martes, julio 10, 2007

Nuevo empleo

El trabajo dignifica. Uno no debe nunca avergonzarse de ganarse la vida honradamente. Y yo nunca hice daño a nadie. Nunca. Siempre intenté tomar las decisiones correctas, aunque a veces las circunstancias parecen empeñadas en ponerme la zancadilla.

Cuando me echaron del trabajo sabía que, a mi edad, ya me sería difícil encontrar un buen empleo, así que desde un primer momento supe que tendría que aceptar cualquier tipo de trabajo, y este no es de los peores, eso lo sé, por muy incómodo que me sienta, especialmente hoy, cuando veo a mi hijo dirigirse hacia mí.

Mi hijo tiene cinco años y espero que algún día llegue a ser una persona que pueda mantener a su familia sin estrecheces. Con eso me conformo. No quiero que gane el premio Nobel ni ninguna estupidez semejante, sólo quiero que pueda vivir con comodidad, y no es poco, lo puedo asegurar. Es un buen chico y, cuando me veo en sus ojos, que brillan como si fueran capaces de mirar en mi interior, siento que no merezco su admiración. Es normal que un niño admire a su padre, pero yo no lo merezco.

Ha debido venir con el colegio. Sí, veo a su profesora, que no parece haberme reconocido. Admito que siento vergüenza y que me gustaría poder huir, pero no puedo, debo permanecer aquí sentado, viendo cómo mi hijo se acerca, hasta que le llega el turno y se sienta en mi rodilla y me dice: “Santa Claus, ¿sabes que usas la misma colonia que mi papá?”

16 comentarios:

Clarice Baricco dijo...

Simplemente me mató!
Llegador!!!

Abrazo

Anónimo dijo...

Miguel, me levanté hace poco y con lo primero que me encuentro es con tu relato. Lo empecé a leer y no pude parar. Me atrapó desde la primera línea hasta ese impactante final.

¡Me encantó! Lo disfruté muchísimo, no me resultó nada pesado ir de una línea a otra e involucrarme con ese padre que tiene un nuevo trabajo y que se siente que no merece la admiración de su hijo. Qué bien tratado está el tema, y en pocos párrafos.

Te felicito y me alegra haber comenzado la mañana con buen pie.

Un abrazo,

Ro

Ruth dijo...

¡Qué buen final! Has conseguido que en pocas líneas le coja cariño a un personaje, lo que, créeme, no es fácil.
Abrazotes.

Anónimo dijo...

Hola Miguel, pienso que tienes una facilidad magnìfica para escribir, me gustan tus relatos porque son sencillos pero completos.
saludos!

Elena dijo...

Me encantan estos relatos donde el final te golpea con tanta contundencia. Describes una situación tragicómica con brillantez, como siempre lo haces.

Por cierto, tu blog es uno de mis favoritos y por ello le he hecho un pequeño reconocimiento en el mío. Pásate si tienes tiempo y lo ves, ok?

Un abrazo

Pierrot dijo...

Brillante.

Lo duro del personaje es que creo que ni el sabe cuál es su disfraz: si el discurso de los primeros párrafos o la barba blanca y demás accesorios.

Saludos desde Lima

whatever dijo...

wow!.....sorpresivo!

muy buen relato, me gusto!

ricardo flores dijo...

Buen relato. Se respira la humillación de ese padre. Recuerdo que en mi país -Chile- a Santa Claus se le decía Viejito Pascuero y que, en pleno verano, con 33 grados de calor, se les veía vestidos con traje rojo de invierno y barba blanca. Así me imaginé al padre de tu relato, recibiendo a su hijo en sus rodillas.
Saludos,
RF

conde-duque dijo...

A mí también me ha gustado. Yo creo que la historia de su mujer (la madre del niño) debe de ser también muy interesante... Me he quedado con ganas de saber algo más de eso.

Portarosa dijo...

Me gustó, Miguel. Un abrazo.

Miguel Sanfeliu dijo...

Clarice, gracias por el entusiasmo.

Rosa, me alegra que lo disfrutaras. Fue una idea que surgió hace unos pocos días y que salió de un tirón.

Ruth, me alegra haber conseguido el efecto. La frase final es la que debía iluminar todo lo anterior. Y le di bastantes vueltas a esa frase.

Bethania, cómo me alegra recibir tu mensaje y que te guste lo que escribo. Por cierto, mis felicitaciones por tus estudios.

Elena, ya vi el reconocimiento y me dejaste emocionado. Gracias.

Pierrot, bienvenido y sobre lo del disfraz del personaje, está bien que se le pueda buscar otra interpretación.

Sstraniera, me alegra que le gustara. Y espero volver a verla por aquí.

Ricardo, lo de ver a Santa Claus con temperaturas de verano extremo sí que resulta agobiante.

Conde-duque, pues sí que puede ser interesante conocer a la mujer de este hombre... tal vez salte la chispa.

Portorosa, un abrazo.

Gracias por los comentarios y un abrazo a todos.

Antonia Romero dijo...

Muy "actual" y conmovedor este Santa Claus. Al principio se me pusieron los pelos de punta pensando que era una experiencia personal tuya. Es que no se puede escribir bien...

Besos.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Precioso y tierno. Un abrazo.

Miguel Sanfeliu dijo...

Antonia, no, no es una experiencia personal mía. Me alegra que te haya gustado.

Goathemala, gracias.

Saludos.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

¡Que bonito, me ha emocionado!. Nunca un hijo se avergonzará de su padre y del trabajo que ejerce, si el padre le enseña que cualquier trabajo es honrado y sirve para ganar el sustento del día a día. ¡No todo el mundo tiene la oportunadad de ejercer en lo que le gusta y en lo que le aporta el bienestar económico! También tiene que haber personas que recojan la basura (imagina si es digno ese trabajo y lo que supondría, si no hubiera personas que hicieran ese trabajo, y así millones de tareas).
Pasaré por aquí, para leer más .
Saludos

: ) dijo...

Sentí un enorme giro en mi corazón !
Dar alegría un niño no tiene comparación no precio .
Realmente hermoso !!
Un abrazo !