1.- ¿Por qué escribes?
Creo que por vanidad. Pero también
porque es un reto con el mundo. Es la única forma de profundizar y aprehender
algo, aunque sea un pequeño fragmento de la realidad o nuestra historia
particular. Creo que si no lo hiciera me quedaría en la superficie de todo y
sería insoportable. De ese reto con la realidad surge mi escritura.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
No soy maniático ni
supersticioso. Puedo escribir en casi cualquier parte, a solas o rodeado de
gente. Lo he hecho en aeropuertos y en aviones, por ejemplo. Muchas veces
recurro a un cuaderno. Creo que el 50% de lo que he escrito lo he escrito a
mano. El procesador de textos te permite “editar” al mismo tiempo que escribes.
Escribir puede ser tedioso si vuelves atrás continuamente. A menudo necesito la
fluidez de la escritura a mano, aunque luego tengo serios problemas para
entender mi propia letra. Eso me permite reescribir cuando lo paso al ordenador
(a menudo continúo allí, porque también es tedioso picar el texto, aunque sea
reescribiendo) y dejar la edición para el final. Tengo la costumbre de bajar a
escribir en alguna cafetería agradable en la que sentirme acompañado, me gustan
las que tienen grandes ventanales a través de los que ver pasar a la gente. De
vez en cuando, inevitablemente, levanto la vista de lo que escribo. Me gusta
mirar a todo el mundo. La gente, eso es lo que más nos interesa a todos.
Escribir es bastante agotador, a partir de 2 horas me cuesta mucho, siento que
ya no soy productivo. Divido el día en 2 o 3 sesiones de 2 horas (dependiendo
de las circunstancias del día) de tal manera que puedo descansar; a veces,
incluso, dormir una pequeña siesta de un cuarto de hora, es lo mejor para poder
continuar. De todos modos, no soy muy productivo. Soy disperso. Y culpógeno,
suele suceder que, hasta que no me reprocho, no arranco.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
He tenido que escribir mucho y,
sobre todo, dejar pasar mucho tiempo, para darme cuenta de que en lo que
escribo puede haber algunas constantes: el trastorno emocional. A veces la
locura. La violencia, desde la más explícita hasta la más sutil y psicológica.
Mis personajes suelen estar empantanados. El mundo como ciénaga. El amor. El
deseo. El sexo. El daño moral. La culpa. La precariedad. Lo perverso. Lo viejo
y lo nuevo. Lo rápido y lo lento. También hay metaliteratura y auto ficción. Eso
por ahora.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
No.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Ni una cosa ni la otra. No soy
bueno planificando. Ni me interesa planificar. Pero normalmente aguardo el
tiempo que haga falta hasta que siento que tengo la emoción y el conocimiento de
lo que tengo entre manos. Necesito sentir que adentro tengo todo, incluso mucho
más de lo que necesitaré y utilizaré. No me gusta escribir con la tirantez de
ir justo de conocimientos sobre los instantes y las personas que estoy
relatando. Aguardo mucho, espero mucho.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Son bastantes ya, y voy sumando.
Ahora estoy mirando en Philip Roth, Coetzee, Naipaul, Foster Wallace…
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Pulsión del amigo, mi último libro de cuentos. El cuento es el
género que más me ha costado. Antes llegué a estar satisfecho con mis poemas y
mis novelas que con mis cuentos. Y en estos momentos no soy capaz de pensar en
otro género. En Pulsión del amigo creo
que he conseguido un conjunto que me define bien, el libro crece con cada uno
de los cuentos, va a más; se trata de cuentos muy diferentes entre sí, por
procedimientos y por temas, por personajes y por voces narradoras. Si tenía
algún cuento que hiciera ‘familia’ con otro, elegía uno de los dos y dejaba el
otro fuera. Ahí he publicado mi primer cuento sobre africanos. El libro se
sitúa, creo que con naturalidad, en un lugar indefinido entre Madrid y Canarias,
algo que era lógico cuando lo escribí. Ahí también está mi primer cuento
carabanchelero. Los libros de cuentos son literatura fragmentaria: puedes
conseguir que el conjunto esté cargado de sentido.
Nicolás Melini (Santa Cruz
de la Palma, 1969) ha publicado las novelas El futbolista asesino (2000)
y La sangre, la luz, el violencelo (2005), los volúmenes de
cuentos Historia sin cariño de Remedios Quiero Besarte(1999), Cuaderno
de mis mayores (2002) y Pulsión del amigo (2010) y los libros
de poemas Cuadros de Hopper (2002), Adonde marchaba (2004)
y Los chinos (2012). Autor de los cortometrajes de ficción Mirar
es un pecado e Hijo y del corto documental Bucarest
2005, fue colaborador en los diálogos adicionales de La balsa
de piedra, largometraje de George Sluizer basado en la novela homónima de
José Saramago, y coguionista del exitoso La raya, cortometraje de
Andrés Koppel. Ejerció la crítica cinematográfica en el periódico La
Tribuna de Canarias y en las revistas La Fábrica, Cinerama y
Cuadernos del Ateneo, trabajo recogido en 2007 en su libro De cine
(Cine español, norteamericano, francés y otros). Entre 2007 y 2009
editó el blog/revista La Mancha, un espacio para la
narrativa en español, junto con los novelistas Juan Carlos Méndez Guédez,
Ernesto Pérez Zuñiga y Juan Carlos Chirinos. Es el escritor español más joven
incluido en el libro La narrativa española de hoy (2000-2010) La
imagen en el texto I. Edición de Natalie Noyaret (Luminaires, Passages
interculturels, Francia, 2011).
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