viernes, noviembre 20, 2020

Insultar con inteligencia


Un hombre y una mujer están bailando.

—Baila usted muy bien —dice el hombre.

Ella le mira, y muy seria responde:

—Siento no poder decir lo mismo de usted.

—Pues haga como yo—replica el hombre sonriendo—. Mienta descaradamente.


El insulto puede ser un arte, estar lleno de ingenio y mostrar inteligencia, astucia e imaginación. Cuando alguien es derrotado por un insulto de estas características, el resultado es demoledor. Y en estos tiempos en que en el Parlamento los insultos que se escuchan no pasan de "facha", "golpista" o tocarse la cara señalándose con el dedo (estamos a un paso del corte de mangas o los cuernos), se echa en falta un poco de ingenio.


Se cuenta que en el Parlamento británico, Lady Astor, la primera mujer parlamentaria, irritada ante una discusión le gritó a Winston Churchill:

—Señor mío, si estuviera casada con usted, le echaría veneno en el té.

Ante lo cual, Churchill replicó con calma:

—Querida señora, si yo estuviera casado con usted me bebería ese té con mucho gusto.


De hecho, Churchill tiene muchas anécdotas ingeniosas.

Se dice que en una ocasión, Charle DeGaulle le recriminó:

—Ustedes los Ingleses solamente pelean por el dinero, deberían aprender de nosotros los franceses, que luchamos por el honor y la dignidad.

A lo que Churchill respondió:

—Bueno, cada quien pelea por lo que le hace falta.


También Lady Astor tiene citas memorables. Una de mis preferidas es: "Los principales peligros de esta vida son las personas que quieren cambiarlo todo…o nada".


En una ocasión Toshack dijo de Benito Floro: "Es un buen entrenador, pero no tiene ni zorra idea de fútbol".


Estas frases producen una sonrisa porque sorprenden y suelen encerrar una paradoja. 

Se me ocurre pensar a qué escritor se le podría decir que escribe muy bien pero que no tiene ni idea de cómo narrar una historia. O que cuenta muy bien las historias pero no tiene ni idea de literatura. ¿Se podría decir algo más cruel de un escritor?

 

Edith Wharton recuerda en su autobiografía, titulada "Una mirada atrás", que cuando a Henry James le preguntaron su opinión sobre un relato que ella había escrito directamente en francés para la "Revue des Deux Mondes", él contestó: "¡Notable! ¡Sumamente notable! Un hecho del todo sorprendente". Se volvió hacia ella y le dijo: "Te felicito de corazón, querida, por la forma en que has recogido las frases literarias más viejas y gastadas que han pasado los últimos veinte años tiradas por las calle de París, y has conseguido meterlas todas en esas pocas páginas". Luego se dirigió al resto de los presentes y añadió: "Un honroso episodio en su carrera. Pero no debe volver a hacerlo nunca".