Hipotermia es un libro de relatos escrito por el mexicano Álvaro Enrigue.
Ha publicado también "La muerte de un instalador", con el que ganó el Premio de Primera Novela Joaquín Mortiz en 1996; "Virtudes capitales", libro de relatos y la novela "El cementerio de sillas". Colabora en revistas y periódicos de Mexico y España.
Siempre me gustaron los libros que toman como materia narrativa a la propia literatura. En ese sentido, el primer relato de este libro es una gozada. Me siento incluso tentado a copiarlo de cabo a rabo. Se titula "La pluma de Dumbo". Pero me conformaré con mostrar su primer párrafo:
"Soy un escritor de categoría, pero nadie lo sabe. Se lo dije ayer a mi hijo. No fue la primera vez; suelo decirlo cuando bebo de más. Eres un empleado respetable en un periódico decente, me respondió mirándome a los ojos. Él también había bebido demasiado. Soy escritor —volví a decir—, tal vez un mal escritor. Eso nunco lo había dicho. Su respuesta fue aún más novedosa. Sonrió con cierta crueldad —es una sonrisa que le conozco desde niño—, y dijo: A ver, cuándo has publicado un libro; para ser escritor se necesita tener libros."
Este comentario, que el narrador intenta convencernos de que no lo tiene en cuenta, lo cierto es que se le clava en el corazón, como podremos constatar observando su reacción al final del cuento.
A excepción de éste, el resto de los relatos se agrupan en cinco apartados, bajo los títulos: "Escenas de la vida familiar", "Salidas decorosas", "Mugre", "Grandes finales" y "Dos valses rumbo a la civilización".
"Escenas de la vida familiar" se inicia con el relato "Superación personal", que nos habla de un escritor cuyo mayor éxito literario lo constituye un libro de autoayuda que escribe por encargo, por obligación, y con desgana absoluta. Los demás relatos de este bloque van configurando una pequeña novela sobre un hombre que emigra a EE.UU. y acaba dando clases de letras latinoamericanas en una universidad de Washington. Nos hablan de aspiraciones personales pero, por encima de todo, de la importancia de la familia como referente, asidero firme frente a un exterior hostil.
Por el contrario, "Salidas decorosas" reúne dos historias sin relación aparente. La de un electricista que cree estar solo en el interior del restaurante cuya instalación tiene que reparar y la de dos basureros que han bautizado a su camión con el nombre de "Outrageous Fortune" y cruzan las calles pensando que navegan en un barco pirata. La imaginación puede transformar la realidad más sórdida, aunque no siempre para mejor. Por otra parte, no debemos cerrarnos al mundo que nos acoge, pues tal vez sean los únicos a los que podamos recurrir en un momento de apuro.
"Mugre" vuelve a ofrecer un grupo de historias conectadas que se centran en un empleado del Banco Mundial, en Washington, para hablarnos de la sociedad americana, de lo difícil que resulta la integración, es más, la integración nunca se puede conseguir porque la propia sociedad estadounidense está preparada para que no ocurra, clasificando a la gente, refugiándose ellos en barrios residenciales, alejándose de los suburbios.
"Grandes finales" nos habla de hombres que se mantuvieron en su sitio hasta el final, pese a todas las calamidades, para terminar sintiendo que con ellos se extinguía toda una cultura, una forma de vida.
"Dos valses rumbo a la civilización" reúne las dos últimas historias, protagonizadas por un chef de reconocido prestigio que posee un restaurante en Washington DC y, con motivo de su participación en un reality que enfrenta a seis chefs de distintas partes del mundo, regresa a la sociedad de la que partió muchos años atrás, encontrándose con que todo le parece mucho más visceral y profundo: una realidad en carne viva. La última historia narra el regreso a México DF y, como recalcando la metáfora, el reencuentro con un antiguo amor.
La emigración mexicana a los EE.UU. tiene una presencia importante en el libro, es la auténtica protagonista. Se trata de un libro mezcla de reflexión y narración, que juega con los estilos, siempre con un lenguaje desenfadado y cercano. Un conjunto de historias que se van hilvanando entre sí, se van enroscando y nos presentan una realidad compleja que, pese al humor con el que se narra, encierra un poso de amargura.
Álvaro Enrigue nos explica, en un momento dado, su concepción de la narración:
"Hay una historia, ésa sí muy buena, que cuenta Bernardo Atxaga. Dice que un día, caminando por un pueblo de su región natal en el País Vasco, se encontró de pronto junto a una puerta con un agujero y un viejo. Hablaron un poco y al final el viejo le preguntó que si sabía por qué había un hoyo en la puerta. Será para el gato, dice Atxaga que respondió. No, le dijo el hombre, lo hicieron hace años, para darle de comer a un niño que se convirtió en perro después de que lo mordió un perro.
"Los cuentos que me gustan, los que me vuelven loco de ganas y envidia de escribir así, tienen la lógica deslumbrante del viejo vasco: les falta un pedazo y esa falta los transforma en una mitología, apelan al mínimo común denominador que nos hace a todo más o menos iguales".
Un libro de relatos que acaba convirtiéndose en una visión caleidoscópica de una misma realidad. Historias sutilmente conectadas. Un libro interesante.