lunes, julio 29, 2019

Cristina Morales - Lectura fácil



Nos encontramos en un momento en que los premios literarios no ofrecen ninguna garantía. Resulta más seguro confiar en la carrera literaria de un autor, y en este sentido, Cristina Morales tiene una trayectoria digna de ser destacada. Es autora del libro de relatos "La merienda de las niñas" (Cuadernos del Vigía, 2008), y de las novelas "Los combatientes" (Caballo de Troya, 2013), "Malas palabras" (Lumen, 2015) y "Terroristas modernos" (Candaya, 2017). Anagrama publica ahora su último libro, "Lectura fácil", Premio Herralde 2018, una novela sorprendente y compleja, desvergonzada y combativa, que me atrapó desde el principio.

Las protagonistas son cuatro mujeres con discapacidad intelectual que comparten un piso tutelado en Barcelona. Sus voces se intercalan y cada una enfoca las cosas de manera diferente, componiendo una narración coral en la que se habla de opresión, de fascismo, de heteropatriarcado, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, de los movimientos okupa, de feminismo, de integración, de rebeldía (sobre todo de rebeldía), de anarquismo, de opresión, de sexo, de sistemas y antisistemas, y se grita, se folla, se lucha, se saltan las normas, le plantan cara a la sociedad que pretende integrarlas y cuestionan sus principios alienantes. Todo el libro es un grito de libertad, un grito animal traducido en un torrente de ideas, una verborrea inacabable que incomoda y divierte a la vez. Un texto que cuestiona el concepto de normalidad y se plantea qué significa ser un inadaptado. ¿Acaso no lo somos todos en uno u otro momento, ante una u otra circunstancia?

Las cuatro protagonistas son:
Nati, 32 años, 70% de discapacidad, pensión de 1.118 euros, aquejada del síndrome de las compuertas. Es radical y combativa. Sus discursos contra el sistema son una verborrea casi histérica contra todo orden establecido. Cuando se le cierran las compuertas, como ella dice, se descontrola totalmente y pasa a lo que llama "acción directa", que básicamente consiste en soltar por la boca todas las barbaridades que le cruzan la cabeza.
Ángels, 43 años, 40% de discapacidad, 189 euros de pensión, escribe su historia con el método de Lectura Fácil, que consiste en frases cortas, sin matices ni metáforas. Sus reflexiones son de una simpleza que funciona como una especie de reducción al absurdo. Todo lo desmenuza hasta dejar al descubierto su punto de ridiculez, como cuando nos dice que no se debe decir "puta", que se debe decir "prostituta", así que unas páginas más adelante leemos: "Es lo más fuerte que me ha pasado / en la prostituta vida".  
Patricia, 33 años, 52% de discapacidad, 324 euros de pensión. La escuchamos en su declaración ante el juzgado encargado de resolver una demanda presentada por la Generalitat. A la jueza igual la llama "excelencia" que "ilustrísima", en un discurso desternillante sobre la convivencia de las cuatro mujeres. "Yo seré discapacitada al 52% y subiendo, excelencia, pero lo que no soy es tonta".
Marga, 37 años, 66% de discapacidad, pensión de 438 euros, deprimida, se masturba compulsivamente, le encanta el sexo, es lo único que le calma, por eso la Generalitat ha solicitado su esterilización. Es la única que no presenta un discurso propio, la vemos sobre todo a través de las actas de la asamblea del grupo de okupación al que pertenece.

