1.- ¿Por qué
escribes?
Esa pregunta es la más difícil que me han hecho nunca.
Parece fácil, pero no lo es. En realidad nadie sabe muy bien por qué escribe.
Hay gente que respondería: por éxito, por fama, por dinero, por necesidad, por
trascendencia... Hay escritores que lo tienen muy claro y lo reflejan muy bien
en su Literatura contando “peripecias” o algo así. Pero eso sería siempre una
aproximación. Yo creo que escribo por “salvación”. Escribir salva, no sé
exactamente de qué, pero salva. Te ayuda a encontrarle un sentido a la vida.
Encontrarle un sentido a la vida es un milagro en sí mismo. La vida no tiene
sentido y cada uno le encontramos uno. Algunos le encontramos ése.
2.- ¿Cuáles son tus
costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
Manías y supersticiones no tengo. Costumbres y
preferencias, sí. Escribo por las tardes. Sobre todo al atardecer y a primeras
horas de la noche. Generalmente a esas horas en las que más audiencia tiene la
televisión.
3.- ¿Cuáles dirías
que son tus preocupaciones temáticas?
Mi tema primordial es “la congoja”. Esa congoja de uno
mismo que nunca se te va, que te acompaña siempre y que se instala en tus ojos
para mirarlo todo con una luz distinta o algo así. No me interesa contar cosas,
sino testimoniar la conmoción, el asombro, la sorpresa misma de estar vivo en
un mundo hermoso y cruel, bello y ridículo al mismo tiempo. Muy bello y muy
grotesco. Pasmosamente bello y extremadamente esperpéntico.
4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a
la hora de escribir?
Una vez, en una cena, le oí a José Hierro que había que
escribir con “el hígado”. Creo que entendí lo que quiso decir y estoy de
acuerdo con ello. Huyo de la banalidad, de los diálogos inanes que llenan las
novelas, de las peripecias, de los asesinatos, esa manía o moda de los
asesinatos. Cuando mejor se escribe es cuando no queda casi nada que decir. Así
escribía Samuel Beckett. Y así creo que se escribe con o desde el hígado, como
decía Hierro.
5.- ¿Eres de los que
se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el
principio?
Mi escritura parte siempre de una pulsión, de una idea, de
un sentimiento. Luego todo viene solo, todo va concurriendo y te sorprende
cómo se desarrolla y encaja en el universo verbal de un relato o de un poema.
Planificar no me sirve, siempre me falla luego. Sé lo que quiero transmitir y
de ahí parte todo.
6.- ¿Cuáles son tus
autores o libros de cabecera?
No tengo autores favoritos. Cada vez me gustan menos
autores. Hay autores que me gustaron y ya no me gustan. Tengo un problema con
eso. Me cuesta mucho trabajo encontrar novelas que pueda terminar. O poesía que
me guste, que yo la pueda considerar como poesía “verdadera”. Tampoco he sido
de releer libros. Sólo Mortal y rosa
de Umbral y En ausencia de Blanca y Nada del otro mundo de Muñoz Molina son
de los pocos libros que he releído. Esas tres obras, junto con el Libro del desasosiego de Pessoa y El llano en llamas de Juan Rulfo, son
tal vez los libros que más me han impactado. Y El balcón en invierno de Luis Landero. Es tan difícil encontrar
libros así, que deslumbren.
7.- ¿Podrías
hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último
que hayas escrito o estés escribiendo.
Estoy terminando un poemario y una novela muy corta, un
texto muy condensado, un libro que no tendrá más de 125 páginas porque me
parecen aberrantes esas novelas actuales voluminosas llenas de diálogos superfluos que están de
moda ahora. Creo que las llenan de páginas para justificar los veinticuatro o
veinticinco euros que te cobran por ellas. Te los podrían cobrar igual, porque
un buen libro en realidad es una obra de arte que tiene su valor, pero te
aliviarían si las redujesen. Estoy convencido de que hay algo de artificial y
venal en hacerlas tan largas, tan extensas.
Lo último que he publicado ha sido una novela titulada Nunca la vida es nuestra y un poemario Las palabras oscuras, ambas obras
premiadas en importantes certámenes literarios fuera del ámbito comercial.
Miguel Sánchez Robles (Caravaca de la Cruz, 1957). Catedrático de
Geografía e Historia y escritor.
En poesía ha
obtenido premios como el “Gabriel Celaya”, “Blas de Otero”, “Leonor”, “Esquío”,
“Barcarola”, “Claudio Rodríguez”, “Miguel Hernández”... Y publicado los libros: Las palabras
oscuras, El Tiempo y la Sustancia, Materia predilecta, Instrucciones para reiniciar un cerebro o Treinta
maneras de mirar la lluvia...
Ha escrito y
publicado también las novelas: Donde
empieza la Nada, Nunca la vida es nuestra, La tristeza del barro y Corazones
de cordero y es autor del libro de ensayo El sentido del mundo, con
el que obtuvo el premio “Becerro de Bengoa” de la Diputación Foral de
Álava.
4 comentarios:
Cada respuesta de Miguel Sánchez Robles me ha dejado sin aliento, amigo mío. De lo mejor que he leído desde hace mucho, pero que mucho tiempo. Sinceridad y verdad a raudales.
Abrazos
Mucha verdad, es lo que desprenden sus palabras escritas y habladas. Y mucha, mucha poesía, para llevar la vida.
Profundidad y sencillez. Y proximidad. Y vocación, convicción en desempeñar el oficio de escritor. Una entrevista como ya es difícil encontrar.
Profundidad y sencillez. Y proximidad. Y vocación, convicción en desempeñar el oficio de escritor. Una entrevista como ya es difícil encontrar.
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