En un artículo titulado “La fiesta de la palabra”, Juan Cruz escribe:
Ahora, casi cuatro años después de la primera experiencia, soy un apasionado del Hay Festival. Acaso porque soy un apasionado de escuchar a aquellos que no se sienten felices hablando solos.
Juan Cruz se encontraba entre el público que asistió a la charla de Mario Vargas Llosa, que llevaba por titulo “La literatura y el escritor”. Fue una especie de charla confesión, de entrevista a sí mismo, de curso acelerado sobre el oficio de escribir. Se preguntaba y se respondía, con sentido del humor y transmitiendo la cercanía de estar hablando en realidad con cada uno de los allí presentes, sin vanidades. Las típicas preguntas dando lugar a reflexiones, a recuerdos, confesiones, saltando con agilidad de un punto a otro, sin perder el hilo, demostrando que es un experimentado orador que encandiló sin esfuerzo al abarrotado auditorio del Teatro Juan Bravo. Félix Romeo se limitó a darle la palabra, ni siquiera necesitaba presentación.
Hay una serie de preguntas recurrentes que le suelen hacer siempre a un escritor, así que su intención fue responderlas es esta conferencia.
¿Por qué escribe?
Es una pregunta a la que se le dan distintas respuestas. Todas son aproximadas, pero ninguna es la verdad. Cree que el motivo se encuentra en la limitada experiencia de la vida de él y su generación. La lectura fue algo esencial en su infancia, capaz de ampliar sus horizontes, y de ahí surge luego la idea de escribir sus propias historias. Su madre le contó que lo primero que escribió fueron continuaciones de sus lecturas, o finales alternativos de las mismas.
El primer escritor que leyó de un modo sistemático fue Alejandro Dumas. La muerte de D’Artagnan en el último libro lo dejó consternado, más dolorido que con la muerte de algunos familiares. También Víctor Hugo fue un autor esencial en su formación.
Su padre lo metió en un colegio militar, “Leoncio Prado”, con la esperanza de que así se le iría la afición a la literatura, que le parecía una ocupación poco sería. Sin embargo, en el tiempo que pasó en ese colegio leyó más que nunca.
Cree lo que dice Sartre sobre la literatura, que es un foco de acción, que las palabras son actos.
A Faulkner lo leyó en estado de trance y aprendió de él que la técnica es algo fundamental, así que se esforzó por descifrar la complejidad de las estructuras. Comprendió la importancia del narrador, del punto de vista y del empleo del tiempo, que es siempre una creación, el tiempo literario no es real, es funcional.
¿Cómo llegó usted a ser escritor?
Al principio escribía cuentos, pues le parecía que serían más fáciles de publicar. Tenía que desempeñar lo que llamó “trabajos alimenticios”, así que tenía poco tiempo libre y escribía los días festivos. Eso le provocaba la sensación de estar haciéndose trampas. Así que tomó un día la decisión de ser escritor. Fue una decisión firme y, desde ese día, las cosas empezaron a cambiar. Debía dedicar la mayor parte del día a escribir y los trabajos alimenticios tenían que colocarse en segundo plano. Y entonces tuvo la convicción de ir por el buen camino.
¿De dónde saca sus temas?
Los temas nacen siempre de imágenes de la memoria que, por razones misteriosas, tienen un valor efervescente para la imaginación. El misterio está en por qué ocurre esto con unos recuerdos y no con otros.
Su primera novela (“La ciudad y los perros”) nació de su estancia en el colegio militar “Leoncio Prado”.
¿Cómo trabaja?
Se define como disciplinado. Es un escritor que carece de inspiración, así que intenta contrarrestar esto con el trabajo. En ese sentido, su maestro es Flaubert, que también carecía de inspiración.
Le gusta especialmente el trabajo de documentación, durante el cual visita los lugares en los que va a transcurrir la historia, lee todo lo que puede relacionado con ella… Va siguiendo ideas.
