martes, febrero 27, 2007

El origen de las historias

Si a un escritor se le pregunta de dónde surgió tal o cual historia, contestará, en un gran porcentaje de los casos, que todo empezó con una frase. Una frase que surge de un modo misterioso suele ser el detonante de la imaginación. También puede tratarse de una frase escuchada al azar, o incluso leída en un anuncio. Una frase juguetona que se mete en la cabeza y se queda allí y se niega a marcharse hasta que no se ha transformado en algo más grande: una historia. La historia puede ser simplemente situacional o tratar de responder a una pregunta del tipo ¿qué pasaría si...? De este modo, se crea una trama que, casi sin que el autor se dé cuenta, se va ordenando en su cabeza. Por fin, el escritor configurará a los personajes necesarios para materializar dicha trama. Es así en un alto porcentaje de los casos.

Sin embargo, hay veces en que lo que primero aparece es el personaje. Por algún motivo, uno se encuentra con un personaje y, aunque este encuentro no suele dar lugar a la historia de un modo inmediato, sabe que dicho personaje aparecerá en el momento adecuado para ocupar su lugar.

Yo encontré uno de estos personajes en un periódico hace algunos años. Concretamente en el año 2001. El titular de la noticia era: "UNA ABOGADA PISOTEA SU TOGA EN UN JUICIO". Y transcribo ahora parte de dicha noticia, aunque dejando el nombre de la abogada sólo con sus iniciales:

"El Colegio de Abogados de (...) ha abierto diligencias informativas contra la letrada A. M. F. por pisotear su toga mientras afirmaba que «la justicia es una mierda», durante un juicio. La apertura de diligencias responde a una posible infracción del código deontológico de la abogacía. La letrada defendió en el juicio a uno de los cuatro acusados del asesinato de un agricultor."

Es genial. Sé que esa abogada que pisotea su toga en mitad de un juicio aparecerá en algún momento para convertirse en un personaje de ficción. Sólo es cuestión de tiempo. Su frustración, su impotencia, reflejados en ese estallido inútil pero elocuente, resultan materiales valiosos para una historia.

sábado, febrero 24, 2007

Talleres literarios

Se tiene la idea de que uno no puede aprender a ser escritor. Se puede aprender a pintar, a esculpir, a componer, pero no a escribir. El escritor ha de hacerse a sí mismo. No hay otro camino. Parece incluso comúnmente aceptado que si ha desempeñado muchos y variados trabajos, mejor escribirá.
Se piensa que los talleres literarios son lugares donde va la gente a intentar que la doten de un talento que la naturaleza no ha querido otorgarles. Tarea penosa llevada a cabo, presuntamente, por escritores frustrados que han encontrado en esta "moda" un medio para ganarse la vida. Pero ahí tenemos a Juan José Millás, a José María Merino, a Alejandro Gándara... que no creo que sean escritores mediocres precisamente, dando clases de escritura creativa en la Escuela de Letras.

En EE.UU. los talleres literarios tienen un prestigio del que carecen aquí. Muy buenos escritores han impartido clases, como el mismísimo Raymond Carver. No se puede adquirir el genio, pero sí la disciplina; no se puede crear imaginación de donde no la hay, pero sí se puede enseñar técnica. Pienso que debemos superar el prejuicio de que no se puede aprender a escribir, que el escritor lo es por inspiración divina, por poseer unas capacidades innatas.
Los mejores maestros son los clásicos, la mejor enseñanza es la lectura... Cierto, nada que objetar, pero no creo que los talleres literarios nieguen esto, no creo que sean opciones excluyentes.

