Nos encontramos en un momento en
que los premios literarios no ofrecen ninguna garantía. Resulta más seguro
confiar en la carrera literaria de un autor, y en este sentido, Cristina
Morales tiene una trayectoria digna de ser destacada. Es autora del libro de
relatos "La merienda de las niñas" (Cuadernos del Vigía, 2008), y de
las novelas "Los combatientes" (Caballo de Troya, 2013), "Malas
palabras" (Lumen, 2015) y "Terroristas modernos" (Candaya,
2017). Anagrama publica ahora su último libro, "Lectura fácil",
Premio Herralde 2018, una novela sorprendente y compleja, desvergonzada y
combativa, que me atrapó desde el principio.
Las protagonistas son cuatro
mujeres con discapacidad intelectual que comparten un piso tutelado en
Barcelona. Sus voces se intercalan y cada una enfoca las cosas de manera
diferente, componiendo una narración coral en la que se habla de opresión, de
fascismo, de heteropatriarcado, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca,
de los movimientos okupa, de feminismo, de integración, de rebeldía (sobre todo
de rebeldía), de anarquismo, de opresión, de sexo, de sistemas y antisistemas,
y se grita, se folla, se lucha, se saltan las normas, le plantan cara a la
sociedad que pretende integrarlas y cuestionan sus principios alienantes. Todo
el libro es un grito de libertad, un grito animal traducido en un torrente de
ideas, una verborrea inacabable que incomoda y divierte a la vez. Un texto que
cuestiona el concepto de normalidad y se plantea qué significa ser un
inadaptado. ¿Acaso no lo somos todos en uno u otro momento, ante una u otra
circunstancia?
Las cuatro protagonistas son:
Nati, 32 años, 70% de discapacidad, pensión de 1.118 euros, aquejada
del síndrome de las compuertas. Es radical y combativa. Sus discursos contra el
sistema son una verborrea casi histérica contra todo orden establecido. Cuando
se le cierran las compuertas, como ella dice, se descontrola totalmente y pasa
a lo que llama "acción directa", que básicamente consiste en soltar
por la boca todas las barbaridades que le cruzan la cabeza.
Ángels, 43 años, 40% de discapacidad, 189 euros de pensión, escribe
su historia con el método de Lectura Fácil, que consiste en frases cortas, sin
matices ni metáforas. Sus reflexiones son de una simpleza que funciona como una
especie de reducción al absurdo. Todo lo desmenuza hasta dejar al descubierto
su punto de ridiculez, como cuando nos dice que no se debe decir
"puta", que se debe decir "prostituta", así que unas
páginas más adelante leemos: "Es lo más fuerte que me ha pasado / en la
prostituta vida".
Patricia, 33 años, 52% de discapacidad, 324 euros de pensión. La
escuchamos en su declaración ante el juzgado encargado de resolver una demanda
presentada por la Generalitat. A la jueza igual la llama "excelencia"
que "ilustrísima", en un discurso desternillante sobre la convivencia
de las cuatro mujeres. "Yo seré discapacitada al 52% y subiendo,
excelencia, pero lo que no soy es tonta".
Marga, 37 años, 66% de discapacidad, pensión de 438 euros,
deprimida, se masturba compulsivamente, le encanta el sexo, es lo único que le
calma, por eso la Generalitat ha solicitado su esterilización. Es la única que
no presenta un discurso propio, la vemos sobre todo a través de las actas de la
asamblea del grupo de okupación al que pertenece.
Esta novela ofrece una
experiencia literaria brutal. Resulta demoledora en muchos aspectos y, a la
vez, muy divertida. Su mensaje de rebeldía, de oposición a todo lo convencional,
te obliga a replantearte algunas cosas, te agita las tripas. Pero, sobre todo,
es un reto estilístico del que la autora sale triunfante. Cada parte de la
novela dedicada a una de las protagonistas está narrada de un modo diferente:
los capítulos de Nati, en primera persona, y en perpetua indignación; los de
Ángels, narrados con el sistema "lectura fácil", explicando hasta la
exasperación cada concepto, para luego jugar con ellos; los de Patricia, como
las transcripciones de las actas de un tribunal, una declaración de mujer
colaboradora que espera recibir algo a cambio de mostrar su buena voluntad; y
los de Marga, como la transcripción de la asamblea de okupas, que funciona muy
bien como lectura dramatizada, con voces que se interpelan y se pierden hasta
el ridículo en lo políticamente correcto. Por si esto fuera poco, en la parte
central del libro se inserta un fanzine, con formato de fotocopia y recortes de
revistas. Estamos pues ante una estructura muy complicada que, sin embargo,
funciona perfectamente como un todo unitario, como la historia de cuatro
mujeres con discapacidad intelectual, de cuatro inadaptadas ante una sociedad
hostil que pretende esterilizar a una de ellas en nombre del bien social. Y el
artefacto se mantiene y se lee con agrado, de forma compulsiva, sorprendiéndote
de los hallazgos, de las paranoias, de los discursos que parecen enredarse para
volver al mismo sitio, y siempre con un gran sentido del humor.
"Lectura fácil" me ha
parecido un libro sorprendente, con una trama delirante que derrocha
inteligencia, muy bien escrito, con mucha gracia y no pocos temas de reflexión. Yo he aceptado el texto como una
sátira, como una crítica a las diatribas desaforadas que surgen por cualquier
cosa, aunque me pregunto si era esa la intención
de la autora. O tal vez para ella es un libro combativo y comparte esos discursos. Y el motivo de esta pregunta supongo que está en el fanzine. Ese fanzine en el que aparecen personas reales y críticas a planteamientos reales y que es lo único que no me ha convencido del libro. En cualquier
caso, el texto ya no le pertenece. Y debo decir que mi lectura me ha fascinado.
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