1.- ¿Por qué
escribes?
Podría ponerme metafísico, pero creo que, desde mi
posición, no corresponde. Hace veinte años que vivo, a veces mejor, a veces
peor, de lo que escribo. Esta es mi profesión y yo me considero un profesional,
entendido en sentido estricto y sin ínfulas de ningún tipo: es lo que me da de
comer y aquello a lo que dedico la mayor parte de mis horas.
2.- ¿Cuáles son tus
costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
Pocas. Con los años he ido disciplinándome. Cada semana me
marco un objetivo, en función del tiempo del que dispongo. Puede ser un
capítulo, un par de artículos, repasar las pruebas de una novela si me llegan,
lo que corresponda, y en función de eso y del tiempo que tenga, descartando
otras obligaciones, me organizo los días. Procuro liberarme los fines de semana.
Es así de prosaico el asunto. Un noventa por ciento de culo, que diría Cela.
3.- ¿Cuáles dirías
que son tus preocupaciones temáticas?
Más que por temas, pienso en términos de personajes y de
grupos de personajes. Cuando abordo una novela, necesito tener claro quiénes
son mis protagonistas, cuál es su mundo, cuáles son las relaciones que
mantienen entre ellos. Una vez fijado esto, pienso en la anécdota, en lo que
les puede pasar. Para mí, una novela está lograda cuando recreo con la
suficiente precisión y viveza ese mundo, cuando los personajes cobran vida y
tengo una sensación de haber imaginado o recreado un universo coherente y
convincente. No pienso en término de “temas”; eso me parece secundario. Esto no
es un ensayo y el único tema que me interesa es la vida. Si pudiera recrearla
fotográficamente, lo haría. Supongo que detrás, tengo obsesiones, pero no las
tengo catalogadas ni soy consciente de ellas, y creo que es mejor así.
4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a
la hora de escribir?
Muy pocos. Es algo francamente difícil. Nunca se sabe muy
bien por qué a veces funciona y a veces no. En mi caso, cuando me pongo delante
del folio, nunca tengo la certeza de que vaya a funcionar. Y cuando funciona
una escena no sé muy bien por qué. Creo que entiendo mejor el porqué no
funcionan determinadas escenas, que el porqué funcionan. Eso es más
misterioso.
5.- ¿Eres de los que
se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el
principio?
Necesito, para arrancar, tener claros los personajes en mi
cabeza. Una vez que siento que los entiendo, que los tengo bien cogidos, bien
visualizados, entonces imagino una anécdota, algo que les pueda ocurrir, que me
ayude a moverlos. Suelo procurar que sea una anécdota sencilla, no muy
complicada, y la estructuro de manera muy básica, a veces en tres actos, otras
en un puñado de capítulos. A partir de ahí me gusta, en el primer esbozo,
“vivir” la historia, meterme en la piel de los personajes, y dejarme llevar por
ellos. Sé adónde voy, pero muchas veces no sé cómo voy a llegar a esos hitos
que he marcado en el camino. Si la cosa funciona y siento que hay vida en eso
que he esbozado a vuelapluma prácticamente (el primer proceso de la escritura
suele durar dos o tres semanas, no más), entonces empieza la etapa laboriosa de
reescritura, reestructura, reorganización de todo el material, y por último
pulido ya estrictamente literario, que es el último tramo. Puede durar el
proceso entre uno y dos años.
6.- ¿Cuáles son tus
autores o libros de cabecera?
Me gusta mucho El
guardián en el centeno y casi todo Galdós. Me moriría de gusto si fuera
capaz, un día, de escribir algo que se acercara mínimamente a Fortunata y Jacinta.
7.- ¿Podrías
hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último
que hayas escrito o estés escribiendo.
El 5 de abril llegará a las librerías mi próximo libro, Todos iremos al paraíso. Es un thriller
sicológico. La protagonista es una mujer que lo tiene todo (un buen trabajo,
dos hijos maravillosos, un marido perfecto) y que, sin embargo, a raíz de un
accidente banal y de una serie de circunstancias aciagas encadenadas, se va a
convertir en un monstruo, capaz de matar a media docena de personas. En los
próximos días irán apareciendo noticias sobre ello en mi página de Facebook.
José Ángel Mañas (Madrid, 1971) es licenciado en Historia
Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid. En 1994 quedó finalista
del premio Nadal con su primera obra, Historias
del Kronen. La novela tuvo una gran repercusión y abrió las puertas a una
nueva generación de escritores. Tras su publicación el escritor vivió durante
varios años entre Madrid y Toulouse. Actualmente reside en Madrid.
A Historias del Kronen siguieron tres
novelas de similar ambiente y contenido: Mensaka (1995), Ciudad Rayada (1998) y
Sonko95. Autorretrato con negro de fondo (1999), que, con Historias
del Kronen, forman la «Tetralogía Kronen».
En 1996 publicó la novela Soy un escritor
frustrado, en la que describe su
propio procedimiento de composición y se complace, de paso, en reflexionar
acerca de las alegrías y miserias del éxito, que Mañas ha experimentado (malgré
lui) de muy primera mano.
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