1.- ¿Por qué escribes?
Lo hago desde niño. El territorio
de la escritura era (sigue siendo) el mejor lugar para que un pequeñajo algo
enfermucho se resguardara. Allí podía ser el mejor, el más rápido, el que más gustaba
a las chicas. Allí hasta la muerte tenía arreglo, como los golpes a decenas de metros
de altura que se mete el Coyote contra el suelo, acantilado abajo. En la próxima aventura de
dibujos animados uno vuelve a estar otra vez sano y salvo.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Silencio en la madrugada,
mientras mi gente duerme, bajo la claraboya viendo amanecer. Escribo siempre el
primer manuscrito en cuadernos Miquel Rius con pluma estilográfica. Luego viene
una segunda versión al ordenador, donde cambio muchísimas cosas… Y luego
descanso, distancia y olvido. Alguna vez me he comparado con un farero que
emite sus mensajes de luz para salvar a los barcos de que encallen en la costa.
Está ahí para por si acaso, pero es prescindible. A él le gusta emitir esa luz,
aunque todo el mundo a su alrededor esté acostumbrado. Otra cosa será el día
que lo deje. ¿Habrá alguien que le diga, oye por qué no mandas tu SOS?
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Encontrar, como diría en las
últimas líneas de Las ciudades invisibles
Italo Calvino, a alguien que genere espacios respirables, de paraíso, en medio
de este infierno. Identificarlo y hacerle hueco, si es posible cada vez más amplio.
Buscar la belleza, pero quedarme penitentemente/gozosamente en esa búsqueda.
Escuchar a lo pequeño, a lo que pasa desapercibido. Desmontar el discurso de
los poderosos, darles en los morros siempre que se pueda. Es un verdadero
placer intentar todo esto junto, y saber que no has conseguido ni la tercera
parte. Y seguir intentándolo.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
La lentitud, la morosidad. Guardar
en el cajón el manuscrito. Dejarlo descansar. Tener cerca de ti a alguien, dos
o tres personas a lo sumo, que te quieran bien: que se ilusionen con tus
proyectos tanto que intenten por todos los medios desmontártelos. Y tú no
dejarte, y pelearlo. Y si uno de esos es tu editor (a la usanza del XIX y XX)
no hace falta mucho más para sentirte auténticamente escritor.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Cada proyecto requiere de un
plan. A veces son apuntes en clave. Otras lanzamientos en piscina y sucesivas,
eternas, múltiples rescrituras a lo largo de más de una década, como es el caso
de SolitarioS, especialmente su
primera novela- casi-cuento, Ultramarinos El Pez de Oro. Tengo un manuscrito,
sin embargo, en el que estoy trabajando ahora, que me ha obligado hasta a
dibujar un mapa de una ciudad inexistente, y planificar el horario, día a día,
durante cuatro días, de los personajes.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Cuentistas esenciales como Italo
Calvino, Isak Dinesen, Juan Rulfo, Max Aub o Antonio Pereira. Narradores
morosos como Melville, Clarín o Chejov. Narradores turbulentos como Shakespeare
o Cormac McCarthy. Narradores inabarcables (ni por ellos mismos) como Kafka. Y
poetas, muchos y buenos poetas como Pessoa, Basho, Rimbaud, Whitman, Juan de la
Cruz…. Los narradores deberíamos leer poesía. Una vez le oí decir a Jorge Amado
que cambiaría todas sus novelas por un solo buen poema. Era una exageración, y
a lo mejor en ese impulso desmesurado se escondía el buen poema que ansiaba. Él
nunca lo supo.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Si titula SolitarioS, un falso palíndromo en honor a Augusto Monterroso. Casi
se lee igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Casi. Por eso
Saint Exupery definía belleza como el momento en que la bailarina se confunde
fugazmente dentro del cuerpo de baile. SolitarioS
lo constituyen dos nouvelles,
Ultramarinos El Pez de Oro y Naipe de señoritas, que pueden leerse también en orden
inverso. Porque ambas forman un territorio imaginario común: el de personajes
solitarios que proyectan su vida en el azar de unas cartas, y juegan a
mejorarse y cambiarse, a la posibilidad de triunfo, como quien después de
muchos años termina cuadrando un difícil solitario de cartas, sin hacer trampa.
Son personajes solitarios, ni introspectivos ni resentidos con la vida o el
mundo, dejan un hermoso hueco al humor y a la ternura. En las novelas hay
muchos juegos literarios, guiños a los coleccionistas de barajas y cromos, la
gente de los setenta, mi genenación…
JOSÉ MANUEL DE LA HUERGA (Audanzas
del Valle, León, 1967) ha levantado un territorio narrativo propio desde que en
1992 se alzó con el Premio Letras Jóvenes de Castilla y León por su relato
largo Conjúrote, triste Plutón hasta la reciente concesión del Premio
Miguel Delibes de Narrativa a su cuarta novela, Apuntes de medicina interna (Menoscuarto,
2011). A este mismo género pertenecen Este cuaderno azul (2000, Premio
Ciudad de Móstoles), La vida con David (2003) y Leipzig sobre Leipzig
(2005, Premio Fray Luis de León de Creación Literaria). Es autor del
poemario La casa del poema (2005) y coautor del libro de artista Luz
negra (2012). También ha cultivado con éxito la narrativa breve: en 1999
publicó el libro de relatos Historias del lector y en 2010 ganó el
premio Hucha de Oro por su cuento «Un pájaro de invierno». Colabora de modo
habitual en prensa escrita y digital en diferentes foros de crítica y creación
literaria. Es profesor de literatura en un instituto de Valladolid, donde
reside.
*La foto es de Eduardo Margareto
1 comentario:
Excelente entrevista. Coincido con la elección de autores de José Manuel... Y no es la única coincidencia. Felicidades.
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