Os dejo con algunos videos.
La canción "We are the world".
Con mis mejores deseos.
Con mis mejores deseos.
Amis no defraudó. Se mantuvo fiel a sí mismo, afirmando con rotundidad sus opiniones, sin importarle que fueran políticamente correctas o no. Después de la charla firmó ejemplares de sus libros. Este fue el último acto del Hay Festival al que asistí este año. Si nada lo impide, el año que viene volveré a estar ahí, inmerso en jornadas literarias que me alejan de la rutina. Y espero seguir contándolo.
Ante algunas preguntas suele hacer pausas. “A ver cómo te contesto”. Dice que sus proyectos literarios siempre empiezan por un personaje que parece susurrarle al oído. Su voz se va amplificando y se ve obligada a escribir para aliviar esa locura. El personaje, en este caso, va un poco a la deriva, en un entorno multicultural. Sus propios compromisos personales se están desmoronando. Y, de pronto, aparece un cadáver en el sótano de la cocina. Y empiezan a aparecer elementos, problemas, que le obligan a autoexaminarse, cuestionarse quién es. Tiene una crisis de identidad.
Explica la autora que la literatura le permite explorar el terreno sin tener las respuestas previamente. Se plantea la literatura como una búsqueda.
En este caso habla de la inmigración. En Gran Bretaña ha habido un enorme cambio. Antes la inmigración estaba relacionada con las colonias británicas, pero ahora ya se ven rusos, somalíes, filipinos… Una gran dispersión. El protagonista de su libro, "En la cocina", en un principio es ignorante de estos mundos diferentes que confluyen a su alrededor.
Monica Ali empezó a escribir porque era insomne. Y escribía sobre aquellos asuntos que le preocupaban. Piensa que la función de la ficción es descubrir la verdad. Una novela no es solo una novela. Hablan del caso de Salman Rushdie. Ali cree que hay un problema de falta de compromiso y recuerda que Vargas Llosa dijo que los escritores son perezosos, no se comprometen con los grandes problemas y se preocupan más por vender libros que por hablar del poder y de otros temas importantes. Y eso lo retomó Nélida Piñón en la prensa, mostrándose de acuerdo con el escritor peruano. Sin embargo, Ali cree que la novela puede conseguir a veces lo que no se puede conseguir por otros medios. La ficción tiene también un papel fundamental porque descubre la verdad, la pone de manifiesto de un modo emotivo. Trueba se muestra de acuerdo en esto, recalcando que la ficción nos permite entender la mente de otras personas.
Trueba le pregunta si ella manipula la realidad para tratar de restablecer un orden, si pretende replantear los problemas de siempre, enfocarlos desde otro punto de vista o tan sólo plantearlos para que sea el lector quien los resuelva a su manera. Ella contesta que escribe porque la arrastran los personajes. Le interesa que el texto sea ameno. Sus intereses se derivan de quién es y de cómo ha sido educada. Ha escrito tres libros y los tres son muy diferentes entre sí, aunque hay una serie de temas como el desarraigo, la identidad, el desplazamiento, que siempre aparecen en sus escritos de una forma u otra.
Monica Ali se mostró en todo momento muy cercana. Habló también de su infancia, de su familia, que tuvo que abandonar su país por la guerra civil, y de su padre, que estuvo en un campo de refugiados. En algún momento, Trueba intentó llevar la conversación a temas políticos, pero ella argumentó que si pudiera resolver esa clase de problemas no estaría ahí en ese momento, sino en las Naciones Unidas.
Reconoció por último ser ecléctica en cuanto a sus lecturas y llegó a admitir que le gustaban los libros de Dan Brown y Stephanie Meyers. Por último, citó a Orwell; “un escritor debe escribir siempre con la puerta cerrada”, es decir, sin atender a quienes pretenden decirle lo que puede o no puede decir.
Al margen de la afectación de su estilo, de su abuso de adjetivos, el valor de Lovecraft radica especialmente en su capacidad para componer un mundo propio con una jerarquía de dioses y monstruos como Nyarlathotep, el Gran Dios Cthulhu, Azathoth, Dagón, Yog-Sothoth...; lugares imaginarios como la Universidad de Miskatonic, Arkham, Innsmouth o la ciudad sumergida de R'lyeh...; y libros como el Necronomicón, compendio de saberes prohibidos escrito por el árabe loco Abdul Alhazred, libro imaginario inventado con tal fuerza que mucha gente ha creído en su existencia. Cuenta Derleth que algunos libreros disfrutaron fomentando el engaño sobre la existencia del Necronomicón hasta el punto que llegaron a anunciarlo en sus catálogos o a ofrecerlo en venta a través de anuncios.