Esta novela ofrece una experiencia literaria brutal. Resulta demoledora en muchos aspectos y, a la vez, muy divertida. Su mensaje de rebeldía, de oposición a todo lo convencional, te obliga a replantearte algunas cosas, te agita las tripas. Pero, sobre todo, es un reto estilístico del que la autora sale triunfante. Cada parte de la novela dedicada a una de las protagonistas está narrada de un modo diferente: los capítulos de Nati, en primera persona, y en perpetua indignación; los de Ángels, narrados con el sistema "lectura fácil", explicando hasta la exasperación cada concepto, para luego jugar con ellos; los de Patricia, como las transcripciones de las actas de un tribunal, una declaración de mujer colaboradora que espera recibir algo a cambio de mostrar su buena voluntad; y los de Marga, como la transcripción de la asamblea de okupas, que funciona muy bien como lectura dramatizada, con voces que se interpelan y se pierden hasta el ridículo en lo políticamente correcto. Por si esto fuera poco, en la parte central del libro se inserta un fanzine, con formato de fotocopia y recortes de revistas. Estamos pues ante una estructura muy complicada que, sin embargo, funciona perfectamente como un todo unitario, como la historia de cuatro mujeres con discapacidad intelectual, de cuatro inadaptadas ante una sociedad hostil que pretende esterilizar a una de ellas en nombre del bien social. Y el artefacto se mantiene y se lee con agrado, de forma compulsiva, sorprendiéndote de los hallazgos, de las paranoias, de los discursos que parecen enredarse para volver al mismo sitio, y siempre con un gran sentido del humor.

"Lectura fácil" me ha parecido un libro sorprendente, con una trama delirante que derrocha inteligencia, muy bien escrito, con mucha gracia y no pocos temas de reflexión. Yo he aceptado el texto como una sátira, como una crítica a las diatribas desaforadas que surgen por cualquier cosa, aunque me pregunto si era esa la intención de la autora. O tal vez para ella es un libro combativo y comparte esos discursos. Y el motivo de esta pregunta supongo que está en el fanzine. Ese fanzine en el que aparecen personas reales y críticas a planteamientos reales y que es lo único que no me ha convencido del libro. En cualquier caso, el texto ya no le pertenece. Y debo decir que mi lectura me ha fascinado.

martes, julio 23, 2019

Diego Maenza - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?
Siempre me he formulado esta pregunta, en más de una ocasión, y siempre me quedo con una respuesta a medias. Quizá no tenga una contestación precisa, pero podría aventurar una. Escribir me hace sentir libre. En mi literatura no me censuro por nada ni por nadie, ni por estilos, ni estructuras, ni temáticas, ni ideologías. Para mi literatura no hay pensamientos impuros, para mi literatura no hay temas prohibidos de tratar. Escribo para sentirme libre, quizá lo hayan dicho otros de mejor manera, pero en mi caso es la respuesta más honesta.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
Siempre escribo de noche, cuando me desocupo de las tareas del hogar. El silencio debe ser un componente esencial a la hora de escribir. Escribo en el ordenador y corrijo a mano las hojas impresas. En las ocasiones más felices me tardo dos o tres horas en llenar apenas una página con la que me siento de momento conforme, y no me detengo a revisarla porque sé que si lo hago me pasaré toda la madrugada escarbando los desperfectos y no avanzaré. La corrección la dejo para después. Para corregir permito que pase mucho tiempo, por lo general semanas, a veces meses, en ocasiones años, y cuando regreso al texto siempre me embarga el asombro de no creer que he sido yo quien ha concebido esos párrafos, ya sea por lo decepcionante de mi escritura o porque los considero aceptables. Lo demás es corregir hasta la extenuación.
La noche tiene cierto misticismo, pero en mi contexto es más por necesidad que por superstición, puesto que si tuviera tiempo para escribir durante el día no dudaría en aprovecharlo.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Creo que ya es un tópico afirmar que el escritor debe trabajar sobre el mal como una materia maleable y aprovechar los recursos que este provee. Intento trabajar sobre el mal, desde sus diferentes variantes.
También me interesa el asalto a los géneros, el abordaje de los géneros, en todas sus acepciones, tanto en sus formalismos adosados al ensayo o la poesía, como en sus propuestas estéticas de ficción.
Como temáticas transversales me interesan las diversas formas de sexualidad, donde se guardan muchos tabús, creo que estas aparentes prohibiciones son un campo fértil para la ficción. Mi próxima novela tiene que ver mucho con esto.

