martes, octubre 28, 2008

HFS - Ferrero y Cozarinsky



Jesús Ferrero y Edgardo Cozarinsky hablaron sobre cine y literatura moderados por Félix Romeo. Jesús Ferrero es un reconocido escritor con una sólida trayectoria narrativa en la que cabría destacar títulos como “Belver Yin”, “El efecto Doppler”, “Amador, o la narración de un hombre afortunado”, “El último banquete”, “Las trece rosas” o “Ángeles del abismo”, por citar algunos de los títulos más conocidos. Edgardo Cozarinsky, por su parte, es un escritor y cineasta argentino que reside entre París y Buenos Aires. Ha realizado veinte películas, entre ellas “Tango deseado”, “La guerra de un hombre solo” y “Ronda nocturna”. Ha escrito ensayo y narrativa: “El pase del testigo”, “Vudú urbano”, “La novia de Odessa” (un libro de relatos que compré allí mismo, pues no había leído nada suyo), “El rufián moldavo” y “Maniobras nocturnas”, entre otros.

Se inició la charla hablando del cierre de las salas de cine. La gente joven va en masa a los festivales de rock, pero no va al cine. Dijo Cozarinsky que en Buenos Aires hay el doble salas de teatro que salas de cine. Ante esto, Ferrero comentó que todo artefacto narrativo debe tener un “efecto realidad”, y parece evidente que el cine está perdiendo su efecto realidad. En el teatro griego, parece ser que la gente avisaba al protagonista del peligro que le acechaba. El cine fue algo impactante, sólo hay que recordar el susto que se llevaba la gente al presenciar la película de la salida del tren de los hermanos Lumiere. Pero ahora la gente ya no se cree lo que ve en la pantalla.
Ferrero dijo que Internet es todavía un medio muy joven, pero que es posible que tenga que ser un género nuevo el encargado de revitalizar el arte visual. Cozarinsky comentó que haría falta un filtro en Internet porque hay mucha basura, un filtro fiable, del mismo modo que en literatura hay voces que nos van guiando. Por ejemplo, él llegó a Sebald a través de lo que sobre él escribió Susan Sontag.

Dice Ferrero que, por lo general, los directores de cine no quieren escritores entre ellos. Cuando un escritor trabaja para el cine debe plegarse a los deseos del director. Esto es algo que a él no le importa, ya que lo que realmente le atrae de trabajar para el cine es el hecho de que te obliga a visualizar lo que estás contando. Él ha trabajado para el cine en varias ocasiones y le gusta. Con Almodóvar trabajó en “Matador”, que ha terminado por convertirse en la obra maldita de este director. Hay historias que uno las imagina en una película, mientras que otras se presentan claramente como novelas. Pero el problema en el cine, insistió, es que no hay trabajo para los escritores, ya que, por lo general, el director se cree escritor; al final el director se apodera del guión.
Cozarinsky dice que su experiencia ha sido atípica y zigzagueante. Habló un poco de la película “La guerra de un solo hombre”, basada en la figura de Jünger. La película ofendió a los franceses. Jünger era uno de los escritores preferidos de Hitler, aunque nunca lo trató personalmente. Jünger no intervino en ninguna actividad y fue defendido por Brecht después de la guerra. La película tiene detrás una compleja labor de montaje.
Cuando sobrevives a una película has envejecido dos años o tienes una úlcera o una adicción a las drogas que no tenías antes. Y luego viene el “servicio pos-venta”, que implica viajar y repetir cosas que al final ya ni crees.
Dice que siempre ha escrito, que su verdadera vocación es escribir. Quizá si no se hubiera dedicado al cine tanto no se habría dado cuenta de lo mucho que le gusta escribir.
El cine es una industria. No entiende la etiqueta de “cine de autor” porque el cine es, ante todo, colaboración, necesita de la intervención de mucha gente.

Dice Ferrero que una película tiene una serie de limitaciones, entre ellas el formato plano, todo transcurre en los límites de una pantalla, mientras que el libro, en ese sentido, es más amplio porque cuenta con la imaginación del lector. Un narrador, además, puede entrar en el alma de sus personajes.
Cozarinsky responde que todas las artes tienen sus limitaciones, sus reglas. En este sentido, resalta la importancia del sonido en el cine para ayudar a narrar cosas que no están en la imagen en ese momento.
Al parecer, hace años que Ferrero filma la vida cotidiana y ha almacenado mucho material. La duración de sus historias es de unos 20 o 30 minutos, y éste es un formato difícil de encajar para una posible comercialización. Confiesa que alguna vez ha convertido un guión o una obra de teatro en una novela porque tiene que vivir de su trabajo.
Comentaron también el cambio que había experimentado el cine oriental en los últimos años, pues había pasado de ser un cine reposado y reflexivo a convertirse en un cine frenético. Entonces Cozarinsky aprovechó para contar una anécdota sobre Bresson. Cuando una señora le dijo que sus películas le parecían muy lentas, él contestó: “es que cuando voy al cine como espectador no estoy apurado”.

3 comentarios:

Elena Casero dijo...

has hecho un estupendo resumen de esa velada, aunque, nada como haber estado presente, como haber escuchado a los protagonistas en vivo.
El último comentario: señora, es que cuando voy al cine no estoy apurado, es sencillamente notable.

Por cierto, el librero al que mencionabas en mi blog, supongo que es el de la calle Cádiz, una pequeña librería, junto a una tienda donde una mujer, pegada a un flexo, subía puntos de media.

Un abrazo

Clarice Baricco dijo...

Esta es la conversación que esperaba. Me gustó mucho esta charla, me ha parecido interesante y he aprendido. Tocaron muchos puntos para reflexionar.
Tristeza cuando el cine pasa a otro término entre los jóvenes, espero que el cine no se muera.
No conozco a los invitados, buscaré sus libros.


Abrazos.

Graciela

Rosa Silverio dijo...

Se nota, por lo que aquí cuentas, que fue muy intereante, sobre todo por esos apuntes que nos traes sobre el cine.

Aquí también se llenan los auditorios por un concierto (de bachata, merengue, rock) mientras que las salas de cine están cada vez más vacías. Aunque a eso también influye lo caro que es aquí ver una película en una sala (caro para el presupuesto de un dominicano).

Y bueno, me pareció un encuentro interesante este entre Ferrero y Cozarinsky. Te confieso que me habría gustado estar ahí.

Abrazos, Miguel.