jueves, enero 24, 2008

Ajedrez

En mi casa siempre tuvo un papel importante el ajedrez. Tanto mi padre como mi hermano eran buenos jugadores y participaban en torneos. Luego, analizaban las partidas, las repasaban, las comentaban. Había libros de ajedrez en casa. Yo escribí un artículo sobre ajedrez que fue lo primero que me publicaron en mi vida, aunque no pude conseguir el ejemplar en el que apareció. Fue cuando yo estaba cumpliendo el servicio militar en Zaragoza. El artículo salió en la revista “Moncayo”.
Pienso en todo esto ahora que acaba de morirse Bobby Fischer, sin duda el más grande jugador de ajedrez de la historia. Fischer era innovador, original, revolucionario… un artista del tablero. Y un excéntrico, como tantos jugadores de ajedrez.

La historia del ajedrez está llena de datos curiosos. El número de jugadas posible en una partida corriente de ajedrez es aproximadamente la cifra representada por el número 1 seguido de cincuenta ceros. Sólo en las cuatro primeras jugadas, las opciones pasan de trescientos mil millones. Los virtuosos del ajedrez tienen que tener una buena memoria que han de llenar de jugadas y contrajugadas.
De acuerdo con las pruebas realizadas en la Universidad de Temple, la tensión física de los participantes en torneos de ajedrez, medida por las pulsaciones, la temperatura de la piel y otros indicios, equivale a diez asaltos de boxeo o a cinco sets de tenis.

Desde la época de Felipe II, en la que el mejor jugador del mundo fue el clérigo español Ruy López de Segura (inventor de la apertura española), ha habido en todo momento jugadores que han sido los más destacados de su tiempo.
Fue el gran maestro alemán Wilhelm Steinitz quien, tras batir a los mejores ganadores de finales del siglo pasado, tuvo la feliz idea de crear el titulo de campeón mundial, que él mismo conservó durante el largo periodo de 1866 a 1894, todo un récord. Steinitz afirmaba hallarse en contacto directo con Dios, a quien podía derrotar al ajedrez, aún dándole ventaja. Sostenía igualmente que podía telefonear sin necesidad de teléfono y que podía desprender electricidad. Steinitz acabó siendo recluido en un manicomio.
Paul Morphy, el gran jugador norteamericano. Estaba obsesionado con la creencia de que alguien trataba de robarle la ropa. Otros jugadores famosos, en cambio, no han dudado en quitarse la ropa en lugares tan poco indicados como el vestíbulo de un hotel, un salón de actos o el segundo piso de un autobús en Nueva York, como hizo Carlos Torres, el prodigioso ajedrecista mexicano que, por cierto, era tan aficionado a los helados de piña que podía tomar hasta quince al día. Los gustos de Fischer en materia de comida iban desde el pescado crudo hasta los enormes bistecs que regaba con zumos de frutas.

En las postrimerías del siglo XIX se instituyó la regla de que cada jugador dispusiese sólo de dos horas y media para hacer cuarenta jugadas. Lo mucho que hacía falta esta regla quedó de manifiesto en una partida entre Paul Morphy y el maestro ajedrecista Paulsen, cuando ambos jugadores permanecieron inmóviles, uno frente al otro, durante once horas. Morphy, por fin, interrogó con la mirada a Paulsen, lo que hizo a éste exclamar: "Ah, ¿me toca a mí?"
La toma de contacto de Bronstein con una partida era como entrar en un trance. A menudo no hacía la primera jugada durante un largo rato y los espectadores se veían obligados a mirar a la pizarra indicadora preguntándose si quizá la partida no había empezado aún. En una partida contra Boleslavsky, se quedó mirando las dos filas inmóviles de piezas durante cincuenta minutos. Finalmente, pareció recordar dónde estaba y empezó a jugar.