4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?
No escribir para nadie, ni siquiera para mí, sino para la historia que estoy creando. Es un principio tomado de Horacio Quiroga, pero del que me he apropiado a mi manera y lo utilizo como un axioma irrefutable. No escribir para mis lectores ya ganados, ni para captar la atención del lector del momento. Incluso pensar que puedo ser un incomprendido y que escribo para un hipotético lector futuro más hábil, no es garantía de nada. Escribo para nadie, que es una forma de decir que trato de escribir como nadie. Aclaro algo, es mi principio, y no creo que lo daría como consejo. A la escritura se llega por sendas misteriosas y cada autora o escritor debe aprender su propio errar.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?
Me gusta armar una estructura sólida antes de iniciar cualquier libro. Y saber de antemano los aspectos más importantes de mis personajes y de sus historias. De lo contrario me sentiría desconcertado y no sabría dirigir la narración. Lo hice con Bestiario americano, un poemario que me ha dado muchas alegrías y que recientemente ha sido traducido al italiano; lo hice con Estructura de la plegaria, una novela que aborda temas sensibles como la pederastia dentro del clero católico, así como las historias de las novicias embarazadas. En esta novela construí cada parte con un esquema en base a la liturgia católica y los pecados capitales. No obstante, el buen narrar siempre debe escapar a estos encasillamientos, y someter la literatura a una celda estructural tampoco nos conduciría a nada. Mi lucha ha sido mantener una coherencia formal al tiempo que intento evitar la fijación esquemática. No sé si lo he conseguido, pero puedo asegurar que lo he intentado, y que dejé todo de mí en la escritura de mis primeros libros.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Joyce me marcó. Ulises fue una lectura que padecí en mi juventud y que me enseñó mucho. Es una de las grandes construcciones de la literatura universal. Pero hay escritores que también me han enseñado que el armazón no lo es todo (aunque sería insulso de mi parte insinuar que Ulises es tan solo armazón, Joyce es mucho más que eso, pero espero que se entienda el punto). Son escritores que se sintieron incómodos con la rigidez de las normas establecidas y que optaron por la rebeldía, o que en apariencia son más despreocupados en su estilo y que por lo mismo desbordan en sabiduría. Ahí está Kafka, abanderando la horda de desadaptados que escogieron por estandarte el sueño y la extrañeza, al igual que Bruno Schulz o Borges. Pero también escritores de tendencia más realista como Katherine Mansfield, José Saramago o Max Frisch.
Tuve un periodo Kafka. Semanas enteras absorbido a tiempo completo por El castillo, El proceso y El desaparecido. Días completos casi sin comer y sin bañarme, sin cambiarme de ropa. Puedo decir que fue una de las etapas más bonitas de mi vida como lector.
De la literatura contemporánea aventuro dos nombres: Leonardo Valencia, con obras como La escalera de Bramante y El libro flotante por sobre todas, a mi opinión su mejor novela a la fecha; y Mike Wilson con Leñador, que es una obra que escapa a la definición de novela y por la que me siento muy influenciado debido a la pureza de su literatura.
Son a los que de una y otra forma siempre regreso, Mansfield, Saramago, Schulz, Joyce, Kafka, Borges, Valencia, Wilson.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Mi último libro se titula Identidades y busco jugar con los géneros. No son cuentos de género pero utilizan ciertas de sus premisas para establecer un diálogo más amplio con los lectores modernos.
En Identidades podemos encontrar un relato de terror seguido de una sátira y luego un relato policiaco, un cuento de ciencia ficción, uno fantástico, uno erótico y microrrelatos.
No es que intente poner la literatura al servicio de los géneros, sino al revés. Mi pretensión es llevar los géneros al servicio de la literatura, y que lectores de la llamada literatura de género se empiecen a acercar a otras propuestas más sólidas. En este sentido, trabajo a la manera de Lars von Trier, otro de mis grandes maestros.
Tengo culminado el manuscrito de una novela, que ya he enviado a editoriales, planteando la propuesta de publicación. Veré qué acogida recibe. Adelanto que tiene que ver con el tema de la violación sexual; y me encuentro trabajando (un año ya) en mi siguiente novela que aborda desde diferentes ángulos el mundo homosexual, la filosofía queer, pero que también explora el ámbito psicológico, artístico e histórico. Es una novela que está ideada para ser una novela total (ya comenté que no arranco nada sin saber desde el principio a dónde quiero llegar), y que me llevará, por lo visto, algunos años más de trabajo. Soy paciente, porque no quiero que en esta novela algo quede al azar, necesito que sea una construcción precisa.