Yo vivo en Valencia, y aquí no hay talleres literarios ni escuelas de letras, así que hace ya unos años me apunté a un taller literario que funcionaba por correspondencia: Fuentetaja. Ángel Zapata era, y si no me equivoco sigue siendo, asesor en dicho taller y me corrigió algunos relatos, siempre con indicaciones inteligentes y palabras de ánimo. Allí descubrí autores que no conocía, practiqué ejercicios que nunca se me hubieran ocurrido y, sobre todo, perdí el miedo (es un decir) a compartir con los demás y a aceptar las críticas. El sistema consistía en enviar textos que eran fotocopiados y reenviados a todos los miembros del grupo, quienes mandaban luego sus opiniones. Y éstas también se distribuían, junto con dossieres de teoría literaria y ejemplos de importantes autores. Recuerdo la excitación que sentía cada vez que llegaba aquel sobre a mi buzón.
Ahora, internet facilita mucho la comunicación y uno puede exponerse ante una audiencia que ni siquiera soy capaz de imaginar. Es más fácil encontrar gente con las mismas inquietudes y lugares donde perder el miedo y aprender a corregir los propios errores, los que se nos escapan por muy autocríticos que seamos.

martes, febrero 20, 2007

Babel


¿Cómo pueden estar relacionados unos niños americanos y una joven japonesa sorda? ¿Cómo puede afectar a la vida de ambos el disparo efectuado fortuitamente por unos niños en el desierto marroquí?

Esta película cierra una trilogía formada también por las anteriores "Amores Perros" y "21 gramos", y cierra también un período de colaboración entre González Iñárritu y Guillermo Arriaga, autor de los guiones. Las tres historias presentan una puesta en escena en la que no se respeta el transcurrir lineal de los acontecimientos, la realidad está fragmentada, y esos fragmentos no mantienen una correspondencia temporal ni espacial, las escenas se suceden como piezas de un puzzle intencionadamente desordenado que obliga al espectador a tomar una actitud activa, de cara a esforzarse por entender lo que está viendo. Poco a poco, las piezas van encajando y vamos descubriendo las asociaciones, las relaciones, lo que, por encima de todo, une a los seres humanos.

Dos aspectos destacan sobre todo: el amor hacia los hijos y el miedo.
Muchas de las situaciones se producen al intentar proteger a nuestros hijos. Queremos para ellos un mundo mejor y, sin embargo, a veces los estamos conduciendo hacia un desierto en el que se verán perdidos. Al intentar salvarlos de las consecuencias de un accidente, podemos estar guiándolos a la muerte. Por otra parte, la falta de entendimiento entre unos y otros, especialmente en el ámbito gubernamental, complica las cosas. El recelo y el miedo nos aísla.

El film nos habla de lo que nos separa y de los que nos une, nos habla del dolor, de las barreras físicas, de las barreras lingüísticas, del desamparo, del miedo, de la desesperanza y, especialmente, del amor como motor de nuestros actos. La esencia de los seres humanos, que reaccionan cada uno a su manera ante las eventualidades que el destino nos pone delante. No todos tienen los nervios templados, no todos saben conseguir aquello que anhelan sin caer en el ridículo más patético.

En cualquier caso, "Babel es una experiencia cinematográfica impactante, que se nos mete en el estómago y nos afloja las piernas al mismo tiempo que nos hipnotiza con unas imágenes potentes y un montaje eficaz, todo ello realzado por solventes interpretaciones, tanto de las estrellas de reconocido nombre como de las más desconocidas. Cuatro escenarios dispares: Marruecos, EE.UU., México y Japón. Personajes perdidos que sienten aquello que decía Sartre, que el infierno son los otros.

jueves, febrero 15, 2007

Un meme

Me pasa Francisco Ortiz un meme.
No puedo negarme, aunque reconozco que no suelo seguir estas cadenas. Soy un poco soso para estas cosas.
Lo he pensado bastante tiempo.
El meme se titula "Cinco cosas que no sabéis de mí".

1.- Le doy muchas vueltas a todo. Miro y remiro cada asunto desde todos los lados posibles. A veces, me cuesta tomar una decisión. Siempre me preocupa hacer lo correcto. Sin embargo, por regla general, yo creo que más dudo en los asuntos más tontos, mientras que en las cuestiones más importantes, suelo dudar menos. O tal vez no.