Mientras esperan a que su oponente juegue, algunos ajedrecistas se levantan a estirar las piernas y a charlar con sus amigos, para relajarse. Mihail Tahl hacía perder los nervios a sus adversarios con su continuo caminar alrededor de la mesa y sus paradas a las espaldas de aquellos. En cierta ocasión, cuando jugaba con Tahl, Benkö se puso gafas oscuras para demostrar simbólicamente que no quería ver a su adversario. A Tahl le gustaba el humor (en la Universidad escribió una tesis sobre la sátira) y él también se puso gafas oscuras de una forma grotesca. Tahl fue un jugador espectacular cuya característica más destacada residía en sus sorprendentes sacrificios, fruto de una inusual brillantez combativa.

Un ejemplo de dedicación lo constituye Alekhine quien, el día de su muerte fue encontrado sentado en el sillón de su habitación, en un hotel de Estoril, con los brazos colgando y con su cabeza descansando sobre el pecho. Parecía estar escuchando atentamente las notas de algún violín. Las cortinas estaban desplegadas y la luz eléctrica encendida, pese a que era de día. En la mesa había unos platos y junto a ella un tablero de ajedrez con sus piezas sobre el soporte para las maletas. Se cuenta que Alekhine era tan apasionado que incluso llegó a lanzar su rey por los aires hasta el otro extremo de la sala, al perder alguna partida. También era famosa su afición a la bebida.

Bobby Fischer hizo más por el ajedrez que todos los campeones del mundo juntos, pues logró que el juego se popularizase de forma jamás soñada. Incluso hubo un momento en que, cuando la multitud le solicitaba autógrafos, sacaba un aparatito del bolsillo y se ponía a sellar cuanto papel o fotografía le ponían delante. “Es fantástico –decía-, me lo compré en Alemania”. Durante el famoso match con Spassky en 1972, celebrado en Reykjavik (Islandia) acaparó la atención de la prensa mundial y del gran público. En todo el mundo se vendieron más libros de ajedrez en un mes que en otras ocasiones durante un año, y en la mayor parte de las ciudades se agotaron. Fue en este merecidamente llamado el “match del siglo” donde por primera y última vez en la historia de los campeonatos de ajedrez, un aspirante pierde una partida por incomparecencia. Y aún así, se hizo con el titulo. Fischer no apareció en todo el día como protesta por la presencia de las cámaras de televisión. Se quedó encerrado con llave en su habitación con la clavija del teléfono desconectada.

Después de aquello, se jugaron algunos campeonatos sin límite de partidas, pero tras la excesiva duración que tuvo el encuentro Karpov-Kasparov en 1984, que incluso fue suspendido por el presidente de la FIDE, Campomanes, porque temió por la salud de los protagonistas después de 48 partidas, sin que alguno lograra las seis victorias requeridas para vencer, se decidió volver al match de 24 partidas. El 9 de Septiembre de 1985, Garri Kasparov conquistó el titulo mundial de ajedrez, al batir a Anatoli Karpov, que lo ostentaba desde 1975.
Actualmente, la situación en el ajedrez es más caótica que nunca. Los campeones se suceden con rapidez. En 1993, Kasparov crea un organismo paralelo a la FIDE, por lo que se ha llegado a dar el caso de que coexistan más de un campeón del mundo. Esto no es nada beneficioso para el ajedrez, por lo que se está volviendo a un sistema unificado.
El actual campeón del mundo es el hindú Vishwanathan Anand, al vencer en el torneo que se celebró en septiembre de 2007 en México DF. En Octubre de 2008 defenderá dicho titulo enfrentándose con el ruso Vladimir Kramnik en Bonn (Alemania).

Fischer fue un personaje de una inteligencia excepcional. Un hombre de gran carisma, lleno de manías y excentricidades, de salidas de tono, de opiniones provocadoras y políticamente incorrectas. Un genio desgarbado capaz de hacer arte en el ajedrez. Una de sus propuestas era terminar con la teoría de las aperturas, que estaban en su opinión demasiado analizadas, y comenzar la partida sorteando la colocación de las fichas de la primera fila. Fischer ha sido sin duda uno de los personajes más importantes del siglo pasado. Su genio y personalidad han mantenido su nombre en la mente de todos. Spassky dijo de él: "Fischer siempre me ha producido una particular impresión por la integridad de su naturaleza. Tanto en el ajedrez como en la vida".