Por el momento, mientras la escribo, quiero seguir disfrutando de la acogida que ha tenido Identidades. Y continuar escribiendo. No parar de escribir, que es para lo que siento que he nacido.


Diego Maenza (Ecuador, 1987). Escritor. Es autor de la novela Estructura de la plegaria (Casa de la Cultura Ecuatoriana 2018) que aborda temas sensibles como la pederastia y el aborto. Su libro de poesía Bestiario americano (Libros Duendes 2017, Tektime 2019) condensa mitos urbanos y leyendas de todo el continente, y ha sido traducido al italiano por el escritor Francesco Basso. Su más reciente obra es el libro de relatos Identidades (Ediciones Alféizar 2019).

Su hogar electrónico es www.diegomaenza.com donde mantiene un blog activo con permanentes entrevistas a escritores independientes.

martes, julio 16, 2019

Franco Chiaravalloti - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Para comprenderme. Para mapearme. Para entender lo que me rodea e intentar conocer el mundo con ojos ajenos.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Me gusta escribir en bares. Me dejo arrastrar por el bullicio de tazas y móviles sonando hasta que los oídos se me embotan y sólo oigo el silencio de las teclas del ordenador y la voz de mis personajes o del narrador de mi texto. A veces escribo con música. Durante una época lo hacía con la banda sonora de El último emperador, de Ryuchi Sakamoto.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

La vida urbana, el exilio, la lejanía, la geografía, la supervivencia, la huida.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Para responder esta pregunta me sale la vena docente: no te juzgues. Durante el acto de escritura, siéntete el puto amo o la puta ama de la literatura. Cuando acabes, entonces sí machácate: reescribe, corrige, revisa, rompe papeles, patea ositos de peluche, cágate en todo. Emborráchate, duerme, folla. Duerme, duerme mucho. El primer paso puede tomarte una hora. El segundo, años quizás.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Necesito imperiosamente conocer el final. Antes debo planificar, hacer un croquis para después saltármelo.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Hoy son unos, ayer fueron otros, mañana otros. Aunque tengo mi alineación sempiterna. En la portería está Claudio Magris. En la defensa pongo a Marías, Dovlatov, Lispector y Dostoievsky. Necesito un mediocampista que distribuya balones; ahí va, claro, Borges. De lateral derecho, a las Ocampo, y en el carril izquierdo va Cheever. Mi messi es Kafka. Y en el ataque necesito resentimiento, sangre: los goles los hacen Salinger y Houellebecq.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.


Actualmente estoy en la búsqueda de editorial para publicar mi tercer libro de cuentos, al que he titulado Insular. Textos cuyos argumentos se desarrollan en escenarios alejados, hostiles para la vida humana, o bien donde los personajes han de adaptarse a un entorno desconocido, ajenos a su propia esencia. La premisa general del libro busca edificar la idea de isla, la isla como metáfora: es decir, las islas son refugio, un lugar donde cobijarnos; pero también son cárceles: rodeados de mar, dependemos de la ayuda ajena, o de la providencia, para poder huir de allí.