Corrige mucho. Termina sus novelas cuando tiene la sensación de que si sigue, la obra empezará a empobrecerse.
Generalmente, no llega donde quería.
¿Escribir es un placer o un aburrimiento?
Sin duda, la sensación de haber derrotado a un enemigo y la sorpresa por ver cómo ha evolucionado la obra, le proporciona una gran satisfacción.
¿Es importante para usted la crítica?
Reconoce que, por lo general, los escritores son seres humanos y, como tales, les gusta que los halaguen y les molesta que hablen mal de ellos o de su trabajo.
Pero para un escritor no es la crítica lo que más le importa, sino el proceso que va desde la primera idea hasta el final de una novela, esa es la aventura. Escribir es una experiencia exultante que le hace creer a uno que es capaz de alcanzar una suerte de inmortalidad, que ha sido capaz de atrapar la vida en el papel.
¿Sus libros pueden cambiar las vidas?
Es difícil saber si una afirmación así puede ser cierta, pero sí se niega a creer que la literatura sea un puro entretenimiento. Se pregunta si él sería como es si no hubiera leído las grandes historias que ha leído.
Piensa que la literatura hace a los seres humanos más aptos para la infelicidad, pero también para la libertad. La literatura rompe fronteras, nos hace más próximos a los demás. Tiene la capacidad de volver a la gente inconforme, por lo que el escritor debe afrontar su vocación con responsabilidad.
En el turno de preguntas del público, explicó que el viaje que hizo a La Amazonía en 1958 inspiró tres de sus libros: “La casa verde”, “Pantaleón y las visitadoras” y “El hablador”.
También le preguntaron qué está escribiendo ahora y contestó que está escribiendo una novela que transcurre en sitios que no conoce y en la que ocurren cosas que tampoco conoce, con lo que todo parece indicar que no debería escribirla. Se trata de una historia sobre un nacionalista irlandés, Roger Casemant, que vivió en el Congo y también pasó por la Amazonía. Pese a todo, espera terminarla alguna vez.
Mario Vargas Llosa fue el autor más votado por los participantes, por lo que fue merecedor del premio Hay Festival, que consistió en una primera edición del libro de Charles Dickens “Our mutual friend”.
¿Por qué escribe?
Es una pregunta a la que se le dan distintas respuestas. Todas son aproximadas, pero ninguna es la verdad. Cree que el motivo se encuentra en la limitada experiencia de la vida de él y su generación. La lectura fue algo esencial en su infancia, capaz de ampliar sus horizontes, y de ahí surge luego la idea de escribir sus propias historias. Su madre le contó que lo primero que escribió fueron continuaciones de sus lecturas, o finales alternativos de las mismas.
El primer escritor que leyó de un modo sistemático fue Alejandro Dumas. La muerte de D’Artagnan en el último libro lo dejó consternado, más dolorido que con la muerte de algunos familiares. También Víctor Hugo fue un autor esencial en su formación.
Su padre lo metió en un colegio militar, “Leoncio Prado”, con la esperanza de que así se le iría la afición a la literatura, que le parecía una ocupación poco sería. Sin embargo, en el tiempo que pasó en ese colegio leyó más que nunca.
Cree lo que dice Sartre sobre la literatura, que es un foco de acción, que las palabras son actos.
A Faulkner lo leyó en estado de trance y aprendió de él que la técnica es algo fundamental, así que se esforzó por descifrar la complejidad de las estructuras. Comprendió la importancia del narrador, del punto de vista y del empleo del tiempo, que es siempre una creación, el tiempo literario no es real, es funcional.
¿Cómo llegó usted a ser escritor?
