1.- ¿Por qué escribes?
Todo
lo que veo es un motivo para escribir. Cada instante demanda escritura: los
coletazos de una conversación apurada en el metro, la estampa fugaz que recoge
un hombre que limpia pescado en el mercado y mira con deseo a una mujer, un
olor en la calle que traslada a un recuerdo remoto, una palabra cuya acepción
se desenrolla como un pergamino, la temperatura interior que necesitamos
articular en líneas para entender, el milagro de crear algo que antes no
existía.
Respirar.
Escribo para respirar.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres,
preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
Escribo
en dos espacios: en mi casa y en la Biblioteca Nacional de España. En casa
tengo un despacho pequeño y caótico. Antes de comenzar a escribir necesito
ordenar el escritorio. En la Biblioteca Nacional sucede lo contrario. Para
hacer del escritorio algo mío, una mesa que me pertenece, repito lugar y
combato la desnudez. Siento que si no ocupo el 101 y si no lleno la mesa con
mis tres libretas, la caja de libros que leo (también tres y la caja con número
par), dos bolígrafos y un folio en blanco para garabatear, la jornada no irá
bien. Necesito las manos desnudas (sin anillos). También los brazos (sin reloj,
sin pulseras, con las mangas recogidas). En casa necesito tener un vaso grande
lleno de agua aunque no beba. Escribo por la mañana. Suelo encomendarme a San
Ernesto Hemingway antes de escribir. Escribí una oración canalla. En ella
suplico que me permita escribir conservando algunos vicios. Que me mantenga
aferrada al bolígrafo, en amistoso equilibrio con la botella y alejada de la
escopeta.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus
preocupaciones temáticas?
El
desarraigo, la insularidad, la inmigración / emigración, lo atlántico, las tres
orillas, el panteísmo, la escritura, los escritores, la imagen como pretexto,
la fotografía, los botánicos, el habla como ancla, como lastre, como vehículo, la
lengua materna, los acentos, las enfermedades raras, la ingesta, el erotismo,
el sentido del humor.
4.- ¿Algún
principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?
El
mejor consejo me lo dio hace muchos años Juan Carlos Méndez Guédez: echa el
cuento. Siempre lo recuerdo cuando me enredo, cuando me descubro dando vueltas
a una idea, rumiando, esquivando. Se escribe escribiendo. Resuelvo mis dudas en
el ejercicio mismo, dentro del papel, trabajando. Disciplina y constancia
frente al ordenador. Mucha lectura. Y algo que nunca dejo de lado: cuidar lo
simple. Eso quizás entre dentro de mis manías. La frase desnuda. Lograr que un
texto sin artificios tenga múltiples lecturas.
5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la
historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?
No
planifico. Siempre es una imagen la que me invita a escribir. Veo algo,
escucho, leo y digo: ¡epa! ¡ahí hay una historia! Hace unas semanas almorzaba
en Caracas. El camarero cantaba las bebidas: agua, cerveza, vino, jugo de
naranja, jugo de melón, lechosa posible. Lechosa posible. Eso es el título de
un cuento, pensé. Ya tengo la tapa, ahora hay que tejer hacia abajo. Tomo
notas, si no tengo papel me envío correos con ideas. Luego transcribo todo a lo
que llamo “la hoja miscelánea”. De allí salen las historias. Los recursos, la
técnica, los personajes, la anécdota, todo varía al ritmo de la escritura. La
historia pide lo que necesita. Sólo hay que estar atento, saber escuchar. Y
para eso hay que estar dentro del edificio ficcional. Se construye desde el
interior.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de
cabecera?
Imposible
nombrarlos a todos. Me interesan los autores que regalan generosamente ideas. Que
dejan un cabo para que tiremos de él, una hoja emborronada a descifrar y
completar. Leo poesía a diario, me gustan las ediciones bilingües, encuentro
puntos de arranque en las traducciones. Seamus Heaney es fundamental para mí.
Un libro de Juan Gelman escrito en ladino. Adam Zagajewski, Vasko Popa, Charles
Simic, Stephen Dunn, Wallace Stevens.
También
Raymond Carver, Idea Vilariño, Herta Muller,
Celan, Pavese, Alejandra Pizarnik,
Julio Ramón Ribeyro, Bryce Echenique, Eugenio Montejo, Rafael Cadenas,
Ramos Sucre, Elisa Lerner, Hanni Ossot.
Leo
diarios de escritores, de pintores, de fotógrafos, de gente anónima.
Cayó
en mis manos, gracias a la generosidad de un amigo, la correspondencia que
escribió un niño venezolano mientras estaba internado en un colegio en Alemania
entre 1890 y 1893.
Ese
niño se convertiría en un reconocido pintor venezolano: Federico Brandt.
Los
autores de cabecera varían según lo que se esté trabajando.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último
proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o
estés escribiendo.
Acaban
de publicarme dos libros. La novela Hormigas
en la lengua (editorial Sudaquia, Nueva York) y el poemario Trae tu espalda para hacer mi mesa
(editorial Gravitaciones, España). Ambos salieron en julio de 2015.
Siempre
trabajo dos libros en paralelo. Uno de narrativa, otro de poesía
Actualmente
escribo una novela que parte de los diarios de Ribeyro. Pero Ribeyro es el
pretexto, no la historia.
Y
escribo un poemario en el que abordo tres horizontes: se titula Caracas ampliada.
Acabo
de terminar una novela corta y un libro de relatos.
Lena Yau
(Caracas, 1968).
Narradora, poeta, periodista e investigadora.
Narradora, poeta, periodista e investigadora.
Especialista en el vínculo entre literatura e ingesta.
Licenciada en Letras y Máster en Comunicación Social por la
Universidad Católica Andrés Bello.
Investigadora y asesora literaria de El sabor de la eñe. Glosario de literatura y gastronomía.
(Instituto Cervantes, 2011) Madrid.
Autora de la novela Hormigas
en la lengua. (Sudaquia, 2015) Nueva York.
Autora del poemario Trae
tu espalda para hacer mi mesa. (Gravitaciones, 2015). Madrid.
Columnista en el diario El Nacional.
Reside en Madrid.
El Nacional: http://www.el-nacional.com/autores/lena_yau/*La foto es de Efrén Hernández Arias
No hay comentarios:
Publicar un comentario