A la pregunta ¿qué es el ajedrez? Fischer respondió en cierta ocasión: “El ajedrez es la vida”. Y, desde luego, no consagró sus días a otra cosa. Fisher fue un ser excepcional, un campeón del mundo que murió imbatido, pues el titulo no lo perdió en 1975 ante Karpov por derrota sino por incomparecencia, con la excusa de que no se atendían sus múltiples demandas.
Tras veinte años de retiro voluntario, Fischer accedió a jugar la revancha contra Spassky, en Yugoslavia, infligiendo así la ley del embargo que pesaba sobre dicho país y por lo cual fue perseguido por el gobierno estadounidense. Tras sus constantes exigencias, que a punto estuvieron de volver loco al gobierno yugoslavo, entre las que se incluía la de levantar todos los retretes tres centímetros del suelo para su mayor comodidad, se celebró el match que finalizó con una nueva victoria de Fischer.
Los últimos años de su vida los pasó en Islandia. Allí le habían dado asilo político, lo que le permitió salir de Japón, donde había sido encarcelado por la orden de extradición de EE.UU. que pesaba sobre él. Vivió recluido, solitario, rehuyendo a la prensa.
Murió, como ya se ha dicho en tantos sitios, a los 64 años, tantos como casillas tiene un tablero de ajedrez.


En la página "Ajedrez espectacular" se pueden encontrar muchas anécdotas y contemplar partidas que han pasado a la historia.

21 comentarios:

FPC dijo...

te agradezco el repaso, hacía tiempo que no volvía a ese territorio que nunca fue mío pero que cultivé con pasión durante una época. Echo de menos a Capablanca y a Petrosian, cuyos finales estudié bastante en ese tiempo, ya digo, sobre todo los de peones de Capablanca... la prehistoria...
Gracias y un saludo.

El Doctor dijo...

Con toda sinceridad Miguel,me ha encantado tu post.El ajedrez empezó a interesarme tras la lectura de Alicia en el país de las maravillas.Tu brillante texto me ha suscitado repasar éste juego a través de la literatura,la otra realidad de la vida.
Un abrazo.

mart dijo...

Hola Miguel.
Robando tiempo a mis estudios he recalado en tu espacio y me encuentro con esta gratísima sorpresa.Confieso que me rondaba la idea de escribir algo sobre él,en mi blog,pero tu relato es magnífico y representa todo lo que a mi me hubiese gustado plasmar en el mío,además introduces matices que desconocía,por tanto,me alegro de leerlo en tu blog y con tu sello personal,que ya es un atractivo plus añadido.
Soy jugador aficionado de ajedrez desde mi niñez (del montón por cierto).Claro, conocía la vida de Bobby Fischer.Coincido absolutamente contigo al señalar su personalidad como la más fascinante de cuantos han acaparado la escena ajedrezista.Siempre fue mi jugador preferido y he seguido,con altibajos,su rastro.
Siendo niño,recuerdo mi frustración al ser el único jugador en mi casa (me enseñó una profesora,Paz,amiga de mi madre).Aun así me entregaba con devoción al ritual de colocar las piezas sobre el tablero y a continuación jugaba contra el único rival disponible...yo mismo.
Uno de los últimos regalos que hice a mi sobrina Corentine,casi 6 años,fue un precioso tablero de ajedrez hecho a mano y en madera,lo compré en Perú,(admito que compré otro para mi ),es otro más de los tableros que hay por mi casa.
Cuando viajo fuera del país,uno de los momentos más emocionantes se produce al iniciar la búsqueda de algún tablerito de ajedrez escondido en cualquier callejuela,mercadillo,zoco,etc del lugar en el que me encuentre.Un saludo.

conde-duque dijo...

