Mientras leía este pequeño libro, me iba provocado las mismas sensaciones que en él se iban describiendo. Desde luego, no es otra la magia de la literatura. "Sobre la lectura" es el prefacio que Proust escribió para su traducción de "Sésamo y lirios" de John Ruskin, según se nos informa en la solapa.
En sus 68 páginas Proust nos habla del placer de leer, de ésa ansiedad que todos hemos experimentado ante la perspectiva de continuar la lectura de un libro interesante. Nos habla en primer término de los sitios en los que leía, no nombra títulos o contenidos en esta primera parte, sino los lugares donde se instalaba, "cerca del pequeño fuego de troncos", donde era interrumpido por la cocinera cuando entraba para colocar los cubiertos en la mesa, y finalmente por sus padres cuando le dirigían la frase fatal: "venga, cierra ya el libro, vamos a comer"; o en su habitación, que describe con detalle, o en el parque, a un kilómetro del pueblo, escondido en cualquier enramada donde "el silencio era profundo, el peligro de ser descubierto casi nulo, la seguridad la hacían todavía más dulce los gritos lejanos que, desde abajo, me llamaban en vano". Para terminar esta primera parte hablándonos de la frustración que representa el final del libro: "Aquellos seres a los que habíamos prestado más atención y ternura que a las personas de carne y hueso, no atreviéndonos nunca a confesar hasta qué punto los amábamos, e incluso cuando nuestros padres nos sorprendían leyendo y parecían reírse de nuestra emoción, cerrando el libro con una indiferencia afectada o un aburrimiento fingido; aquellas personas por las que habíamos temblado de emoción y sollozado, no volveríamos a verlas, no volveríamos a saber ya nada de ellas".
Después de esta primera parte, nos habla Proust por primera vez de Ruskin y de sus conferencias y de las teorías que en ellas se contienen, para seguidamente proceder a refutarlas. Mientras Ruskin sostiene que la lectura es "una conversación con hombres mucho más sabios y más interesantes que todos aquellos que podemos tener la ocasión de conocer en torno nuestro", Proust nos dice que "la lectura no puede compararse sin más a una conversación". En esta segunda parte sí que nombra a autores como Gautier, Maeterlink, Shakespeare, Schopenhauer, Molíere, Víctor Hugo o Balzac, pero lo hace de pasada, apoyándose en ellos para demostrar que la lectura nos produce un estímulo que proviene de otra mente, quizá muy lejana en el tiempo, pero que recibimos en perfecta soledad y se instala en nuestro interior enriqueciendo nuestro conocimiento, siempre que no caigamos en los peligros que nos tiende la simple erudición. Finalmente, hace una defensa de los libros clásicos afirmando que "la preferencia de los grandes escritores recae en los libros antiguos".
"Sobre la lectura" es un libro denso que destila amor a la literatura, un libro breve que provoca el placer que describe. Una pequeña joya cuyo rescate se agradece.
8 comentarios:
Sí que debe ser una joya este librito. El placer de leer es incomparable con ninguna otra sensación. La descripción que hace Proust del momento en que ponemos fin a un libro me ha emocionado. ¡Cuántas veces no habré sentido lo mismo al saber que no volvería a vibrar con esos personajes que me habían acompañado durante los últimos días o semanas! Ayer mismo terminé "La vieja sirena" de Sampedro, y me quedó la misma sensación de desolación y desamparo. Afortunadamente, se pasa pronto, al empezar a pensar cuál será el próximo libro en el que me sumergiré...
Un abrazo
Es una joya, sí. Avisa también Proust de los peligros que entraña la lectura; esta nos abre una puerta al interior de cada uno, pero después debe arreglárselas uno mismo ahí dentro, y no dejar que la lectura sustituya nuestra vida interior.
Un saludo, Miguel.
Una joya que en tus palabras de lector apasionado aún crece más, transmite más la pasión por leer, algo muy necesario, cada día más. A mí también me han dicho muchas veces: deja ya de leer, que vamos a comer, que vamos a salir, que vamos a hacer tal o cual cosa. Tu texto me trae esos buenos recuerdos.
Miguel:
Me recordaste la época en la que vivía con mis padres y era una adolescente y bien entrada la noche mi madre me ordenaba cerrar el libro y dormirme. Entonces yo, para que ella no se diera cuenta de que seguía leyendo, no encendía la luz de la habitación ni una lámpara, sino que me metía debajo de la sábana y encendía una linterna que me permitía seguir leyendo.
El libro suena más que interesante y voy a correr a comprarlo.
Un abrazo.
Quieroooooo el libro.
Eres un mago para reseñar libros.
Saludos felices.
Buscaré el ligro, Miguel. Y trataré de hallar también el que te recomendó tu extraño interlocutor de la entrada enterior, "La decadencia de la mentira". Por cierto, en esos encuentros u otros parecidos, generalmente está uno tan sorprendido que la propia sorpresa resta agilidad muchas veces a la conversación. Y es una pena, porque son de esas cosas que luego se recuerdan por mucho tiempo y con agrado.
Un abrazo, Miguel.
"Sésamo y lirios" tenía un prefacio dedicado a los Alpes que Ruskin sacó para publicarlo aparte. Su amor por los Alpes le llevó a conocerlos en persona. Cuando contempló el Cervino lo bautizó como "el más noble escollo de Europa".
No escaló, de hecho, despreciaba a los alpinistas (convertirán los montes en cucañas, decía) aunque realizó algunas ascensiones sin importancia. Sin embargo, los describió como pocos y Proust, que no es ajeno a su influencia, también visitó los Alpes en el verano de 1899.
Elena, sí que es una joya, la verdad.
Mabalot, veo que lo conoces. Lo cierto es que es un libro que no recuerdo que tuviera mucha difusión.
Francisco, son recuerdos que nos llevan, sobre todo, a la adolescencia ¿verdad?
Rosa, leer por la noche, en la cama, era uno de mis mayores placeres.
Clarice, tú siempre me lees con buenos ojos...
Diarios, yo aún no he comprado el de Wilde, pero creo que también debo hacerlo. Tienes razón respecto a lo que dices sobre este tipo de encuentros.
Alexandrós, qué alegría, muchas gracias por el dato que aportas.
Un abrazo y gracias por los comentarios.
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