Una charla bajo el epígrafe de Bogotá 39 y moderada por Jorge Herralde. Comenzó con la presentación de los dos escritores, de quienes se destacó su pasado como críticos literarios.
Alejandro Zambra envió su novela “Bonsái” directamente a la editorial Anagrama. La novela tuvo una importante repercusión; incluso fue traducida y publicada, dada su corta extensión, en una revista norteamericana. Fue merecedora del premio de la crítica. Su segundo libro se titula “La vida privada de los árboles”. Se ha convertido rápidamente en un miembro destacado de la nueva narrativa chilena.
Álvaro Enrigue, por su parte, es autor de la novela “Diario de un instalador”, una obra de referencia para una generación. Su segunda novela “Cementerio de sillas” fue reconocida como mejor libro del año en México en 2002. Luego vino su libro “Hipotermia”, que, dado que no es estrictamente una novela y tampoco un libro de relatos, Enrigue lo llamó “artefacto narrativo” o “cosa encuadernada”, haciendo gala de su buen humor. Su último libro se titula “Vidas perpendiculares”.
Como suele ocurrir, todavía, la referencia al “boom” latinoamericano parece obligada. Ambos coincidieron en verlo como un fenómeno lejano con el que no se identifican, lo cual no quiere decir que lo rechacen, de hecho Enrigue admitió su admiración por autores como Vargas Llosa. Pero resulta difícil asimilar un fenómeno como el “boom”.
Hago un pequeño inciso para decir que la charla se desarrollaba con un aire de improvisación, como si fuera algo poco preparado, sensación que se hizo más patente cuando una espectadora decidió intervenir en el desarrollo de la misma y a pedir que hablaran de tal o cual cosa, hasta el punto que la invitaron a subir al escenario, lo cual ella rechazó, afortunadamente.
Alejandro Zambra dice que en Chile los que realmente son famosos son los poetas. El 95% de los escritores son poetas. Los narradores no son famosos, por eso prefiere la vida solitaria del narrador. Le parece difícil decir qué clase de libros escribe, ya que lo que más le importa al escribir es la forma. Cuando le preguntan, contesta que escribe “novelas de acción”, porque algo de acción sí que hay.
Se destaca de él su capacidad para podar. Precisamente, dice aludiendo al titulo de su libro, para hacer un bonsái, es necesario dominar su forma.
Álvaro Enrigue habló de la sensación que se tiene de que cada libro es el último, como si se acabara la novela, un discurso literario bastante extendido. De hecho, le interesa jugar con los géneros y le parece imposible escribir una novela típica en la actualidad.
Comentó, al hablar de la relación de los escritores con el cine, que Guillermo Arriaga había dirigido su tesis, aunque se negó a dar el titulo. Dijo que es común que los escritores vivan del cine, pero que no suelen utilizar su nombre real.
Se habló también del movimiento de escritores “Bogotá 39”, que no está centrado en una idea estilística sino en una idea geográfica. Los componentes son muy diferentes entre sí. Apenas se conocían y se habían leído poco, por lo que “Bogotá 39” sirvió como integración y como promoción de lo que se está haciendo en literatura en América Latina.
Como consecuencia de la intervención del público, se habló de la conveniencia de vivir en el extranjero para poder escribir del propio país desde la distancia. Zambra dijo que había vivido un año en Madrid y que había sido importante, pero más por su aprendizaje del lenguaje que por otra cosa. Enrigue vivió varios años en EE.UU. Admitió que vivir fuera para ver el propio país puede ser bueno, pero no está seguro de que las novelas traten sobre las ciudades. Aventuró entonces una idea interesante. Vivir en el extranjero es más una cuestión relacionada con las estructuras mentales, pues es posible que ciertos lenguajes provoquen determinadas ideas.
Es posible que lo que realmente está pasando es que las etiquetas nacionales van desapareciendo a favor de los escritores globales. Un mexicano, dijo Enrigue, puede estar más influenciado por un autor estadounidense o francés que por uno de su propio país. Lo cual me parece muy cierto.
Alejandro Zambra envió su novela “Bonsái” directamente a la editorial Anagrama. La novela tuvo una importante repercusión; incluso fue traducida y publicada, dada su corta extensión, en una revista norteamericana. Fue merecedora del premio de la crítica. Su segundo libro se titula “La vida privada de los árboles”. Se ha convertido rápidamente en un miembro destacado de la nueva narrativa chilena.
Álvaro Enrigue, por su parte, es autor de la novela “Diario de un instalador”, una obra de referencia para una generación. Su segunda novela “Cementerio de sillas” fue reconocida como mejor libro del año en México en 2002. Luego vino su libro “Hipotermia”, que, dado que no es estrictamente una novela y tampoco un libro de relatos, Enrigue lo llamó “artefacto narrativo” o “cosa encuadernada”, haciendo gala de su buen humor. Su último libro se titula “Vidas perpendiculares”.
Como suele ocurrir, todavía, la referencia al “boom” latinoamericano parece obligada. Ambos coincidieron en verlo como un fenómeno lejano con el que no se identifican, lo cual no quiere decir que lo rechacen, de hecho Enrigue admitió su admiración por autores como Vargas Llosa. Pero resulta difícil asimilar un fenómeno como el “boom”.
Hago un pequeño inciso para decir que la charla se desarrollaba con un aire de improvisación, como si fuera algo poco preparado, sensación que se hizo más patente cuando una espectadora decidió intervenir en el desarrollo de la misma y a pedir que hablaran de tal o cual cosa, hasta el punto que la invitaron a subir al escenario, lo cual ella rechazó, afortunadamente.
Alejandro Zambra dice que en Chile los que realmente son famosos son los poetas. El 95% de los escritores son poetas. Los narradores no son famosos, por eso prefiere la vida solitaria del narrador. Le parece difícil decir qué clase de libros escribe, ya que lo que más le importa al escribir es la forma. Cuando le preguntan, contesta que escribe “novelas de acción”, porque algo de acción sí que hay.
Se destaca de él su capacidad para podar. Precisamente, dice aludiendo al titulo de su libro, para hacer un bonsái, es necesario dominar su forma.
Álvaro Enrigue habló de la sensación que se tiene de que cada libro es el último, como si se acabara la novela, un discurso literario bastante extendido. De hecho, le interesa jugar con los géneros y le parece imposible escribir una novela típica en la actualidad.
Comentó, al hablar de la relación de los escritores con el cine, que Guillermo Arriaga había dirigido su tesis, aunque se negó a dar el titulo. Dijo que es común que los escritores vivan del cine, pero que no suelen utilizar su nombre real.
Se habló también del movimiento de escritores “Bogotá 39”, que no está centrado en una idea estilística sino en una idea geográfica. Los componentes son muy diferentes entre sí. Apenas se conocían y se habían leído poco, por lo que “Bogotá 39” sirvió como integración y como promoción de lo que se está haciendo en literatura en América Latina.
Como consecuencia de la intervención del público, se habló de la conveniencia de vivir en el extranjero para poder escribir del propio país desde la distancia. Zambra dijo que había vivido un año en Madrid y que había sido importante, pero más por su aprendizaje del lenguaje que por otra cosa. Enrigue vivió varios años en EE.UU. Admitió que vivir fuera para ver el propio país puede ser bueno, pero no está seguro de que las novelas traten sobre las ciudades. Aventuró entonces una idea interesante. Vivir en el extranjero es más una cuestión relacionada con las estructuras mentales, pues es posible que ciertos lenguajes provoquen determinadas ideas.
Es posible que lo que realmente está pasando es que las etiquetas nacionales van desapareciendo a favor de los escritores globales. Un mexicano, dijo Enrigue, puede estar más influenciado por un autor estadounidense o francés que por uno de su propio país. Lo cual me parece muy cierto.
5 comentarios:
Este festival de Segovia se ve que ha estado de lo mejor, Miguel. Me parece que dentro de él hubo un homenaje a Octavio Paz.
Me hubiera gustado escuchar en este festival a Félix de Azúa, me encanta como escribe y me parece muy inteligente.
Sobre el boom, hay un interesantísimo artículo de Jorge Volpi: "A la sombra del Boom".
Un abrazo
Miguel, no sé si ya lo sabías, pero acabo de leer en el blog de Antón Castro que Vila-Matas por fin! tiene una maravillosa página web.
Adivina quién está entre sus favoritos...
http://www.enriquevilamatas.com/blogs.html
Un abrazo y me alegro infinito.
Interesantísimo, Miguel, todo lo del festival, en especial lo que nos cuentas en esta entrada.
Gracias por darle seguimiento y por un año más compartir con nosotros tu experiencia.
Me llamó mucho la atención el párrafo final, lo que dijo Zambra de que un autor puede estar más influenciado por uno foráneo que por uno de su país. Eso es algo muy común, sobre todo en República Dominicana. Nuestros escritores suelen identificarse más con autores de otras partes del mundo, lo cual no es un pecado, todo lo contrario, es algo que me parece interesante.
También me llamó la atención lo que dijo el mismo autor de que en Chile son más famosos los poetas. A mí, que me gusta tanto la poesía, me agrada escuchar cosas así porque pareciera que el mundo literario actual se interesa más por los narradores que por los bardos soñadores que todavía apuestan por el verso.
Abrazos.
Excelente diario literario Miguel.Por cierto,respondiendo a tu otro post,Segovia es una de mis ciudades favoritas,ay,y también tan literaria.
Un abrazo.
Magda, sí, hubo un homenaje a Octavio Paz, con motivo de que se cumplen ahora 10 años de su muerte, pero no pude asistir a ninguno de los actos que se celebraron con ese motivo. Llegué tarde. Respecto a Félix de Azúa no sé si asistió al Festival. No tuve noticia de su presencia.
Me ha gustado mucho el artículo de Volpi.
Mónica, gracias por la información. Es algo muy importante para mí, ya que Vila-Matas es uno de mis escritores favoritos.
Rosa, a mí también me parece un fenómeno interesante que uno pueda sentirse influenciado por un autor de otro país. Las conexiones literarias deben ser más de tipo temático o estilístico que meramente geográfico. Y seguiré contando las charlas a las que asistí, desde luego.
Francisco M., pues espero que un año te animes a asistir y quizá hasta podamos coincidir por allí. El Festival Hay es una buena excusa para descubrir esta ciudad.
Un abrazo y gracias por los comentarios.
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