lunes, abril 08, 2019

Pedro Ugarte - Lecturas pendientes



Supongo que puedo afirmar con rotundidad que la mayor tortura de un escritor son sus lecturas pendientes. Yo mismo, escribo ahora casi sepultado por montones de libros que esperan su turno para ser leídos. Mientras tanto, escribimos, a veces sólo unos apuntes, ideas dispersas que reunidas en un volumen son consideradas como un dietario, algo que no es un diario pero tampoco es un mero cuaderno de notas, algo más personal que se inscribe en un género que cuenta con grandes maestros como Jules Renard, Paul Léautaud, Josep Pla e incluso podríamos añadir a Fernando Pessoa, con su inmenso Libro del desasosiego. Se han publicado recientemente interesantes dietarios: El Dietario voluble de Vila-Matas, Los Diarios de Iñaki Uriarte, Una cierta edad de Marcos Ordoñez, por citar algunos, a los que hay que añadir este Lecturas pendientes, de Pedro Ugarte.

Pedro Ugarte es un escritor con una carrera sólida, autor de libros como Los cuerpos de las nadadoras, Pactos secretos, Casi inocentes, Perros en el camino, Guerras privadas, Mañana será otro día, El mundo de los Cabezas Vacías, Nuestra historia, etc. Y ha sido merecedor de numerosos premios y reconocimientos.

En estas páginas, ofrece una imagen de sí mismo que desborda sinceridad. Se nos muestra como un humanista, pero, ante todo, como una persona con un gran sentido común, además de jugar con un humor socarrón e irónico que convierten la lectura en un atractivo juego intelectual. Destacan especialmente las reflexiones en torno al mundillo literario (sí, digo "mundillo" con toda la intención), con sus miserias y vanidades, sus gestos grandilocuentes y su rebeldía de salón. La inconfesable vanidad de ser reconocido por un autor al que admira y la resignación de su pretendido conocimiento sobre el lugar que ocupa como escritor.

"Conviene no olvidar que los poetas más nihilistas no pretenden otra cosa, con estas terribles reflexiones, que ganar el próximo certamen de versos provincial".

"Un texto resucita cada vez que alguien lo lee".

"Cualquier escritor de este tiempo ya ni siquiera espera que un colega le diga que ha leído alguno de sus libros: le basta con que haga ver que conoce su nombre, que le suena de algo".

"La verdadera naturaleza del cuento no radica en la brevedad de la lectura, sino en la rigurosa atención que demanda".

"Lecturas pendientes. Hace tiempo me resigné: no es posible leer todo lo valioso que se ha escrito, pero lo que sí se puede es no leer absolutamente nada de lo otro".

Encontramos también reflexiones sobre la vida, sobre lo que significa envejecer, sobre el fracaso y el destino, la política y la memoria. Así, nos cuenta cómo fue el momento exacto en que sintió que estaba envejeciendo, o la amarga ironía de encontrarse en un restaurante, de celebración, justo enfrente de donde un asesino (como se supo más tarde) torturaba a su víctima, o algunos de los días más tristes por la muerte de un familiar o un amigo, o el reencuentro con personas de su pasado. Y citas que despiertan su curiosidad o hechos históricos por los que confiesa interés.

"Recuerdo las zapatillas de mi padre, deformes, adaptadas a la hinchada forma de sus pies, dispuestas al lado de su cama, cuando acababa de morir: aquellas zapatillas que ya no servían para nada y para nadie. Fue al verlas inútiles, vacías, cuando empecé a llorar".

"Todo el mundo prefiere imaginar que vive en un lugar y un tiempo en que la vida no le ofreció ninguna oportunidad".

"El fanatismo y la tolerancia no tienen tanto que ver con las ideas concretas que uno sostenga como con cierta disposición personal a respetar o no a los demás".

"Te has vuelto definitivamente viejo el día en que ya no esperas nada de un fin de semana".

"La historia no es el pasado, es la interpretación del pasado".

Los dietarios son libros para ser subrayados, para detenerse a cada momento y reflexionar sobre lo leído, para discutir con el autor o rendirse ante su clarividencia. Pedro Ugarte vuelca en estas páginas todo lo que le llama la atención, lo que le genera un conflicto o le sorprende por el motivo que sea.

En un mundo cada vez más políticamente correcto, donde casi no importa en qué cadena de televisión sintonices los noticiarios porque todos se muestran sospechosamente uniformes, resulta muy estimulante encontrar a alguien que nos señale las imbecilidades e incongruencias que nos salen al paso a cada momento y que, a no ser que estemos muy atentos, apenas solemos percibir.

Chispazos de inteligencia, pequeños golpes en la mejilla que te estimulan a mirar a tu alrededor, a reconocer en tu propia vida todas esas imperfecciones, curiosidades o paradojas que el autor te va desvelando desde la suya.

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