1.- ¿Por qué escribes?
Esa es la gran cuestión. Aunque parezca
una perogrullada, para mí no hubo ni hay en el acto de escribir, al menos en su
eje principal, ninguna ambición externa, nada exterior. Quizá sea egoísta, pero
escribir supone para mí, ante todo, ahora y en otras épocas de mi vida, pura
higiene mental. Una manera de no volverme loco y asumir mi insignificancia en
el mundo, huir del aburrimiento de los días, de la rutina de los trabajos y
actos alimenticios que nos toca realizar. Es una forma de conjurar tus
fantasmas huyendo a mundos que, curiosamente, a veces son más miserables y
tristes que el de uno, pero donde tú eres el que mueve los hilos y donde estas
a salvo. Aunque, luego, bien pensado, si esto fuera del todo así, no publicaría
y me conformaría con guardar lo escrito en un cajón. Es ahí donde entra lo de
escribir para sentirse querido, conectar con mis semejantes, conmover, dar y
compartir mi visión de la vida, etc, etc.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Soy la anarquía pura. Anoto ideas,
frases -a veces en libretas, servilletas, en borde de páginas de libros-, y
luego las paso al ordenador, donde voy moldeando, puliendo, añadiendo. Como
decía Saramago, el ordenador, en contra de lo que muchos piensan, es un
artefacto que nos acerca a los artesanos, y el recorta y pega tiene que ver mucho con esa labor. Nunca escribo a
mano –salvo esos pequeños apuntes de los que he hablado- y siempre, sin ninguna
excepción, tengo claro el final. Por supuesto, la trama a medida que escribes puede
variar. No así el final, las últimas frases son para mí más definitorias que
las del principio. Respecto al lugar y la hora en la que escribo, en el
despacho que tengo en casa y por la tarde-noche.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Lo cotidiano y lo oscuro de lo
cotidiano. Las personas que me rodean. El día a día y sus pequeñas miserias que
son siempre el germen de las grandes tragedias. Puedo hacer un relato de la Primera
Guerra Mundial –de hecho lo hice-, pero el soldado aparecerá en una situación
cotidiana que podría pasar en nuestro mundo actual. Mis relatos están llenos de
vecinos, amas de casa, casas, oficinas de trabajo. El trabajo, esa gran fuente de
situaciones. Un microcosmos, un muestreo del mundo –al modo del que se hace en
las elecciones- que, por extensión, te da una visión de la sociedad y de la
condición humana. Nuestro entorno, que a veces nos parece anodino, está lleno
de lugares donde mirar, personajes e historias perfectamente extrapolables a
otros lugares y situaciones. El ser humano, siempre es el ser humano. Y su
soledad. Citando a James Salter: “Sangre, sexo, guerra y nombres. El mismo
ramillete sirve para la Ilíada y la portada de cualquier periódico”.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Siempre intentar decir lo que
quieres decir de una manera que nadie lo ha dicho. Sé que esto es una quimera
y, quizá, pretencioso. Todos los temas están tratados en la literatura y dichos
de infinitas maneras, pero creo que si lo intentas o lo tienes como objetivo,
lo que tengas que decir se apartará lo máximo posible de los terrenos
trillados. Por supuesto, a veces no se consigue, pero se ha de intentar.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Tengo la idea general y, como he
dicho antes, casi siempre el final. A veces la historia te lleva por caminos que
no esperas pero, por muchos rodeos inesperados y que a veces mejoran lo
previsto, acaban en el final que ya tenía pensado y que no varía mucho de lo
pensado en principio.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Escribo, aunque –sé que suena a
sacrilegio- no leo lo que debería. Soy un lector lento y ecléctico, pero con
fidelidades eternas. Ante todo, Chejov. También Carver, Auster, Cortázar,
Salinger, Pàmies y Boris Vian -por supuesto-. En poesía Pavese, Margarit, Blas
de Otero y Szymborska –qué grande-.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Lo mío es cíclico. Paso épocas en
las que publico un libro por año, para luego pasar cuatro o cinco sin publicar
nada, lo que no quiere decir que no escriba. Mis últimos libros fueron Cromos (Editorial Denes 2007) y El sitio justo (Palabra Ibérica 2008),
este último con traducción al portugués. Son libros de textos en prosa, a
caballo entre el poema y el microrrelato, que ganaron dos premios de poesía. En
2010 aparece Feos (Editorial Denes 2010),
hasta ahora mi único libro de relatos. Tengo escritos tres libros (uno de poemas y dos de relatos), a la espera
de editor. Alguno de ellos ha estado a punto de publicarse, pero al final se ha
malogrado. Ahora estoy en tratos con una editorial. No desespero.
Rafael Camarasa (1963) Entre otros, ha
publicado los libros de poemas: Cabos
sueltos (Ed. Cuadernos de
Helena, Elche, 2003), Cromos, Premio
Creación poética Paiporta (Editorial Denes, Valencia, 2007) El sitio justo Premio Internacional Palabra Ibérica (Colección Palabra Ibérica,
Huelva, 2008). En narrativa ha publicado el libro de relatos Feos,
Premio Otoño Villa de Chiva de Narrativa Breve (Editorial Denes, Valencia, 2010)
Sus relatos han aparecido en la antología Por favor sea breve 2 que la editorial Paginas
de Espuma ha dedicado al microrrelato en castellano.
También gestiona el blog Propósitos de un pez.
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