2.- No soy supersticioso. Bueno, es que no puedo ser supersticioso porque nací en trece y martes, aunque esto ya lo sabéis, porque creo que ya lo dije. Pero no había dicho que no soy supersticioso. Si evito pasar por debajo de una escalera o se me eriza el vello al ver cómo se me cruza un gato negro por delante, no es por superstición, sino por prudencia.

3.- Soy un desastre en cuestiones de bricolaje y reparaciones del hogar. Cuando cambio una simple bombilla me entran ganas de salir a cenar por ahí, para celebrarlo.

4.- Hay dos refranes que siempre tengo muy presentes: "El que la sigue, la consigue" y "A mal tiempo, buena cara".

5.- Me gusta ir en moto. Antes de que nacieran mis hijos tuve una Yamaha 600 con la que realicé un pequeño viaje con mi mujer, por la costa, hasta la localidad de Calpe. Fue un día inolvidable.

Y ya que he cogido carrerilla, diré que cuando tenía diecisiete años viajé con mi familia a Puerto Rico, Santo Domingo, Panamá y Miami. Estuvimos casi cuatro meses por ahí, y mis dos hermanos y yo tuvimos que repetir curso, pero fue una experiencia inolvidable.
En fin, no le paso la cadena a nadie en concreto, aunque la propuesta queda en el aire... por si a alguien le apetece.

domingo, febrero 11, 2007

J. T. Leroy


J. T. Leroy
J. T. Leroy no existe, vaya el aviso por delante. Se dio a conocer con la publicación de la novela "Sarah", supuestamente biográfica, en la que narraba sórdidos episodios de su vida. Una vida de prostitución y drogas en compañía de su madre. La novela la había escrito por consejo de su psicólogo para deshacerse de las pesadillas. La conmoción fue inmediata. Se hizo famoso. Importantes figuras le dieron su apoyo, como Dennis Cooper, el más entregado y el más defraudado, Michael Chabon, Lou Reed, Dave Eggers, Gus Van Sant (Leroy aparece en los titulos de crédito de la película "Elephant"), Tom Waits, etc... Claro que ellos no sabían que J. T. Leroy no existía, que se lo había inventado una mujer llamada Laura Albert, de 40 años, que cantaba rock y escribía relatos que no conseguía publicar, y que, estoy seguro, nunca había soñado que su libro y su personaje adquirirían tal notoriedad. De pronto, querían entrevistar a J. T. Leroy, todo el mundo quería conocerlo. Intentó dar largas, decir que el chico no quería darse a conocer, que estaba ilocalizable, pero al final no tuvo más remedio que pensar en darle a la gente lo que quería. Savanna Knoop, cuñada de Laura, fue por fin la encargada de encarnar al joven Leroy, con peluca rubia y grandes gafas de sol. Laura siempre estaba cerca, haciéndose pasar por su agente de prensa y amiga.

En una de sus primeras entrevistas le preguntaron: "¿Hasta qué punto están idealizadas tus experiencias en Sarah? Hay una especie de frialdad al narrar ciertos pasajes que, bueno, es como si no te hubiera ocurrido a ti..." Y él/ella contesta: "Es una técnica de supervivencia. Cuando una situación te produce mucho dolor, desconectas. Como si entraras en un shock. Por eso él (Cherry Vanilla/Sarah) se muestra impasible. Está aterrorizado. Sabe que gritar, llorar, rogar no sirve de nada. Ha crecido con una madre chunga. Sabe cómo insensibilizarse al dolor, cómo distanciarse de todo... como yo..."
"Como yo", dice, al parecer consciente de que sus historias no tienen valor si no van disfrazadas de testimonio personal.
Se suele decir que un libro debería ser considerado bueno o malo al margen de quién lo haya escrito. Es evidente que este no es el caso de los libros de J. T. Leroy.

