1.- ¿Por qué escribes?
¿Escribir? Es la posibilidad de que
yo cree el vicio que generaron los escritores en mí, la sola idea me deja a
puro futuro, a puro placer. Señalar que siempre escribí puede no significar
nada, tener una mente plagada de diálogos, de historias. Encontrar el
descubrimiento de que tanta imaginación no es algo cotidiano, ¿puede ser
importante? Ubicándome fuera del ombligo
que suele pulirse sin mérito: soy escritora en la medida que lo determinen los
lectores, cuando ellos se apropien de mis letras y las hagan suyas; hasta que
ese momento perfecto no se produce son sólo palabras en un papel como hay
tantas.
He creado historias inverosímiles
y me han preguntado si son vivencias, ¿te imaginás qué satisfacción siento?
Imposible mejor elogio: logro actuar mis letras; como un actor interpreta un personaje,
yo cincelo personajes en diferentes
historias. Así resulte en un asesino serial, o una chica atolondrada comparecen
reales; es la
idea de compartir mis juguetes con otros, esos juguetes a los que los niños
pequeños al jugar le otorgan diálogos, los míos han crecido y madurado y están
listos para ser prestados. Es embriagante escuchar comentarios de un personaje
que uno inventó.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
No
tengo hábitos, me siento y escribo; poesías a mano, y la narrativa en el
ordenador porque necesito rapidez. Lo ideal es estar sola y que nadie me
interrumpa, pero a veces se logra y otras no.
No
dispongo de casa en la playa ni de tiempos herméticos de soledad, ni de ninguna
de las bellas arquitecturas que uno contempla que poseen los escritores en las
películas. Soy simplemente una persona con muchas actividades en su vida diaria
como directora, además de madre de familia, esposa e hija; por lo cual todo se
debe a un gran exceso de imaginación, he tenido siempre historias y diálogos en
mi cabeza como quien tiene la habilidad para encestar. Creo que una de las
cosas que demoré en descubrir es que no todas las personas tenían sus mentes
repletas de historias como me ocurría a mí; llevarlas o no a un escrito es
independiente.
Disfruto
escribiendo porque es la sensación de pensar que alguien pueda sentir con mis
letras, lo que yo siento al leer esos libros que me han enamorado y me
enamoran; es la idea de compartir mis juguetes con otros, esos juguetes a los
que los niños pequeños le otorgan diálogos al jugar, los míos han crecido y
madurado y están listos para ser prestados. Es embriagante escuchar comentarios
de un personaje que uno inventó.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Actúa directo mi sensibilidad, es
el tamiz que reflexiona. ¿Me explico? Al escribir para adultos: no hay reglas,
y eso es un descanso ante tanto mundo exigido. Es un recreo de patio libre, no
hay responsable cuidándote.
Cuando escribo para niños o para
un tema educativo, es diferente; es similar a cuando cocino la comida preferida
de los otros, la realizo pensando en cómo van a disfrutarla y siguiendo la
analogía de la escritura, en si va a ser saludable; me importa mucho que los
niños lean historias con un cuidado vocabulario, y que no los perjudique ni los
dañe; aborrezco que los consideren objetos de consumo. Cuando escribo para niños pienso en lo que
les agrada, en lo que quieren, en lo que sueñan, y fundamentalmente: en lo que les hace bien
–sin dudas, acá está la educadora y la mamá-. Quiero que lean y quieran seguir
leyendo, y que la historia los enamore como me ocurría a mí de niña y quería
protagonizarla.
Cuando escribo literatura para
adultos disfruto yo, no estoy pensando en quién va a leerlo o si va a gustarle;
eso viene después, y lo cierto es que me encanta cuando alguien lo lee y se lo
apodera. La primera vez que me hablaron sobre los personajes fue una sensación muy curiosa porque empezaron a
resultar reales para otro, el lector les había dado vida.
En lo educativo es muy alentador
cuando me dicen que pude volcar en palabras precisamente lo que querían
expresar, o les provoco reflexionar sobre situaciones que no habían advertido.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
No. Es un todo que se involucra con lo que estoy
escribiendo.
5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Ocurren ambas situaciones, la
historia se abre al escribirla y asimismo, es como si ya estuviera contada. Cuando comencé los relatos que me
publicaron Después de comer perdices o por qué las mujeres son boludas e
insisten en enamorarse estaba escribiendo las novelas: Permiso a la
muerte, El día inicia de noche y Mujer fuerte: Josefa,
la gallega de Vilalba; sin embargo: Después de comer
perdices… fue finalizada antes, y dos de las que te mencioné aún no están
escritas, señalo "escritas" y no "terminadas" porque es
cuestión de sentarme y escribirlas, ya sé las historias. Salvo una de ellas que
está basada en la vida de mi abuela y es real; lo mío es fabular, me gusta
inventar todo y así poder controlarlo.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Los que leí de nena continúan
resultando los mejores, tal vez porque debía esperar que me los compraran. Son
cantidad, desde Papaíto Piernas Largas a Huckleberry Finn o Mi planta
de naranja lima y Jane Eyre, Corazón…
Cuando iniciaba con un autor quería leer todos los que escribió, de M.L. Alcott
leí hasta “Una chica a la antigua”.