Howard Phillips Lovecraft nació el 20 de Agosto de 1890 en Providence, Rhode Island. Fue un muchacho tímido, solitario, inseguro, enfermizo y sin confianza en sí mismo. Sus cartas están llenas de consideraciones autocríticas y sentimientos de culpa. Padecía unas fuertes crisis nerviosas que le apartaron del colegio durante largos periodos y a las que culpó más tarde de truncar su formación universitaria, algo que le avergonzaba. No es extraño que Lovecraft se refugiara en los libros. Fue un lector voraz y un autodidacta que comenzó por su cuenta estudios de astronomía, química o lingüística, con un enorme entusiasmo; aunque luego los abandonó excusándose en su delicado estado de salud.
Lovecraft está lleno de significativas contradicciones. Es conocido su excesivo puritanismo, que rayaba incluso con la aversión al sexo, y también que era un hombre de virulentas ideas racistas. Pese a todo, y aunque dijo sentir una cierta antipatía por la gente en general, los demás le consideraban una persona de trato sumamente educado y agradable. Es más, puede afirmarse que su obra no es más extensa a causa de la gran cantidad de tiempo y energía que dedicó a su correspondencia personal. Escribía varias cartas diarias, puesto que mantenía correspondencia al mismo tiempo con un número de personas que oscilaba entre cincuenta y cien. Algunas de sus cartas sobrepasan las 40 páginas.
Siempre le gustó escribir a mano, con pluma estilográfica. En 1906 compró una máquina Remington que conservó toda su vida y que utilizaba sólo para la redacción definitiva de sus manuscritos, tarea que le suponía toda una tortura, tanto era así que algunos de sus relatos pudieron ser publicados gracias a que sus amigos se ofrecieron a pasarlos a máquina, ya que en algunos casos posponía tanto esta tarea que podía llegar a no realizarla nunca.
Con el relato "El Cuadro", escrito en 1907, se inicia su carrera en el terreno de lo fantástico, pero no será hasta después de los veinte años cuando Lovecraft comience a escribir las historias que habrían de hacerle famoso, siendo "Dagón" su primer relato publicado, en Noviembre de 1919. Lovecraft se lo envió a Edwin F. Baird, director de la revista "Weird Tales", junto con otros cuatro trabajos y una carta de presentación que invitaba a que se los rechazaran: si algún milagro le impulsara a Vd. a publicar mis cuentos sólo tengo una condición que presentar, y es que no deben hacérsele recortes; incluso confesaba que sus textos habían sido rechazados por otras publicaciones. Y a pesar de todo esto, Baird compró las cinco historias y sometió a Lovecraft a una indecible tortura al pedirle, como condición indispensable para su publicación, que las pasara a máquina.
En marzo de 1924, Lovecraft se casó con Sonia Haft Shifirkin Greene. Sonia era una mujer emprendedora, muy activa, que aparentaba ser mucho más joven. Era una mujer alta y elegante que ganaba un sueldo muy elevado como modista. Ella fue la base económica del matrimonio. Se trasladaron a Nueva York, un cambio que Lovecraft no llegó nunca a asimilar, a pesar de que se rodeó de un grupo de aficionados con los que formó el "Kalem Club", entre los cuales se encontraban Samuel Loveman, Frank Belknap Long, James F. Morton, etc. Se reunían una vez a la semana. Sin embargo, no consiguió adaptar sus costumbres a la vida de casado y pronto volvió a recuperar sus hábitos nocturnos. Cuando la situación económica empezó a empeorar, Sonia tuvo que marchar a otras ciudades, por periodos de varios meses, pero Lovecraft nunca la acompañó. Se quedó refugiado en su casa, rodeado por los objetos que le daban seguridad. Se dice que, por aquella época, llevaba siempre un frasco de veneno encima. Su salud se debilitó y, cuando sus tías le propusieron trasladarse con ellas a Providence, aceptó de inmediato. El 25 de marzo de 1929 Sonia y Howard firmaron el acuerdo de divorcio.
Lovecraft escribió: Todas mis narraciones, aún cuando no guarden relación entre sí, se basan en la tradición o leyenda según la cual este mundo estuvo habitado en épocas anteriores por otra raza que, como consecuencia de las prácticas de magia negra, perdió su dominio y fue expulsada, pero vive en algún lugar del exterior dispuesta en todo momento a volver a adueñarse de la tierra. En su ensayo "El horror en la Literatura" expone qué es lo que más le preocupaba a la hora de escribir un relato: El factor más importante de todos es la atmósfera, ya que el criterio último de autenticidad no reside en que encaje una trama, sino que se haya sabido crear una determinada sensación.
