1.- ¿Por qué escribes?
Porque necesito atrapar mis miedos
de alguna forma. Escribo telarañas en donde se quedan pegados todos mis
insectos.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
No tengo manías, ni
supersticiones, ni mucho menos costumbres a la hora de escribir. Cada vez que
escribo algo es una nueva experiencia, tanto mental como física. Normalmente se
trata de un proceso difícil, pero catártico a la vez. Lo único que necesito es
silencio, soledad y el estado de ánimo apropiado.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Por lo pronto me interesa la
infancia como campo minado, las relaciones familiares perversas, la violencia
que todos llevamos dentro aunque
finjamos que no existe y miremos a otro lado, la imposibilidad de narrar ciertas
experiencias, la capacidad que tenemos para aparentar que no estamos asustados
de nosotros mismos… No tengo preocupaciones temáticas fijas, sino asuntos que
quiero explorar y que estoy segura que cambiarán con el tiempo.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Sí, tengo uno: “Escribe sin
principios”.
5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Arranco con una idea, unos
cuantos personajes y con una intención. Casi nunca sé cómo voy a terminar algo
que he empezado a escribir. Me dejo arrastrar por la marea porque detesto
escribir controlándolo todo, pero llevo conmigo siempre un flotador y una
linterna. Y después de escribir, releo, pulo, reescribo. Mi forma de escribir
puede resultar caótica frente a la imagen del novelista ordenado que hace su
esquema antes de sentarse frente al teclado, pero no puedo afrontar la
literatura desde la planificación. Para mí, escribir tiene que ser un
descubrimiento.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Son muchos, así que te diré los
que se me vengan ahora a la cabeza: Zurita,
de Raúl Zurita; Splendor, de Enrique
Verástegui; Eneida, de Virgilio; Moby Dick de Herman Melville; La muerte en Venecia, de Thomas Mann; Entrevistas breves con hombres repulsivos
y La broma infinita de David Foster
Wallace; Libro del frío de Antonio
Gamoneda; 2666, de Roberto Bolaño; El libro de las preguntas, de Edmond
Jabès; Autobiografía de Rojo, de Anne
Carson; Sollozo por Pedro Jara, de
Efraín Jara Idrovo.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
La última novela que publiqué fue
Nefando (Candaya, 2016), que gira en
torno a muchas de las preocupaciones temáticas que mencioné en la tercera
pregunta. Desde entonces he escrito un poemario (aún inédito) y estoy en medio
del turbulento proceso de escritura de una nueva novela. Veremos qué pasa.
Mónica Ojeda (Ecuador, 1988). Licenciada en
Comunicación Social con mención en Literatura, Máster en Creación Literaria y
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura. Docente a tiempo completo en la
Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad
Católica de Santiago de Guayaquil en el área de Literatura. Actualmente se
encuentra cursando un Doctorado en Humanidades con una investigación sobre
literatura pornoerótica latinoamericana. Ha sido antologada en Emergencias. Doce cuentos iberoamericanos (Candaya,
2013) y ha obtenido el Premio Alba Narrativa 2014 con la novela La desfiguración Silva (Arte y
Literatura, 2015) y el III Premio
Nacional de Poesía Desembarco 2015 con El
ciclo de las piedras (Rastro de la Iguana Ediciones, 2015). Recientemente
ha publicado su segunda novela, Nefando
(Candaya, 2016).
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