sábado, octubre 02, 2010

HFS-Periodismo, mujeres y guerras



La Iglesia San Juan de los Caballeros se encuentra abarrotada de gente. Es evidente que hay muchas personas ávidas de este tipo de eventos. En el escenario se encuentran Rosa María Calaf, que trabajó como corresponsal de TVE en Oriente hasta que fue víctima de un ERE, y preside el Centro Internacional de Prensa de Barcelona; Olga Rodríguez, que ha trabajado para la Cadena Ser, El País, el canal de televisión “Cuatro”, y ha cubierto informaciones en Israel, Irán, Kosovo, etc. también es autora del libro “El hombre mojado no teme a la lluvia, voces de Oriente Medio”; y Mayte Carrasco, reportera freelance que ha estado en zonas de conflicto en África, en Rusia y en Asia Central principalmente y ha trabajado para El Mundo, Público, Telecinco o Punto Radio entre otros. Todas ellas moderadas por Aurelio Martín.

Le da la palabra el moderador a Olga Rodríguez y ésta empieza a disparar con determinación, con la convicción de quien hace una denuncia justa. Dice que la información debe ser libre y que ahora mismo importa más aparentar que se informa que informar de verdad. Pone ejemplos. Para cubrir las elecciones de Irak mandan un reportero tres días antes de que se produzcan. No hay tiempo de conocer la realidad, y eso parece no importar, tan sólo es importante decir que se informa desde el sitio.
Dos grandes agencias centralizan la información: Reuters y Europa Press. Ellos son quienes deciden de qué se habla y cómo se habla. Se está prescindiendo de los reporteros, esto es un problema generalizado y, por tanto, desaparece algo tan necesario como la multiplicidad de miradas. Vemos la misma noticia, de la misma manera, con las mismas imágenes, en todas las cadenas. El periodismo informativo se está perdiendo a favor del periodismo espectáculo.

Rosa María Calaf dice que la opinión es libre, pero los hechos son los que son y a ellos hay que acercarse con rigor e independencia, algo que es prácticamente imposible en la actualidad. En general, se busca el impacto y no la información. Lo único importante es que no resulte aburrido, así que no hay lugar para los análisis. Los informativos, como negocios, convierten la noticia en mercancía, pero la noticia no es un producto sino un derecho y una obligación. El ciudadano debe exigir esa información, ese rigor. Al parecer, existe la creencia de que la audiencia es tonta y no vale la pena informarla, lo cual es radicalmente falso. Y cuenta un hecho que demuestra la falsedad de ese supuesto. TVE está colgando en su web reportajes del programa “En portada” y resulta que el reportaje de Rosa María Calaf sobre Corea del Norte ha sido lo más visto en esa web después de la final de Nadal, lo que demuestra que hay mucha gente que quiere saber lo que pasa en el mundo, lo que pasa de verdad, con rigor, y no que le cuenten las guerra como si fueran películas de acción.
Dice también que todos somos responsables de lo que pasa en el mundo. A menudo, la comodidad de unos se debe al sufrimiento de otros. Y hay muchas formas de actuar para evitar ese sufrimiento. Actuar no sólo cuando hay una crisis sino antes, porque muchas veces las crisis se ven venir. Cuando la catástrofe de Haití desaparece de la televisión, la gente piensa que ya se está resolviendo y no es así, hay que hacer un seguimiento intenso de la situación porque muchas veces, con estas crisis, lo que ocurre es que se produce un trasvase de dinero de los pobres de los países ricos a los ricos de los países pobres, y eso hay que contarlo, hay que denunciarlo, pero no se puede hacer si no estamos ahí.

Mayte Carrasco incide en la precaria situación de la información, situación que está sufriendo en primera persona. Ha trabajado quince años como freelance, corriendo riesgos importantes para conseguir apenas treinta segundos en un informativo en el que lo único que se muestra son imágenes rápidas, explosiones, cadáveres... Existe un caos narrativo cuyo efecto sobre el espectador es la indiferencia. Se está fomentando el pensamiento único, el choque entre civilizaciones, los extremos y los estereotipos, como pensar que todos los musulmanes son terroristas y todos los rumanos indigentes. El periodista freelance está en vías de extinción, y eso es muy preocupante porque no quedará nadie que pueda denunciar estas situaciones. Afirma que conoce casos de compañeros cuyos trabajos han sido rechazados, incluso habiéndolos ofrecido gratis. No interesa informar a la gente y, por otra parte, la sociedad no demanda esa información porque piensa que las protestas no sirven de nada. Existe una resignación que conduce a la inmovilidad de la sociedad. Se ha roto el espíritu crítico. Cuenta que en Afganistán la situación de la mujer está igual que en la época de los talibanes, que el burka está generalizado, y sin embargo no se habla de ello. El presidente actual, apoyado por Occidente, ha aprobado una ley que permite al marido negar la comida a la mujer si esta no consiente tener relaciones sexuales.

Por último, hablan de las dificultades que tienen como mujeres para cubrir conflictos bélicos. Las mujeres y los niños suelen ser las primeras víctimas de una guerra. La violencia contra las mujeres es mucho más perversa que la muerte en el frente. Las mujeres reporteras tienen más libertad para hablar con las mujeres en esas situaciones que los hombres, ya que si un hombre las quiere entrevistar ellas suelen estar acompañadas por un familiar. Denuncian que encuentran obstáculos en las redacciones, donde hay jefes que las llaman “niñas” y no por su nombre, o encuentran un paternalismo irritante.
Cuando el público tiene la oportunidad de intervenir, alguien les pregunta cómo concilian la vida familiar con la profesional. Ellas responden que esa es una pregunta que nunca se haría a hombres reporteros. Cuando un hombre regresa de cubrir la información en un país en conflicto, se le suele alabar por su valor, por los riesgos que ha corrido, pero cuando vuelve una mujer, se tiende a intentar consolarla, compadecerla, ofrecerle unos días de descanso.

2 comentarios:

Elena Casero dijo...

¡qué interesante lo que has contado¡
y cuántas mentiras nos venden. Es cierto que todas las cadenas nos dan las mismas imágenes, los mismos comentarios, las mismas noticias. Siempre he admirado a Rosa María Calaf, su forma de mostrar la noticia, con rigor, sencilleza y yendo al grano.
Ya veo que las mujeres seguimos en la misma situación. Es una lástima.Creo que muchas veces, y no lo digo por ellas tres, parece que nos lo ganamos a pulso.
Siempre nos quedaran años por delante para cambiar las cosas.

Gracias, Miguel. He disfrutado con la lectura. Eres un magnífico corresponsal.

Un beso

Clarice Baricco dijo...

Qué díficil es ser mujer en estos medios.
Me encantó leer tu nota.
Eres todo un periodista.

Abrazos.