1.- ¿Por qué escribes?
Ahora mismo, por
hábito: escribir se ha convertido en mi manera de pensar, es decir, en mi mejor
recurso para propiciar la introspección y llevarla por derroteros un poco
alejados de las preocupaciones inmediatas. Tanto es así, que alguna vez he
anotado que no tengo vida interior si no es a través de la escritura.
En otro tiempo
supongo que lo que me llevó a escribir fueron urgencias de otro tipo, más
relacionadas con la necesidad de autoafirmación y efusión sentimental -aunque
nunca he sido demasiado dado a esos excesos- que experimenta cualquier
adolescente. Lo normal es que ese prematuro recurso a la escritura desaparezca
en cuanto se atenúa la causa que lo ha propiciado. En mi caso no ha sido así, y
ese recurso, dentro del principio de economía que rige la mayoría de nuestros
procesos mentales, ha encontrado otro acomodo.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias,
supersticiones o manías a la hora de escribir?
Hacerlo en mi
cuarto de trabajo, sin música, con frecuentes pausas en las que miro el correo
electrónico o eso que con cierta cursilería ahora llamamos “las redes
sociales”... Sin que suene el teléfono y sin que nadie me ronde y mire la
pantalla por encima de mi hombro. Claro que lo hermoso de la escritura es que,
cuando se presenta con verdadera urgencia, te abstrae de todas esas
circunstancias externas y te hace sentir en otra esfera, en otro lugar y
tiempo. He experimentado ese proceso muchas veces mientras escribía las páginas
de mi trilogía, por ejemplo, y en esas ocasiones lo verdaderamente problemático
era el regreso al presente, a la realidad.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones
temáticas?
Algo así como la
indagación en lo autobiográfico para encontrar y aislar el hilo de ficción
narrativa que sustenta toda conciencia... Uf, no sé si lo que he dicho tiene
mucho sentido. Pero por ahí han ido siempre los tiros.
4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente
a la hora de escribir?
Aquel que Cernuda
ponía en labios de un maestro de escuela que tuvo: que lo escrito tenga siempre
un sustento plástico, una cierta visualidad. Evitar las abstracciones, los
golpes de pecho, las efusiones sentimentales. Mantener una cierta oralidad.
Etc.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o
de los que lo tienen todo planificado desde el principio?
Como suele decir
casi todo el mundo en estos casos, sé siempre a dónde quiero llegar, y lo
interesante del proceso son las sorpresas que me van saliendo al paso por el
camino.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Muchos, o ninguno
en particular. Voy por ciclos, en función de asuntos, ciudades, autores, etc.
que reclaman mi atención en un periodo determinado. Ahora, por ejemplo, ando
siguiendo el rastro literario -y cinematográfico- de Tánger. Los libros a los
que vuelvo cuando me apetece simplemente ojearlos y recordar cosas leídas
suelen ser dos o tres antologías -una de poesía española de los Siglos de Oro,
otra de poetas metafísicos ingleses, el Penguin Book of English Verse,
etc.-. Quizá los autores a los que más he releído -aunque no tengo modo de
medirlo- sean Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, Gerardo Diego -que, aunque no
esté de moda, es un referente formal imprescindible, o debería serlo, para
cualquier poeta que se precie-, Eliot, Joyce -el Ulysses es un buen
libro para disfrutar a trozos, y algunos son magistrales, aunque otros no
tanto-, Manuel y Antonio Machado, Galdós, el Quijote por supuesto,
Chesterton...
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo
último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Sigo bajo la
impronta de la trilogía que terminé de publicar en 2011. Fue un gran esfuerzo
y, para mí, una verdadera puesta en valor de lo poco o mucho que yo pueda saber
sobre escritura. Luego he terminado un libro de relatos y otro de poemas, que
en las actuales circunstancias están tardando algo más de lo debido en
encontrar editor (ellos se lo pierden), y acabo de mandar a imprenta, con una
novísima editorial gaditana. una nueva selección de mi diario, que tiene
elementos de novela en bruto, y que consecuentemente he titulado La novela
de K.
José Manuel Benítez Ariza (Cádiz, 1963), escritor, poeta y traductor.
Colaborador de medios como Diario de Cádiz
o El Cultural, ha publicado tanto novela como antología de relato y
poesía, así como varios recopilatorios de su producción periodística dedicada a
la crítica de cine y literatura.
Es autor de
las novelas La raya de tiza
(Pre-Textos, 1996) y Las islas pensativas
(Pre-Textos, 2000), y de los libros de relatos La sonrisa del diablo (Renacimiento, 1998), El hombre del velador (col. “Calembé”, 1999), Lluvia ácida (Algaida, 2004) y Sexteto
de Madrid y otros cuentos (Hipálage, 2007).
Su obra reciente incluye una trilogía novelística ambientada en los años
de la Transición –Vacaciones de invierno (Paréntesis, 2009), Vida nueva (Paréntesis,
2010) y Ronda de Madrid (Paréntesis, 2011)–,
y las sucesivas entregas de su “diario abierto”, la última de las cuales es La novela de K. (Dos mil locos editores,
2013).
Su obra poética está antologada en el volumen Casa en construcción (2007). Con posterioridad ha publicado Diario de Benaocaz (2010).
Sus artículos, sobre cine y otros asuntos,
están recogidos en La vida imaginaria (1999), Me enamoré de Kim Novak (2002), Columna de humo (2005), y Gigantes y molinos (2006).
1 comentario:
Interesantes respuestas las de mi tocayo
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