Quizá porque odiaba el pescado, muchas de sus criaturas tienen forma anfibia y orígenes submarinos. Muchas de sus historias se basan en un esquema según el cual un hombre soltero, solitario, a quien a menudo le gusta pasear por las noches, se siente impulsado a investigar algo misterioso, lo cual le lleva al descubrimiento de fuerzas ancestrales, monstruos de otro tiempo y lugar, nuevas dimensiones... y se queda paralizado por el miedo, a veces viendo cómo van a atraparle. En alguna que otra historia acaba escribiendo algo así como: están ahí, las fuerzas ocultas del Ser Innombrable, vienen a por mí... Yog-Sothoth... se acercan... (Cuando yo leía esto siempre me llamaba la atención que en una situación de este tipo el protagonista tuviese el ánimo de escribir).
De no ser por sus amigos, Lovecraft habría publicado todavía menos de lo que lo hizo. Era sumamente autocrítico y negativo. En cierta ocasión, Lovecraft expresó: siento una especie de repugnancia a enviar nada de lo que ha sido rechazado anteriormente. Mandaba sus relatos a varios de sus corresponsales pidiéndoles su opinión y bastaba con que a uno de ellos no le gustase para que se considerase un escritor fracasado. Derleth siempre le recriminaba su actitud negativa. Su fatalismo podría resultar ridículo si no fuera trágico. Llegó a afirmar que su obra era excesivamente extravagante y melodramática, y carente de profundidad y sutileza... Mi estilo es malo también; está lleno de recursos retóricos evidentes y lugares comunes y repeticiones. Se aleja bastante de la sencillez estricta, objetiva, que es mi meta.
William L. Crawford, que había lanzado una revista llamada “Unusual Stories”, se propuso publicar en 1936 "La sombra sobre Innsmouth" en forma de libro. La falta de dinero puso fin a su proyecto, a pesar de lo cual llegó a imprimir y encuadernar 150 ejemplares que fueron los únicos libros que vio Lovecraft con su nombre en toda su vida.
Es en 1936 cuando aparecen lo que él denominaba "trastornos digestivos" y que era en realidad un cáncer de colon que acabó con su vida el 15 de marzo de 1937. El último año lo pasó en la cama, con grandes dolores, apoyado en almohadones, tratando de escribir cartas o dictándolas a su tía. Fue enterrado en el panteón de su abuelo Phillips del cementerio de Swan Point. Su nombre se encuentra inscrito en la losa central, pero ninguna lápida señala su tumba.
La primera recopilación de la obra de Lovecraft fue publicada por "Arkham House" en 1939, con el título "The Outsiders and Others". Desde entonces, la estética lovecraftiana ha influido con indudable fuerza en muchos ámbitos de expresión. No sólo la literatura de terror sino también el cómic y el cine han sucumbido al influjo de este inventor de cosmos. Su sombra está presente en películas como "En la boca del miedo" o la mismísima "Alien".
No ha sido el único caso, por supuesto. Hay numerosos ejemplos de escritores que comenzaron su carrera literaria tardíamente.
Gesualdo Buffalino sobrepasaba los 60 años cuando publicó su primera novela “Perorata del apestado”. Yo recuerdo con especial cariño su libro “Las mentiras de la noche”.
“El sueño eterno”, la primera novela de Raymond Chandler, se publicó cuando éste tenía 51 años. Hasta entonces sólo había publicado artículos dispersos en revistas.
José Saramago consiguió publicar una novela a los 25 años de edad que pasó sin pena ni gloria. Se titulaba “Terra de pecado”. Guardó silencio durante más de veinte años. Su siguiente novela, “Manual de pintura e caligrafia”, la publicó en 1977, a los 55 años. Entre ambas había publicado tres poemarios: en 1966, 1970 y 1975. El premio Nobel de literatura se lo dieron en 1998.
Annie Proulx publicó su primera novela a los 51 años de edad, y la segunda, “Atando cabos”, con la que ganó el Pulitzer, la publicó a los 58, en 1993.
Charles Bukowski publicó su primera novela, “Cartero”, en 1969, cuando ya había cumplido los 49.
Luis Landero publicó “Juegos de la edad tardía” a los 41 años.
Eduardo Lago publicó su primer libro, “Cuentos dispersos”, a los 46 años. Y su primera novela, “Llámame Brooklyn”, con la que ganó el premio Nadal, apareció en 2006, y Lago tenía entonces 52 años.
El escritor valenciano Manuel Talens también publicó su primera novela a los 44 años.
Y tampoco podemos olvidar el caso de Alberto Méndez, que publicó “Los girasoles ciegos” a los 63 años. O el del propio Stieg Larsson, que comenzó a escribir novelas policiacas a los 47 años y falleció a los 50, poco antes de que la primera de ellas fuera publicada y se convirtiera en un fenómeno editorial. O el de la ganadora de la primera edición del Premio Nueva Novela, convocado por el periódico argentino Página 12, que resultó ser una joven autora de 85 años llamada Aurora Venturini.
Y la lista no acaba aquí, naturalmente.