Laura Albert

viernes, febrero 09, 2007

La edad

¿Existe una edad ideal para publicar el primer libro?
He publicado algunos textos aquí y allá, pero ningún libro todavía, pese a que tengo varios escritos y amontonados por los cajones. Y me doy cuenta de que la edad se está convirtiendo en un handicap para conseguir publicar.
Me queda aún la posibilidad, con un poco de suerte, de ocupar un puesto entre la lista de escritores que se han dado a conocer tardíamente. Pedro Juan Gutiérrez o Luis Landero publican su primer libro superados los cuarenta años. Aún estoy a tiempo. Álvaro Pombo, por ejemplo, confiesa que ha logrado su independencia económica como escritor a la edad de 53 años. Y, más extremo aún, Gesualdo Buffalino, escritor italiano, se hizo famoso a los sesenta años, con la publicación del libro "Perorata del apestado". No todo está perdido.
E. Annie Proulx nació en 1935 y empezó a escribir literatura a los cincuenta años. Publicó su primer libro de relatos cuando ya había cumplido los cincuenta y tres (1988). Por su primera novela, "Postcards", obtuvo el premio PEN/Faulkner en 1992, es decir, a los 57 años. En 1994, obtuvo el Pulitzer y el premio Nacional con su novela "Atando cabos".
Y Francisco Afilado acaba de publicar su primer libro de relatos, titulado "Perforaciones". Afilado nació en 1963. Apenas soy un año mayor que él.
Tras pensar en todo esto, me pregunto por qué parece un objetivo primordial conseguir ser publicado, que tu nombre aparezca en la portada de un libro. Supongo que es la forma de legitimar un hobby que requiere muchas horas, un hobby más importante que cualquier otra actividad.

lunes, febrero 05, 2007

Hipotermia


Hipotermia es un libro de relatos escrito por el mexicano Álvaro Enrigue.
Ha publicado también "La muerte de un instalador", con el que ganó el Premio de Primera Novela Joaquín Mortiz en 1996; "Virtudes capitales", libro de relatos y la novela "El cementerio de sillas". Colabora en revistas y periódicos de Mexico y España.

Siempre me gustaron los libros que toman como materia narrativa a la propia literatura. En ese sentido, el primer relato de este libro es una gozada. Me siento incluso tentado a copiarlo de cabo a rabo. Se titula "La pluma de Dumbo". Pero me conformaré con mostrar su primer párrafo:
"Soy un escritor de categoría, pero nadie lo sabe. Se lo dije ayer a mi hijo. No fue la primera vez; suelo decirlo cuando bebo de más. Eres un empleado respetable en un periódico decente, me respondió mirándome a los ojos. Él también había bebido demasiado. Soy escritor —volví a decir—, tal vez un mal escritor. Eso nunco lo había dicho. Su respuesta fue aún más novedosa. Sonrió con cierta crueldad —es una sonrisa que le conozco desde niño—, y dijo: A ver, cuándo has publicado un libro; para ser escritor se necesita tener libros."
Este comentario, que el narrador intenta convencernos de que no lo tiene en cuenta, lo cierto es que se le clava en el corazón, como podremos constatar observando su reacción al final del cuento.

