1.-
¿Por qué escribes?
Para mí es algo primitivo,
intrínseco. Recuerdo, no una decisión, sino una necesidad sostenida en el
tiempo, un deseo que ha sobrevivido a los años y a los parones (que han sido
varios, algunos muy largos). Diría que escribo porque la vida me parece
desvaída si no lo hago.
2.-
¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de
escribir?
Soy una maniática del silencio. La
idea de escribir en cafés me parece muy romántica pero del todo impracticable
para mí, que me distraigo con mucha facilidad. Me gusta escribir a primerísima
hora de la mañana, cuando nadie te llama, ni te manda mensajes, ni hay apenas
tráfico por la calle. En silencio, sin música, con luz natural si la hay y
mejor aún si hace sol. Prefiero las mañanas a las noches porque soy una persona
diurna. Al final del día me cuesta hacer funcionar el cerebro como es debido.
Escribo siempre en el ordenador pero
en algún momento termino por imprimir alguna copia para poder pintarrajearla a
gusto. Me gusta usar rotuladores de colores para marcar imágenes repetitivas,
personajes, motivos, y disfruto releyendo copias bien coloreadas y anotadas
hasta el último resquicio de los márgenes. Me gusta leerme los manuscritos a mí
misma en voz alta y escuchar cómo suenan.
3.-
¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Con el tiempo me he dado cuenta de
que tengo una cierta obsesión por la verdad. ¿Qué es “la verdad”? ¿Existe tal
cosa, podemos asirla? O, más bien, ¿es una forma de expresar un concepto tan
particular que no tiene entidad global? La verdad científica parece existir, en
efecto, y tal vez hasta ser universal en sus leyes (matemáticas o físicas)
pero, ¿qué hay de la verdad en lo que se refiere a las personas? ¿No es
demasiado prepotente suponer que alguien sabe la verdad acerca de alguien, o
incluso que esta misma persona lo afirme de sí misma? ¿No es la verdad de este
instante distinta a la de mañana, ya que nosotros seremos distintos? Podría
seguir, y lo más probable es que terminase por no encontrar ninguna respuesta.
No se trata de que incluya deliberadamente esta obsesión en mis textos sino que
está ahí, flotando en el ambiente mientras escribo. A veces queda enredada en
la narración, a veces no, pero me parece que siempre me acompaña.
4.-
¿Algún principio o consejo que tengas
muy presente a la hora de escribir?
Tengo una pizarra en la pared del
estudio en la que voy poniendo notas sobre lo que estoy escribiendo. En ella
tengo esa famosa cita de Samuel Beckett: “Prueba otra vez. Fracasa otra vez.
Fracasa mejor”. Cuando me entra alguna duda sobre lo que estoy escribiendo
(algo terriblemente frecuente), releo esa frase y me autoconvenzo para seguir
intentándolo.
También, y esto no tanto a la hora
de escribir sino como forma de ir por el mundo, me gusta observar. Mirar a mi
alrededor, tratar de no conformarme con lo que veo siempre en la misma
dirección, la de la costumbre. Mirar hacia arriba. Hacia los lados. Hacia
atrás. En todos los órdenes y en todos los momentos. Mirar lo pequeño pero
también lo grande, lo que se mueve y lo que permanece inmóvil, porque en todo
hay algo que merece la pena ser visto.
5.-
¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo
planificado desde el principio?
Soy incapaz de planificarlo todo al
100%, sobre todo al principio del proceso creador, cuando prefiero dejar que
salgan las ideas hasta que tomen una forma que me convenza. Me considero
bastante organizada, pero no tanto.
Con los relatos, por ejemplo, no
suelo planificar, salvo excepciones por complejidad o longitud. Con las novelas
intento tener alguna clase de esquema parcial en cuanto las ideas cristalizan
en una historia tangible, pero lo cambio muchas veces. Incluso me desespero
porque suele tardar en encajarme y sigo cambiándolo, una y otra vez, hasta que
alcanzo la seguridad, la sensación visceral de que me encamino hacia donde yo
quiero. Puede ser una seguridad transitoria pero llegar a ella me permite
concentrarme de nuevo en el avance.
6.-
¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Mis autores favoritos han ido
evolucionando con el tiempo pero ya hace algunos años que tengo especial
preferencia por Proust y Faulkner. Me interesan mucho los autores anglosajones
y de mi fase de “friki” adolescente de la fantasía y la ciencia ficción guardo
un cariño de viejo amor por Tolkien. Otros favoritos que tengo son Flannery
O’Connor, Paul Auster, Salman Rushdie, Orhan Pamuk y Julio Cortázar.
Hay algunos libros que me han
activado interruptores internos. Me pasó con En busca del tiempo perdido de Proust y también con Conversación en la catedral de Vargas
Llosa, e Hijos de la medianoche de
Salman Rushdie. Y no puedo olvidarme del maravilloso Carta a una señora en París de Cortázar, el primer cuento suyo que
leí, que de alguna manera dio forma a mi idea de lo que es un relato.
7.-
¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o
lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Mi última publicación ha sido el
cuento titulado “Los cachorros” dentro de la antología homenaje a Stephen King No entren al 1408, publicada por La
Biblioteca de Babel (Ecuador) en 2013 y que se está editando en varios países
de América Latina.
En el cajón tengo una novela de
intriga, extrañamiento y trastornos obsesivo-compulsivos, titulada Horror Vacui, que espera encontrar
pronto un editor que la adopte. Respecto a mis proyectos en curso, estoy
terminando una segunda novela, de temática muy diferente a la anterior, en la
que abundo en esa obsesión por la verdad que mencionaba antes.
También tengo “en cartera” un
proyecto para una serie de relatos muy relacionados con la música, mi otra gran
pasión. He empezado con un cuento sobre los últimos días de Bach, y me planteo
un recorrido por algunos compositores y obras musicales que tienen una
importancia especial para mí.
Paula
Lapido (Madrid, 1975) es escritora, trabaja en el mundo de la informática y
canta en un grupo de cámara. Se licenció en CC. Físicas y ha estudiado piano,
violoncello y canto. Su libro de relatos Teoría
de todo (Tropo Editores, 2010) fue finalista del VII Premio Setenil y del
Premio Caja España 2008. Sus relatos están incluidos en antologías como Cosecha Eñe 2009, Mi
madre es un pez (Libros del Silencio, 2011) o Náufragos en San Borondón (Baile del Sol, 2012), entre otras.
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