viernes, octubre 17, 2008

HFS - Grande, Argüello y Menéndez Salmón


Malcolm Otero Barral moderó la charla con Cristina Grande, Javier Argüello y Ricardo Menéndez Salmón, bajo el titulo “Nuevos narradores” y con la intención de comentar hacia dónde va la nueva narrativa española y cuáles son sus referentes.
Javier Argüello es autor de los libros “Relatos imposibles” y “El mar de todos los muertos”. Cristina Grande, autora de dos interesantes libros de relatos, “La novia parapente” y “Dirección noche”, acaba de publicar una novela, “Naturaleza infiel”, cuya calidad no ha pasado desapercibida en los medios. Ricardo Menéndez Salmón era un autor muy poco conocido hasta que su novela “La ofensa” se convirtió en un fenómeno editorial; sus últimos trabajos publicados son la novela “Derrumbe” y el libro de relatos “Gritar”.
Entre el público estaba Gustavo Martín Garzo, Álvaro Enrigue, y también coincidí con David T. González, compañero en la blogosfera, aunque luego nos perdimos la pista; espero que la próxima vez lo programemos mejor.

Pregunta obligada. ¿Qué tienen ellos en común? Respuesta evidente: nada. No forman una generación; y no tienen nada que ver con la llamada Generación Nocilla. Argüello dijo que uno no es quién para hablar en nombre de su generación, puesto que cada uno recorre un camino distinto. Cristina Grande estuvo de acuerdo con eso y comentó que son las lecturas las que le eligen a uno. En su caso, Natalia Ginzburg la llevó a Chéjov y no al revés, cada autor va formando su mapa personal. Nadie recorre el mismo camino. Méndez Salmón, por su parte, se muestra más interesado con la literatura centroeuropea que con la española. Destaca tal vez su preferencia por Juan Carlos Onetti entre los autores de lengua hispana.

Sobre su propia evolución comentó Argüello que uno descubre hacia dónde va en el camino. No hay un camino marcado, una idea preconcebida, sino que cada uno va evolucionando. Cristina Grande está de acuerdo y dice que escribir es, en cierto modo, una tarea de reconstrucción, de investigación que intenta demostrar algo, descubrir una verdad oculta que se haga evidente. Menéndez Salmón, por su parte, dice que cada vez le cuesta más leer pura ficción y que seguramente se dirigirá en el futuro hacia una narrativa más combinada con el ensayo. Cree que esa es la dirección global que está tomando la literatura que le interesa, la autoficción, la consolidación del yo como personaje.


Relación entre vida y obra. Uno escribe desde la experiencia, dice Argüello, ordenándola, dándole coherencia. Piensa que si algo tiene sentido, es ficción, puesto que la realidad nunca lo tiene. Cristina Grande, por su parte, dice que, aunque utiliza material autobiográfico, siempre marca una distancia y transforma esa realidad de la que parte. Y Menéndez Salmón insiste en que le cansa escribir ficción y confiesa que en su novela “Derrumbe”, la autobiografía impregna la ficción.

Se les pregunta entonces cómo afecta el éxito. Argüello presentó un relato a un concurso en el que se hallaba de jurado Vila-Matas. A raíz de eso publicó su libro de cuentos que tuvo una calurosa acogida que no esperaba. Admite que todo eso le ha afectado. Nunca pensó que tendría que exponerse ante los demás. El caso de Menéndez Salmón es distinto, puesto que llevaba una obra anterior, aunque conocida por una minoría, pero piensa que eso le ayudó a no creerse los elogios ni a rasgarse las vestiduras por las críticas, puesto que su pluma no había cambiado. Lo mismo le ocurre a Cristina Grande, ya tenía libros publicados y su novela lo que ha supuesto es el salto a una editorial más grande y la posibilidad de llegar a más lectores.


Los tres han cultivado el género del relato con seriedad. Creen que es un género exigente. No es una cuestión de calidad lo que lo condiciona frente a la novela sino de rentabilidad comercial. Piensan que es necesaria la industria del best-seller para que se generen beneficios editoriales que permitan publicar obras y autores minoritarios.

Por último, en el turno de las preguntas del público, le preguntaron a Cristina Grande si vivía de escribir o tenía otro trabajo. Ella dijo que tenía otro trabajo, también Argüello admitió vivir de otro trabajo, y ambos estuvieron de acuerdo en afirmar que les parecía que era bueno que fuera así, pues era una manera de mantenerse conectados con el mundo.
A Menéndez Salmón le preguntaron qué pensaba él del “escritor comprometido”, a lo que contestó que lo respetaba, aunque no consideraba que fuera una función indispensable para el escritor. Le molestan los libros “moralistas” que intentan adoctrinar. Y terminó nombrando un impecable ejemplo de obra comprometida y buena literatura: “Crematorio”, de Rafael Chirbes.

4 comentarios:

Miguel Ángel Muñoz dijo...

Muy interesante crónica de un acto al que me hubiera gustado asistir. Tres "nuevos" escritores muy distintos entre sí, lo que da una idea exacta de la pluralidad de lo que se escribe ahora mismo. Coincido con Menéndez Salmón: "Crematorio" es una obra maestra incontestable. Un abrazo, Miguel. Y de nuevo gracias por acercarnos estas crónicas a los que no estuvimos por allí.

Elena Casero dijo...

Yo, aunque no soy de la generación Nocilla, más bien de la del pan con chocolate, a secas, coincido en muchos planteamientos que han expuesto estos jóvenes escritores.

En lo que más, la obra de Chirbes: Crematorio es una gran, gran novela, de la que ya hablé en mi blog.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola, es un verdadero placer llegar a este hermoso espacio. Te felicito, me gusto mucho su blog muy buen gusto.

Clarice Baricco dijo...

Interesante.
No conozco a los invitados. Apuntados para buscarlos.

Abrazos.

G