1.- ¿Por qué escribes?
Ay,
Miguel, esa es la pregunta del millón, el gran misterio, cuestión recóndita e
inaccesible. ¿Por qué escribo?... ¿Por fama?: pecaría de vanidad. ¿Por dinero?:
resultaría demasiado mezquino, demasiado prosaico. ¿Por alcanzar la inmortalidad?:
sería tirar a pretencioso. ¿Por follar?: un amigo poeta me dijo hace muchísimo
tiempo “si quieres follar, métete a cantante”; por la parte que me toca, tenía
razón. ¿Por tener algo que decir?: JA ¿de verdad tengo algo que decir, algo que
interese a otro, algo que me interese a mí mismo? Carezco de respuesta. Es
cierto que tengo la impresión de que escribir no es algo que uno vaya buscando;
escribir es algo con lo que uno tropieza. Estás leyendo tan tranquilo y ¡Zas! de
repente, un día, te descubres escribiendo, y no encuentras motivos para dejar
de hacerlo. Contreras: esa es una de las cualidades que me atribuyen quienes me
conocen mejor. Llevar la contraria por sistema. Si la doy por buena,
respondería a tu pregunta con esta otra: ¿Por qué no escribir?
2.- ¿Cuáles son tus costumbres,
preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
No
me considero un hombre sujeto a estrictas disciplinas. No escribo sujeto a
horarios, e incluso puedo sobrevivir varias semanas sin tomar una sola nota. No
obstante, cuando me meto en harina, prefiero reconocer el espacio, distinguir
los olores, los sonidos que me rodean, tener al alcance de la mano el lomo de
mis libros, frotar la espalda contra las paredes, contra las baldas de las
estanterías. No suelo escribir en bares, ni sentado a la orilla del mar, ni al
abrigo de las estrellas. Aunque sí he tomado apuntes con el coche parado en un
semáforo. Pero escribir, lo que yo entiendo por escribir, o sea, tirarse cuatro
o cinco horas seguidas intentando poner orden en un puñado de palabras, procuro
hacerlo siempre en el mismo sitio, acompañado de María Moliner, que nunca me
falla, y de mis bolígrafos, mi papel sucio, mis rotuladores fluorescentes, mi
ordenador…
3.- ¿Cuáles dirías que son tus
preocupaciones temáticas?
Hasta
ahora, desde el punto de vista de escritor y de lector, prefiero dedicar mi
atención a las historias que hablan del individuo y lo que le rodea en la
sociedad actual; la literatura del “yo”, aunque ahora parece que no esté muy
bien vista. El “modernismo” (o “los modernos”, qué se yo) obliga a enfocar la
mirada hacia otros paisajes, tal vez muy cercanos al artificio. A mi no me
pone. Me gusta leer sobre los desencuentros y los encuentros generacionales,
las relaciones sociales, la amistad y la enemistad, los afectos y los
desapegos, los amores y los desprecios. Miserias miserias miserias. Los imponderables,
que dijo John Cheever.
4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a
la hora de escribir?
Paciencia
y honestidad. Creo que son dos facultades que resultan provechosas para
enfrentarse a la página en blanco; también sirven para enfrentarse a la misma
página cuando ya está escrita.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por
la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?
Depende
de lo que lleve entre manos. Hay narraciones que salen repentinamente y con
violencia; cuando las has escrito sabes que no vas a cambiar ni una coma. De
ahí oscilaremos hasta el extremo contrario, esas otras historias que te llevan
de acá para allá, dando bandazos, zigzagueando, y que un día crees tener un
inmejorable principio, o haber llegado a un buen final, y tres años más tarde
decides modificarlos.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de
cabecera?
Después
de tantos libros leídos, uno va discriminando sus lecturas por etapas. De
manera que cada vez me resulta más difícil elegir un autor o un libro para
señalarlo como superior respecto a algún otro, ya que los que hoy pueda
considerar no tan buenos, en algún momento me parecieron incomparables.
Últimamente me encuentro muy a gusto con Paul David Heaton, Richard Ashcroft, o
Fran Healy, que para mí ya son como clásicos. También acabo de descubrir a un
tal Glen Hansard, y me gusta mucho,
mucho, mucho, lo que hace.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último
proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o
estés escribiendo.
Una
de mis primeras intenciones en mi último libro de relatos, “29 cadáveres”, fue
evitar el tono autobiográfico; quería desviarme de lo que ya había hecho hasta
el momento, averiguar si era capaz de escribir sobre algo distinto al mundo y a
la gente que me rodea. Me planteé el libro como un trabajo de encargo. Tiré de
hemeroteca para alimentarme, y salieron ocho relatos sobre asesinos en serie. En
principio nada que ver conmigo. No obstante, ahora, cuando se ha publicado, y he
vuelto a leerlo, pienso que no lo he conseguido del todo, detecto algo en los
ambientes, algo en los personajes, que me dice: Pepe, los has vuelto a hacer,
has vuelto a las andadas, ¡ay! otra vez hablando de ti mismo.
Ha
sido incluido en las antologías Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento
español actual (edición a cargo de Fernando Valls y Gemma Pellicer, editorial Menoscuarto,
2010), y Velas al viento. Los microrrelatos de la nave de los locos (edición de
Fernando Valls ,
editorial Cuadernos del vigía, 2010).
1 comentario:
Enhorabuena a los dos! Un abrazo. Ernesto
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