La
canadiense Carrie Snyder, autora de la novela La corredora, que narra la historia de Aganetha Smart, una mujer
que, en las primeras olimpiadas en las que se permite participar a las mujeres
en las pruebas de larga distancia, consigue una medalla de oro para su país; el
británico Tim Bowler, autor de literatura juvenil que ganó la más alta
distinción del mundo anglosajón para una novela para jóvenes en 1998, la
Carnegie Medal, por su obra River Boy,
un libro sobre la pérdida que narra la historia de una joven llamada Jess, muy
unida a su abuelo, un artista que está a punto de morir (respecto a ese libro
dice que su mayor preocupación fue que el personaje femenino resultara creíble);
y Sadie Jones, escritora inglesa cuyo último libro publicado en España se
titula El papel de nuestras vidas,
sobre unos personajes que intentan abrirse camino en el mundo del teatro, un
libro que surgió de una sensación muy íntima, quería escribir sobre la pérdida
del amor, y en esta indagación se encontró con una frase que le impactó y que
hacía referencia a que el amor romántico surge cuando se encuentran dos
patologías. A estos tres autores los entrevista Berna González Harbour, periodista
y autora de novela negra. Tras la primera ronda de presentación, abre el debate
con una pregunta muy concreta: "¿Por qué escribís?"
Carrie
Snyder vivió en muchos países: EE.UU., Nicaragua, Canadá, porque sus padres
eran pacifistas. La memoria es muy importante para ella. Escribe porque no
tiene más remedio. Cuando algo le interesa continuamente, y llega a ser
obsesivo, hasta que consigue escribirlo no puede quitárselo de encima. Prefiere
la novela, aunque ha escrito relatos, poemas, y también tiene un blog.
Empezó
a leer a los cuatro años y a los siete ya quería ser escritora. En el libro
Guinnes leyó que la escritora que había publicado más joven lo hizo a los
cuatro años y eso le pareció fatal, le desilusionó no poder ser ella la que
publicara más joven.
Tim
Bowler también empezó a escribir joven, a los cinco años. Su primera obra la
publicó cuando tenía catorce. Afirma que escribe para enfrentarse a la
complejidad, la perplejidad, la belleza, el dolor de la vida. Si se amplía la
pregunta a por qué se crea el tema se complica. ¿Por qué pintaba o esculpía el
hombre primitivo? Sin duda es un impulso muy poderoso del ser humano que nos
lleva más allá de la mera supervivencia, que nos ayuda a explicarnos.
Escribir
es una forma de explorarse, de definirse. Escribimos porque nuestros
antepasados pintaban en las cavernas. Es una forma de decir "He estado aquí
y mira lo que hice".
Sadie
Jones dice que sus motivos son los mismos que ya se han mencionado. Escribe
porque es algo que no puede evitar, es compulsivo. ¿Por qué crear un mundo
paralelo cuando no somos capaces de gestionar el mundo real? Por el mismo
motivo por el que se tienen hijos aún siendo consciente de que en el mundo hay
ya demasiada gente. Es un impulso. Se hace porque no hay más remedio. Lo cierto
es que no es feliz si no escribe.
Se
dice que el arte da forma física al fuero interior. Escribir es un acto
espiritual.
Berna
González Harbour cuenta que ella intentó escribir una novela cuando era joven,
pero no lo consiguió. Pensó que no tenía nada que aportar al mundo literario,
que ya existían demasiados libros, así que estuvo quince años sin escribir,
hasta que comprendió que sus libros eran necesarios para ella misma y
reemprendió su carrera de escritora.
Escribir,
además, le ha permitido tener experiencias que de otra forma no habría tenido,
como conocer y conversar con un policía o con un forense, algo que hizo para
documentarse a la hora de escribir uno de sus libros.
Carrie
Snyder dice que casi todo ocurre en su imaginación. Pero también ocurre que la
gente te cuenta historias y a veces pareces un psicoterapeuta.
Tim
Bowler interviene diciendo que las mejores historias son las que no te cuentan.
Las historias nos rodean y a él lo que le interesa es la historia que
condiciona un determinado comportamiento, es decir, indagar en por qué ocurren
las cosas.
Sadie
Jones coincide en el concepto de literatura como experimentación, aunque pueda
sonar paradójico que se necesite el mundo real para escribir y luego haya que
aislarse de esa realidad, porque se escribe a solas en una habitación.
Mi
atención durante el debate se desvía intermitentemente a una de las
traductoras, que es visible detrás de un cristal en la pared que hay a mi
derecha. Gesticula mucho, mueve las manos, es como si se dejase poseer de algún
modo por la persona a la que está interpretando, nunca mejor dicho.
Surge
un debate sobre si el periodismo y la ficción son géneros opuestos.
Carrie
Snyder dice que existe un periodismo a la altura de la mejor ficción, pero a
ella lo que le asusta del periodismo es que debe ser muy fiel a la realidad.
Sadie
Jones dice que la gente necesita historias y no cree que se pueda reinventar la
novela.
Tim
Bowler, por su parte, dice que no le importan las etiquetas. La literatura no
tiene edad. La historia lineal sigue presente. La novela clásica en su
desarrollo no muere porque la gente sigue necesitando historias.
La
charla llega a su fin, pese a que se ha abierto un nuevo debate sobre la forma
de la narración. También alguien del público pregunta sobre esta cuestión.
Carrie Snyder no desprecia otras formas de articular una historia, el formato
del blog, por ejemplo, ya supone una nueva forma de narrar. Pero Tim Bowler
sigue defendiendo la historia en su forma clásica, la fascinación del drama o
la aventura bien dosificada.
La
charla llega a su fin y cuando salgo del Campus de Santa Cruz la Real, ya es de
noche. El aire es fresco. Alguien que camina justo detrás de mí comenta con su
acompañante que este fin de semana, con motivo de la celebración del Hay, se
celebran todo tipo de actos hasta altas horas de la madrugada. Esta misma tarde
estaba anunciado un concierto gratuito de la cantante Clara Blume en la Plaza
de San Martín que despertó mi curiosidad pero al que ni siquiera pude
acercarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario