1.- ¿Por qué escribes?
Escribo para ser yo mismo. Para tener
un territorio donde memoria, imaginación y palabra me cobijen. Me hagan suyo y
yo de ellas. Para buscar, para descubrir, para llorar y reír. Para ser libre,
para ser feliz, para ser secreto. Para saber lo que no sé. De mí y de los
demás. Procuro hacerlo con humildad, con asombro. Con pasión y melancolía a un
tiempo.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Me gusta madrugar, aunque ahora
lo hago menos. Casi siempre escribo por la mañana. No tengo supersticiones ni
manías. Pero no me gusta escribir ni en hoteles ni en cafés. Siempre escribo en
mi estudio. En silencio, con el máximo aislamiento posible. Bebo agua o té.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
La memoria mía personal como
motor de muchos cuentos y novelas, aunque nunca cuente lo que realmente
sucedió. La memoria como fermento de la imaginación. Los temas de fondo son
universales: el poder, el amor y la muerte.
4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a la hora de
escribir?
Si la escritura no me lleva, si
no siento que soy amanuense de lo inconsciente, no voy por el buen camino. Pero
eso sucede de cuando en cuando. Y cuando sucede, puedo pasar una hora
escribiendo y creer que solo han sido diez minutos. Para mí literatura es
felicidad. Siempre. Si no soy feliz, no escribo. Ni tampoco leo. Ahí no creo en
la voluntad, ni en la disciplina.
Aparte de ello, trato de tener
mucho cuidado con los adjetivos. La belleza que busco es la que confiere la
sencillez. Es la más difícil.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
No planifico nada. Parto siempre
de una escena que surge, que invento, que me busca. Esa escena puede ser un
cuento (es lo habitual) pero a veces quiere más. Cuando quiere más, a veces
(muy pocas) acaba siendo una novela.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Hablo del último medio siglo. Y
cito a Borges, Cunqueiro, Juan Rulfo, Miguel Torga, Italo Calvino, Antonio Tabucchi,
Pierre Michon… Y mis paisanos Antonio Pereira, Ramón Carnicer y Antonio
Gamoneda. Siempre he leído tanta poesía como narrativa. La nómina de poetas que
me gustan es enorme. Pero diría dos nombres: José Ángel Valente y Roberto
Juarroz.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Justo acaba de salir mi último
libro de cuentos, Braganza (Editorial
Eolas, León). Y pronto saldrá una novela titulada El general se confiesa (Editorial Punto de Vista, Madrid).
Aparte de ello, he terminado otro
libro de cuentos, y ahora estoy empezando a trabajar un libro de memorias de
infancia. De un modo heterodoxo y fragmentario.
César Gavela nació en Ponferrada (España) en 1953. Se licenció en
Derecho en la
Universidad Complutense de Madrid y desde 1976 vive en
Valencia, tras pasar una breve etapa en San Sebastián. Es técnico superior de la Generalitat Valenciana.
Ha publicado cinco libros de
cuentos: Pobres del Sil (1989) ,Cuentos de amor y del norte (2005), El camino y otros pasos (2012), Nor Noroeste (2013) y Braganza (2015), las novelas La raya seca (1996) El puente de hierro (1998), El
obispo de Cuando (2002), La sagrada
familia (2004, con Alberto Gimeno) y De
Ricardo Muñoz Suay (2006). Asimismo, el ensayo Ramón Carnicer (1993, actualizado y ampliado en 2012) y el libro de
artículos literarios Un hombre y un gato
de Valencia (2006).
Ha ganado los premios de
narrativa Ciudad de Irún 1995, José María de Pereda 1998, Torrente Ballester
2001 y el Ciudad de Valencia en dos ocasiones -2003 y 2006. Asimismo el premio
Mario Vargas Llosa-Hoteles NH para libros de cuentos en 2004.
Escribe habitualmente en la
prensa leonesa desde 1972, y en la valenciana desde 1981. En la actualidad
colabora cada semana en el "Diario de León" y en "Las Provincias",
de Valencia.
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