He tenido la suerte de seguir la
carrera literaria de Raúl Ariza desde sus inicios, desde los relatos de su blog
hasta la novela Un viaje sólo para hombres
(Versátil, 2017), pasando por sus libros de cuentos Elefantiasis (Policarbonados, 2010), La suave piel de la anaconda (Talentura, 2012) y Glóbulos versos (Talentura, 2014), este
último combina relatos y poemas. Su trayectoria, su evolución como escritor,
resulta muy interesante y, de momento, culmina con la publicación de su nueva
novela Antes. Entonces. Nunca
(Talentura, 2019), un libro que supone, en mi opinión, un reto respecto a todo
lo que había escrito hasta ahora, un reto del que sale airoso; y no sólo eso,
sino un golpe de autoridad, alejado de la literatura fácil o del estilo
simplón, alejado de las ideas insulsas o del espíritu flower power, para retar al lector a sumergirse en una experiencia
de la que saldrá transformado, una trama que le va a exigir toda su atención.
Este no es un libro de entretenimiento, esto es alta literatura.
Encabeza el libro una cita de Narciso, de Germán Sánchez Espeso:
"Esta historia podía haber sido limpia y bonita…" Todo un aviso para
navegantes. Y Raúl Ariza rinde efectivamente homenaje a esa novela, que ganó el
premio Nadal en 1978. Por ejemplo, la esposa del protagonista se llama Lía,
como la amada del protagonista de Narciso.
La historia podría definirse como
la radiografía de un personaje, la disección de un hombre que se ama a sí mismo
por encima de cualquier otra cosa y que vivirá un particular descenso a los
infiernos. Está estructurada en tres partes. "Lo que sucedió antes",
la primera, narrada en primera persona y centrada en episodios del pasado del
protagonista, nos habla de su infancia, de su éxito, de su historia de amor y
del terrible suceso que trastoca toda su existencia. "Lo que sucedió entonces",
la segunda, narrada en segunda persona y centrada en un momento concreto, nos
muestra a un hombre atormentado por la culpa, inmerso en su particular infierno,
pretendiendo quizá deshacerse de su humanidad. Y "Lo que nunca sucedió",
la tercera, narrada en tercera persona y que parece situarse en un tiempo
posterior a lo narrado anteriormente, aunque tal vez, lo que hace, es abrir
nuevos interrogantes a una historia de por sí desasosegante. Después de todo,
llegar al final, tal vez no sea más que volver al principio.
Antes. Entonces. Nunca, de Raúl Ariza, no se termina en una primera
lectura. Es una obra llena de matices, de referencias a las que hay que estar
atento para captar, siquiera por encima, toda la compleja estructura que sustenta
el relato, pero también es la historia de un ser atormentado, de las
consecuencias de una tragedia, de lo imprevisible que puede ser el destino. Una
trama y un personaje que obligan a seguir leyendo, a seguir indagando en el
alma de un protagonista consciente de su atractivo y su magnetismo hacia los
demás.
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