El
escritor Emmanuel Carrère es entrevistado en el Aula Magna del Campus de Santa
Cruz La Real por Guillermo Altares. Hay bastante gente, pero no tanta como me
esperaba, teniendo en cuenta que la visita de Carrère supone, para mí, el
acontecimiento más importante del festival de este año, con todos los respetos.
Es el mismo lugar que se abarrotó el año pasado con la charla entre Le Clézio yVargas Llosa, en aquella ocasión los asistentes desbordaron el aforo del lugar.
Carrère
es uno de los escritores más importantes en la actualidad. Es uno de los
pioneros de la autoficción. Dice que la ha practicado desde que escribió El adversario, el libro sobre la
historia de Jean-Claude Romand, un hombre que fingió durante años ser otra
persona y que, cuando su mentira se desmoronó, asesinó a toda su familia.
No
podía acercarse a un personaje como éste en tercera persona, le resultaba
problemático desde el punto de vista artístico y también moral. Él no podía
saber lo que ese hombre pensaba en esos momentos, escribía lo que creía que ese
hombre podía pensar o sentir, pero no lo sabía con certeza y necesitaba dejar
eso claro.
Cuando
uno escribe cosas que hacen referencia a la realidad y a personas reales, el
problema no es tanto lo que escribe sobre uno mismo sino lo que escribe sobre
los demás. A fin de cuentas, uno siempre tiene el control sobre lo que va a
contar, así que la cuestión es procurar no hacer daño. Si de algún libro se
arrepiente es quizá de Una novela rusa,
pues en él sí tiene la sensación de haber transgredido algún límite moral.
Su
último libro se titula El Reino, y
trata sobre el cristianismo. Lo define como una especie de visita guiada por el
Nuevo Testamento. Dice que le llama la atención que una historia tan rara, tan
increíble, haya prevalecido en el tiempo. Estamos acostumbrados al cristianismo
y no nos extrañamos, pero resulta absolutamente increíble la historia, y las
imágenes que se derivan de esa historia. También los ritos son sumamente
extraños y su intención es trasladar esa extrañeza al lector, acercarse a algo
que está muy arraigado y aceptado, con la mirada de alguien que se aproxima
desde el exterior.
Guillermo
Altares le pregunta si cree que se está viviendo el final de la influencia
cristiana en Europa y Carrère responde que no es un sociólogo de la religión
pero, en cualquier caso, al margen de que pueda existir una especie de núcleo
duro que acepta todo a pies juntillas, sería una lástima que desapareciera el
cristianismo, ya que hay algo en él que da forma a nuestra forma de pensar, a
nuestra forma de ver el mundo y enfrentarnos a él.
En
Europa se ha perdido libertad de expresión respecto al islamismo, y es cierto
que criticar el cristianismo no suele tener coste alguno, no obstante su libro,
aunque es el libro de un agnóstico, está escrito con respeto y no ha creado polémicas.
Hay
fundamentalistas cristianos, desde luego, pero en general piensa que es una
religión que envejece, con todo lo que ello conlleva, debilidad por un lado
pero a la vez mayor sabiduría.
Dice
que no ha tenido una relación "castrante" con el cristianismo. No se
trata de un libro escrito a modo de revancha porque no tiene motivos para ello.
De hecho, profesó una Fe muy fuerte durante unos tres años, en una época en que
estaba muy mal y buscaba una forma de salir adelante. En ese momento la Fe
cristiana se le apareció como una tabla de salvación.
Emmanuel
Carrère escribió también un libro sobre Philip K. Dick, un escritor que
anticipó muchos de los temas más actuales, como la realidad virtual, la
sustitución de la realidad, etc. Diría que Dick es un escritor tan importante
para el siglo XX como Dostoievski lo fue para el XIX. Se titulaba Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos.
Philip K. Dick tuvo una experiencia mística al final de su vida y se preguntaba
si se había encontrado con Dios o si era una víctima de su legendaria paranoia.
En ese libro también se habla mucho de San Pablo. Así que siente que hay algo
recurrente en todo este tema.
En
el libro también se habla de la serie de televisión en la que participó en un
principio, Resurrection, que plantea
un tema muy interesante: qué sucedería si fuese cierto que los muertos resucitaran
y volvieran a sus casas sin ninguna explicación. No se trata de una película de
tema zombie, sino de algo realista. Sería un auténtico shock, algo impensable y
difícil de asumir.
Carrère
abandonó esa serie porque le iba a ocupar mucho tiempo, antes de saber el éxito
que iba a tener. El caso es que se ha dado cuenta de que el cristianismo tiene
mucho que ver con esa serie.
En
el Evangelio de Pablo, y en el de Lucas, se habla de la capacidad de resucitar
a la gente como algo normal, aunque Pablo deja claro que piensa que es algo
imposible. Por tanto, desde el momento que se afirma que una persona ha
resucitado se divide a la gente entre los que están dispuestos a creer en ello
y los que no.
La
literatura francesa dice que no está en un mal momento. Hay autores muy
reconocidos, como Echenoz, Houellebecq, Modiano, o Maylis de Kerangal, que se
encuentra entre el público, que se ocupan de la vida real y que demuestran que
el tópico de que a la literatura francesa le gusta mirarse el ombligo es absolutamente
falso.
Alguien
del público le pregunta si ha vuelto a tener noticias de Jean-Claude Romand,
pues se decía que podría quedar en libertad este mismo año. Dice que no, y que
no cree que haya sido excarcelado, supone que se habría enterado. Podría
negársele esta posibilidad porque su historia ha sido muy mediatizada, y
respecto a esto se siente responsable, ya que sin duda ha contribuido a esa
mediatización. Sea como fuere, deja claro que no piensa ir a esperarle a la
salida de la cárcel.
2 comentarios:
A mí Carrêre me provoca sentimientos encontrados, tengo la sensación de que, por un lado, es un buen escritor (muy bueno), pero por otro parece que quisiera hacerse el centro del mundo. Tampoco es que haya leído muchas cosas suyas, tan sólo "Limonov" y "El Adversario". Creo que esta última fue la que más me gustó. Pero me han recomendado mucho "Una novela rusa" y me ha extrañado la sensación de arrepentimiento que plasmas en tu crónica. Por otro lado sólo decirte que te tengo muchísima envidia. Ojalá pudiera escaparme a Segovia. Un beso fuerte
qué interesante es este hombre. Tengo pendiente Limonov.
Unos abrazos
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