1.- ¿Por qué escribes?
Hay algo de
automatismo en las respuestas que los escritores solemos dar a preguntas como
ésta que planteas, Miguel, quizá por la complejidad del asunto, por esa
naturaleza casi ontológica que tiene. Respondemos con gesto interesante, grave:
“porque me permite comprenderme a mí mismo”, “por una necesidad imperiosa de
comunicarme”, y todos los etcéteras consabidos. Me iré un poco por la tangente,
entonces: uno no escribe; la escritura (también la lectura) lo va haciendo a
uno a golpe de revelaciones, pequeñas victorias sobre el papel y sonoras
derrotas ante el mismo enemigo. A mí me gusta pensar que el escritor es una
consecuencia de lo que está obligado a escribir.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Soy anárquico. De
hecho, apenas escribo, si por ello entendemos una rutina, un horario o una
aplicación intensiva, casi de opositor a notarías o registrador de la propiedad.
No me da miedo el folio (o la pantalla) en blanco porque sólo me pongo a la
tarea cuando tengo muy claro lo que quiero entintar. Una vez estoy ante el
teclado, necesito que suene la música que mejor conviene a la historia que
tengo entre manos, sin preferencias concretas: ayer el “Spem in alium” de
Tallis, hoy Herbie Hancock y mañana tal vez Nirvana o la furia nórdica de In
flames. Siempre, también, un té con leche y dos cucharadas de azúcar que se
dejarán caer hasta el fondo, aburridas de no encontrar mi boca. Y un montón de
pequeñas hojas manuscritas y molesquines de caligrafía imposible de los que
aprovecharé no más que un 10% pero que me dan la impresión de andamiaje y
compañía, de no estar tan solo en mi estudio. Y orillándome como un perrillo faldero,
también siempre, esa sensación que te decía antes de no escribir nunca, de
dispersarme tanto y ser tan intermitente como un telégrafo tartamudeando
metáforas de tarde en tarde.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
No lo tengo muy
claro. Debo remitirme a relecturas de mi propia obra o a lo que los otros me
dicen acerca de lo que escribo. Quizá en más cuentos de los que hubiera pensado
y en la novela que acabo de terminar hay una fijación por la disfuncionalidad
emocional, la familia como invención y la muerte como forma de epifanía, de
verdad. En mis microrrelatos hay también un interés por provocar a la lógica y
esperar que ésta reaccione violentamente para desenmascarar yo sus lamentables
trucos anestésicos.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Si tienes que
contar hasta diez (u once) para empezar la primera frase de una obra nueva, no
la escribas jamás, abandónala.
No escribas nunca en aras de la novedad:
sufrirás como un cochinillo ensartado cuando fracases.
(Por supuesto, nadie tiene por qué
seguir estos principios, incluso puede trasmutarlos en afirmaciones y
convertirlos igualmente en dogmas)
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
A pachas.
Planificación exhaustiva del caos, podría decir. No sé si funciona, pero es lo
que me hace dichoso como escritor.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Depende de la
memoria del momento, de lo que esté escribiendo o de mi estado de ánimo. La
memoria es selectiva, traicionera y amnésica. Ahora, a botepronto, te digo
tipos y tipas que tienen su propio altar: Gómez de la Serna , Lorca, Ayala, Ramos
Sucre, Danilo Kîs, Bohumil Hrabal, Mrozek, Orkeny, Rabelais, Virginia Woolf,
Pierre Michon, Bruno Schulz, Jean Cocteau, John Fante, Kenneth Bernard, Juan
Emar, Pablo Palacio, Felisberto Hernández, Raymond Queneau, Georges Perec,
Robert Walser, Capote, Gombrowicz.
Si me preguntas más tarde, te
digo otras dos docenas y quizá repita (o no) alguno de los anteriores.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
He terminado un
libro de microrrelatos y una novela que se han llevado el último trienio de mi
vida (literaria). Han pasado ya casi dos años desde la publicación de mi último
libro de cuentos, “Esquina inferior del cuadro”, y tengo mono de anaquel y
valoraciones lectoras.
Miguel A. Zapata (Granada, 1974) es escritor
y profesor de Geografía e Historia en la Comunidad de Madrid. Ha publicado dos
libros de cuentos: Ternuras interrumpidas
–fabulario casi naïf (Ediciones de Nuevos Autores, Madrid, 2003) y Esquina inferior del cuadro, (Menoscuarto, Palencia, 2011); y dos libros de microrrelatos: Baúl
de prodigios (Traspiés, Granada, 2007) y Revelaciones
y Magias (Traspiés, Granada, 2009).
Sus cuentos han sido premiados en diversos
certámenes literarios a nivel nacional e internacional (Villa de Iniesta,
Memorial Domingo García, Eugenio Carbajal, Melpómene, Miguel Cabrera…), así
como incluidos en destacadas antologías del género (Ficción Sur –antología de relatistas andaluces-, Perturbaciones
–antología del relato fantástico español actual-, Por favor sea breve 2, Velas
al viento, Más por menos –antología de microrrelatos hispánicos actuales-, Mar
de pirañas, Antología del microrrelato español -1906-2011-) a cargo de
prestigiosas editoriales del género (Menoscuarto, Salto de Página, Páginas de
Espuma, Sial, Cátedra…). Su último libro ha sido finalista del Premio Setenil
2012 al mejor libro de cuentos publicado en España.
3 comentarios:
Dos buenos autores de microrrelatos tenemos en este país con el mismo apellido: Miguel A. Zapata y Ángel Zapata.Y menciono a otro maestro con su mismo nombre,Miguel Ángel Muñoz que nos regaló su magnífico libro publicado por esa editorial prodigiosa Páginas de Espuma titulado La familia del aire,donde nos topamos con una colección de entrevistas tan buenas como la tuya de una colección de narradores en corto de vértigo.Si de algo uno puede estar orgulloso de este país es sin duda alguna que posee en estos momentos unos escritores fenomenales.
Enhorabuena,Miguel,tú también con ese nombre.
Un fuerte abrazo.
Aquí tengo una asignatura pendiente que será resuelta dentro de poco.
Gracias por recordármelo.
Un abrazo Miguel
Con permiso:
"...Una vez estoy ante el teclado, necesito que suene la música que mejor conviene a la historia que tengo entre manos, sin preferencias concretas: ayer el “Spem in alium” de Tallis, hoy Herbie Hancock y mañana tal vez Nirvana o la furia nórdica de In flames. Siempre, también, un té con leche y dos cucharadas de azúcar que se dejarán caer hasta el fondo, aburridas de no encontrar mi boca. Y un montón de pequeñas hojas manuscritas y molesquines de caligrafía imposible de los que aprovecharé no más que un 10% pero que me dan la impresión de andamiaje y compañía, de no estar tan solo en mi estudio. Y orillándome como un perrillo faldero, también siempre, esa sensación que te decía antes de no escribir nunca, de dispersarme tanto y ser tan intermitente como un telégrafo tartamudeando metáforas de tarde en tarde."
Suena a genialidad de constructor de juguetes.
Pedazo de escritor el señor MAZ.
Abrazos, Sanfeliu
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