Excelente artículo, Miguel. He disfrutado mucho leyéndolo.
Un abrazo.

Júlia dijo...

Interesantísimo artículo. Siempre he sido una mala jugadora, por falta de paciencia, pero me fascina ese tablero. Gran historia la de Fischer.

Recaredo Veredas dijo...

Enhorabuena. Has conseguido Una excelente mezcla de periodismo y narración.

Cayetano Ortiz dijo...

No conocía nada de lo que cuentas,tan interesante, pese a que de pequeño me aficioné al ajedrez... pero no seguí. Fischer es un tipo inolvidable, sin duda. Un saludo.

Francisco Ortiz dijo...

Muy interesante: no me imaginaba esa tensión, esos esfuerzos callados. Inolvidable Fischer, más inolvidable aún en esa foto. Un abrazo, amigo.

La Caja de Pandora dijo...

Interesantísimo, Miguel. Me ha gustado mucho.

Yo soy muy mala para el ajedrez. El verdadero aficionado de mi familia y a quien no se le da nada mal es a mi hermano menor, quien incluso ha llegado a competir.
Contra él he jugado, pero siempre he perdido, recuerdo que a veces me preguntaba qué tiempo quería yo jugar pues para él era muy fácil darme jaque mate.

Definitivamente mi habilidad no está en el ajedrez, pero disfruto ver a otros jugando.

JOSÉ ROMERO dijo...

Excelente post Miguel, juego un poco y en un tiempo me eentretenía jugando en la PC, siempre perdía, hasta que descubrí... que podía bajar el nivel!! y claro pude ganar algunas veces. ¿Viste la película? "Buscando a Bobby Fisher? te la recomiendo.

Júlia dijo...

Quizá alguien se enfade y me interprete mal, pero creo que las señoras somos menos ajedrecistas, en general, con excepciones notables, porque en el mundo hay de todo y hasta en miniaturas medievales se ven elegantes damas jugando. Personalmente, es que soy muy charlatana y cualquier actividad que no me permita hablar y hacer tertulia no me acaba de convencer.

Mabalot dijo...

Excelente artículo, Miguel. Un gustazo leerte. De vez en cuando hay que decirlo (ya hace días que lo leí), para que no se olvide que uno lee aquí con tanto gusto.

J. M. dijo...

fischer tiene cierto parecido con duchamp, en la última foto es como un duchamp desaliñado... pero no sólo eso, también los silencios y la apelación a "la vida"

Portarosa dijo...

Me parece un post buenísimo, Miguel, y esto,

Lo mucho que hacía falta esta regla quedó de manifiesto en una partida entre Paul Morphy y el maestro ajedrecista Paulsen, cuando ambos jugadores permanecieron inmóviles, uno frente al otro, durante once horas. Morphy, por fin, interrogó con la mirada a Paulsen, lo que hizo a éste exclamar: "Ah, ¿me toca a mí?",

me ha hecho reírme a carcajadas.

Un abrazo.

Clarice Baricco dijo...

Me gustó muchísimo tu texto. Me has aportado mucho. Lo imprimiré.
De niña mi padre me ponía a jugar ajedrez con él.
Por ahí anda una película sobre el personaje.

Abrazos.

Miguel Sanfeliu dijo...

Fpc, lo cierto es que también hacía mucho tiempo que no volvía al ajedrez. La muerte de Fischer me hizo recordar aquellos días. También yo pasé muchas horas tratando de aprender finales de manual... y queda aquello tan lejano...

Francisco M. me alegra que te haya gustado. Y si vas a buscar literatura sobre ajedrez, te recomiendo que no dejes pasar un libro titulado "Novela de ajedrez", de Stefan Zweig.