Franco Chiaravalloti (Buenos Aires, 1979) es escritor y profesor de cuento y microrrelato en la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès. Reside en Barcelona desde 2003. Ha publicado los volúmenes de relatos Como un cuentagotas que se presiona suave, muy suavemente (Hijos del Hule, 2009) y Esos de ahí afuera (Talentura, 2015). Además, ha colaborado en numerosas antologías de narraciones breves e hiperbreves, tanto en España como en Argentina. Ha publicado artículos de crítica literaria en diversas publicaciones online e impresas, como Revista de Letras, Pliego Suelto, Quimera o Granta.

*La foto es de Ana Portnoy

martes, julio 09, 2019

Natalia Zito - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

La mejor respuesta a esa pregunta lamentablemente no es mía pero me representa mejor que cualquier palabra propia y es: porque no puedo simplemente vivir. Es parte del discurso inaugural de Patti Smith en la entrega de los Premios Windham-Campbell 2016. Solo agrego que en determinado momento de mi vida, de no haber escrito, me habría muerto.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Escribo todo lo que puedo. Persigo el tiempo y los estímulos suficientes que me permitan escribir. La única manía es corregir hasta el hartazgo.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

El total sinsentido de la existencia. Es decir, no estamos aquí por nada en particular, ni vamos a ninguna parte. Esa idea es mi principal arma de libertad pero también una gran fuente de angustia. Ambas cuestiones me ponen a escribir y tiñen, supongo, toda mi escritura. Luego, dentro de ese mar está la maternidad, el matrimonio como un imposible, las incomodidades del cuerpo, la rutina y la muerte.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Ir detrás del texto, creo que esa es la única manera de escribir. Lo único que importa. Manda el texto con lo que necesita y lo que le sobra.
También creo que cuando uno escribe no puede estar pensando en cómo le va a caer tal escena o frase a tal o cual persona. No se puede escribir con cuidado.

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

Me encantaría ser alguien que tiene todo planificado, no solo en la literatura sino en todo. Pero ya acepté que eso es imposible para mí, que voy detrás de mi deseo como un niño va de la mano de un adulto en un lugar lleno de gente. Las historias me pulsan desde adentro. Cuando eso pasa, escribo sin pensar demasiado, sin juicios ni porvenires. Escribo y después veo. Si considero que lo que hice puede servir para algo, pongo en marcha la maquinaria del oficio, le doy forma y lo trabajo hasta el hartazgo. Luego, con suerte, supongo que se transforma en un texto que otros podrán nombrar como literatura.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Camus y Kafka son dos autores que me han guiado mucho en los últimos tiempos. Jacques Rancière es mi autor de cabecera en relación a la enseñanza, a la transmisión del oficio de escribir. Todo aquel que quiera enseñar algo debería leer El maestro ignorante

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Los últimos meses estuvieron completamente tomados por una novela y una obra de teatro. Rara es mi segundo libro, una novela que publica la editorial Planeta bajo su sello Emecé (sale a la venta en junio en Argentina); y El momento desnudo es una obra de teatro en la que yo misma adapté cinco cuentos de mi primer libro de cuentos.
Rara son los últimos cuatro días antes de que llegue el camión de mudanza. Es una mujer sola, que acaba de separarse, que en esa casa le tocó perder un hijo y tener otro, luego de largos años de tratamientos de fertilidad. Ella, como los personajes de la obra de teatro, querrían tener una vida distinta de la que tienen, pero ¿hasta qué punto se puede tener la vida que uno quiere?



