1.- ¿Por qué escribes?
No lo sé exactamente, pero es un impulso
antiguo en mí. Creo que nació del placer que sentía al leer ciertos libros y que,
de algún modo, me llevó a inventar y contar historias yo mismo. En los inicios
se trataba de algo totalmente espontáneo, sin ninguna pretensión. Ahora creo
que la lista de motivaciones es más compleja. Sin duda, se encuentra entre
ellas el deseo de crear un objeto que pueda calificarse de artístico: la
satisfacción que se obtiene al conseguirlo es grande.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Necesito estar aislado y saber
que, durante al menos cinco o seis horas, nada ni nadie va a interrumpirme.
Entiendo que para escribir hay que alcanzar cierto estado de trance. Descarto
escuchar música y necesito sentirme lo más cómodo posible desde el punto de
vista físico. Creo mucho (demasiado) en la inspiración, y cuando me alcanza
necesito extraerle todo el jugo, a toda prisa, antes de que se desvanezca. Por
eso suelo escribir mis novelas en plazos de tiempo relativamente cortos, como
si temiera que se me escapasen.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Aunque no siempre recurro a ello,
me gusta trazar pinceladas fantásticas en entornos realistas. Pero mis
preocupaciones, si así puede llamárselas, son de orden metafísico y
antropológico: la asombrosa inutilidad del universo y la postura del animal
llamado hombre frente al completo absurdo de existir… Cómo huye el hombre de
esa idea, cómo lucha contra ella, o cómo, en muchos casos, parece incapaz de concebirla.
Todo ello me gusta abordarlo no de una manera trágica, sino por la línea irónica
o paródica. El horror tiene algo de risible.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Creo que algunos los tengo tan
interiorizados que me costaría descubrirlos y formularlos. Pero uno de ellos
es, sin duda, evitar los lugares comunes, las frases hechas, los giros
previsibles, los diálogos estandarizados, las obviedades… Algo que no siempre
se consigue, claro, pero es bueno estar en alerta contra todo ello. Persigo
también no aburrir ni caer en la pedantería, pero tampoco en la banalidad ni la
simple sucesión de peripecias: busco esa zona intermedia, no siempre fácil de
alcanzar, entre ambos extremos.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
En el punto medio está la virtud,
creo. Suelo saber hacia dónde va a ir la trama y tener algunas ideas de lo que
ocurrirá por el medio, pero me siento incapaz de planificar: me aburriría tanto
que ya no escribiría la novela o el texto en cuestión. Además, estoy convencido
de que los mejores pasajes, los mejores giros argumentales, son aquellos que surgen
de forma espontánea durante el proceso de escritura. La planificación podría
matar esto.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Haré una lista desordenada, pero
todos los que voy a enumerar comparten una característica: tengo al menos cuatro
o cinco libros de su autoría, lo que significa que me gustan o me han gustado lo
bastante como para reincidir una y otra vez en su lectura. Ahí van: Borges,
Cioran, Bukowski, Lovecraft, Bioy Casares, Vargas Llosa, Auster, Cortázar, García
Márquez, Orwell, Azorín, Stevenson, Carver, Kerouac, Unamuno (ensayista),
Delibes, Cela, Chesterton, Hammett, Cervantes, Tolkien… La lista es larga y,
afortunadamente, ecléctica.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Acabo de publicar la novela La agenda negra en la editorial
asturiana Pez de Plata: una novela que orilla el género negro y de la que me
siento particularmente orgulloso por los personajes y los diálogos que hay en
ella. Por lo demás, ahora estoy en proceso de limado de diferentes libros: una
novela, un libro de viajes a pie, un libro de cuentos, etcétera. Mientras, maquino
escribir alguna novela que no tenga absolutamente nada que ver con todo cuanto
he hecho hasta ahora.
Manuel Moyano (Córdoba,
1963) vivió su infancia y adolescencia en Barcelona y desde 1991 reside en
Molina de Segura (Murcia). Con El amigo de Kafka obtuvo el Premio Tigre
Juan a la mejor primera obra narrativa publicada en España en 2002. Es autor de
las novelas El imperio de Yegorov (Finalista del Premio Herralde 2014,
Premio Celsius en la Semana Negra de Gijón, traducida al holandés), La
coartada del diablo (2006, Premio Tristana de Novela Fantástica) y La agenda negra (2016).
Ha publicado las colecciones de
relatos El oro celeste (2003) y El experimento Wolberg (2008,
Premio Libro del Año Región de Murcia), así como el libro de microrrelatos Teatro
de ceniza (2011). Otros de sus títulos son: Galería de apátridas
(2004), El lobo de Periago (2005), La memoria de la especie
(2005) y Dietario mágico (2002), que es el resultado de un trabajo de
campo sobre la curandería. Travesía americana (2013) narra un viaje en
familia de una costa a otra de los Estados Unidos.
1 comentario:
Manuel Moyano es uno de mis escritores favoritos en el panorama actual de este país. Es un maestro en el relato. Incluso me gustó mucho su libro de viajes por los Estados Unidos junto a su familia. Me gustan esos momentos cuando se levanta muy temprano y deja a su mujer y a sus hijos durmiendo para ir a visitar los lugares literarios que tan poco les atrae a ellos. Creo que su mejor novela es El imperio de Yegorov, en ella abunda la ironía pero no está exenta de patetismo sobre el miedo a envejecer y lo que está dispuesto a hacer el ser humano para combatir con esta triste realidad. Imaginativa con tintes clásicos dentro de nuestra contemporaneidad. La agenda negra parte de un buen tema, pero me temo que no llega a las expectativas de su inicio. Me interesa, sobre todo, esos clubes de excéntricos tan en boga en la literatura del siglo XIX inglés: Chesterton y H. G. Well, o el francés de Julio Verne.
Un fuerte abrazo, amigo.
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