Mart, amigo, espero que te vayan bien los estudios y te deseo mucha suerte en todo lo que te propongas. Eres una excelente persona que siempre sabe tener una palabra amable y de aliento para los demás. Me alegra mucho que pases por aquí de vez en cuando. Y esa afición tuya de buscar tableros de ajedrez típicos de los lugares que visitas me parece fascinante.

Conde-Duque, gracias. Me alegra que te haya gustado. A ver si podemos tomarnos un día una cervecita por Madrid.

Júlia, el ajedrez es un mundo fascinante, lleno de curiosidades. Me alegra que te haya interesado. Respecto a lo que comentas sobre las mujeres, es cierto que son minoría en este juego. A decir verdad, creo que sólo hay una mujer que sobresale como gran maestra: Judit Polgar. Hay una pagina, en inglés, llamada Joss' Chess Page, que trata sobre ajedrez femenino.

Recaredo Veredas, pues no sabes lo que agradezco tu elogio, pues conseguir esa mezcla que señalas es algo que siempre persigo.

Cayetano, es que al final resultó que sentí fascinación por las historias ligadas al juego.

Francisco Ortiz, la tensión es terrible, y existen multitud de anécdotas fascinantes sobre ese extraño y absorbente mundo. Y Fisher, desde luego, es un jugador inolvidable porque era, sencillamente, un jugador genial.

Rosa, mis esfuerzos tampoco me convirtieron en un buen jugador de ajedrez, por si te sirve de consuelo. Por lo que veo, también me tendría que dar ventaja a mí tu hermano. O enfrentarse con mi hermano, que juega bien. ;)

José Romero, menos mal que descubriste lo de bajar el nivel, igual estabas jugando en un nivel de maestro. La película que mencionas es fantástica. La he visto varias veces y refleja muy bien lo obsesivo que puede llegar a ser el ajedrez.

Mabalot, muchas gracias por tus palabras.

José M. parece, por lo que he leído, que Duchamp también jugaba bien al ajedrez.

Portorosa, gracias. La anécdota es muy graciosa y me impresionó cuando la leí por primera vez.

Clarice, me alegra que te haya gustado. La verdad es que la historia del ajedrez encierra grandes historias y, al final, ya sabes que las historias son lo que más me gusta. A fin de cuenta, los que escribimos siempre andamos buscando historias ¿verdad?

Un fuerte abrazo a todos y muchas gracias por vuestros comentarios.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Miguel, me lo he pasado en grande leyendo tu post. Incluso me he reído a gusto con la anécdota también aludida por Portorosa. De cualquier forma, y a tenor de lo que cuentas sobre los grandes, me da a mí que esto del ajedrez tiene evidentes contraindicaciones. Estoy por apartar del juego a mi hijo (es broma).
Un abrazo.

Antonia Romero dijo...

Me gusta el ajedrez. Creo que el secreto es que jugando al ajedrez estás contigo mismo más que en ninguna otra actividad. No me ha extrañado nada eso que les pasó en la anécdota que cuentas y que resulta tan graciosa, ni que alguno se olvide de dónde está. El ajedrez tiene mucho de soledad y no hay mucha gente a la que le guste estar sola. De vez en cuando... mmmmmhhhh!!

Besos

Miguel Sanfeliu dijo...

DR,lo que sí parece es que el ajedrez puede ser adictivo y, en algunos casos, llegar a convertirse en una obsesión, pero yo creo que no debes apartar a tu hijo del juego, seguro que sobrevive. :)

Antonia, es cierto, pese a tener un contrincante, el ajedrez puede considerarse un juego solitario debido a la alta concentración que requiere.

Un abrazo.

Anabel Rodríguez dijo...

No soy aficionada al ajedrez. Ni si queira un poquito, reconozco que las cuatro partidas que habré echado en mi vida las perdí antes incluso de empezarlas.Sin embargo, esto no es obvice para que haya disfrutado de tu post, escrito con gran conocimiento de datos y personajes, pero sobre todo con mucho amor al ajedrez.
Saludos

Miguel Sanfeliu dijo...

Anab, gracias por tus palabras.