1.- ¿Por qué escribes?
Esta es la pregunta del millón. Escribo
desde siempre, así que supongo que en cada etapa de mi vida ha habido una
razón. De pequeña, porque quería construir historias, imitar las aventuras de
los libros que leía. De joven, porque era muy inquieta e imagino que buscaba mi
camino, alguna forma de expresión afianzadora y adolescente, al cabo. Ahora,
escribo seguramente para tapar agujeros, para poner parches en los rotos, para
digerir algunas cosas que de otra manera no podría asimilar, o al menos para
relativizarlas e, incluso, a veces, reirme de ellas. Para desprenderme de
fantasmas, probablemente también para canalizar el miedo. Para ordenar las
cosas, tratar de dar respuesta a lo que no entiendo, aunque muchas veces no haga
sino plantear más preguntas.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Mis horarios de escritura son
totalmente anárquicos, los tengo que adaptar a otras actividades laborales. Escribo como puedo y
donde puedo. Cuando es posible prefiero la mañana a la tarde y a la noche, me
parece que las ideas y las palabras fluyen con mayor facilidad, que a primera
hora el peso del día no emborrona el texto. Pero tampoco me quejo, a veces de cuanto
más tiempo dispongo menos escribo, parece que la presión va bien para que cundan
las palabras. Lo hago en el ordenador pero suelo corregir en papel. Pero como
he dicho, mis horarios de escritura no obedecen a ningún patrón, de manera que
si tengo un rato en el tren, por ejemplo, también lo aprovecho, y entonces
escribo en papel. No voy a ningún sitio sin una libreta y un bolígrafo. Ni a la
compra. Este supuesto caos contrasta, sin embargo, con el hecho de que, para
escribir en casa, necesito que todo esté en orden, cada cosa en su sito. Y si
es con un té, mejor.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
De acuerdo con lo que he
comentado en la primera pregunta, mis inclinaciones temáticas han variado con el
tiempo, en consonacia con las preocupaciones que me puedan rondar en cada
momento, o en función de lo que veo a mi alrededor. Ahora mismo, diría que los
temas son pocos y recurrentes: la incertidumbre, el miedo ante lo desconocido,
ante el cambio, la enfermedad, la incapacidad para tomar decisiones, la
soledad. Luego los diferentes argumentos no hacen más que vestir de una u otra
forma esos temas. En definitiva, mis historias intentan hurgar en situaciones
cotidianas, rascar en esa superficie de supuesta “normalidad” para descubrir lo que hay debajo, lo que no se
percibe a primera vista.
4.- ¿Algún principio o consejo que
tengas muy presente a la hora de escribir?
Leí una vez que un libro no se
acaba, se abandona. Intento escribir sin volver atrás, ya habrá tiempo para
corregir. Esto, que a muchos les parecerá obvio, a mí me ha costado mucho de
asumir. Pero es difícil superar las inseguridades y abandonar esa lacra de la
insatisfacción con lo escrito. Tampoco quiero olvidar la conveniencia de ser
honesta con una misma y con lo que se escribe.
5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo
tienen todo planificado desde el principio?
La literatura tiene algo de
laboratorio de la vida. Y a mí en la vida me cuesta mucho planificar. Así que
no planifico más allá de saber de qué quiero hablar. Eso sí, como laboratorio
que es, me temo que tiro mucho del “ensayo y error”. Yo escribo sobre todo
relato. Muchas veces el argumento y la trama varían mucho desde que decido
hablar de determinado tema hasta que pongo el punto y final. En ocasiones las
historias se comportan como una “matrioska”: abro una muñeca y otra parecida,
pero no igual, aflora, así que, sí, soy de los que se dejan llevar por la historia. A veces tengo el final antes que el
principio, en ocasiones todo parte de una idea, una imagen, un fogonazo.
Luego sí, corregir y corregir.
Muchas veces estoy deseando ese momento, meter el bisturí, pasar la bayeta, adecentar
–procurando no dejarlo liso- ese
territorio imperfecto que es el texto.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Sería injusto nombrar a unos
autores o unos libros en detrimentro de otros. En todo caso, las devociones han
variado con los años y soy más deudora como
lectora de libros concretos que de autores. “El amor en los tiempos del cólera”
de Gabriel García Márquez y “Todas las
almas” de Javier Marías son libros que leería en bucle. Pero me interesa
también casi todo lo de Ian McEwan y me siento próxima a lo que escribe Juan
Gracia Armendáriz, por ejemplo. En un tiempo, Alejo Carpentier y también
Antonio Rabinad. En el relato me inicié de la mano –cómo no- de Chejov, pero
también de Soledad Puértolas y de Italo Calvino. Y aunque sean tópicos, Carver,
aunque menos que Cheever, Tobías Wolff, James Salter, pero también Alice Munro y
Grace Paley, Richard Ford y Sam Shepard (mucho norteamericano, como se ve). Podría
citar también algunos cuentos de Cristina Cerrada y de Marcelo Lillo, pero
estaría siendo indigna con tantos otros. Declaro finalmente mi inclinación por
Peter Stamm y por Gonzalo Calcedo. Para no querer nombrar ninguno no ha estado
mal, ¿no?
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
A principios de marzo llega a las
librerías “Cosas que decidir mientras se hace la cena”, un libro de relatos, de
la mano de Editoral Base. La contraportada dice que los personajes de estos
quince cuentos “libran sus batallas en dormitorios y cocinas, esas junglas
domésticas en las que no se puede aspirar a otra cosa que seguir respirando”. Y
es así. Se trata de un conjunto de historias, con algunos nexos entre sí, en
las que los protagonistas son seres angustiados, hombres y mujeres que se
muestran incapaces de tomar decisiones. Vamos, lo normal.
Mientras tanto, sigo escribiendo
relatos que ojalá puedan conformar un nuevo libro. Y me complico la vida
alternando esto con los primeros balbuceos de otro tipo de texto –todo apunta a
una novela corta- sobre la enfermedad, los
hospitales, que es algo en lo que me temo que tengo alguna experiencia.
Maite Núñez. Nacida en Barcelona en 1966, es Licenciada en Historia
Moderna y Contemporánea (UAB) y ha cursado la licenciatura de Documentación
(UOC) y el doctorado en Periodismo (UAB). En este ámbito ha trabajado en el
estudio de los orígenes de la prensa periódica en Catalunya en la Época
Moderna.
Por otro lado, sus inquietudes
literarias y por el mundo de la comunicación la han llevado a realizar varios
cursos en el ámbito de la edición, de las tecnologías de la comunicación y de
la creación literaria.
Ha colaborado en diversas
revistas literarias y en la redacción de textos de todo tipo, desde artículos
de enciclopedia (entradas de Historia, de Geografía) hasta artículos de
divulgación para revistas.
Ha publicado cuentos, artículos,
reseñas literarias, etc. Ha participado en diversas antologías. Sus relatos han
obtenido numerosos reconocimientos.
Cosas que decidir mientras se hace la cena es su primer libro de
relatos.
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