A excepción de éste, el resto de los relatos se agrupan en cinco apartados, bajo los títulos: "Escenas de la vida familiar", "Salidas decorosas", "Mugre", "Grandes finales" y "Dos valses rumbo a la civilización".
"Escenas de la vida familiar" se inicia con el relato "Superación personal", que nos habla de un escritor cuyo mayor éxito literario lo constituye un libro de autoayuda que escribe por encargo, por obligación, y con desgana absoluta. Los demás relatos de este bloque van configurando una pequeña novela sobre un hombre que emigra a EE.UU. y acaba dando clases de letras latinoamericanas en una universidad de Washington. Nos hablan de aspiraciones personales pero, por encima de todo, de la importancia de la familia como referente, asidero firme frente a un exterior hostil.
Por el contrario, "Salidas decorosas" reúne dos historias sin relación aparente. La de un electricista que cree estar solo en el interior del restaurante cuya instalación tiene que reparar y la de dos basureros que han bautizado a su camión con el nombre de "Outrageous Fortune" y cruzan las calles pensando que navegan en un barco pirata. La imaginación puede transformar la realidad más sórdida, aunque no siempre para mejor. Por otra parte, no debemos cerrarnos al mundo que nos acoge, pues tal vez sean los únicos a los que podamos recurrir en un momento de apuro.
"Mugre" vuelve a ofrecer un grupo de historias conectadas que se centran en un empleado del Banco Mundial, en Washington, para hablarnos de la sociedad americana, de lo difícil que resulta la integración, es más, la integración nunca se puede conseguir porque la propia sociedad estadounidense está preparada para que no ocurra, clasificando a la gente, refugiándose ellos en barrios residenciales, alejándose de los suburbios.
"Grandes finales" nos habla de hombres que se mantuvieron en su sitio hasta el final, pese a todas las calamidades, para terminar sintiendo que con ellos se extinguía toda una cultura, una forma de vida.
"Dos valses rumbo a la civilización" reúne las dos últimas historias, protagonizadas por un chef de reconocido prestigio que posee un restaurante en Washington DC y, con motivo de su participación en un reality que enfrenta a seis chefs de distintas partes del mundo, regresa a la sociedad de la que partió muchos años atrás, encontrándose con que todo le parece mucho más visceral y profundo: una realidad en carne viva. La última historia narra el regreso a México DF y, como recalcando la metáfora, el reencuentro con un antiguo amor.

La emigración mexicana a los EE.UU. tiene una presencia importante en el libro, es la auténtica protagonista. Se trata de un libro mezcla de reflexión y narración, que juega con los estilos, siempre con un lenguaje desenfadado y cercano. Un conjunto de historias que se van hilvanando entre sí, se van enroscando y nos presentan una realidad compleja que, pese al humor con el que se narra, encierra un poso de amargura.

Álvaro Enrigue nos explica, en un momento dado, su concepción de la narración:
"Hay una historia, ésa sí muy buena, que cuenta Bernardo Atxaga. Dice que un día, caminando por un pueblo de su región natal en el País Vasco, se encontró de pronto junto a una puerta con un agujero y un viejo. Hablaron un poco y al final el viejo le preguntó que si sabía por qué había un hoyo en la puerta. Será para el gato, dice Atxaga que respondió. No, le dijo el hombre, lo hicieron hace años, para darle de comer a un niño que se convirtió en perro después de que lo mordió un perro.
"Los cuentos que me gustan, los que me vuelven loco de ganas y envidia de escribir así, tienen la lógica deslumbrante del viejo vasco: les falta un pedazo y esa falta los transforma en una mitología, apelan al mínimo común denominador que nos hace a todo más o menos iguales".

Un libro de relatos que acaba convirtiéndose en una visión caleidoscópica de una misma realidad. Historias sutilmente conectadas. Un libro interesante.

jueves, febrero 01, 2007

Proyecto

Quiero hacerme eco del proyecto que inicia Sfer en su blog "Librosfera". Se trata de un blog colectivo dedicado a publicar principios de libros. Pueden ser principios que nos hayan cautivado o principios que nos hayan horrorizado. La libertad es absoluta y en su página explica lo que hay que hacer para participar.
El blog se llama "Coleccionando principios".
Lo cierto es que suena muy interesante. Las primeras frases de un libro son determinantes. Deben funcionar como un anzuelo que nos obligue a seguir leyendo, pero no siempre se consigue este objetivo. De todos modos, el principio deja clara muchas cosas, como el punto de vista adoptado, la voz narradora, el tono, el ritmo...
Me ha parecido una iniciativa muy sugestiva. Cuanta más gente nos apuntemos, mejor.