viernes, enero 24, 2014

Ignacio Jáuregui - Cuestionario básico


1.     ¿Por qué escribes?

Decía Bryce Echenique en el prólogo de La vida exagerada de Martín Romaña que lo cierto es que uno escribe para que lo quieran más. Burgess, en cambio, decía que uno escribe para pagar la luz y el alquiler. Si hay que dividir a la gente que escribimos ficción entre estas dos categorías, estoy más con Bryce. Estoy seguro de que uno escribe más cuando se siente falto de aplauso en otras ocupaciones, o  cautivo de deseos asimétricos, amores imposibles, trabajos tediosos, créditos hipotecarios y otras desgracias. Y también cuando no sabe tocar instrumentos de cuerda: yo escribo la mitad desde que en casa me regalaron un ukelele y un banjo.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Primera hora de la mañana, primera luz del día filtrándose a través de la persiana, café con leche y ningún otro brebaje o sustancia a mano, silencio sepulcral (valen gorgoritos de mirlo). Ordenador sin conexión a internet, fuente de documentación, sí, pero también oscura arma de dispersión masiva. Teléfono descolgado. Pareja dormida. Hijos amordazados. Perro a los pies. Bibliografía a mano (sobre todo la que uno piense plagiar).

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

El humor como utensilio vital y forma de resistencia. El irrevocable paso del tiempo. Amor & sexo & amistad & amor sin sexo y todo eso. La ingeniería de emociones (que decía Huxley), o sea la generación subliminal de ternura o nostalgia insoportables. Crítica & corrosión de la realidad circundante. Y como juego, referencias o tributos semiocultos a la música, las artes plásticas, la narrativa o el cine.

4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Evitar -hasta donde sea posible- los devaneos mentales, la autobiografía plana, la falta de estructura y de documentación. Pienso, como Ian McEwan, que todo lo que uno escriba debería estar provisto de  “…ese conocimiento vital de las cosas del mundo que inspira respeto a un lector.”. Intento prescindir de moralejas, ideología explícita, costumbrismo barato, prosa desmembrada o errática, falta de sorpresa, avistamiento de trucos, inseguridad manifiesta: Todos somos inseguros escribiendo, pero jamás debería notarse; creo que pisar fuerte es la primera máxima de seducción por la escritura, aunque a veces sea difícil mantener el aplomo.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Normalmente sé dónde voy, a dónde quiero llegar, y cuáles son mis personajes centrales; creo que, independientemente del género, del tipo de historia, del ritmo o el tono narrativo, ayuda una barbaridad tener un final pensado desde el principio. Pero por el camino me dejo distraer por todo tipo de tramas y personajes secundarios; tanto que a veces, los secundarios casi se comen a los personajes principales, por estar mejor dibujados o ser mucho más divertidos…Y esto puede llegar a ser un problema.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Como para la mayoría de los lectores de toda una vida, la lista es demasiado amplia y caótica. Si tomamos en cuenta solo los contemporáneos, últimamente leo más a Delibes, Chaves Nogales, Vila-Matas, Mendoza, Borges, Cortázar, Vargas, Padura, Tabucchi, Camillieri, Pérec, Márai, Mankell, Paasilinna… Y por supuesto el enorme grupo anglosajón: Wodehouse, Dahl, Lodge, McEwan, Amis, Sharpe, Barnes, Fowles, Banville/Black, Salinger, Capote, Wolfe, Munro, Eugenides, Franzen, Fischer, Hornby, Bennett, Lanchester… Poniéndome solemne, a una isla desierta me llevaría, creo, la trilogía de Deptford de Robertson Davies, La vie, mode d’emploi de Georges Pérec y la colección completa de las aventuras de Tintín (y un ukelele).

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

El malvado Borges atribuía al ficticio escritor judío Jaromir Hladík el hecho de que “como todo escritor, medía las virtudes de los otros por lo ejecutado por ellos y pedía que los otros lo midieran por lo que vislumbraba o planeaba”.

Aparte de unos cuantos relatos y de lo que vislumbro o planeo, lo último que he publicado es la novela “Nuestro hombre en el Bósforo” (Idea Gráfica SL, 2012), premiada en el III Certamen Iberoamericano de las Artes de la Organización Médica Colegial, y que gracias a la gentileza de la OMC, acaba de ver una pequeña segunda tirada. Se trata de un humilde thriller, una especie de tributo al cómic, el cine y a la literatura de humor y de viajes, en una trama que enreda estafas de seguros con oscuros intereses farmacéuticos. Aunque me costara todo el tiempo libre de muchos y muchos meses seguidos, es una historia muy poco densa, que se lee en una tarde.  


Ignacio Jáuregui (Bilbao, 1959) es médico y escribe narrativa breve, entre otros afanes. Con su guión Hace quince años, premiado por el Ayuntamiento de Madrid (1989) se produjo el cortometraje del mismo nombre (Prods. Línea Cero, Madrid, 1989. Dir.: José Luis Escolar. Int.: Emilio Gutiérrez Caba, Patricia Adriani, Juan Diego Botto, Fernando Guillén Cuervo). Es autor de la novela Nuestro hombre en el Bósforo (Idea Gráfica, 2012), premiada en el III Certamen Iberoamericano de las Artes de la OMC. Ha publicado relatos en revistas y libros colectivos como Parábola de los Talentos (Gens, 2007) y La carne despierta (Gens, 2013).  En los últimos años ha obtenido también los premios Faes Farma (2004), Relatos con Banda Sonora (Fnac/EdE, 2008) y Lar Gallego de Sevilla (2009) y ha sido finalista en los concursos NH-Mario Vargas Llosa (2006), Gran Café de Cáceres (2007), Villa de Murchante (2009), Volkswagen/Qué Leer (2010) y  en los Premios del Tren (2011), y de nuevo en el V Certamen Iberoamericano de la OMC (2013).
Mantiene (con la periodicidad que puede) la bitácora Nuestro hombre en el Bósforo (http://ignaciojauregui.blogia.com).

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