Natalia Zito nació en Buenos Aires en 1977. Es escritora y psicoanalista. Licenciada en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. En 2014 publicó su primer libro de cuentos, Agua del mismo caño (Ed. Pánico el Pánico), que fue llevado al teatro en la obra El momento desnudo, con su propia adaptación dramatúrgica. En 2012 uno de los cuentos del libro ganó la mención especial del jurado del Concurso Itaú Digital. En 2011 obtuvo el primer premio del Concurso de Microrrelato de la Editorial Outsider y en 2013 ganó el primer premio del concurso de crónica de la Revista Anfibia con su texto Y los curas en el cónclave. La novela Rara (Ed. Emecé) es su último libro publicado hasta la fecha.
Sus cuentos y relatos integran las antologías La Frontera Durante y Persistencias, Outsider (2014 y 2017); El placer de las curvas, Pukiyari USA (2015); Antología 8choy8cho (2014); Pobre Diablo, Pelos de Punta (2016); y en la edición especial Cien Argentinos, de la Revista Luvina de la Universidad de Guadalajara, México (2014).
Ha publicado en Clarín, revista Anfibia, Lamujerdemivida, Paco, Hoy Día Córdoba y diversos sitios de contenidos culturales.
Publicó textos de teoría psicoanalítica en diversas revistas y medios especializados. En sus comienzos trabajó en el Hospital Moyano y en el equipo de Bulimia y Anorexia del Centro de Salud Mental A. Ameghino. Desde 2004 da seminarios y dirige una pequeña escuela de postgrado para jóvenes graduados de psicología.
Tiene formación actoral y le gusta decir que a veces actúa, como lo hizo en la película El cielo del centauro (2015) dirigida por el emblemático Hugo Santiago.
Coordina Escribir con otros, talleres de lectura y escritura para adultos y adolescentes; de donde ya se han publicado dos libros.

martes, julio 02, 2019

Javier Padilla - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

No sé muy bien el motivo por el que escribo. Creo que es porque me gustan los proyectos continuados a largo plazo. Me gusta ir construyendo sobre lo que ya he hecho, y escribir es una gran forma de meterme en un ejercicio intelectual absorbente en el que cada día se empieza sobre lo ya pensado. Yo comencé a escribir de niño sin ningún tipo de razón, y como le dedicaba muchas horas era capaz de llenar muchas páginas. Más tarde, cuando llegué a Madrid, hice una novela que era una copia descarada de El libro de la risa y el olvido y La insoportable levedad del ser, ambas obras de Milan Kundera. Por supuesto, nunca saldrá a la luz porque es malísima. Más tarde, de los 21 a los 23 años, escribí una novela ambientada en Málaga que ahora estoy editando. Esa novela es mi primera obra que considero que puede ser decente, y empieza con el fragmento de las magdalenas de En busca del tiempo perdido. Cuando la terminé empecé con la biografía A finales de enero, que me llevó 3 años y comenzó de pura casualidad: una conversación informal con un amigo editor me llevó a la figura de Dolores González Ruiz, y yo me limité a tirar del hilo. En todo caso, parece que explorar las cosas que he escrito no me hace encontrar el motivo último por el que escribo. Supongo que lo que ocurre es que me lo paso bien y me mantiene mentalmente ocupado.  

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

No tengo ningún tipo de costumbre, superstición o manía a la hora de escribir. Cuando tenía 20 años y era un poco descerebrado, solía escribir cuando estaba alterado emocional o psicológicamente. Era habitual que lo hiciera cuando estaba borracho o estaba sensible por algún tema amoroso o familiar. Solía poner música psicodélica o alguna sinfonía muy impactante para crear una atmósfera alterada en mi cuarto, y sentía que esa era la manera de que me saliera escribir, un acto que consideraba casi sagrado. Hoy en día no me ocurre nada parecido. Escribo a todas horas y en todo tipo de estados. Lo que al final se trata es de dedicarle todas las horas posibles. Quizás mi única manía es que necesito un tiempo largo para concentrarme y ponerme a escribir, y cuando ya estoy metido es muy difícil sacarme. Puedo estar con más personas que no me entero.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Supongo que como soy aún muy joven no tengo aún demasiadas preocupaciones temáticas consolidadas. Estoy siempre dándole vueltas a asuntos sobre los que muchos han pensado ya más y mejor que yo, así que tampoco mis preocupaciones temáticas aportan mucho. Me interesa la relación entre las grandes historias y las pequeñas historias, de lo que trata A finales de enero, y cómo el tiempo cambia y desfigura todo, tanto la realidad como el recuerdo y las percepciones. Mi blog personal se llama Historias cruzadas porque siempre me ha interesado mucho cómo acaban confluyendo tanto las historias personales.

