La ausencia de Medardo Fraile.
¿No lo notan? El mundo se ha
hecho más pequeño y más triste. Queda un enorme hueco imposible de rellenar. El
aire ha ganado consistencia de repente y soportamos un terrible peso sobre los
hombros. La existencia se ha vuelto más absurda si cabe.
Su mirada azul captaba los
detalles que a los demás les pasan desapercibidos. Su sonrisa, algo pícara,
ayudaba a desvelar el lado absurdo de las cosas, lo ridículo en lo digno, lo
incongruente en lo solemne, lo irracional en lo coherente, lo humano escondido
en la frialdad de la masa.
Le fascinaba el ser humano.
Observaba sus movimientos, por pequeños que fueran, y descubría el significado
que éstos escondían. Un gesto puede ser un rasgo definitorio del carácter. Existen
instantes en los que se despierta aquello que a todos nos conmueve, instantes
que encierran la grandeza y la miseria de una existencia.
Llamaba la atención, por
infrecuente, su generosidad hacia los demás, especialmente a quienes empezaban
su recorrido por las inciertas rutas de la literatura. Su
fidelidad hacia ellos, su apoyo constante, su aliento y su gesto
condescendiente y animoso.
Quizá sus piernas empezaban a
resentirse, pero su mente seguía ágil y activa. Cuando le elogiaban decía:
“Deben estar hablando de otra persona”. Decía que todo buen escritor estaba
empezando siempre, aunque tuviese más de ochenta años, así que no había que
presentarse con timidez ni pedir permiso, uno era escritor de forma
irremediable. Así lo sintió siempre y vivió de acuerdo a estos principios. Y
menos mal que no nos ha faltado un escritor como él.
Nunca olvidó a sus amigos y sus
amigos nunca podrán olvidarle.
El refugio de sus cuentos, el
reencuentro con sus personajes, que están por todas partes, sólo hay que prestar
un poco de atención porque, como él solía decir, a poco que te fijes, la gente
no es tan corriente como puede parecer, la vuelta a esas situaciones que encierran
el secreto de una existencia, los anhelos, las frustraciones, el sinsentido, la
derrota, el conformismo, sus frases perfectas, sus observaciones lúcidas y sus
definiciones exactas, serán nuestro diálogo con él, nuestro homenaje
permanente.
Este
texto se publicó en el homenaje que la revista Cuadernos del Matemático le
tributó a Medardo Fraile en su suplemento del número 50, en junio de 2013.
Hoy
se cumple un año desde la muerte del escritor y su ausencia sigue doliendo con
fuerza.
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