lunes, junio 20, 2016

Miguel Sánchez Robles - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Esa pregunta es la más difícil que me han hecho nunca. Parece fácil, pero no lo es. En realidad nadie sabe muy bien por qué escribe. Hay gente que respondería: por éxito, por fama, por dinero, por necesidad, por trascendencia... Hay escritores que lo tienen muy claro y lo reflejan muy bien en su Literatura contando “peripecias” o algo así. Pero eso sería siempre una aproximación. Yo creo que escribo por “salvación”. Escribir salva, no sé exactamente de qué, pero salva. Te ayuda a encontrarle un sentido a la vida. Encontrarle un sentido a la vida es un milagro en sí mismo. La vida no tiene sentido y cada uno le encontramos uno. Algunos le encontramos ése.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Manías y supersticiones no tengo. Costumbres y preferencias, sí. Escribo por las tardes. Sobre todo al atardecer y a primeras horas de la noche. Generalmente a esas horas en las que más audiencia tiene la televisión.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Mi tema primordial es “la congoja”. Esa congoja de uno mismo que nunca se te va, que te acompaña siempre y que se instala en tus ojos para mirarlo todo con una luz distinta o algo así. No me interesa contar cosas, sino testimoniar la conmoción, el asombro, la sorpresa misma de estar vivo en un mundo hermoso y cruel, bello y ridículo al mismo tiempo. Muy bello y muy grotesco. Pasmosamente bello y extremadamente esperpéntico.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Una vez, en una cena, le oí a José Hierro que había que escribir con “el hígado”. Creo que entendí lo que quiso decir y estoy de acuerdo con ello. Huyo de la banalidad, de los diálogos inanes que llenan las novelas, de las peripecias, de los asesinatos, esa manía o moda de los asesinatos. Cuando mejor se escribe es cuando no queda casi nada que decir. Así escribía Samuel Beckett. Y así creo que se escribe con o desde el hígado, como decía Hierro.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Mi escritura parte siempre de una pulsión, de una idea, de un sentimiento. Luego todo viene solo, todo va concurriendo y te sorprende cómo se desarrolla y encaja en el universo verbal de un relato o de un poema. Planificar no me sirve, siempre me falla luego. Sé lo que quiero transmitir y de ahí parte todo.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

No tengo autores favoritos. Cada vez me gustan menos autores. Hay autores que me gustaron y ya no me gustan. Tengo un problema con eso. Me cuesta mucho trabajo encontrar novelas que pueda terminar. O poesía que me guste, que yo la pueda considerar como poesía “verdadera”. Tampoco he sido de releer libros. Sólo Mortal y rosa de Umbral y En ausencia de Blanca y Nada del otro mundo de Muñoz Molina son de los pocos libros que he releído. Esas tres obras, junto con el Libro del desasosiego de Pessoa y El llano en llamas de Juan Rulfo, son tal vez los libros que más me han impactado. Y El balcón en invierno de Luis Landero. Es tan difícil encontrar libros así, que deslumbren.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Estoy terminando un poemario y una novela muy corta, un texto muy condensado, un libro que no tendrá más de 125 páginas porque me parecen aberrantes esas novelas actuales voluminosas  llenas de diálogos superfluos que están de moda ahora. Creo que las llenan de páginas para justificar los veinticuatro o veinticinco euros que te cobran por ellas. Te los podrían cobrar igual, porque un buen libro en realidad es una obra de arte que tiene su valor, pero te aliviarían si las redujesen. Estoy convencido de que hay algo de artificial y venal en hacerlas tan largas, tan extensas.

Lo último que he publicado ha sido una novela titulada Nunca la vida es nuestra y un poemario Las palabras oscuras, ambas obras premiadas en importantes certámenes literarios fuera del ámbito comercial. 


Miguel Sánchez Robles (Caravaca de la Cruz, 1957). Catedrático de Geografía e Historia y escritor.
En poesía ha obtenido premios como el “Gabriel Celaya”, “Blas de Otero”, “Leonor”, “Esquío”, “Barcarola”, “Claudio Rodríguez”, “Miguel Hernández”... Y   publicado los libros: Las palabras oscuras, El Tiempo y la Sustancia, Materia predilecta, Instrucciones para reiniciar un cerebro o Treinta maneras de mirar la lluvia...

Ha escrito y publicado también las novelas: Donde empieza la Nada, Nunca la vida es nuestra, La tristeza del barro y Corazones de cordero y es autor del libro de ensayo El sentido del mundo, con el que obtuvo el premio “Becerro de Bengoa” de la Diputación Foral de Álava.

4 comentarios:

El Doctor dijo...

Cada respuesta de Miguel Sánchez Robles me ha dejado sin aliento, amigo mío. De lo mejor que he leído desde hace mucho, pero que mucho tiempo. Sinceridad y verdad a raudales.

Abrazos

Museo Alfonso Fdez Jiménez dijo...

Mucha verdad, es lo que desprenden sus palabras escritas y habladas. Y mucha, mucha poesía, para llevar la vida.

Victoria dijo...

Profundidad y sencillez. Y proximidad. Y vocación, convicción en desempeñar el oficio de escritor. Una entrevista como ya es difícil encontrar.

Victoria dijo...

Profundidad y sencillez. Y proximidad. Y vocación, convicción en desempeñar el oficio de escritor. Una entrevista como ya es difícil encontrar.