1.- ¿Por qué escribes?
No soy persona que
necesite explicaciones básicas. No me pregunto por qué vivo, ni para qué: vivo mientras
dure, interesado plenamente en ello. No me pregunto por qué escribo (sí para
qué, pero pa qué): escribo cuando puedo y quiero. Siempre he escrito o
he querido escribir.
El hombre es el único
animal que narra, que comparte sus experiencias y sentimientos y sensaciones
poniéndolos en palabras y contándoselos a otros. Eso hago: me cuento a otros; y
espero servirles de algo, contribuir al lentísimo desarrollo de la condición
humana (que a veces pasa por aterradoras fases de retroceso, como la que están
imponiendo ahora las bestias feroces del capitalismo asilvestrado).
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
No tengo costumbres, ni preferencias,
ni supersticiones, ni manías; ni hora de escribir.
Quizá padezca lo que
llamo «síndrome de monasterio»: no puedo escribir en soledad; tiene que existir
el riesgo permanente de que aparezca alguien y me interrumpa.
Son un alivio, las
interrupciones.
Eres
envejecer contigo y tu belleza,
añadida en el riesgo
de tanta cercanía
cotidiana.
Noblemente..
Eres cumplir el tacto
de tu piel
y seguir recibiendo noticia germinal
de la tierra y del aire y del fuego y del agua.
Eres la gruta
de nuestros genios.
Eres la orgía cíclica, la luna,
la danza ante la hoguera,
la saliva que sana, el designio chamán.
[la pregunta a destiempo que me obtura un poema,
ahora,
sin remedio]
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3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
No creo que ningún narrador
se plantee la escritura a partir de un tema (a no ser que esté buscando algo
comercial, pero ese es otro tema). En todo caso, el proceso mental que
ello implicaría me resulta incomprensible. Pongamos que me viene la idea de
escribir una novela sobre el maltrato entre hombres y mujeres; el paso
siguiente sería tramar una historia que encajara en el tema. Absurdo, para mí. Es
el relato, la historia, lo que trae consigo el tema. No al revés.
Por otra parte, ponerse
un tema es limitar el relato. Cuando escribo, quiero ocuparme de todo lo que me
interese, cuando me interese, como me interese, según me vaya interesando.
Vivir lo que escribo como si fuera vida.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Cuando escribo solo
tengo presente lo que estoy haciendo, lo que sale, con la esperanza de que
resulte aceptable.
Uno de los grandes
problemas de la escritura es que no puede provocar reacción ajena mientras se
hace. Cuando hablo con alguien puedo notar casi de inmediato, casi en «tiempo
real» (como decimos ahora), el efecto de lo que transmito. En literatura tengo
que completar la obra y publicarla para conocer la reacción del lector:
demasiado tarde para ajustar los fallos.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
La verdad, no he llegado
a escribir ninguna de las cuatro o cinco novelas que me tomé el trabajo de
planificar: las tengo completas y redondas en la cabeza, pero ya no me apetece
contarlas.
Tampoco puede decirse
que me deje llevar por la historia, porque en el principio de mis libros sí
terminados nunca ha habido «historia». Digamos que el relato me va sucediendo y
lo voy contando.
Cada escritor practica,
evidentemente, el método literario que mejor le funciona. Y, supongo, no
siempre el mismo
Es posible, incluso, que
la evolución de un escritor consista en ir descubriendo su mejor método
para su mejor relato.
Descubrimiento que, por
otra parte, puede pasarle inadvertido al propio autor: Cervantes volvió a la
norma bizantina tras haber revolucionado la novela.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Antes siempre tenía la
mesilla de noche cargada de libros. Ahora solo hay dos o tres encuadernados y
una máquina que contiene cientos.
Diré, además, algo que
puede ofender a otras personas literarias: no soy de releer; he releído muy
pocos libros en mi vida; concretamente, la Ilíada, la Odisea, el Quijote, la
Celestina, la Lozana… Puede que me olvide alguno, pero el total no llega a
diez. Bueno, y poemas. Poemas sueltos sí que releo, claro.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Mi novela más reciente, NWTY,
entró en las librerías a principios de octubre del año pasado. Toda la
información que pueda interesar a alguien está en mi blog
con los enlaces correspondientes.
No tengo ningún proyecto
literario en marcha.
NWTY en manos de su dedicatario principal
Ramón
Buenaventura nació en la
Ciudad Internacional de Tánger el 25 de junio de 1940. Su carrera literaria se
inició en 1978 con la aparición de Cantata
Soleá, un
largo poema que empezó a escribir el 20 de noviembre de 1975. Luego ha
publicado otros libros de poesía, tres novelas, una recopilación de cuentos y
más de cincuenta traducciones, principalmente del inglés y del francés. Hasta
su jubilación en 2009 fue profesor en la Facultad de Traducción del CES Felipe
II de Aranjuez. Vive en Pozuelo de Alarcón. Ha recibido los premios Miguel
Labordeta de Poesía por Eres, el
Villa de Madrid por su novela El año
que viene en Tánger, el Fernando Quiñones por su novela El último negro, y el Stendhal por su
traducción de La sangre negra,
de Louis Guilloux.
1 comentario:
No sabes cuánto me alegra encontrarme a Buenaventura por tu cuestionario, siempre tan rabiosamente original, fresco, creativo... Saludos a ambos.
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