1.- ¿Por qué escribes?
Fui consciente por primera vez de que no destacaba en nada a los 8 o 9
años. No era el mejor de la clase, ni el más guapo, ni el que mejor jugaba a
fútbol, ni el más simpático, etc. Era un niño mediocre, condenado a pasar
desapercibido. Pero tenía algo: tenía imaginación. Así que cuando descubrí la
poesía en las lecturas del libro de lenguaje, a escondidas en las aburridas
clases de matemáticas, fue como descubrir un mundo nuevo, un lugar inesperado y
cálido. Como tantos narradores, empecé emborronando poemas, y pensaba que no se
me daba mal. Fue entonces cuando empecé también a soñar con ser escritor para
huir de mi mediocridad. Seguramente la lectura y la escritura se convirtieron
en mi refugio contra ese sino al que estaba condenado. Toda mi vida ha
consistido en intentar escapar de mi propia mediocridad a través de ser otro:
el tipo que escribe. Aún me pregunto si lo he conseguido…
2.- ¿Cuáles son tus costumbres,
preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
A diferencia de otras cosas en mi vida, no soy supersticioso a la hora de
ponerme a escribir. Me basta tener silencio y poder encerrarme en mi cuarto de
trabajo, con mis libros y papeles. Me cuesta, eso sí, leer o escribir cosas
importantes fuera de ese ambiente.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus
preocupaciones temáticas?
En mi obra con frecuencia hace su aparición el elemento fantástico,
imbricado en la vida cotidiana. Mis personajes suelen ser seres grises, sin
expectativas, a la deriva, incapaces de tomar las riendas ante un engranaje
social que los anula. El paso del tiempo, el peso del pasado, la absurdidad de
nuestra naturaleza finita, son temas recurrentes en mis novelas y cuentos, todo
ello trazado siempre con ironía agridulce y cierta escrupulosidad en el estilo.
4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a
la hora de escribir?
Ser honesto con uno mismo, que es la forma de serlo también con los
lectores, y fiel a tu mundo literario.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar
por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?
Generalmente tengo una sinopsis mental y hago algún pequeño esquema. Hasta
que no surge la primera frase, para mí importantísima como motor de arranque,
no me pongo a escribir. Luego la escritura, si fluye, va tomando su camino y
desvelándome la ruta a seguir, a veces inesperada. Y me gusta que así sea.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros
de cabecera?
Muchos y muy dispersos, desde los cuentistas clásicos (Poe, Chejov,
Quiroga, Stevenson…) a la gran literatura centroeuropea de principios del XX.
Me gustan mucho algunos autores hispanoamericanos (García Márquez, Rulfo,
Cortázar, Donoso, Carpentier, Sábato…), y siento predilección por algunos
autores españoles injustamente olvidados como Cunqueiro, el gran fabulador, o
García Pavón entre otros muchos. También me han influido, curiosamente, algunos
poetas: Pessoa, Whitman, el propio Poe… Todos, de algún modo, me han aportado
algo.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último
proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o
estés escribiendo.
Acabo de publicar la novela “Hospital Cínico” (Sloper), una historia
situada en un hospital atípico a lo largo de 24 horas, llena de personajes y
situaciones con los que pretendía montar un muestrario de debilidades humanas.
Ahora mismo no estoy trabajando en nada serio, pero tengo ya dos novelas nuevas
en la cabeza y otras dos finalizadas y rodando por ahí junto con un tercer
libro de cuentos.
Diego Prado (Mahón, Isla de Menorca, 1970), estudió Delineación y Geografía e
Historia, desempeñó a lo largo de los años más de 15 empleos distintos (de
limpiador de aviones a vendedor de zapatos, de oficinista a repartidor de
prensa, de conserje a ordenanza de archivo clínico), e hizo sus veces como
actor teatral, cantante lírico y locutor de radio. Desde muy joven viene
ejerciendo el columnismo y la crítica literaria en distintos medios, labor por
la que obtuvo en 1994 el Premio Mateo Seguí Puntas de periodismo. Desde 2002
vive confinado en Hospitalet de Llobregat.Ha publicado los libros de relatos Las
espigas de la imprudencia (2003) y Domingos
buscando el mar (Premio Café Món de Narrativa, 2007) y la novela En
algún lugar te espero (accésit del Premio Gabriel Sijé, 2000).
Asimismo ha obtenido premios y menciones en algunos certámenes de cuento
(Revista Mujer 21, El Fungible, Francisco Candel, Internacional Max Aub,
Círculo Cultural Faroni, etc.) y ha sido incluido en diversas antologías de
relatos.
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