1.- ¿Por qué escribes?
Escribo para tener la oportunidad
de ordenar un mundo que normalmente percibo como desordenado. Escribir crea
para mí un sentido de intervención sobre la realidad.
Además, escribir me permite poder
perpetuar para mí el mundo de ensoñaciones fantasiosas propia de la infancia.
Escribir también me sirve para
acercarme más a las obras de los escritores que siempre he admirado.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Me encantaría poder escribir directamente
a ordenador, porque conseguiría crear mis historias de un modo mucho más
rápido. Lo he intentado alguna vez pero no puedo, he de escribir un primer
borrador a mano. Cuando el primer borrador del poema, el cuento o la novela
están escritos a mano, paso el texto a ordenador y a la vez lo voy corrigiendo.
Otra manía podría ser que, para
escribir ese primer borrador, si es prosa uso hojas cuadriculadas, y si es
poesía uso folios en blanco. Por algún motivo no puede ser de otra manera.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
No descarto cambiar en el futuro
y escribir historias de ciencia ficción o de terror -géneros literarios con los
que crecí-, pero por ahora he escrito sobre el mundo laboral, las relaciones
familiares o personales, el peso del pasado sobre las personas, la pérdida de
la juventud y la capacidad (o incapacidad) para asumir la vida adulta, con un
trasfondo existencialista.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Siempre intento no caer en
lugares comunes, huir de la información no relevante para la historia, no usar
clichés ni una adjetivación excesiva que impida fluir al texto.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Procuro planificar previamente
las historias y saber hacia dónde voy. Esto no impide que por el camino llegue
a puertos inesperados.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Han ido cambiando a lo largo del
tiempo: de niño admiré mucho a J. R. R. Tolkien; de adolescente a Philip K.
Dick; entre los veinte y los treinta años a Charles Bukowski, Ernest Hemingway,
Francis Scott Fitzgerald, Fiódor Dostoyevski, Lev Tolstoi, Albert Camus, Miguel
de Cervantes… Por esta época también empecé a leer mucho a los autores
hispanoamericanos, como Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa. Ahora sigo
leyendo mucho a autores hispanoamericanos, y además de seguir leyendo a los más
famosos del boom, he descubierto la
obra de autores menos conocidos, pero que me fascinan, como Mario Levrero o
Juan José Saer.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Mi último libro publicado (por la
editorial canaria Baile del Sol) es una novela, titulada El hombre ajeno. En ella indago sobre la carga que supone el pasado
para las personas, y su capacidad para actuar como motor de cambio (sobre todo
a través del sentimiento de culpa); sobre las relaciones laborales en el siglo
XXI (explotación, convivencia entre trabajadores nacionales e inmigrantes…), y
sobre la fascinación del hecho literario. La novela está localizada en una zona
que conozco bien, el Sur de la Comunidad de Madrid, pero también me apeteció
hablar de lugares en los que nunca he estado, y el capítulo central del libro
transcurre en El Salvador, durante la época de su guerra civil, para lo que
tuve que realizar una labor de documentación.
David Pérez Vega:
He nacido en Madrid en 1974.
Durante gran parte de mi vida he vivido en la localidad madrileña de Móstoles,
aunque en la actualidad lo hago en Madrid capital. Con estudios de CC. Físicas,
finalicé la carrera de Administración y Dirección de Empresas. En la actualidad
trabajo como profesor de economía en un colegio donde se imparte ESO y
bachillerato.
La editorial canaria Baile del
Sol me ha publicado dos novelas: Acantilados
de Howth (2010) y El hombre ajeno
(2014), y dos poemarios: Siempre nos
quedará Casablanca (2011) y El bar de
Lee (2013). Mantengo un blog literario, principalmente dedicado a la
reseña, llamado Desde la ciudad sin cines.
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