la audiencia es tonta y no vale la pena informarla, lo cual es radicalmente falso. Y cuenta un hecho que demuestra la falsedad de ese supuesto. TVE está colgando en su web reportajes del programa “En portada” y resulta que el reportaje de Rosa María Calaf sobre Corea del Norte ha sido lo más visto en esa web después de la final de Nadal, lo que demuestra que hay mucha gente que quiere saber lo que pasa en el mundo, lo que pasa de verdad, con rigor, y no que le cuenten las guerra como si fueran películas de acción.
Dice también que todos somos responsables de lo que pasa en el mundo. A menudo, la comodidad de unos se debe al sufrimiento de otros. Y hay muchas formas de actuar para evitar ese sufrimiento. Actuar no sólo cuando hay una crisis sino antes, porque muchas veces las crisis se ven venir. Cuando la catástrofe de Haití desaparece de la televisión, la gente piensa que ya se está resolviendo y no es así, hay que hacer un seguimiento intenso de la situación porque muchas veces, con estas crisis, lo que ocurre es que se produce un trasvase de dinero de los pobres de los países ricos a los ricos de los países pobres, y eso hay que contarlo, hay que denunciarlo, pero no se puede hacer si no estamos ahí.

Mayte Carrasco incide en la precaria situación de la información, situación que está sufriendo en primera persona. Ha trabajado quince años como freelance, corriendo riesgos importantes para conseguir apenas treinta segundos en un informativo en el que lo único que se muestra son imágenes rápidas, explosiones, cadáveres... Existe un caos narrativo cuyo efecto sobre el espectador es la indiferencia. Se está fomentando el pensamiento único, el choque entre civilizaciones, los extremos y los estereotipos, como pensar que todos los musulmanes son terroristas y todos los rumanos indigentes. El periodista freelance está en vías de extinción, y eso es muy preocupante porque no quedará nadie que pueda denunciar estas situaciones. Afirma que conoce casos de compañeros cuyos trabajos han sido rechazados, incluso habiéndolos ofrecido gratis. No interesa informar a la gente y, por otra parte, la sociedad no demanda esa información porque piensa que las protestas no sirven de nada. Existe una resignación que conduce a la inmovilidad de la sociedad. Se ha roto el espíritu crítico. Cuenta que en Afganistán la situación de la mujer está igual que en la época de los talibanes, que el burka está generalizado, y sin embargo no se habla de ello. El presidente actual, apoyado por Occidente, ha aprobado una ley que permite al marido negar la comida a la mujer si esta no consiente tener relaciones sexuales.

Por último, hablan de las dificultades que tienen como mujeres para cubrir conflictos bélicos. Las mujeres y los niños suelen ser las primeras víctimas de una guerra. La violencia contra las mujeres es mucho más perversa que la muerte en el frente. Las mujeres reporteras tienen más libertad para hablar con las mujeres en esas situaciones que los hombres, ya que si un hombre las quiere entrevistar ellas suelen estar acompañadas por un familiar. Denuncian que encuentran obstáculos en las redacciones, donde hay jefes que las llaman “niñas” y no por su nombre, o encuentran un paternalismo irritante.
Cuando el público tiene la oportunidad de intervenir, alguien les pregunta cómo concilian la vida familiar con la profesional. Ellas responden que esa es una pregunta que nunca se haría a hombres reporteros. Cuando un hombre regresa de cubrir la información en un país en conflicto, se le suele alabar por su valor, por los riesgos que ha corrido, pero cuando vuelve una mujer, se tiende a intentar consolarla, compadecerla, ofrecerle unos días de descanso.