4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Como hay que dedicarle mucho tiempo y es muy absorbente, hay que ser consciente de que escribir consume parte de la vida social y profesional. Creo que mi único consejo es que hay que saber reservarse muchas horas lúcidas, lo que en ocasiones puede ser difícil si existen otras obligaciones y trabajos.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Suelo planificarlo todo, y luego voy reconstruyendo la historia poco a poco en mi cabeza con lo que ya tengo escrito. Le dedico muchas horas y, aunque pierdo la noción del tiempo, suelo saber a qué lugar quiero ir con lo que escribo. Aún así, a veces me abrumo y necesito reorganizarlo todo, una tarea frustrante a la que puedo dedicar casi tanto tiempo como a la escritura.   

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

A nivel intelectual, la persona que más me ha influido ha sido Manuel Arias Maldonado, cuyos ensayos sobre ciencia política son de primer nivel. Respecto a mi biografía A finales de enero, autores como Margaret MacMillan y Toni Judt han sido decisivos a la hora de fijar la manera en que yo quería abordar el tema. También Manuel Chaves Nogales, cuyo Juan Belmonte, matador de toros me pareció una maravilla, y Jordi Amat y Enrique Bocanegra, cuyos libros que ganaron el Premio Comillas son extraordinarios. A un nivel más literario, hay dos libros españoles que marcaron mucho mi etapa universitaria: Tiempo de silencio y La vida perra de Juanita Narboni, de Luis Martín-Santos y Ángel Vázquez respectivamente. El libro sobre el que más vueltas he dado ha sido La montaña mágica, de Thomas Mann, que hizo que abriera un blog en honor al libro en el que escribía sobre temas europeos utilizando todo el rato a Naphta y Settembrini. También La educación sentimental, de Gustave Flaubert, Anna Karenina, de Tolstoi, En busca del tiempo perdido, de Proust, y Moby-Dick, de Melville, sobre los que llenaba mis Moleskines. De literatura más reciente, me impactaron mucho Apegos feroces, de Vivian Gornick, y Ciudad abierta, de Teju Cole. Si pudiera escribiría como Vivian Gornick.     

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.


Por un lado, estoy editando lo que considero que fue mi primera novela decente, y quizás intento publicarla si me siento con confianza. Por otro lado, he empezado una investigación sobre la parte de mi familia malagueña que emigró a Argentina. Me he encontrado con una historia apasionante que atraviesa momentos históricos de Argentina de una manera parecida a lo que hacía A finales de enero con la historia de España. Me voy en junio a Argentina un mes para investigar, y espero salir de allí con información suficiente como para poder planificar los siguientes pasos. Mínimo tardaré tres años, pero creo que acabaré haciendo un libro sobre el asunto. Aunque aún no sé lo suficiente para adelantar grandes cosas, lo poco que me he ido encontrando acerca de la historia de mi familia en Argentina ya ha llenado complemente mi cabeza. Estoy obsesionado con esa historia, y pretendo hacer un libro en la misma línea que A finales de enero. Ya puedo adelantar que vuelve a ser otra tragedia griega. Siempre me acaban atrayendo las historias trágicas, qué le voy a hacer.   



Javier Padilla Moreno-Torres (Málaga 1992) es graduado en Derecho y Administración de Empresas por la Universidad Autónoma de Madrid y máster en Filosofía y Ciencias Políticas por la London School of Economics. Ganó el Premio Comillas (XXXI Edición) con la obra A finales de enero, la biografía de Dolores González Ruiz, Enrique Ruano y Javier Sauquillo.  

*La foto es de Pablo Mahave. pablomahave.com.