Lugones, Poe, Dickens, Verne, Salgari, Sawyer –el primer seudónimo que utilicé
en el secundario, recién de adulto advertí que era el apellido del escritor-
son los que primero vienen a mi memoria porque de ellos leí la mayoría que
escribieron y se me fijó el nombre del escritor, en esa época no me fijaba
mucho en los autores. Ni podría decir cuándo capté que eran varias las Brontë;
lo cierto es que mi memoria es casi un desaparecido sin acción, recién te
mencioné a Papaíto Piernas Largas
pero ni pagando recuerdo quién la escribió. ¨Violeta”, ¿quién escribió esa
novela? Era desopilante, estaría nombrándote y nombrándote títulos, todos
arbitrarios, encadenados uno al otro sin idea del por qué.
De nena, una sola novela no me
gustó, la leí estoicamente hasta el final porque si no, no me compraban El conde de Montecristo, no menciono
cuál es porque puede resultar la preferida de alguien y quién soy para denostar amores literarios. Recuerdo que la
librera se la recomendó a mi mamá porque era perfecta para una nena de mi edad;
a mí me empantanó la melosidad recalcitrante y predecible de la protagonista.
Te puedo señalar dos de mis
novelas preferidas como adulto: 1984
de Orwell porque esa historia de amor me resulta absolutamente desgarradora
hasta perturbar y El tren llegó puntual de Böll, perfecta en todos los sentidos que
puedo mencionar.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Finalicé un ensayo Ser poeta y
ser poesía y un proyecto Educativo Encontrarnos; ahora estoy escribiendo dos
novelas.
Ocurre que para mí el proyecto no
es escribir –tomado como idea de proyectar- sino publicar y el tema es difícil
porque las editoriales son empresas, y en este momento, las empresas son
globales y cada vez más, apuestan sobre lo seguro. Les resulta incluso más
redituable traducir un éxito extranjero –ya trae publicidad, difusión y hasta
puede venir de la mano de un filme-que arriesgarse con un escritor que no
conoce nadie. En mi país las editoriales importantes no reciben manuscritos “no
solicitados”, y las otras en su mayoría autoeditan, es decir: el escritor paga
su libro; y el asunto viene de años, el padre de Borges pagó la edición de su
primer poemario. Ése es uno de los motivos por los cuales yo demoré tanto, no
quise autopublicarme. Me llevó años que una editorial leyera mi obra, y resultó
ser en España. Además, que aceptaran en archivo adjunto, porque los envíos por
correo postal son excesivos. Me refiero a la querida Editorial de Tenerife
“Baile del sol” y a Ángeles Alonso, mi editora.
Fíjate que a todo lo que siempre
se sumó, ahora compiten con los libros digitales, que en su mayoría son
pirateados. Si seguimos así, el libro en papel quedará como un objeto de lujo;
ya es muy oneroso por el cambio al euro o al dólar, más el envío. Nos terminará
ocurriendo como con “el todo por dos pesos”, felices compramos baratijas
inservibles casi regaladas y nos quedamos sin industria; bajamos música y
películas gratis, y ahora un CD o un DVD original es menos usual que un disco
de vinilo.
Y la cultura subsidiada por el estado puede resultar o no; ¿quién
decidiría qué publicar, qué apoyar, que publicitar? ¿Habría que ser amigo,
conocido o del partido de quién? O aún más horroroso escribir dentro de los
parámetros de “…” Prefiero un estado que genere un bienestar económico que
permita que las editoriales afloren y puedan arriesgarse con escritores
inéditos al punto que no les implica perder el empleo o fundirse y del mismo
modo, lectores que puedan adquirir libros sin tener que privarse; un estado que
provea una educación tan esmerada y de calidad que los alumnos resulten
lectores exigentes y desde allí, determinen el éxito de un libro, no del paquete
mediático; un estado que ofrezca un patrimonio de bibliotecas donde prime la
diversidad para que el lector decida qué leer.
Rita Gardellini es escritora, docente investigadora y
directora de escuela primaria estatal. Autora de varias novelas, poemarios y
relatos inéditos (No dejes que muera,
Después de comer perdices o por qué las
mujeres son boludas e insisten en enamorarse, entre otros), es descrita
como una escritora que concierta sus obras en tejidos
simultáneos, sexualidad intensa, y perturbadores laberintos psicológicos. Sus
tramas se componen de fractales, descubriendo universos complejos o simples,
descolgándose en la cotidianeidad o el lirismo onírico; blanco y negro de una mente
femenina, muy fértil, lúdica e introspectiva, en los cuales la buena escritura se
envuelve con astucia para que el lector, simplemente, se someta. Sin embargo es en
Educación, donde Rita Gardellini ha volcado su hacer más conocido, destacándose
en la realización permanente de actividades no aranceladas para mejorar la
calidad educativa de las escuelas en donde se desempeña; tales como: la
organización del Festival intercolegial de Letras y de Teatro "Soles
Verdes"; las Jornadas de capacitación docente "Escuelas que enseñan y
aprenden" y el Congreso Internacional de Educación: "Haciendo Escuela
desde Rosario". Autora de Alumnos lectores...alumnos escritores y su seño. Los soles verdes. Anteproyecto de
Investigación educativa declarado de Interés Provincial y Legislativo que
incluye una colección de relatos para niños que ya cuenta con dos ediciones. Ha
realizado además un sinnúmero de colaboraciones en diferentes libros y revistas
de educación y ponencias en congresos relacionados con esa especialidad, así
como también ha recibido premios y menciones honoríficas en relación a su labor
educativa.
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