Apenas entran en el escenario del Museo Estaban Vicente se percibe la complicidad que existe entre ellos. El salón es pequeño y está abarrotado de gente. El calor llega a ser sofocante.
Juan Cruz adopta el papel de entrevistador y Manuel Vicent cuenta una historia tras otra, hilvanando teorías, explicaciones disparatadas, ligando episodios lejanos en el tiempo que nada tienen que ver entre sí.
El factor humano es fundamental para entender cualquier cambio de ideología, dice Vicent. Nuestra mente tiene dos zonas, la mente reptil en la que sentimos las necesidades primarias, sed, hambre, territorio; y la zona en la que residen las emociones, los sentimientos, los dogmas... Lo que se aprende de niños ya no se olvida, de ahí que la Iglesia diga “esos cerebros son míos” y se preocupe por dirigir su educación.
Habla también de cómo la televisión ha cambiado a la humanidad. En su opinión tenemos demasiada información, y la sobreinformación no es la realidad. Se trata en su mayor parte de información fragmentada, mediatizada, de la que sólo puedes defenderte huyendo. La comunicación se presenta como algo inseparable del espectáculo, del negocio y, por tanto, del poder. Dice que si pasas un mes de vacaciones sin escuchar ningún medio de comunicación, a la vuelta te das cuenta de que no ha pasado absolutamente nada, todo está igual
Juan Cruz le pregunta si no existe freno a la información a la hora de opinar y Manuel Vicent parece crecerse. “Cualquier imbécil, hoy día, con un micrófono, es importantísimo y peligrosísimo. Cada chorrada que dice se expande por el Universo, se queda ahí, llegando cada vez más lejos”. Pone como ejemplo la cantidad de tertulias en las que los participantes empiezan diciendo: “Bueno, yo de esto no sé nada, pero...”
En este momento, Vicent recuerda un día que iba paseando con Rafael Azcona y éste le dijo que sólo se escribían lugares comunes. Estaban frente a un establecimiento VIPS y decidieron hacer la prueba. Entraron. Azcona le pidió a Vicent que cogiera el libro que quisiera y que lo abriera por cualquier página al azar y se pusiera a leer. Vicent así lo hizo, y leyó: “No hay mal que por bien no venga”.
Sobre la crisis económica que estamos sufriendo, Vicent está convencido de que nadie sabe nada. Nadie entiende la crisis. Y probablemente pasará sin que nadie haya podido explicarla convincentemente. Y luego volverá a haber problemas otra vez.
De hecho, lo único que hace que merezca la pena que la humanidad haya existido es el arte. Todo lo demás es un desastre, materia con la que Juan Cruz y Manuel Vicent demuestran ser capaces de amenizar una charla y de hacer reír al auditorio.
5 comentarios:
Y a mí que estos dos señores siempre me han caído un poco mal, no sé por qué.
Llevan toda la vida (al menos toda mi vida) sacando libro tras libro, novedad tras novedad, como apalancados en la inercia editorial, y nunca me ha apetecido leerlos. ¿Merece la pena? Recomendadme algo, please.
Muy buenas tus crónicas, Miguel, como siempre.
Saludos.
De Manuel Vicent recuerdo con especial agrado la lectura de "La balada de Caín", "Son de Mar" y "Tranvía a la Malvarrosa". Y ahora mismo tengo aquí al lado "Póquer de ases", unas amenas semblanzas de escritores.
De Juan Cruz te recomendaría su libro de memorias "Egos revueltos", que voy degustando poco a poco.
A mí, tanto Cruz como Vicent me parecen dos escritores interesantes, amigo Conde, y creo que debería darles una oportunidad.
Un abrazo.
Ayyyyyyyyyyy ayyyyyyyyyy
Tú ya sabes mi ayyyy.
Al primero que leo cada domingo en el impreso es Vicent.
Qué lindo que estuviste ahí y sobre todo que con tus magníficas crónicas, creo estar ahí.
Me sacaste la sonrisa. Ya era necesaria. Gracias.
Abrazos.
Uno de los libros que más recuerdo de "Contra paraíso" para quienes vivimos de olores, sabores y paisajes, este libro, una semblanza de sus años muy jóvenes, puede ser una joyita.
He leído Egos revueltos. Y me ha gustado mucho porque Juan Cruz no juzga. Cuenta, comenta y deja al lector el resto.
Me encantan estas reseñas tuyas, con envidia, eso sí.
Un beso
Hablas en tu comentario sobre su libro Póquer de ases,que me parece magnífico y lo es por el simple hecho de que Manuel Vicent es un gran escritor con "estilo",una fina ironía que se desliza a lo largo del libro.Gran caricaturista.Por ejemplo con Josep Pla.
Manuel Vicent,como ya he dicho,es un escritor de estilo,algo que parece ser ya ha desaparecido en nuestros escritores.Yo le conocí en persona en el café Gijón y me acerqué a él y pudimos intercambiar unas palabras inolvidables.Esta es mi versión a lo Vicent de su propia caricatura:
"Parecía un fenicio puro, con ojos de azul piedra, nariz larga, sonrisa aristocrática, barbita judía y corazón frío. Practicante de una bohemia ponderada y elegante, exhibidor del don de la frase capital, cada día más artística y cínica. Gran prosista de periódico con una gran calidad de intención y metáfora que le hacen maestro del género".
Practicamente me gusta toda su obra.Sus artículos puede que sean los mejores en el panorama actual.
Gran reseña,amigo.
Un fuerte abrazo.
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