viernes, septiembre 13, 2013

Luis Manuel Ruiz - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

Nunca lo he tenido muy claro. A veces he creído que escribir me era necesario para situarme en el mundo y que me moriría si me lo quitaban. Otras, lo veía como una simple distracción. Supongo que la verdad, igual que siempre, se halla en la tierra de nadie entre ambos extremos: escribir es una distracción que nos ayuda a estar en el mundo. Como dijo Eliot, el hombre es una criatura que no soporta demasiada realidad.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

En un tiempo fui muy rígido con el ritual necesario para sentarme a escribir. No toleraba ruidos, ni sitios llenos de gente; debía hacerlo a mano y en folios de colores siguiendo una pauta estricta. Luego llegaron acontecimientos que me quitaron las tonterías y entendí que, si de veras pretendía seguir escribiendo, debía acostumbrarme a todo: a cualquier formato, a cualquier lugar. Empecé a escribir en el portátil, en bares atestados, en el trabajo, de noche. Ahora sigo con las manías, pero son cíclicas: la última, escribir sólo con bolis comprados en tiendas chinas. Pero en cualquier caso, creo que el darwinismo también es aplicable a la literatura: sólo sobrevive el escritor capaz de adaptarse a cualquier medio.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

También eso varía con el tiempo, por suerte, porque de lo contrario nos pasaríamos la vida repitiendo las mismas monsergas. Aun así, he acabado por resignarme a la monótona aparición, en todo cuanto escribo, de las siguientes sombras: las bibliotecas, los dobles, la metafísica, Alemania, la música, las momias, los museos, de cera y de otras cosas, los cadáveres, el detective, y yo qué sé más. Me agrada pensar en lo que escribo como un cajón de sastre dentro del que, en cualquier momento, uno puede pincharse con las tijeras. O acariciar el terciopelo, también.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Que escribir es para uno mismo, primero y ante todo. Hay un lector fantasma que observa por encima del hombro, y ese eres tú, mañana, ayer, dentro de un rato, en otra dimensión. Intenta contentar a ese extraterrestre y todo irá más o menos bien. En el momento en que terceras personas entran en juego, todo se va a la mierda: soy muy conservador en esto de los triángulos.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

No, no, yo soy puramente estalinista: plan quinquenal. Lo tengo todo planificado desde la línea de salida, lo cual tranquiliza muy mucho mis tendencias autistas. Eso no implica que a veces la historia no te dé una sorpresa, como cuando en una melodía se produce un cambio repentino (y muy gustoso) en la tonalidad o el compás. Pero la tónica y la dominante siguen siendo las mismas: por eso Mozart, entre otros, sigue siendo adorable.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

La tira: Borges, Pessoa, Cortázar, Calvino, Buzzati, Poe, Lovecraft, Baroja. Ahora ando muy engolfado con China Miéville, al que llaman autor de “ciencia ficción marxista”.  Lo que sí tengo muy claro es que no me limito a la narrativa: el ensayo es tanto o más estimulante. Para la poesía nunca he tenido mucho paladar, la verdad. O para los poetas, si he de ser exacto.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.


Lo cierto es que escribo tanto que padezco un severo problema de superávit. Si a ello se suma el estallido de la burbuja literaria, la crisis atroz que padece el sector editorial y la política actual de sequía en materia de publicaciones, obtendremos que escribo mucho más que publico. De hecho, escribir es la parte fácil y rápida del proceso: lo peor, en tiempo, esfuerzo y paciencia, viene a la hora de buscar acomodo a lo que uno ha escrito. En la actualidad, ando moviendo un par de novelas, detectivesca una y de ciencia ficción otra. Para colmo, tengo una más a medias, que no sé por dónde saldrá. Mi estudio amenaza con convertirse pronto en el camarote de los Hermanos Marx, con novelas en lugar de camareros.


Luis Manuel Ruiz (Sevilla, 1973) compagina su labor como profesor de Filosofía con la colaboración en diversos medios de prensa, entre ellos el diario El País. Su primera novela, El criterio de las moscas (Alfaguara, 1998) consiguió el Premio Novela Corta de la Universidad de Sevilla. Y la segunda, Sólo una cosa no hay (Alfaguara, 2000), recibió en la Feria de Frankfurt de 2001 el Premio Internacional de Novela, con un jurado compuesto por seis prestigiosas editoriales de todo el mundo. También en Alfaguara ha publicadoObertura francesa (2002), La habitación de cristal (2004), El ojo del halcón (2007) y Tormenta sobre Alejandría (2009). En 2010 recibió el Premio Iberoamericano "Cortes de Cádiz" al mejor libro de relatos por Sesión Continua (Algaida, 2010). Sus obras han sido traducidas a varios idiomas.

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