viernes, junio 23, 2006

En la habitación


La familia Fowler, formada por Matt, médico, Ruth, directora de un coro, y su único hijo, Frank, estudiante de arquitectura, está reunida pasando el verano. Un verano en el que Frank está viviendo un romance con Natalie, madre de dos niños, separada de su marido Richard, quien, por su parte, no parece llevar muy bien la situación. La primera parte es una presentación impecable de cada personaje. Se marca el tono sosegado que va a tener el film, la acertada elección de los detalles, cada plano tiene su propio significado, cada personaje se coloca en su sitio. De pronto, la tragedia irrumpe, brusca, implacable: Richard mata a Frank de un disparo. Y es entonces cuando empieza el auténtico asunto que nos quiere narrar este film: la descripción del dolor, un dolor tan intenso que hace que se tambaleen todos los principios que han alentado la vida antes de él. ¿Cómo se describe un dolor de esta naturaleza? En eso radica la magistral puesta en escena de esta historia, su impecable montaje, en el que a veces sobran las palabras y un fundido en negro posee la suficiente elocuencia como para transmitir al espectador toda la carga emocional. Comienza el devastador duelo interpretativo entre Sissy Spacek, soberbia madre desencajada que trata de reencontrar su lugar en el mundo, y Tom Wilkinson, sobrecogedor padre que trata de llevar una vida normal, procurando estar ocupado el mayor tiempo posible, incluso durante las largas noches en las que no consigue conciliar el sueño. Los vemos compartir la vida cotidiana sin apenas hablarse, los vemos perder gradualmente, sin remedio, su fe en la justicia, los vemos estallar y vomitarse a la cara los más crueles y desproporcionados reproches, en una especie de catarsis de la que saldrán renovados, unidos en sus nuevas decisiones, en su nueva visión de las cosas, que confluyen en una tercera parte en la que se mantiene ese tono aséptico, pero de gran calado, para describir el duro desenlace.
No deja de sorprender una película de esta calidad, este formato de cine independiente, de pocos medios, en la producción americana. Un film en el que no sobra ningún plano, que supone un alarde de contención narrativa, donde la cámara es capaz de transmitir lo que se esconde detrás de cada gesto. No en vano fue una de las protagonistas del Festival de Sundance de 2001. Todd Field demostró poseer una sensibilidad impresionante y una gran capacidad para narrar dramas intimistas de una forma magistral. No deben esperarse juegos de cámara, excesos de interpretación, llantos desproporcionados, histrionismo o melodrama, sino todo lo contrario. Muchos de los momentos más duros nos serán escamoteados. No veremos la pelea entre Richard y Frank, sino que perseguiremos a la frenética Natalie en su descenso por las escaleras de la casa, escucharemos con ella el disparo y descubriremos a la vez que ella el cadáver en el suelo de la cocina. Tampoco asistiremos al momento en que Matt le comunica a su mujer que su hijo ha muerto, lo abandonaremos poco antes de que lo haga, en el momento en que se detiene delante de la puerta del auditorio para tomar fuerzas.
La historia está basada en el relato "killing", de Andre Dubus, un gran escritor, alabado entre otros por Tobias Wolff, del que apenas hay nada traducido al español. Sólo conozco el libro "Adulterio" (Edhasa-1999) Lo peor de todo es que esta magnífica película no consiguió que los relatos de Dubus fueran traducidos y publicados en España.

2 comentarios:

José Antonio Galloso dijo...

Buen dato, tendré que verla a como de lugar. Saludos

Clarice Baricco dijo...

Me agrada encontrarme con tus letras, con la misma pasión por el cine y la literatura al igual que yo.

Por desgracia, aún me falta un texto sobre el fútbol, espero lo leas.

Es mejor seguir en los otros caminos culturales.

Gracias por detenerte en mis letras.

Un placer
Te abrazo..