viernes, septiembre 06, 2013

Félix J. Palma - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Siempre digo que empecé a escribir porque era el único modo que tenía a mi alcance de contar una historia, lo que es un modo trascendente de ocultar que en realidad no sé hacer ninguna otra cosa. Y quise contar historias desde que tengo uso de razón. Recuerdo que de niño, cuando veía una película, estaba más atento a las reacciones de mis hermanos o mis padres que a la película en sí. Supe entonces que yo quería despertar esas reacciones en los demás, que nada me haría más feliz en la vida que emocionar a alguien con una historia inventada por mí: hacerle reír, llorar, temblar, suspirar, reflexionar, tal vez enamorarse. Sin embargo, yo no tenía ninguna relación con el cine, ni dibujaba lo suficientemente bien cómo para narrar mis historias en viñetas, pero en mi casa había una máquina de escribir.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

            La verdad es que no tengo manías especiales ni sigo rituales extraños a la hora de escribir. Soy más bien escritor de costumbres. Nunca he escrito de noche, por ejemplo. Siempre escribo de día, usando las mañanas para escribir y las tardes para corregir. Y me resulta muy difícil escribir en otros lugares que no sea mi despacho, que intento que consista en una habitación tranquila y luminosa, con una mesa amplia y mis libros preferidos a mano. Nunca he podido escribir en sitios públicos como trenes, aeropuertos, hoteles, cafeterías o bibliotecas.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Tengo muchas obsesiones temáticas, pero creo que la más importante es la inevitable presencia de un elemento fantástico en mis historias. De entre todos los géneros que existen, el género fantástico es mi favorito, me apasiona. Cuando me enfrento como lector a una historia que alberga entre sus pliegues algún elemento fantástico, mi cerebro produce un chispazo de placer que no logra provocar ningún otro género. Y cuando empecé a escribir, a aquella temprana fascinación por el fantástico, se le sumó otro valor más práctico: la oportunidad que el género ofrece para abordar los manoseados temas de siempre desde otro ángulo, desde una perspectiva nueva que quizás hoy sea uno de los pocos modos en los que podemos atrapar a la originalidad.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?
Junto al ordenador tengo una cita de Chesterton que dice: “La aventura podrá ser loca, pero el aventurero debe ser cuerdo: el dragón, sin San Jorge, no sería siquiera grotesco”. Y es algo que intento aplicar a todo lo que escribo, buscar la lógica del absurdo. Cortázar tiene un cuento que acaba con la mesa del salón levantando una pata. Yo intento describir la danza de esa mesa. Pero no me gusta centrarme solo en el contenido de mis historias, pues para mí el continente tiene la misma importancia que el contenido, por lo que cuando escribo intento cuidar mucho el estilo, que es el perfume de la prosa. Para mí, sin estilo no hay literatura, solo redacción.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Soy escritor de plano, no de brújula. Nunca empiezo a escribir una historia si no sé cómo acabarla. Cuando escribía relatos no hacía esquemas, tenía toda la historia en mi cabeza. Pero con mis novelas de la Trilogía Victoriana sí me he visto obligado a hacer esquemas muy minuciosos de la historia, a planificarla con todo detalle. Creo que son un tipo de novelas que no se podrían escribir sin un plano previo, porque hay que manejar a muchos personajes y atar muchos cabos. Lo hice al escribir la primera parte, volví a hacerlo en la segunda y ahora que estoy escribiendo la tercera, y he de dar un final digno a la trilogía y lograr encajar todas las piezas, he confeccionado un esquema de toda la historia de unas veinte páginas, para no perderme ni olvidar nada.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Me gustan mucho García Márquez, Daniel Pennac, Nabokov, Auster… pero si tuviera que escoger un solo autor me quedaría con Julio Cortázar. Sus cuentos produjeron un cataclismo en mi visión del fantástico e incluso de la escritura. Al abrirlos, me dí de bruces con un fantástico más discreto, lírico y simbólico del que yo conocía a través de las novelas de ciencia ficción que leía por entonces. De modo que fueron los cuentos del maestro argentino los que me enseñaron a tratar el fantástico de un modo más sutil y simbólico, como una suerte de gotera en el techo de la cotidianidad, que calaba lenta en la rutina deliberadamente trivial de mis personajes.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Ahora mismo me encuentro terminando la tercera entrega de mi Trilogía Victoriana, que girará en torno a El hombre invisible de H. G. Wells. En cuanto a los escritores invitados, serán Arthur Conan Doyle y Lewis Carroll, que tendrán un papel crucial en la historia. Te puedo adelantar también que transcurrirá dos años después de El mapa del cielo, que tendrá que ver con el mundo del espiritismo y volveremos a encontrarnos con algunos de los personajes de El mapa del tiempo.




Félix J. Palma (Sanlúcar de Barrameda, 1968) ha sido unánimemente reconocido por la crítica como uno de los escritores más brillantes y originales de la actualidad, siendo uno de sus rasgos más destacados su habilidad para insertar lo fantástico en lo cotidiano. Su dedicación al género del cuento la ha reportado más de un centenar de galardones. Aparte de haber sido recogido en numerosas antologías, ha publicado cinco libros de relatos: El vigilante de la salamandra (1998), Métodos de supervivencia (1999), Las interioridades (Premio Tiflos, 2001), Los arácnidos (Premio Iberoamericano de relatos Cortes de Cádiz, 2003) y El menor espectáculo del mundo (2010).

Como novelista ha publicado la novela La Hormiga que quiso ser Astronauta (2001) y Las corrientes oceánicas (Premio de novela Luis Berenguer, 2005). Pero lo que le ha supuesto su consagración definitiva como narrador ha sido su Trilogía Victoriana, de la que ha publicado las dos primeras novelas: El mapa del tiempo (XL Premio Ateneo de Sevilla, 2008) y El mapa del cielo (2012). Ambas han sido publicadas en más de 30 países, como Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Noruega, Italia, China, Brazil, Alemania, Rusia, Francia o Japón. 

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