Al principio escribía cuentos, pues le parecía que serían más fáciles de publicar. Tenía que desempeñar lo que llamó “trabajos alimenticios”, así que tenía poco tiempo libre y escribía los días festivos. Eso le provocaba la sensación de estar haciéndose trampas. Así que tomó un día la decisión de ser escritor. Fue una decisión firme y, desde ese día, las cosas empezaron a cambiar. Debía dedicar la mayor parte del día a escribir y los trabajos alimenticios tenían que colocarse en segundo plano. Y entonces tuvo la convicción de ir por el buen camino.
¿De dónde saca sus temas?
Los temas nacen siempre de imágenes de la memoria que, por razones misteriosas, tienen un valor efervescente para la imaginación. El misterio está en por qué ocurre esto con unos recuerdos y no con otros.
Su primera novela (“La ciudad y los perros”) nació de su estancia en el colegio militar “Leoncio Prado”.
¿Cómo trabaja?
Se define como disciplinado. Es un escritor que carece de inspiración, así que intenta contrarrestar esto con el trabajo. En ese sentido, su maestro es Flaubert, que también carecía de inspiración.
Le gusta especialmente el trabajo de documentación, durante el cual visita los lugares en los que va a transcurrir la historia, lee todo lo que puede relacionado con ella… Va siguiendo ideas.
Corrige mucho. Termina sus novelas cuando tiene la sensación de que si sigue, la obra empezará a empobrecerse.
Generalmente, no llega donde quería.
¿Escribir es un placer o un aburrimiento?
Sin duda, la sensación de haber derrotado a un enemigo y la sorpresa por ver cómo ha evolucionado la obra, le proporciona una gran satisfacción.
¿Es importante para usted la crítica?
Reconoce que, por lo general, los escritores son seres humanos y, como tales, les gusta que los halaguen y les molesta que hablen mal de ellos o de su trabajo.
Pero para un escritor no es la crítica lo que más le importa, sino el proceso que va desde la primera idea hasta el final de una novela, esa es la aventura. Escribir es una experiencia exultante que le hace creer a uno que es capaz de alcanzar una suerte de inmortalidad, que ha sido capaz de atrapar la vida en el papel.
¿Sus libros pueden cambiar las vidas?
Es difícil saber si una afirmación así puede ser cierta, pero sí se niega a creer que la literatura sea un puro entretenimiento. Se pregunta si él sería como es si no hubiera leído las grandes historias que ha leído.
Piensa que la literatura hace a los seres humanos más aptos para la infelicidad, pero también para la libertad. La literatura rompe fronteras, nos hace más próximos a los demás. Tiene la capacidad de volver a la gente inconforme, por lo que el escritor debe afrontar su vocación con responsabilidad.
En el turno de preguntas del público, explicó que el viaje que hizo a La Amazonía en 1958 inspiró tres de sus libros: “La casa verde”, “Pantaleón y las visitadoras” y “El hablador”.
También le preguntaron qué está escribiendo ahora y contestó que está escribiendo una novela que transcurre en sitios que no conoce y en la que ocurren cosas que tampoco conoce, con lo que todo parece indicar que no debería escribirla. Se trata de una historia sobre un nacionalista irlandés, Roger Casemant, que vivió en el Congo y también pasó por la Amazonía. Pese a todo, espera terminarla alguna vez.
Mario Vargas Llosa fue el autor más votado por los participantes, por lo que fue merecedor del premio Hay Festival, que consistió en una primera edición del libro de Charles Dickens “Our mutual friend”.
2 comentarios:
¡Que suerte presenciar semejante conferencia!. ¡Disfrutarías mucho!. Me alegro por tí. Oye, leí en un post de un amigo, donde ilustraba manías de los escritores, que Vargas Llosa tenía en la habitación donde escribe hipopótamos. ¿Será cierto?
Besos
Ayy qué lindo texto! Me sentí que estaba ahí. Más se aprende con las declaraciones que mencionaste.
El escritor es uno de mis favoritos. Siempre me divierte leerlo.
También me gustó lo que dijo Juan Cruz.
Seguimos con tus crónicas atinadas.
Abrazos.
Graciela
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